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aración de D. Juan

estigo núm. 19.

tes y le soltaron los calzones, registrándole cuanto cubren éstos y últimamente le derribaron al suelo á culatazos, dejándole casi sin sentido de modo que estuvo tendido en el suelo un cuarto de hora pisado por varios soldados que pasaban por la calle y le dejaban por muerto: que volvió á su casa donde había muchas mujeres refugiadas y despues que saquearon cuanto había se echaron sobre ellas, violaron á las más, entre ellas á una anciana de sesenta y seis años

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que el deponente dió ocho duros á ocho soldados por librar de esta violencia á una muchacha de once años hija de un vecino suyo y aunque logró en aquel momento el librarla, habiendo vuelto otra vez algunos de los primeros la violaron por fin. Que era rara la mujer que se libertaba de este insulto á no ser las que se escondieron en los comunes y subían á los tejados: que una inuchacha con su Madre ambas vecinas del testigo despues de haber estado metidas algunas horas en el común de la casa de la Vida de Echeverría, se presentaron en casa del deponente llenas de inmundicia hasta el pescuezo y aún en este estado dos Oficiales Ingleses violaron á la muchacha; que la mujer é hija del testigo se libertaron subiendo al tejado desde donde huyendo del fuego pasaron de tejado en tejado al cuartel de enfrente de la Cárcel vieja que estaba desocupado y cerrado de modo que cuando la mañana siguiente salió el testigo ignoraba el paradero de ellas.

Que el treinta y uno de Agosto á cosa de las dos de la tarde se posta de Azpileneta. sesionaron los aliados del Cementerio de Santa María donde vivía el testigo cuyo puesto abandonaron los franceses despues de una resistencia de un cuarto de hora retirándose en tal desorden al Castillo que en concepto del declarante si los aliados los persiguen enseguida se hubieran apoderado de él pero se contentaron con quedarse en este puesto y observó desde el resquicio de su ventana que á una infeliz mujer que salió á la suya y vitoreó á los Ingleses inmediatamente le dispararon dos fusilazos desde el Cementerio y no sabe si murió porque al instante cerró el resquicio el deponente. Que para dar una idea de la conducta de los aliados referirá lo que le consta y sabe de positivo ocurrió en cierta casa donde vivía un Sacerdote con tres Señoras y una criada todas de mayor edad pues la que menos no baja de cuarenta años: que despues de haber derribado las puertas de dicha casa entraron los aliados en ella al mediodía del treinta y uno de Agosto, la saquearon toda hasta que al pobre cura le pusieron en cueros y desde el mismo cuerpo le arrancaron tres ó

cuatro cartuchos de orillos y doblones de á cuatro y lo dejaron en esta forma cuando á cosa de las cuatro de la tarde se presentó en dicha casa un oficial de los aliados y compadecido de toda esta gente les ofreció su protección tomando por apunte el nombre de la casa quedando corriente en venir á dormir á ella: que en todo este intermedio hasta la noche fué esta casa depósito de lo que robaban en otras y donde se hacían las reparticiones. Que á cosa de las seis de la noche se refugiaron á esta casa siete mujeres por el fuego que tenian en las suyas, habiendo sido tambien despojadas de todo cuanto tenian; que estaban todas juntas en la cocina muy contentas de haber salvado la vida pero siempre temiendo á ocho soldados, que sobre los colchones estaban en la Sala: que á eso de las ocho de la noche llegó el Oficial ya citado y preguntando por el padre cura, á quien saludó, dijo que venia á cumplir su palabra y que no tuviesen cuidado con lo que todas las mujeres quedaron muy contentas que de allí á un rato pidió le pusiesen una gran cama y dijo que necesitaba para sí una concubina señalando una de las mujeres que estaban allí; que le contestaron no había sábanas y habiendo estado pensativo un rato se marchó sin decir nada, dejando á todas las mujeres y al cura en medio de los ocho soldados quienes á eso de las diez de la noche apagaron cuatro luces que había encendidas pusieron una centinela en la Puerta de la calle y dieron principio á la violación de todas como lo ejecutaron inclusa una muchacha de once años y una mujer de sesenta y dos y se deja inferir lo que sufriría el espíritu del infeliz Sacerdote á vista de estas violencias: que por fin á cosa de la una dos Oficiales que pasaban por la calle compadecidos de los lloros y gritería de estas gentes subieron á la casa y sacaron á todas á una con el Sacerdote de las manos de aquellos leones y las trasladaron á la casa de la Ciudad. Que el testigo tenía la puerta de su casa bien atrancada y se mantuvo así toda la tarde y noche del treinta y uno sin quererla abrir aunque dispararon á la puerta veinte y ocho fusilazos: que toda la tarde y noche estuvo sintiendo en todas las vecindades gritos de mujeres y niñas que clamahan pidiendo socorro y que los aliados disparaban muchos tiros de fusil dentro de las casas lo que le tenía bastante acobardado y el no ver en la calle ni un habitante de la ciudad.

