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Es propiedad del autor.

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со

AL LECTOR

Bien sé que mi cualidad de «aforado», me im-
pide entrar en la jurisdicción ordinaria; pero no
es caso el presente para que planteemos una com-
petencia á fin de obtener el fallo de la autoridad
constituída.

Mi aspiración, al publicar
estas cuartillas, se reduce á
tantear el arte literario y
á rendir un tributo á la no-
ble ciudad de Garcilaso, vie-
ja escuela de la Infantería,
donde seguí la carrera de
las Armas, aprendiendo se-
veros preceptos, y sabo-
reando al par la tra-
dición y la hermosu-
ra que guardan sus
soberbios monumen-
tos, hitos gallardos
del poderío y de la
gloria de España, cu-
yas siluetas resultan
ya borrosas á los ojos
de las gentes enamo-
radas de todo lo ex-
tranjero.

El público, es el llama

M.B

do á decidir. Si pronuncia un voto condenatorio, volveré á mis lares guerreros, abandonando la literatura, y considerándome flaco y torpe para alcanzar sus bellezas. Si por el contrario, la opinión acoge con benevolencia el librejo, entraré en filas, me calaré el morrión, y como humilde recluta, seguiré la carrera paso á paso hasta ver de salir sin intrigas ni monsergas, aunque no sea más que al grado de subteniente de la reserva gratuita....., en el Ejército de las Letras.

EL AUTOR.

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E N un «pesetero» de fea catadura y

de moliente traqueteo, se deja uno arrastrar hacia la estación de las «Deli

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cias», famosa por... los encantos que acuden al olfato y á la vista, desde las risueñas y fertiles vegas que la rodean.

No conozco burla tan sangrienta como la de llamar «Delicias» á la estación donde se toma el tren para Toledo. Elévase sobre páramos secos y monótonos: dista del centro de Madrid más que ninguna otra: los «simones» desuellan el cuerpo y el bolsillo del viajero; y como fin de fiesta, «delicioso y graciosísimo», ofrece, al llegar, lo que podrá leer quien tuviere ánimo y buena voluntad.

Un tren que suele no salir á su hora, pero, ¡eso sí!, molesto y perezoso, pues á la vetustez de sus carruajes y á la carestía del embarque, une la condición de llevar dentro de sí, cuanta impedimenta pudiera contener el mercancías más modesto y sufrido.

Mas, bien pronto llega la compensación con un tufillo acre y característico que, á la legua, muestra ser el perfume salido del gran río

Precioso Manzanares

Que entre arenas caminas, lento el paso,

y al cual, el dulce agustino, hizo soberano sobre el extendido Guadiana, el Ebro deleitoso,

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