Imágenes de páginas
PDF
EPUB

UN REY... PARTICULAR.

(16 de Marzo.)

Vamos á tener el valor de decirlo, ya que hemos sobrevivido al escucharlo: aun hay quien... pero rogamos al lector no saque de ello consecuencias pavorosas para la seriedad revolucionaria, porque, como al fin probaremos, no merece la pena... aun hay quien... pero ¡qué trabajo nos cuesta decirlo! ¡ya se ve; somos tan opuestos á repetir, voluntaria y premeditadamente, las tonterías agenas! Pero, en fin, ello es preciso, y allá va, tal y como ayer, ayer mismo, en las regiones políticas se aseguraba: aun hay quienes opinan que se puede hacer rey á cualquier siemple español, sin distincion de alcurnia, origen y biografía; aun hay quienes, en vista de lo difícil que sigue siendo en España toda candidatura estranjera y toda restauracion borbónica, y no queriendo, por razones que se callan, aceptar el natural candidato régio de la revolucion, insiste en que se eche mano de cualquier caballero particular. No citaremos el nombre ó los nombres de los autores de semejante atrocidad política; no diremos el grupo ó fraccion de donde se asegura que ha salido; no abandonaremos despiadadamente á los silbidos contemporáneos y de la posteridad esos nombres respetables; pero séanos permitido discurrir breves momentos sobre la importancia cómica de la tésis, y escribir algunos de los comentarios que sobre ella nos inspira una hilaridad asfixiante.

Y, una vez dada la noticia, que hemos tenido, por decirlo así, atravesada en el magin veinticuatro horas mortales, apresurémonos á hacer en justicia la única salvedad formal que tiene el asunto, y es á saber: los partidarios del rey de origen popular á quienes nos referimos no tratan para nada ni para nada hacen mencion del general Espartero. El casi octogenario patriarca de nuestro liberal ejército, úni

ca figura, como repetidamente hemos confesado, que por ser la encarnacion de una gloria y de una causa nacional pudiera colocarse sériamente, y en principio, sobre el trono revolucionario, á no amenazarnos por su edad y su falta de sucesion con un remedio peor que la enfermedad; el Cincinato logroñés no figura en la lista de los señores cuya opinion nos tiene desde ayer nerviosamente impresionados. No hay, pues, que considerar la cuestion bajo el único punto de vista que pudiera hacerla racional y discutible; está toda ella, íntegra y perfectamente, en la esfera de una sanchopanzada lastimosa.

Pero, señor, nos hemos preguntado mil veces durante el largo insomnio que esa risible lucubracion nos ha producido: ¿tendrá la revolucion, tendrá el actual órden de cosas, además de sus enemigos declarados y conocidos, otros más temibles y pérfidos que, subterránea y mefistofélicamente, influyan sobre desprevenidas y dóciles conciencias setembristas hasta el punto de hacerles esgrimir contra su propia obra el ariete del ridículo? ¿Qué seria la monarquía española, tal como esos señores la conciben? ¿Qué seria en España un rey escogido entre los simples mortales, militares ó civiles, que nos codeamos diariamente en la ex-coronada villa?

El único de los prestigios históricos que la libertad moderna ha convenido en dejar á la monarquía de la igualdad social es la genea— logía, es el abolengo, es la carta de naturaleza de las familias régias, por muchas razones, y entre otras, porque ese prestigio de la descendencia es lo único que el favor de una nacion y el propio mérito no pueden dar, y porque la libertad de nuestros dias, al admitir, sancionar y mantener en su seno la ficcion suprema de la monarquía, lo ha hecho por el temor filosófico de las ambiciones humanas. Que haya algo inmutable, algo inaccesible, algo indisputable en el seno de los instables poderes del mundo del progreso: que exista la monarquía hereditaria como meta de todas las improvisaciones del mérito y de la fortuna: que el derecho de sucesion en las estirpes régias sea rémora de todas las dictaduras y de todos los fanatismos de un dia. La tradicion, el pasado, las generaciones de muchos siglos nos ofrecen ese legado, quizá como el solo aprovechable en nuestra nueva manera de ser: aprovechémoslo. Esto se ha dicho la civilizacion moderna.

Pero algunos españoles lo entienden de otra manera, y dicen: basta de antiguallas; elijamos rey á cualquiera, entre otros motivos por el

[ocr errors][merged small]

de que acaso mañana podrá ser elegido cualquiera de nosotros, que somos tan buenos para reyes como el que más. No hay en España actualmente ningun guerrero que, surgiendo de las entrañas del pueblo, se haya ceñido, salvando á su patria de tremendos peligros, tales y tantos laureles que hagan bien el efecto de una corona. No importa. No hay en España actualmente ningun hombre civil que haya desplegado en favor de la regeneracion ó de la salvacion de su país las alas de una inteligencia colosal. No importa. No hay en España actualmente nadie parecido á un Bonaparte, á un Tell, á un Washington, á un Bernardotte, á un Cavour; nadie que ya sea una espada, un pensador, un hombre de Estado, un hijo de la patria préviamente destinados á dejar su nombre en nuestros anales como un solde gloria, como un símbolo de la bendicion y de la gratitud populares. No importa, no importa. En cambio hay muchos hombres de talento, muchos militares esperimentados, muchos capitanes y teniente-generales apreciables, muchos ex-ministros y ex-directores y ex-embajadores honorables, muchos oradores incomparables, muchos periodistas inagotables, muchos buenos sugetos, en fin; pues hagamos rey á cualquiera de ellos, porque ¡ qué diablo! si aquí no puede fundar una dinastía nadie que tenga derecho á prescindir del prestigio y del derecho del origen, en cambio estamos un centenar de políticos de oficio, más libres que el aire y más partidarios de todo libre exámen que Lutero, y nosotros decimos que para ser rey basta y sobra con que á uno lo elijan.

