La verdad católica, Volumen8

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1861

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Página 436 - Bienaventurado eres. Simón, hijo de Joñas, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
Página 436 - Bienaventurado eres, Simón, hijo de Joná; porque no te ha revelado eso la carne ni la sangre, sino mi Padre, que está en los cielos. Y yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra Ella.
Página 436 - A mí se me ha dado toda potestad en el cielo y en la tierra. Id, pues, y enseñad a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándolas a observar todas las cosas que yo os he mandado. Y estad ciertos que yo mismo estaré continuamente con vosotros hasta la consumación de los siglos.
Página 50 - N. (el nombre del Rey) por la gracia de Dios y por la Constitución de la Monarquía española...
Página 269 - Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; y tenga dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves del cielo, y sobre las bestias y sobre toda la tierra".
Página 442 - el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y "para dar su vida en rescate por "muchos.
Página 180 - Señora: Si vuestra pena no me lastimara mas que mi muerte, yo me tuviera enteramente por bienaventurado. Que siendo á todos tan cierta, señalado bien hace Dios al que la da tal, aunque sea de muchos plañida, y de él recibida en algún servicio. Quisiera tener mas espacio...
Página 180 - Quisiera tener más espacio del que tengo para escribiros algunas cosas para vuestro consuelo: ni á mí me lo dan, ni yo querría más dilación en recibir la corona que espero. Vos, señora, como cuerda llorad vuestra desdicha y no mi muerte, que siendo ella tan justa, de nadie debe ser llorada.
Página 181 - Padilla, te hago saber como con la sangre de mi cuerpo se refrescan tus victorias antepasadas. Si mi ventura no me dejó poner mis hechos entre tus nombradas hazañas, la culpa fue en mi mala dicha y no en mi buena voluntad ; la cual como...
Página 319 - Alumbra nuestra mísera existencia, que es tuyo el galardón de la victoria; vierte en el alma un soplo de tu ciencia, como pusiste un rayo de tu gloria en el puro cristal de la conciencia. Y salva al mundo que infeliz te invoca como Señor, y Padre, y Dios y Todo, y este destierro universal revoca, donde se arrastra en corrupción y lodo.

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