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ACTA DE 17 OCTUBRE DE 1.813.

Considerando el Ayuntamiento que aunque son de notoriedad pública el incendio y destrucción de esta Ciudad y sus atroces circunstancias es muy conveniente justificar en forma todos los hechos y particularidades para apoyar en caso necesario con documentos auténticos cuanto se asiente en los recursos que se dirijan á nuestro Gobierno y Británico acordó comisionar al Sr. Síndico D. Antonio de Arruabarrena para que ante el Sr. Juez de 1.a Instancia ofrezca y dé información de testigos al tenor del interrogatorio siguiente:

1.° Qué conducta observaron y qué género de violencias y atrocidades cometieron las tropas aliadas con los vecinos de San Sebastian el día del asalto en su noche y días sucesivos.

2.o

Cuantas y cuales personas han sido muertas y heridas.

3.o Cuando se notó por primera vez el incendio, y quien lo causó esto es si fueron los enemigos ó los aliados los que incendiaron.

A qué casas se vió dar fuego, por quienes, en qué día, de qué modo y con qué combustibles.

5. Si algunos de los aliados impidieron en alguna casa el apagar el fuego.

6. Si se cometieron dentro de la Ciudad y á su salida algunas violencias y robos á los tres, cuatro y ocho días despues de la rendición del castillo.

7. Si los franceses tiraron sobre la Ciudad algunas bombas, granadas ó proyectiles incendiarios desde que se retiraron al Castillo.

8. Cuantas casas son las que se han libertado del incendio y en que parage de la Ciudad.

9.o Si han sido pasados por las armas ó ahorcados algunos individuos de las tropas aliadas por los excesos cometidos en la Plaza de San Sebastian.

Y en atención á que la mayor parte de los vecinos que han de declarar se halla dispersada en varios Pueblos de la Provincia pida tres ó cuatro despachos dirigidos á las Justicias para que al mismo tiempo se dé la informacion en varias partes. Considerando tambien que el señor

Síndico no puede atender por sí solo á estas diligencias se nombran á los Sres. D. José M.a de Leizaur y D. Joaquin Gregorio de Goicoa para que el primero en Tolosa y sus inmediaciones y el segundo en Pasages y pueblos cercanos hagan la presentación del despacho y de los testigos.

Al primero dijo: que se hallaba dentro de la Ciudad al tiempo del asalto y por tanto vió que á luego que entraron las tropas aliadas empezaron á derribar las puertas de las casas que estaban cerradas tirando á un mismo tiempo seis ocho 6 mas tiros á las cerraduras haciéndolas saltar de este modo y en seguida subiendo á las habitaciones mortificaban á todo aquel que no descubriese cuanto dinero se les figuraba á ellos podia haber escondido pues antes de echar mano de cuanto contenía una casa se apoderaban de las personas para obligarles á que diesen dinero. Algunos infelices que dieron poco porque no tenian fueron maltratados á culatazos, pinchadas con las puntas de las bayonetas sin hacerles graves heridas recibiendo este trato de aquellos soldados que se presentaban con aire mas sereno y pacífico pues que otros más coléricos é inhumanos saludaron con balazos á los que les abrieron las Puertas haciendo lo mismo con los que hallaron en las habitaciones siendo uno de los muertos de este modo Bernardo Campos que cuidaba en la Plaza nueva de una casa correspondiente á D. Manuel de Arambarri que estaba á cargo del deponente habiendo á la mujer de dicho Campos atravesado el brazo de un bayonetazo: que al mismo testigo un soldado Portugués le disparó un tiro á quema ropa porque tardó un corto momento en subir desde media escalera á su habitación á donde le gritaban ocho ó diez que le tenian cercado subiese á dar dinero: que algunos oficiales le sacaron de pronto de este peligro pero luego le dejaron y apénas notaron los soldados la salida de los oficiales, volvieron á romper la Puerta en cuyo apuro salió al Balcón á implorar el auxilio de un Oficial y estando hablando con uno que pasaba por la calle le dispararon otro tiro desde el Balcon de enfrente que era la misma casa donde fué muerto el citado Campos cuya mujer huyó herida y desde entonces quedaron dueños de la casa algunos soldados Ingleses y Portugueses que á la vista del cadaver de Campos muerto por ellos mismos estaban sentados en la sala despachando algunas botellas de aguardiente y disparando tiros desde el balcon á donde se les antojaba. Que lo mismo que experimentó el testigo sucedía en todas las vecindades con más ó menos barbarie.

