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ballería de Leon, y reuniéndose los de varios pueblos para celebrar en un banquete la jura de la enseña, el comandante de la plaza don Federico Castañon mandó prender á un gefe de los voluntarios en virtud de la real orden que acababa de recibir por estraordinario. Los realistas atropellaron la guardia de casa del comandante donde se hallaba el preso, hicieron fuego á un ayudante, pusieron en libertad al conspirador, y en su cuartel llegaron á tener arrestado al comandante general. Mas los ayudantes de Castañon reasumieron en su ausencia la autoridad, armaron á los hombres honrados con ánimo de defender el edificio, y enviaron en secreto nueva de lo sucedido al capitan general de la provincia duque de Castroterreño. Los gefes de la revuelta, no reputándose seguros en la ciudad, salieron de Leon con los voluntarios de caballería, y se pronunciaron abiertamente contra el gobierno: acosados despues y sin el apoyo de los pueblos, tuvieron que acogerse al vecino reino de Portugal. Entre tanto el duque de Castroterreño marchó á sostener la autoridad legítima al frente Desarme de de una columna, y desarmó á los voluntarios reasus voluntarios listas de Leon, recogiendo el dinero de sus arcas, que ascendia á millon y medio de reales: mas con Fuga del o la noticia de su venida fugóse el obispo de Leon, disfrazado con capa parda y sombrero calañés, y montado en una mula. Tambien el conde de Espa1833. ña se escapó de Mallorca la noche del 25 de Enero en un buque sardo que tendió las velas hácia Génova.

realistas.

bispo.

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Con mucho trabajo contenia Llauder el espíritu de rebelion que agitaba á Cataluña, obligando á los voluntarios realistas á depositar las armas en la casa del ayuntamiento despues del servicio, y despidiendo de las filas á cuantos no le inspiraban confianza. Tambien eran desarmados en varios

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Junta carlis

pueblos de Castilla la Vieja; y en Zaragoza cortó una complicadísima trama, en que andaban envueltas algunas autoridades, el prudente desvelo del capitan general. El 25 de Marzo era el dia destinado para la esplosion, y dirigia el movimiento sedicioso la junta carlista de la Corte, compuesta del conde de Negri, del consejero Otal y otros, la cual habia reemplazado á la primera; y no ce- ta de Madrid saban en Madrid los amagos y las chispas rebeldes. Al propio tiempo Zea Bermudez, que seguia por norte su miserable política, sostenida por el rey, arrebató tambien las armas de las manos de los jóvenes cristinos que las empuñaron despues de los sucesos de San Ildefonso, como alli queda apuntado. ¡Ceguedad increible querer navegar contra la corriente y despreciando el viento favorable! Y Zea pintó á los ojos del rey al superintendente de policía Martinez de San Martin con sospechosos colores, porque habia llevado á efecto tan violenta medida con suma mesura y detenimiento.

Para aumentar el ejército decretóse en 10 de Febrero el reemplazo de veinte y cinco mil hombres: creóse un cuerpo de salvaguardias que auxiliase á la policía: mandáronse renovar los ayun- . tamientos por los individuos de los mismos, unidos á un número igual de mayores contribuyentes; y finalmente, amplióse la amnistía devolviendo los honores y señalando jubilaciones y fuero á los comprendidos en ella que antes hubiesen servido al Estado.

El bando rebelde esparcia la voz entre el vulgo de que Fernando estaba embalsamado, y de que movian con artificio su mano y su cabeza para saludar; otros sostenian que era una figura de carton dispuesta con igual arte, y de este modo el engaño y la seduccion minaban las voluntades. Lejos de ser asi, los ministros consultaban con el mo

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cial en el Ministerio.

narca hasta los términos de las órdenes que se enviaban á Cataluña, donde el turbulento clero ponia en movimiento todos los resortes, y donde Tey habia ya levantado el pendon de don Carlos. Fernando no solo disponia cuanto juzgaba oportuno, sino que obrando siempre estimulado por las mismas pasiones, y conservando fresco su odio al gobierno representativo, únicamente se complacia con la política de Zea, que era la suya. En prueba de ello el 25 de Marzo, creyendo descubrir en algunos secretarios del despacho y autoridades cierta tendencia á mudanzas políticas, separó del mando, angustiando el corazon de la reina, á los ministros Mudanza par de Gracia y Justicia, de Hacienda, de Marina, y al secretario del Consejo de los mismos, juntamente con el superintendente general de policía, á quien desterró de la corte. Ocuparon las sillas vacantes don Juan Gualberto Gonzalez y don Antonio Martinez; la secretaría del Consejo don Antonio Fernandez de Urrutia, y la superintendencia don Matías Herrero Prieto. En el mismo dia una circular á los capitanes generales de las provincias puso de manifiesto la causa de aquel cambio diciendo, "que algunos, blasonando de fieles y afectando sostener la sucesion legítima, como si esta necesitara el apoyo de una faccion, y no estuviese afianzada en la ley, en la fidelidad de los españoles y en la fuerza de un ejército valiente y leal, aspiraban por su parte á innovaciones políticas en que se restringian los derechos saludables del trono, á quien pretendian dominar á título de proteccion." Los realistas de Avila y otros puntos celebraron la circular y la caida de los ministros como un triunfo, y cometieron escesos en medio de su regocijo. Tambien en Andalucía mudaron los ministros varias guarniciones por el temor de que se hubiesen contagiado con el aliento liberal que respiraban a