Pues, francamente, por muy española, muy revolucionaria y muy democrática que sea esa lógica, nosotros nos tomamos la libertad de decir á sus autores que, antes de fundar esa monarquía y hacer ese monarca, cuenten con nuestro humilde apoyo para fundar la repú– blica y elegir su presidente, y así nos evitariamos la confusion irrisoria de método y de naturaleza en que aquella nos haria caer. Venga en buen hora la república de Prim, ó de Rivero, ó de Figueras, ó de Castelar, ó de Barcia, ó de Pierrad, ó de Suñer, antes que una monarquía de que se burlen la historia, el carácter, la virilidad, los sentimientos, hasta las supersticiones de la monárquica España.

¡QUÉ PAIS, QUÉ PAISAJE Y QUÉ PAISANAJE!

(30 de Marzo.)

En un periódico de Corfú (Corfú es una de las islas jónicas regaladas á la moderna liliputiense Grecia por su autora la Inglaterra: la noticia no es nueva; pero en los tiempos que corren acaso no sea de todo inútil. Corfú, decimos, es la más bella, la más productiva y la más visitada de las hijas del jónico mar azul. Está situada á la entrada del Adriático, como un puente de flores echado por la gratitud de Europa entre Grecia é Italia, las dos maestras de la humanidad. Tiene jardines como los de Granada, hoteles muy caros y muy buenos, telégrafo que la une al continente, banqueros y comerciantes á centenares, paseos y edificios donde todavía luce el espléndido sibaritismo de Albion, su ex-dominadora, libertad de cultos y profusion de templos que no impiden la supremacía del catolicismo entre sus habitantes, y mujeres, con perdon sea dicho, semi-italianas, semi-inglesas, semi-helénicas, que hasta para un español son presentables)... pues como deciamos, en un periódico de Corfú, porque tambien allí hay periódicos, y muy patriotas y muy liberales, hemos leido casualmente un estraño artículo en cuyas afirmaciones y en cuya intencion España juega un papel importante. Nada más lejos de nuestro ánimo que ver ocuparse en el estado de nuestra nacionalidad á los atribulados helenos, á quienes tan difícil está siendo labrarse una patria sobre las ruinas del santuario continental donde fueron sus inmortales ascendientes. Al ménos en España somos más modestos y más prácticos, y sabemos, gracias á nuestras crísis crónicas, ejercer la caridad bien ordenada. Han de permitirnos, pues, nuestros lectores que, repuestos ya de la viva sorpresa que nos ha enviado el articulista de Corcyra (Corfú se

llamaba así hace tres mil años), les ofrezcamos un extracto, hecho en conciencia, de ese extemporáneo escrito.

[ocr errors]

Parece ser que en él se responde á los severos juicios publicados por algunos periódicos ingleses sobre la situacion política del reino griego. «Hay en esos juicios mucho de justo, dice la isleña publicacion, y mucho de soberanamente injusto. El diario inglés cree que los griegos hemos convertido el desbarajuste social en una especie de padecimiento endémico destinado á perpetuarse entre nosotros; juzga estériles de todo punto los treinta y cinco años trascurridos desde el dia de nuestra reconquistada independencia, y en los que no hemos sabido crearnos órden público, seguridad personal, administracion, industria, costumbres de libertad culta; y enumerando los brigantes de nuestras montañas, á quienes llama la flor de nuestra poblacion, y pintando los yermos de nuestro territorio continental, y recordando la periodicidad infalible de nuestros motines y alborotos, exclama: Está visto, la Europa cristiana y poderosa no debe seguir brindando una proteccion que, además de cara, es inútil, á ese incorregible pueblo, ó lo que sea. De ninguna nacion, de ninguna sociedad puede decirse con mayor y más amarga razon como ha dicho un poeta español contemporáneo: ¡Qué país, qué paisaje y qué paisanaje!»

Y al llegar aquí pierde pié el colega cor useño, y herido, se conoce, en lo vivo por la chistosa exclamacion de Luis Eguílaz, añade: «En primer lugar diremos al dómine anglo-sajon que el texto, que la cita no es pertinente, porque ella nos suministra una comparacion sin cuyo auxilio acaso hubiéramos tenido que enmudecer, ó que inventar argucias para responderle; pero puesto que el redactor albionés pide à un satírico español el látigo con que pretende herir las espaldas de la pobre Grecia, nosotros le diremos, ya que de España se trata, que no tememos la comparacion con ese país.

>>Es verdad, Grecia es una anarquía; pero en el fondo de esta anarquía hay un pueblo que renace, hay algo que es un principio de vida; mientras que la España actual tiene todos los síntomas de una anarquía en cuyo fondo late una desorganizacion, una descomposicion, una decadencia progresivas, algo deletéreo, algo mortífero.

>>Es verdad, nosotros somos un pueblo de brigantes; pero ¿quién nos ha hecho así? La dominacion estranjera, contra la cual nos hemos rebelado eternamente; antes que ser esclavos voluntarios del sul

« AnteriorContinuar »