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agonía formar causa al único vecino que puso luces en su casa la noche de la publicacion del benéfico decreto.

Vuelven los

drid.

1832.

Los reyes entraron en Madrid de regreso de San Ildefonso el 19 de Octubre, y el pueblo los reyes á Masaludó con gozo y entusiasmo, porque henchía sus corazones la dulce esperanza de la regeneracion de la envilecida patria. Respiraban los españoles un aire mas libre en aquellos instantes, como el que largo tiempo ha tenido oprimida la respiracion, y cerrando los ojos al tiempo pasado y al futuro, gozábanse con el presente. Cristina se presentaba á sus ojos radiante de virtud, esposa tierna, amorosa madre, reina heróica y libertadora de España. ¡Qué títulos tan bellos para entrar triunfante en la capital del reino! A su lado venia Fernando en tal abatimiento, debilidad y mal estado, como decia don Carlos, que mas parecia un cadáver que un hombre.

Cuanto mas se desentrañaban los sucesos de la Granja y los móviles que los habian impulsado, mas criminal resultaba Calomarde, y el ministerio le confinó á la ciudadela de Menorca desde Olva de Aragon, donde se habia retirado. Mas noticioso el club realista de Valencia despachó al franciscano fray Pedro Arnau, y avisado por el fraile el ex-ministro se fugó de Olva, sirviéndole de guia fray Pedro: ocultóse en el convento de Franciscanos de Hijar, donde permaneció hasta el 12 de Noviembre, y disfrazado de religioso Bernardo y acompañado de dos monges se dirigió á Francia por el camino de Gavarnia: al llegar á la fronteFuga de Ca ra, un sargento de carabineros que registró el e- lomarde, quipage y encontró una cajita con varias cruces y veneras quiso detenerle, pero desistió de su intento mediante el oro, y Calomarde pisó el suelo francés para nunca tornar á su patria.

(* Ap. lib. 18. núm. 15.)

rol.

El ministro de Gracia y Justicia comunicó al Destierro del obispo de Leon la orden de retirarse á su diócesis obispo de Leon. dentro de tercero dia, y el turbulento don Joaquin Abarca respondió con el descomedimiento y descaro propios de su carácter, que puesto que iban á llegar los apóstatas, los asesinos, no era justo que se hallase confundido con ellos. Su respuesta (*) descubre toda la osadía y destemplanza del bando de don Carlos, compuesto de hombres rabiosos que deseaban esterminar á cuantos no participaban de su intolerante y frenético delirio. En algunos puntos del reino intentaron los realistas declarar nulo el decreto del rey que autorizaba á la reina para el despacho de los negocios: asi lo Sucesos del Fer- imaginaron en el Ferrol, guarnecido por el regimiento infantería de Estremadura, cuyo coronel era el célebre don Tomas Zumalacarregui, gobernador tambien de la plaza. El comandante del apostadero, don Roque Guruceta, recibió varios avisos del intento de los soldados de Estremadura, y precavió el peligro formando en el arsenal la brigada de marina, y reuniendo las personas que le merecian buena opinion, con lo que cortó los hilos de la trama. Mas en todos sus actos mostró suma desconfianza de Zumalacarregui, que en nuestro concepto estaba inocente, y en vez de comprometerle con maña en defensa de la causa de la reina exasperó su irritable espíritu. Privado despues el gobernador del mando, y formado proceso, en el que brilló su inocencia, partió á la corte, y de alli se trasladó á las provincias Vascongadas, maleado ya con los disgustos que habia tenido, y solicitado por los gefes del carlismo, que conocian su mérito. En Santiago los realistas querian impedir la De Santiago. salida del general Eguía y proclamar á don Carlos, para lo cual se reunieron la tarde del 23 de Octubre bajo pretesto de maniobras militares;

1832.

De Valencia.

pero armados algunos oficiales indefinidos, y faltos de cabeza los revoltosos, aguóseles el plan. En Valencia un fraile capuchino llamado fray Lorenzo de Bélgida, y el comandante de realistas José Armengol, heces de la plebe y de la ignorancia, proyectaron un alzamiento contra la reina, fiados en que se les reunirian varios cuerpos de voluntarios realistas de las cercanías; pero venido el dia de la prueba y reducidos á una miserable partida vagaron por varios pueblos, hasta que en los contornos de Andilla cayeron en poder de los fusileros que iban en seguimiento suyo. A los esfuerzos de los carlistas de las provincias correspondian las fraguas de la corte, encendidas de contino, y el 5 de Noviembre abortó una conjuracion de los guardias de la real persona y de los voluntarios realistas por la imprudencia de algunos que andaron demasiado libres aquella noche en sus cuarteles. Las autoridades tomaron medidas represivas que estorbaron estallase la revuelta; y de resultas diéronse licencias absolutas y pasaportes para los pueblos de su naturaleza á seis comandantes, once exentos, ocho brigadieres, diez sub-brigadieres, Licencias á los cincuenta y seis cadetes y trescientos dos guardias guardias. por acuerdo del Consejo de ministros. De aqui puede inferirse el peligro que corrió en San Ildefonso la reina cuando los mismos encargados de su custodia en los reales aposentos conspiraban contra la causa del monarca moribundo.