Declaracion

M. de Estiba

encargado de de Correos de

Testigo n

Que al anochecer de este día treinta y uno de Agosto tuvo que abandonar la casa y refugiarse á una con su madre, hermanas y otras varias familias á otra donde llevaron para su custodia á un Oficial joven Hannoveriano, sujeto de excelentes sentimientos el cual á pesar de su firmeza estuvo á pique de ser muerto por unos Portugueses en la casa del testigo. Que desde que cayeron las sombras de la noche por momentos fué en aumento el desenfreno de los soldados quienes con la continuación de hacer mal y beber mucho se transformaron en brutos feroces. En consecuencia la noche fué horrorosa; no se oían más que gritos y exclamaciones dolorosas de varias personas acongojadas que sufrian las mayores crueldades. Que notó en su vecindad por la parte del patio que despues de haber sido robada, maltratada y violada el ama de la Panadería llamada Francisca de Bengoechea continuaban á las dos y media de la mañana azotando á la criada mujer casada de cuarenta y cinco años para que descubriese el dinero escondido ó secreto que no habia: que en todas las demás casas de la Plaza y sus alrededores se oían lastimosos ayes, lloros y chillidos de mujeres que imploraban el auxilio de los vecinos inmediatos á quienes llamaban con sus nombres para que las libertasen de las manos de los soldados que las hacian sufrir un martirio contínuo hasta el extremo de violarlas, golpeándolas enseguida y herido y dado muerte á algunas despues de saciar su brutal lascivia como lo hicieron con una muchacha en casa del comerciante Eceiza y en el zaguan de la casa de Cardon con tres jóvenes que fueron arrojadas á la Bodega despues de violadas y en ella han sido consumidas por las llamas. Que la mañana siguiente primero de Septiembre la mayor parte del vecindario despavorida y fuera de sí con las muertes, heridas, saqueo y ultrages que habian sufrido la noche anterior, pidió licencia para salir por medio de los Alcaldes y enseguida salió el deponente con su familia á eso del mediodía y con él casi todos los vecinos, todos aturdidos, alelados, muchos descalzos, otros medio desnudos, muchísimos y aún mujeres heridas y golpeadas, algunas madres á quienes faltaba su hijo é hijos á quienes faltaban sus Padres. Que al testigo y más vecinos ha asombrado mucho más este mal trato de los que ellos llamaban sus libertadores y los esperaban como á tales, al ver el distinto y diferente que han dado á sus enemigos los Franceses, á quienes no solo se les vió dar cuartel cogidos en las calles con las armas en la mano sino ser recibidos por los Ingleses y Portugueses entre los brazos y con las mayores demostraciones de fraternidad y benevolencia.

Al segundo dijo: que las personas muertas y heridas que han llegado á su noticia son á saber: las muertas D. Domingo de Goicoechea Presbítero Beneficiado muerto de un balazo por haber salido á la ventana á vitorear á las tropas aliadas; D. José Miguel Magra hombre muy anciano fué tirado de un balcon; José Larrañaga asesinado teniendo en los brazos á un hijo suyo de tierna edad despues de haberle quitado seis onzas de oro y bebido una pipa de aguardiente; Felipe Plazaola; el Maestro ensamblador; Martin Altuna porque quiso estorbar el mal trato que daban á una hija suya; un niño que expiró sobre este mismo sujeto hijo de un Pescador de la casa de enfrente y se refugió á la de Altuna con su Madre; José Jeanora; Bernardo Campos; Vicente Oyamarte; D.a Javiera Artola; la criada de Lafont, la mujer del Practicante de cirujia D. Manuel Biquendi; las personas heridas de que es noticioso son Pedro Cipitria, Juan Navarro y Felipe Ventura de Moro que han muerto á resultas y últimamente ha muerto tambien á resulta de una herida Ignacio Galarza; que otros muchos mueren todos los dias á resulta de los golpes, sustos y maltrato que recibieron y de la miseria en que han quedado de que podria informar bien el Médico titular D. José Domingo Zubicoeta y las Viudas de Juan Navarro y José Larrañaga que han quedado con cuatro hijos cada una.

