Diga á el alcalde cuitado,
Que nunca se cobrarán
De la cebada y el pan
Los recibos que ha tomado;
Cómpreselos de contado
Por una inútil porcion,
Después en la provision

Tendrá ganancia segura;

Que ésto no es más que una usura
Con bonísima intencion.
Defienda sin argüir,

Pero no sin porfiar,

Que el soldado puede hurtar

Para comer y vestir;

Que el patron ha de sufrir,
Ya que vasallo se nota,
El mantenerle la bota,
El reloj con la cadena,
Almuerzo, comida, cena,
Vanidad, caballo y sota.
Inflame, en fin, su elocuencia
Con términos de antuvion,
Suelte una manutencion,
Aforrada en subsistencia;
Saque á la pobre conciencia

De sus límites estrechos,

Pues no son más estos hechos
Que ingenios, sabidurías,
Arbitrios, economías,

Manos libres y provechos.

*

Nuestro poeta-soldado se curó y convaleció las heridas cobradas en la sangrienta jornada de Campo-Santo, en la antigua y celebérrima ciudad de Bolonia.

Allí anduvo algunos meses con muletas; y cuéntase de él, que en sus paseos solía hacer parada en el Colegio de España, recreándose en el blasón que corona la puerta, recuerdo y fama imperecederos de su insigne fundador, el Arzobispo Cardenal de Toledo, D. Gil Carrillo de Albornoz.

Sin duda en las melancolías de su nostalgia y en las amarguras de su situación, hallaba alivio en el solar que bajo la advocación de San Clemente, tiene la noble Patria española para la educación espléndida de cuantos logran, merced á su influjo, obtener una plaza.

Con lo cual, el glorioso Capitán de caballos-corazas probaba poseer una cualidad más y por cierto bien envidiable. La del recuerdo de días plácidos, cuando en el regazo materno, entre los sueños codiciosos de futuras empresas bélicas, mezclaba el rapaz alguna oración en loór y homenaje á las virtudes y á la caridad del

santo y sabio Prelado, cuyos restos duermen en espléndido sarcófago, bajo el abside de la bella y artística capilla de San Ildefonso, en la suntuosa Catedral de Toledo.

NOTA. El retrato de Gerardo Lobo que reproduzco, me lo facilitó un entusiasta admirador de Toledo, don Juan García Criado, á quien desde estas páginas envío mi reconocimiento.

A amabilidad del Comandante de Infantería, D. Joaquín Vidal, me ha hecho poseer la carta y poesía de Gerardo Lobo que á continuación transcribo.

Leyendo el Sr. Vidal la semblaza, que con el retrato publiqué del Capitán Coplero, en la Revista Técnica de Infantería y Caballería, con ocasión de las solemnes fiestas celebradas por nuestra gloriosa Arma de Caballería en homenaje al Patrón Santiago, tuvo la atención de escribirme á raíz de ella, manifestándome que entre los libros de su casa había encontrado uno sin portada é incompleto en sus primeras hojas, en el cual estaba íntegra la carta á que aludo en la biografía, con más un romance describiendo el alojamiento en que á la sazón se hallaba el poeta-soldado en el valle de Arán.

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