Declaración de

Que salió el 29 de Julio de la Plaza con toda su familia hallándose bloqueada por los Voluntarios de Guipúzcoa: que la mañana del 1.o de guel Borné. Septbre. cuando oyó que la gente salía de la Ciudad se acercó á ella por

Testigo núm.

ración de D. Jo5a de Eceixa.

igo núm. 29.

ración de D. Juan -de Zabala.

igo núm. 30.

ver si encontraba á su Madre, tias y tio y vió un monton de habitantes que presentaban el espectáculo más lastimoso pues había personas bien acomodadas que salían descalzas y medio desnudas y especialmente mujeres golpeadas y maltratadas. Que el dos á las diez y media de la mañana salieron su Madre y tías enteramente desfiguradas y desarropadas y le dieron noticia de habérsele robado cuanto tenían y de que su tio D. José Magra había sido muerto por los aliados, tirándole entre cuatro de una ventana á la calle: que aquel día se retiró con su Madre y tias á Lasarte.

Que en casa del mismo testigo n.o 441, calle de Esterlines, sucedió el caso más atroz de que podrá haber pocos ejemplares en la historia pues que segun le aseguraron cuatro testigos presenciales cuya veracidad conoce, una muchacha de diez y ocho años de muy buen parecer que se hallaba refugiada en ella fué violada en la cocina de la segunda habitatación por un soldado inglés y luego fué muerta por el mismo de un balazo: que moribunda y bañada en sangre la pusieron sobre un colchon y estando en este estado la quiso gozar otro soldado...

á cuyo tiempo llegaron otros que le arrancaron de los brazos de la moribunda: que el deponente cuando entró en su casa el día tres halló el cadáver de esta muchacha en el almacen en camisa y cubierta de sangre.

Que á la noche hallándose el deponente cerrado en el desvan con varias mujeres, sintió que entraron varios Ingleses en la habitación en que se hallaba D. José de Magra á quien sin embargo de que poseia la lengua Inglesa y les habló en este idioma golpearon y maltrataron por quitarle dinero y luego le hicieron subir á la habitación de arriba para que les sirviese de Intérprete á fin de sacar dinero al que ocupaba dicha habitación al cual y á su mujer embarazada maltrataron tambien y habiéndose escapado marido y mujer emprendieron otra vez con el desgraciado anciano D. José á quien por último agarrándole entre dos le arrojaron por la ventana á la calle donde la mañana siguiente vió el deponente su cadáver y lo metió con otro vecino dentro de una tienda abierta y saqueada ya por los Ingleses.

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Que á la casa donde estaba refugiado el deponente con su familia vinieron varios estropeados y maltratados, entre ellos Javier de Amenabar, chocolatero, de bastante caudal y crédito quien llegó medio desnudo y refirió á todos que despues de haberle saqueado cuanto tenia le pusieron en cueros porque descubriese más dinero, le dieron fuego por las palmas de las manos, de las plantas de los pies y de las sienes como lo notó y conoció y vió el mismo testigo que le reconoció todas las partes citadas de modo que estaba desfigurado y causaba compasión su vista: que le refirió que despues de este martirio le dieron baquetazos con las de sus fusiles y viendo que iba á perder la vida pudo separarse diciendo que iba por dinero y en cueros con un niño de cuatro años en los brazos al que halló en la escalera, subió al tejado y de tejado en tejado vino á parar al de D. José Francisco de Echanique en la calle Mayor á quien halló con otro arrimado á la chimenea, donde se mantuvo hasta la mañana siguiente en que habiéndole dado una mujer una saya para cubrirse vino á parar á la casa donde se hallaba el testigo.