y

Al tercero dijo: que no se notó fuego en ninguna parte de la Ciudad hasta el anochecer del dia en que entraron las tropas aliadas y entonces hacia la calle Mayor de donde vió el deponente venian las chispas: que á las tres de la mañana de primero de Septiembre llegó á casa del declarante Ventura de Ecenarro vecina de esta Ciudad á acogerse en ella la cual le dijo que dejaba ardiendo su casa y preguntado por donde tomó fuego le respondió que los Ingleses la tardeada del día anterior habían incendiado la casa de la Viuda de Echeverría llamada de Soto que siendo la de la Ventura la tercera se había comunicado allí el fuego el cual era imposible atajar por el mal trato que daban los Ingleses y Portugueses á cuantas personas cogian y por el gran riesgo á que se exponia cualquiera por tanto balazo como disparaban sin direccion, tino ni necesidad y que ella se libró casi por milagro. Que despues estuvo el testigo con D.a Bárbara Urbieta habitante en la casa contígua á la primera incendiada y tambien con D. Joaquin Soto quienes le aseguraron que vieron á los aliados pegar fuego á dicha casa de Soto: que le consta tambien que los Ingleses pusieron fuego á la casa n.o 6 de la Plaza nueva, conocida con el nombre de la Naypera, aplicando el fuego por

el almacen de atrás de la casa que está situada en la calle de Juan de Bilbao donde había algunos retazos de carton y por aquella casa se comunicó el fuego á toda una acera de la Plaza nueva y de dicha calle de Juan de Bilbao.

Al cuarto dijo: que se remite á lo que ha contestado al capítulo precedente, añadiendo que segun tiene entendido incendiaron los aliados de varios modos; pero el medio más general era el de unos cucuruchos de cartón que los llenaban de un liquido de color de azufre, los que aplicados, ya en los Almacenes, ya en las escaleras, ó en cualquiera de las habitaciones, despedian una llama de color azul, que se propagaba con una celeridad increible.

Al quinto dijo: que ignora su contenido.

Al sexto dijo: que á los infelices habitantes que salieron de la Ciudad el primero y dos de Septiembre, le registraban fuera de la Plaza en todas partes, hasta llegar al Convento del Antiguo y aún mas allá: que al declarante le registraron varias veces y muy cerca del Convento del Antiguo quitaron á D. Juan Antonio de Arruabarrena ocho onzas de oro que en una bolsita de tabaco llevaba, habiendo perdido todo lo demás; que el saqueo duró siete dias contínuos, entrando á robar á la Plaza los soldados de todos los campamentos inmediatos, los asistentes y criados de los Oficiales, y hasta los muleteros de las Brigadas sin que se pusiese órden en ninguno de estos dias, al mismo tiempo que si algunos vecinos lograban sacar algun fardo que otro, eran despojados á la salida de la Plaza por los soldados. Que hallándose á los tres dias despues del asalto en el átrio de la Parroquia extramural del Antiguo en compañia del Vicario D. Martin de Echeverría, vió en manos de un soldado Portugués, el copon de la Parroquia de San Vicente y un viril y el resto de la custodia despedazada y como en la Parroquia de San Vicente y en dicho copon se encerraban las sagradas formas para comulgar á los sanos y suministrar el Viático á los enfermos, infiérase lo que harían de su sagrado contenido.

Al séptimo dijo: que los franceses desde que se retiraron al Castillo no dispararon sobre el cuerpo de la Ciudad, ni el primer día, ni los siguientes, granada, bomba ni otra cosa que pudiese incendiar.

Al octavo dijo: que no ha visto imponer á los aliados que entraron en esta Plaza por los excesos cometidos en ella, ni oido se haya impuesto otro castigo que el de unos azotes que dieron á un Inglés en la Plaza

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