A 3720 712223 со AL LECTOR Bien sé que mi cualidad de «aforado», me im- Mi aspiración, al publicar El público, es el llama M.B do á decidir. Si pronuncia un voto condenatorio, volveré á mis lares guerreros, abandonando la literatura, y considerándome flaco y torpe para alcanzar sus bellezas. Si por el contrario, la opinión acoge con benevolencia el librejo, entraré en filas, me calaré el morrión, y como humilde recluta, seguiré la carrera paso á paso hasta ver de salir sin intrigas ni monsergas, aunque no sea más que al grado de subteniente de la reserva gratuita....., en el Ejército de las Letras. EL AUTOR. E N un «pesetero» de fea catadura y de moliente traqueteo, se deja uno arrastrar hacia la estación de las «Deli cias», famosa por... los encantos que acuden al olfato y á la vista, desde las risueñas y fertiles vegas que la rodean. No conozco burla tan sangrienta como la de llamar «Delicias» á la estación donde se toma el tren para Toledo. Elévase sobre páramos secos y monótonos: dista del centro de Madrid más que ninguna otra: los «simones» desuellan el cuerpo y el bolsillo del viajero; y como fin de fiesta, «delicioso y graciosísimo», ofrece, al llegar, lo que podrá leer quien tuviere ánimo y buena voluntad. Un tren que suele no salir á su hora, pero, ¡eso sí!, molesto y perezoso, pues á la vetustez de sus carruajes y á la carestía del embarque, une la condición de llevar dentro de sí, cuanta impedimenta pudiera contener el mercancías más modesto y sufrido. Mas, bien pronto llega la compensación con un tufillo acre y característico que, á la legua, muestra ser el perfume salido del gran río Precioso Manzanares Que entre arenas caminas, lento el paso, y al cual, el dulce agustino, hizo soberano sobre el extendido Guadiana, el Ebro deleitoso, |