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Gracias.

de gentiles hombres á muchos grandes, sino que los desterró de la corte por tiempo indeterminado. En retorno concedió numerosas gracias y mercedes á los gefes de la faccion: el arzobispo de Valencia obtuvo la gran cruz de la orden de Isabel la Católica, y el de Tarragona, y los obispos de Orihuela, Pamplona, Urgél, Céuta, Málaga, Solsona y Zaragoza la de Carlos III. Fue creado marques de la Constancia don Antonio Vargas Laguna por haberse negado á jurar la Constitucion en 1820; y de la Fidelidad don Pedro Agustin de Echevarri por las tramas en que anduvo envuelto; conde del Real Aprecio el viejo don Francisco Eguía, sostened or incansable del despotismo; el baron de Eroles, don Carlos O'donell, el conde de España y don Ignacio Alvarez Campana ornaron su pecho con la gran cruz de Carlos III, y consiguieron el grado de tenientes generales don Pedro Grimarest, don Gregorio Laguna y don Vicente Quesada. Tampoco quedó sin premio el general don Juan Downie, destinado allá en Sevilla el 11 de Junio á estorbar la salida del rey, pues consiguió la gran cruz de San Fernando.

Triunfaron por fin, á despecho de los consejeros de la corona, y quizás del mismo Fernando, los principios sostenidos por el conde Pozzo di Borgo en nombre de las potencias aliadas; y el monarca tuvo que plegarse á sus votos, porque temió las resultas de una negativa. Causa admiracion el ver que fuese necesaria la venida de un enviado del autócrata ruso para que el rey de la culta España oyese de sus labios lecciones de moderacion y templase su vengativa saña. No pasina menos la imaginacion el que el monarca francés, que habia libertado con sus huestes á Fernando de los peligros que corria, conservase tan escasa influencia en su ingrato corazon que le fuese preciso mendigar los

socorros de un estrangero para reducir al iracundo príncipe al camino de la propia conveniencia y de la razon. Presidió pues el rey varios consejos de ministros, y despues de prolongados debates decidió proveer en las personas indicadas por la embajada francesa las plazas de secretarios del despacho. Don Victor Saez cedió su silla de Estado Caida de Saez. al marques de Casa Irujo en 2 de Diciembre, trocando el confesonario real por la mitra de Tortosa; ocupó la de Gracia y Justicia don Narciso Heredia, conde de Ofalia; la de Guerra el mariscal de campo don José de la Cruz, y la de Hacienda don Luis Lopez Ballesteros, director general de

reutas.

Aqui terminó la reaccion teocrática en su pureza; pues aunque no tardó en renacer y en apoderarse de las riendas del gobierno, nunca las empuñó como ahora á su arbitrio y unida al monarca, que comenzó á desconfiar de sus planes. Originóse pues la division de los realistas en dos bandos, compuesto el primero de los que deseaban un gobierno ilustrado y conciliador, que sin alterar las formas esenciales de la monarquía previniese las revoluciones; y el segundo de los que se negaban á toda transaccion con las ideas del siglo, y pensaban que el modo de que no resucitase el liberalismo era acabar en el patíbulo con sus individuos. Irritado el último partido contra Fernando, que por no venir á un rompimiento con las naciones aliadas habia accedido á la mudanza de ministerio y á las vias de templanza, refugióse al cuarto del infante don Carlos, cuyo ardimiento religioso pareció mas propio para los fines propuestos. El infante se puso de buena fé á la cabeza de los descontentos trabajando á favor del renacimiento del santo oficio, de las hoguerras y de los cadalsos; porque su conciencia no le perinitia estender mas

Ministerio de falia y Cruz. Casa Irujo, O

1823.

Division del realismo.

ùa Francisca.

Carácter de do- allá los ojos. Mas su esposa la infanta doña Francisca, alma de aquellos conciliábulos, de un temperamento irritable, colérica, ambiciosa, llena de orgullo, dióles en secreto, y sin noticia de su marido, un giro menos dudoso procurando allanarse el camino del solio. Auxiliábanla en tan osada empresa la irascible y presuntuosa princesa de Beira, varias personas de ambas servidumbres y los gefes de la sociedad apostólica: asi puso los cimientos al carlismo, ligado desde entonces con las opiniones y con los españoles mas sangrientos.

Consejo de Estado.

1823.