Cirenlar á los generales.

quellas provincias, y que imponian mas pavor al gabinete que los movimientos sediciosos de Aranjuez y de Madrid.

El gobierno ordenó á nuestro plenipotenciario en Portugal, que lo era á la sazon don Luis Fernandez de Córdoba, que solicitase y obtuviese á toda costa de don Miguel el que llamase á su lado á la princesa de Beira, que como queda anunciado habíase enmarañado en las redes y tramas del bando carlista. Mientras asi lo conseguia el sagaz Córdoba, el gabinete observaba la progresiva declinacion de la vida de Fernando, y los médicos pronosticaban que lo inas podria llegar al otoño: se acordó pues que la nacion reunida en Cortes jurase á la princesa Isabel por heredera de la corona. Importaba que la presencia de don Carlos no alterase la ceremonia, y que se apagase la fragua de misteriosas conspiraciones que en su cuarto ardía, y el mismo infante en una carta llena de moderacion y de amistosas palabras dijo al rey: "que su esposa descaba abrazar á su hermano don Miguel y á las infantas portuguesas, y que le pedia su real licencia por un breve espacio de tiempo para pasar al reino lusitano." Despues de varias cartas que se cruzaron de una y otra parte, Fernando consintió en que don Carlos acompañase á Portugal, juntamente con su familia, á la princesa de Beira, y arrastrado por su madre resolvió tambien seguirlos don Sebastian. El gabinete de Madrid confirió al general don Vicente Minio el mando de las tropas que acompañaban á los infantes, dándole instrucciones reservadas, en las cuales le declaraba "que don Carlos no llevaba en su via- reservadas. je á Portugal investidura alguna de mando, siendo solo el referido Minio el único responsable al rey de la menor falta, prohibiéndole espresamente S. M. dictar ni consentir ninguna clase de disposi

Instrucciones

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ciones que alterasen la ruta prescrita, y las órdenes especiales con que iba autorizado, y encargándole finalmente que no tolerase ningun grito sedicioso ni otra circunstancia que tendiese á perturbar la obediencia y la calma." El 16 de Marzo Viaje de don salieron de Madrid los infantes don Carlos y don Carlos á Portu- Sebastian con sus familias en compañía de la prinBal cesa de Beira, siguiendo el camino del reino lusitano, sin que ocurriesen en su salida ni en el tránsito sediciones ni tumultos.

Cuadro de Psiquis y Cupido de Cristina.

El ministerio no se separaba de la senda que habia elegido: en 9 de Abril Cruz esplicaba á los capitanes generales la fé política del gobierno en estos términos: "Derechos de la soberanía en su inmemorial plenitud para que el poder real tenga toda la fuerza necesaria para hacer el bien. Derechos de sucesion asegurados á la descendencia legítima y directa del rey nuestro señor en conformidad de las antiguas leyes y usos de la nacion. A derecha é izquierda de esta línea no hay mas que abismos, y en los que derrumben en ellos á los españoles no se debe ver sino enemigos de la patria."

La amable Cristina regaló en 7 de Abril á la real Academia de las tres nobles artes de San Fernando un precioso cuadro pintado al oleo por su mano, que representaba á Psiquis y Cupido, y que era admirable por la frescura del colorido. Acompañó el don con una carta autógrafa que decia asi: "Palacio 7 de Abril de 1833. Madrazo. -Te remito el cuadro de Psiquis y Cupido que acabo de pintar al oleo, para que le presentes á la Academia de San Fernando como una prueba del aprecio que me merece esta corporacion por su celo ea la enseñanza de las bellas artes, y para que conserve al mismo tiempo esta pequeña muestra de mi aficion à la hermosa arte de la pintura." Con mo tivo de reedificarse la casa en que tuvo su modesta

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