Que el testigo volvió solo á su casa y en el camino le acometieron unos portugueses amenazándole de quitar la vida con bayonetas y puñales sino les daba dinero y no pudiéndoles dar porque no tenia le registraron todas las partes secretas de su cuerpo

pensando que contenía dinero; por fin salvó la vida por el reloj que les dió: que otra partida de aliados le acometió tambien queriéndole quitar la vida con las Bayonetas puestas al pecho y con una acha que amenazaba descargar sobre él un Portugués y hallándose en aquel apuro puesto de rodillas pidiéndoles le dejasen la vida, puesto que no tenía un cuarto, viendo que no surtían efecto sus ruegos gritó en toda la calle le prestase alguno siquiera una peseta y una buena vieja compadecida de sus lamentos alargó tres pesetas que tenía añudadas en el pañuelo con el que le dejaron.

Que despues que tomó fuego la casa de Soto pasó á la suya propia que estaba inmediata donde habiendo entrado unos soldados le sacaron á la mitad de la calle para afusilarlo y se libró por un Oficial Portugués: que unos soldados Portugueses le tiraron por todas las escaleras abajo y se le desconcertó el tobillo del pié izquierdo á cuyas resultas ha estado veinte y dos dias retirado: que á la mañana vió el mal trato que die

Declaración de D más de Brevilla.

Testigo núm. 34

Declaración de D cente Ibarguren.

Testigo núm. 3.

Declaración de L cente Lecuona.

Testigo núm. 4

eclaración de D. MaBiquendi,Practican

3 cirujía de los Ejér3 Nacionales.

Testigo núm. 46.

Declaración de D. Viite Conde,

Testigo núm. 60.

ron á D. Manuel Brunet y su mujer en la calle hiriendo á D. Manuel de un golpe que le dieron en la cabeza con la llave del fusil y robándole lo que tenía aún el sobrepuesto á la Señora: que hubo tal desorden en cuanto á mujeres especialmente la noche anterior que dos muchachas de parajes bastante lejanos vinieron de tejado en tejado hasta la casa de dicho Brunet y salió por fin el 1.o de Septiembre á una con D. Manuel Brunet y su familia escoltado de dos Oficiales y un Sargento y se dirigió á la Villa de Usurbil.

y

Que sintieron voces de la Impresora su vecina por la parte del patio habiéndose asomado marido y mujer é hijas á una ventana un Inglés desde la de enfrente apuntó el fusil á cuya acción se agachó el deponente pero su mujer que se detuvo á decir que era Española fué alcanzada del tiro que disparó dicho Inglés atravesándola con una bala la tetilla derecha: que ya difunta al golpe mismo la tendió sobre una cama y hallándose en esta triste situación que la aumentaban las lágrimas y sollozos de sus hijas y sobrina vino un Portugués del Regimiento, é informado de la causa de su tristeza, lejos de causarle compasión le dijo que igual suerte que su mujer había de tener el deponente y en efecto cebó el fusil para dispararle á cuyo tiempo una de sus hijas llamó á un Portugués de los heridos prisioneros favorecidos y cuidados por el testigo y su mujer, y aquel agarró el fusil y lo descargó disparándolo á la calle: que luego entró un Inglés borracho, que sin hablarle palabra disparó un tajo á la cabeza con un sable largo que tenía en la mano y pudo huir del golpe ladeándose; que luego entraron otros y un soldado Inglés arrebató en brazos á una hija suya de catorce años y la tumbó en la cama sobre el cadáver de su misma Madre y se tiró sobre ella para gozarla de cuya violencia le libertó aquel mismo Portugués ó Prisionero.

Que los habitantes de San Sebastian cuando las tropas aliadas entraron en ella, así de día como de noche y posteriormente fueron casi generalmente víctimas y mártires de sus horrores y crueldades que cometían: que el declarante fué cruelmente arrastrado y le tiraron diferentes balazos: que vió á una mujer que vivía en casa de la Viuda de Arroyave de setenta años de edad poco más o menos abierta en canal..... y á este modo otras

varias crueldades y escenas horrorosas.

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