Jubilóse al decano del Consejo don José María Puig, encargando la presidencia al general Castaños, á quien igualmente se confió el mando militar de la provincia de Castilla la Nueva en vez del marques de Zambrano. Creóse un nuevo ministerio con el título del Fomento general del reino para fortalecer la administracion interior, como lo habia resuelto en 1830 Fernando, segun

1832.

falia.

1832.

Caida de Cafranga. Fer

-

nandez del Pi

по.

Cruz.

Ministerio del alli anunciamos, y sentóse en su secretaría el conFomento. -O- de de Ofalia, que desempeñaba la embajada de París. Con la muerte de Carvajal, inspector de los voluntarios realistas, suprimióse este destino, vehículo de sus numerosas huestes. Al ministro de Gracia y Justicia Cafranga reemplazó el 14 de Diciembre don Francisco Fernandez del Pino, y al de la Guerra don José de la Cruz, que regresaba ahora á la tierra patria despues del prolongado destierro que le costó el haber querido allá en sus principios reglamentar á los realistas, como recordará el lector. Motivó esta mudanza la llegada de Zea Bermudez, que no aprobaba la política de ambos secretarios amantes del bando liberal, y que opinaban como la reina que solo arrimándose á tan robusta columna podia cimentarse la cuna de Isabel: apoyaba á Zea Bermudez el monarca, y triunfó de sus rivales. Aun se sostenia en Cataluña el tirano conde de España, y fue enviado en lugar suyo con una orden firmada por el rey don Llauder en Ca- Manuel Llauder, á quien los pueblos recibieron con palmas en la mano y con muestras de sumo regocijo. En su entrada pública en Barcelona reinaron un delirio, una embriaguez propias de los que veían rotas sus cadenas despues de tanta sangre y tiranía; y cuando agolpada la multitud victoreaba á Llauder, el conde cometió la imprudencia de atravesar por medio de ella con rumbo á la capitanía general. Un grito unánime de maldicion cayó sobre la cabeza del tirano, que no hubiera librado la vida á no haberse encerrado en la ciudadela, desde donde corrió á embarcarse para Mallorca durante la noche.

taluña.

Política de Zea.

Victorioso Zea Bermudez quiso imprimir á la marcha de los negocios el sello político que creía mas propio para confundir los partidos, conciliarlos y conseguir la uniformidad en la opinion nacional. Pa

recíale que contentaria á los liberales con las reformas administrativas, puesto que el atraso del pais á su modo de ver no consentia mudar el sistema de go. bierno, y juzgaba tambien que los realistas transigirian con la reina si les ofrecia no alterar las leyes protectoras del absolutisino. ¡Error grave que no tardó en desvanecer el tiempo! Los hombres se entienden y se concilian despues de la tormenta, pero antes de esperimentar sus estragos sostienen sus opiniones con la fuerza que les inspira el convencimiento. La reina, de acuerdo con su augusto esposo, dirigió al ministro de Estado el 15 de Noviembre el decreto siguiente:

1832.

"Desde que el rey, mi muy amado esposo, por Manifiesto inosu decreto de 6 de Octubre de este año me llamó dortuno. á tomar parte en el gobierno de la monarquía, para que con mi cooperacion recibiese algun alivio en el despacho de los negocios públicos, y no deteriorase su quebrantada salud, hasta el estremo de perderla, me he dedicado á llenar los deberes que me imponian, por una parte esta confianza, por otra el vínculo con que estoy nnida á su sagrada persona, el bien de mis hijas por otra, y sobre todo por las ventajas que resultan á la causa pública de que el gobierno camine magestuosamente hácia su prosperidad y grandeza, guiado por la misma mano que ha trabajado en sacarle de entre el abismo de entorpecimiento y'abandono en que le habian sumido el genio del mal, la parcialidad y la ignorancia; desde aquel momento, repito, no he cesado dia y noche de trabajar para conseguir el logro de tan lisonjeras esperanzas, atravesando en pós de ellas los dificiles y escabrosos caminos que me ha presentado la imparcialidad, la justicia, y el profundo amor hácia una nacion á que me glorío de pertenecer, aunque no he nacido en su suelo. Sí, españoles: yo lo soy tambien; tambien

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