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A65A7

. A la Excelentísima Señora

D.a Carmen de Zabálburu y Mazarredo, Condesa de Heredia-Spínola y Camarera Mayor

de S. M. la Reina Cristina,

digna heredera

de las virtudes, ciencia y rica biblioteca

de su padre D. Francisco.

INTRODUCCIÓN

Según testimonio del insigne archivero de Silos, P. Liciniano Sáez, pasaban de novecientos los pergaminos existentes en el archivo de Arlanza, a fines del siglo xvi. Esta riqueza documental, unida a la remota antigüedad del cenobio y sus particulares relaciones con el Conde Fernán-González y demás soberanos de Castilla, debía atraer las miradas de cuantos dedicaran sus afanes a escribir la historia de esta región en los primeros siglos de su reconquista, del admirable desarrollo de sus expansiones territoriales, o bien de sus ordenanzas jurídicas y de orden social. Así se explica cómo acudieron a los documentos de Arlanza en busca de información, Argaiz, Berganza, Núñez de Castro, Martínez de Cisneros, Yepes, Mondéjar, Sandoval, Montejo y otros historiadores, que fuera ocioso citar individualmente.

Hoy no existe ya, para mal de nuestros anales, ese riquísimo fondo histórico de Arlanza, pues fué disperso en la época de Mendizábal, al decretar este ministro la supresión de las Ordenes Religiosas; el monasterio se ha convertido en un montón de ruinas, sin que valieran a șus muros, y sobretodo a su artística iglesia, para ganar el derecho de conservación, los méritos de su antigüedad y los de estar vinculada su historia de modo tan estrecho a los orígenes del Condado de Castilla. En el campo histórico no quedan otros testimonios de su pasada grandeza, merecimientos patrios e instituciones sociales, sino una parte escasa de la documentación a que antes nos referíamos: resíduos que debían salvarse del olvido, mediante su publicación inmediata, para constituir con ellos la perenne estela y el monumento indicador de la que fué ilustre abadía de San Pedro de Arlanza. Tal aparece la primera finalidad de este Cartulario.

Pero concurren otras, quizás de mayor importancia, y desde luego, de más subido interés para nuestra historia, lengua y estudios sociales de

los siglos medios. No obstante la muy apreciable labor, ya realizada en España, editando fondos históricos, como crónicas, cartularios, documentos antiguos, textos literarios y primeras fuentes de nuestros anales, labor en que se ha especializado el Centro de Estudios Históricos, queda todavía largo camino que andar, hasta disponer los materiales necesarios a la reconstrucción del edificio histórico con garantías de real y verdadero progreso; mientras no se logren estas aspiraciones de la crítica, se continuará escribiendo nuestra historia con poca diferencia como hace un siglo, dejando en plena oscuridad aspectos de la misma, sin duda los más interesantes y también los más provechosos para la humanidad.

La documentación de Arlanza, tan citada, como queda dicho, por los antiguos historiadores, requería con especiales méritos una edición crítica, primero para contrastar los asertos de dichos escritores, y después para ofrecer a los modernos investigadores material seguro y, desde muchos puntos de vista, nuevo e interesante. Y hacía más necesaria esta edición el hecho de ser hoy de dominio particular la parte más principal de sus documentos, como lo es el Becerro, que enriquece el archivo de los Condes de Heredia-Spínola, y cuyo padre, el Sr. Zabálburu, le rescató de las manos de un venal chamarilero, quien a su vez, le había recogido en una miserable aldea, cercana al ya derruído monasterio.

No sólo han sido citados, por una razón o por otra, los principales documentos de Arlanza, sino que algunos se hallan ya reproducidos en su integridad por diversas publicaciones más o menos modernas. Salazar de Castro, en su nunca bien ponderada Historia de la Casa de Lara; Alarcón, en su Marqueses de Trocifal; Yepes, en la Crónica de la Orden de San Benito; Berganza, en sus Antigüedades de España; Loperráez, en su obra maestra de erudición histórica Descripción del Obispado de Osma; Martínez de Cisneros, en su Antiferreras; Ferotín, en su Recueil des chartes de l'Abbaye de Silos; la Duquesa de Alba, en sus Documentos escogidos y en el Catálogo de los documentos expuestos en el Palacio de Liria, y últimamente, la inapreciable obra Documentos lingüísticos de España, del Sr. Menéndez Pidal, han publicado algunos que por lo mismo no incluiremos en este tomo, por ser nuestro criterio ordinario no reeditar lo ya estampado, a menos de aparecer su lectura muy adulterada y en términos de ser inapta para la construcción histórica que hoy se requiere. No dejaremos de mencionar que los Regesta de Inocencio

1 El Catálogo... reproduce un documento, que atribuye al territorio de Lemos, y es el más antiguo del archivo del Duque de Alba; pero por la nota escrita al respaldo se ve que fué de Arlanza, y se refiere a un prado en territorio de Ibeas.

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