Recuerdos de Toledo (con ilustraciones de Banda)

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J. Palacios, 1893 - 219 páginas

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Página 60 - OH dulces prendas, por mi mal halladas, dulces y alegres cuando Dios quería! Juntas estáis en la memoria mía, y con ella en mi muerte conjuradas.
Página 56 - Con un manso ruido de agua corriente y clara, cerca el Danubio una isla, que pudiera, ser lugar escogido para que descansara quien como yo estó agora, no estuviera do siempre primavera parece en la verdura sembrada de las flores; hacen los ruiseñores renovar el placer o la tristura con sus blandas querellas, que nunca día ni noche cesan dellas.
Página 62 - ¿A quién ya de nosotros el exceso de guerras, de peligros y destierro no toca, y no ha cansado el gran proceso? ¿Quién no vio desparcir su sangre al hierro del enemigo? ¿Quién no vio su vida perder mil veces, y escapar por yerro? ¿De cuántos queda y quedará perdida la casa, y la mujer, y la memoria, y de otros la hacienda despedida? ¿Qué se saca de aquesto? ¿Alguna gloria? ¿Algunos premios, o agradecimientos? Sabrálo quien leyere nuestra historia.
Página 52 - ... todo parecía en su volver, mas era afán perdido; dejábase correr, en fin, derecho, contento de lo mucho que había hecho. Estaba puesta en la sublime cumbre 210 del monte, y desde allí por él sembrada, aquella ilustre y clara pesadumbre, de antiguos edificios adornada.
Página 57 - Tengo sólo una pena, si muero desterrado y en tanta desventura, que piensen por ventura que juntos tantos males me han llevado; y sé yo bien que muero por sólo aquello que morir espero.
Página 61 - ¡Y agora muy mayor la desventura de aquesta nuestra edad, cuyo progreso muda de un mal en otro su figura! ¿A quién ya de nosotros el exceso de guerras, de peligros y destierro no toca, y no ha cansado el gran proceso? ¿Quién no vio desparcir su sangre al hierro del enemigo?
Página 17 - Aquí dio principio a su cantar Salicio; aquí sobrepujó en sus églogas a sí mismo; aquí resonó su zampona, a cuyo son se detuvieron las aguas de este río, no se movieron las hojas de los árboles, y, parándose los vientos, dieron lugar a que la admiración de su canto fuese de lengua en lengua y de gente en gente por todas las de la tierra".
Página 53 - Vargas hace el retrato del poeta diciendo que «en el hábito del cuerpo tuvo justa proporción, porque fue más grande que mediano, respondiendo los lincamientos y compostura a la grandeza; la trabazón de los miembros igual, el rostro apacible con gravedad, la frente dilatada con majestad, los ojos vivísimos con sosiego, y todo el talle tal, que aun los que no le conocían, viéndole le juzgaran por hombre principal y esforzado, porque resultaba de él una hermosura verdaderamente viril».
Página 17 - ¡Oh peñascosa pesadumbre, gloria de España y luz de sus ciudades, en cuyo seno han estado guardadas por infinitos siglos las reliquias de los valientes godos, para volver a resucitar su muerta gloria y ser claro espejo y depósito de católicas ceremonias!
Página 137 - Toledo, vencedor; Pelarlas dentro en mi casa, Perdigarlas en la brasa, Y puestas al asador, Con seis dedos de un pemil, Que á cuatro vueltas, ó tres, Pastilla de lumbre es, Y canela del Brasil; Y...

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