La primera medida del ministerio fue crear de nuevo el Consejo de Estado, reservando al monarca y á los infantes don Carlos y don Francisco la presidencia, y nombrando individuos á don Francisco Eguía, decano, al duque de San Carlos, á don Juan Perez Villamil, don Antonio Vargas Laguna, don Antonio Gomez Calderon, don Juan Bautista Erro, don José García de la Torre y don Juan Antonio Rojas, canónigo de Caracas; sugetos todos de subido temple, y de los cuales muchos pertenecian al partido estremo de la teocracia. Estimuló á los ministros el deseo de un acomodamiento con los partidarios de là venganza, pues habíase espedido en 28 de Noviembre en la agonía de los anteriores secretarios del despacho la orden de licenciar á los facciosos que voluntariamente se alistaron en las filas de la fé, y no solo Merino y otros gefes retardaban su cumplimiento, sino que imputando á la influencia francesa la adopcion de aquellas medidas, cundian por todas partes el descontento y el odio. En distintas ocasiones se tiñeron las calles de la capital con sangre estrangera derramada por los soldados facciosos, y en un solo dia resultaron en el barrio de San Anton catorce heridos y un

muerto.

Por un bando del superintendente general de vigilancia pública exigíase en Madrid para dar carta de permanencia á los forasteros el que un vecino saliese fiador de la conducta que habian observado aquellos durante el período constitucional; y en 3 de Diciembre confióse la superintendencia á don José Manuel de Arjona, que mandó formar el padron de la capital del reino y adoptó medios para asegurar la tranquilidad y el reposo de los ciudadanos.

nes.

1823.

Renuevanse

Las purificaciones suspendidas habíanse mandado seguir en 12 de Noviembre por lo que toca al cuerpo de la guardia real: el 27 ordenóse, aunque por mera ceremonia, la reforma de emplea- las purificaciodos; y proveyendo al nombramiento de intendentes en las personas que habian descollado por su realismo furibundo en las facciones, sembróse por las provincias nueva cizaña de tropelías. Tambien mandó el gobierno en 17 de Noviembre al gobernador de Cádiz que no se diesen socorros de marcha á los empleados de la Constitucion al tiempo de librarles sus pasaportes, colmando de este modo el despecho de unos hombres que carecian de medios para trasladarse á los remotos puntos de su domicilio. Despojóse en 4 de Diciembre de los bienes recibidos á los militares que habian capitalizado sus sueldos, sin devolverles aquellos en cambio. Entregó el rey á los Jesuitas la recaudacion y administracion de sus fincas, al propio tiempo que á los oficiales que se alistaron voluntarios en la milicia nacional los privó de sus sueldos y retiros, sumiéndolos en la mas espantosa miseria, sin pesar las distintas circunstancias que pudieron haberlos obligado. En 14 de Diciembre creóse el Escudo de fide- Escudo de filidad para condecorar á los que se hubiesen distin- delidad. guido por su fanatismo político en defensa de la

real persona; y se dispuso que los generales y ge

16 de Diciem

bre de 1823.

1823.

fes de las bandas de la fé remitiesen al ministerio de la Guerra una lista de los grados y honores que en nombre del rey hubiesen otorgado á sus parciales. La llaga, irritada ya de suyo, envenenóse con este decreto, porque temian que la corona no aprobase aquella prodigalidad inaudita de grados por la que el paisano habia ascendido á coronel, el subteniente á mariscal de campo, y el fraile á general. Finalmente, el gobierno en 2 de Diciembre mandó suspender las elecciones de alcaldes y regidores ordinarios que debian celebrarse para el siguiente año.

El conde Pozzo di Borgo, templado un tanto el ardor de las pasiones en el real alcázar, y obtenida la palabra de una amnistía, habíase despedido del monarca el 12 de Diciembre en audiencia publica, regresando á París satisfecho de dejar el timon de la nave española en manos mas espertas y menos crueles. Pero los realistas exaltados, empleando la influencia del infante don Carlos, que siempre tuvo sumo ascendiente en el ánimo del rey, y la autoridad del Consejo de Estado, contrariaban los deseos del ministerio, ya oponiendo invencibles dificultades, ya despojándole de la confianza del monarca. La influencia de don Carlos con Influencia de Fernando, influencia que siempre empleó contra los liberales, como el mismo infante dice en su correspondencia con su hermano y en los manifiestos que con el tiempo publicó, tenia raices muy profundas. Desde niños habian vivido unidos por una simpatía que la identidad de la situacion fortaleció en su ánimo: juntos despues en Valencey, juntos en Madrid durante la época constitucional que amargó tanto sus corazones, juntos tambien en Cádiz, que miraron como un cautiverio, profesáronse un cariño entrañable, que no se estinguió en el pecho de Fernando sino con su último alien

don Carlos.

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