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fácil disculpa y plena absolucion ante los jueces de la Mesta, y las quejas de los labradores ofendidos jamás provocaban un castigo para conseguir la enmienda. Esta inconsiderada proteccion á la ganadería trashumante constituía un verdadero monopolio de los pastos y yerbas en daño de la agricultura y de toda la nacion que deseaba y no podia holgarse con la abundancia de los frutos.

La industria al principio tosca y grosera, segun cuadraba á las rudas costumbres del siglo, fué subiendo de grado en grado conforme las leyes comunes y las ordenanzas municipales iban asentando la libertad civil. Las artes y oficios empiezan por ser un ministerio propio de siervos y aun se hacen hereditarios en las familias. La emancipacion de los esclavos y el mejor trato de los cautivos fortalecieron la clase humilde de la sociedad, ó sea la gente vulgar y plebeya avecindada en las poblaciones, excluida de la labranza y ganadería, y forzada á buscar los medios de existencia en la obra de sus manos. Allegáronse á los cristianos los moros y judíos sutiles é ingeniosos en todas las cosas que se logran por industria de los artífices y mercaderes, y como quien padece necesidad de ganancias, familiarizados con el trabajo. El siglo XIII es el período de la historia donde se observa cierta prosperidad que vá cada dia en aumento. Sin embargo todavía alcanzan poca honra los ministerios industriales y carecen de la libertad conveniente, porque se tasan las labores y se dictan leyes suntuarias.

La autoridad primero contempla en silencio la resurreccion de las artes y oficios: despues que los vé arraigados y extendidos, resuelve protegerlos y forma reglamentos para asegurar la fé de los contratos y la comodidad de los precios en provecho de los consumidores: mas tarde pretende disciplinar la milicia de los artesanos, distribuye los obradores por calles y barrios, favorece el espíritu de hermandad y cofradía, y en fin organiza los gremios que son el municipio de la industria.

En su origen solo atienden á la mútua proteccion de los menestrales, absteniéndose el gobierno de toda intervencion agena á

reprimir el fraude ó arreglar la policía de los abastos. Con el tiempo tuvieron ordenanzas minuciosas encaminadas á conservar ó adquirir la perfeccion de la maniobra y veedores que velaban por su observancia. Los gremios llegaron á oprimir á los productores con sus reglamentos y á los consumidores con su monopolio; pero suplian la falta de proteccion y enseñanza y mantenian la disciplina entre las gentes del estado llano nacidas poco antes á la libertad.

El comercio empieza á manifestarse en los mercados donde se reunen periódicamente los moradores de la ciudad y del campo á tratar de sus negocios. Los concejos cuidan de que haya abundante provision de géneros y frutos, de la seguridad de las personas y mercaderías, del órden y sosiego público, de la fidelidad de los pesos y medidas. La Iglesia lanza sus anatemas contra los que se atrevieren á quebrantar las treguas de Dios, y aprovechando la ocasion de las fiestas religiosas, se celebran férias al rededor de las ermitas y santuarios muy concurridas de negociantes y peregrinos. Los reyes multiplican las férias y mercados persuadidos de la utilidad del tráfico interior, y no escasean las exenciones de tributos y gabelas para mayor comodidad de los compradores y vendedores. Otórganse privilegios á los mercaderes sin distincion de cristianos, moros ó judíos, y se moderan los derechos de peage, portazgo, pontazgo y barcage derivados del señorío territorial.

Entonces tambien se reconoce la necesidad de construir y reparar los caminos, puentes y calzadas, y se proclama el principio que las vias de comunicacion y transporte pertenecen al dominio. público. Quedan aun muchos y graves obstáculos á la circulacion interior en la poca seguridad de los viajeros expuestos á la violencia de los malhechores en despoblado; en la policía de los abastos y prohibicion de entrar frutos forasteros, mientras no se agoten. las cosechas de los vecinos; en las aduanas de tierra, cargas y arbitrios municipales; en las tasas y posturas asi de mantenimientos como de labores y jornales, que lejos de moderar los precios, auimentan la carestía y causan mil dolorosas perturbaciones, y en

la persecucion de la regatonería, trato reprobado por los filósofos antiguos, los jurisconsultos formados en la escuela del derecho romano y los maestros de teología moral cuyas doctrinas trascienden á las pragmáticas de los reyes y á los ordenamientos de córtes.

El comercio exterior se concentra en los lugares marítimos de la costa de Cantábria que son los puertos de Castilla en el siglo XIII, y sobre todo en Barcelona á la banda del Mediterráneo. El progreso de nuestras armas nos hace señores de las principales plazas de los moros, de sus mejores surgideros y arsenales y de los rios navegables; y así se vá levantando la España hasta erigirse en la primera potencia mercantil del mundo durante el breve período de su grandeza.

España dá frutos á Francia, Flandes, Italia é Inglaterra, y recibe sus géneros en cambio. Hay pocas prohibiciones de importar y ninguna mira de proteccion y fomento hasta fines del siglo XIV. La exportacion está sujeta á la policía de los abastos y al temor de que la nacion se halle mal apercibida para la guerra; pero el contrabando se burla de las leyes que prohiben la saca de las cosas vedadas, y las personas de mayor estado y calidad no forman escrúpulo de encubrir el comercio fraudulento.

Los catalanes llegan á poseer una marina militar y mercante muy poderosa y dilatan su navegacion por los mares del Africa y del Asia. Instituyen cónsules en las escalas de comercio, establecen ordenanzas navales y obtienen el privilegio de la jurisdiccion consular, llana y expedita, para despachar brevemente los pleitos y negocios que nacen de la contratacion mercantil. Entre ellos se plantea por la primera vez en España la política de la preferencia en los fletes que de Aragon pasa á Castilla y toma cuerpo en tiempo de los Reyes Católicos. El beneficio de bandera y el acosta-· miento señalado á los constructores de gruesas naves son la puerta por donde se nos entra el sistema protector.

La reprobacion de la usura es una doctrina que corre sin la menor repugnancia en toda la edad media. Los reyes, presumien

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do demasiado de su poder, procuran refrenarla, y cuando se olvidan de renovar la tasa legal del interés, las córtes se lo traen á la memoria. Arrógase la autoridad el derecho de mediar en los pleitos y negocios particulares, y sustituye con su ciego arbitrio la justicia natural de los contratos. Así se atreve á otorgar rebajas y perdones de las deudas agenas y concede plazos y moratorias, espantando el crédito y agravando con esta falsa indulgencia la triste condicion de los menesterosos. Practicaban la usura los moros y los judíos y los mismos cristianos, nobles y plebeyos, legos y eclesiásticos sin respeto á la ley ni aprension de la pena.

El lujo era reputado por nocivo á la abundancia de las cosas necesarias y útiles á la vida, orígen de la molicie y causa de la corrupcion de costumbres. En vano pretendia la autoridad la reformacion de los trages, lutos y convites, porque no se guardaban sus preceptos, ni se conseguia sino molestar á los pueblos con odiosas pesquisas, reprimiendo la fecunda actividad de los mercaderes y artesanos y despertando el deseo de gozar de la supérfluo por lo mismo que estaba prohibido.

En las monedas se descubren vestigios del sistema romano y del arábigo como en los pesos y medidas. Los reyes ignoran cuanto importa dar estabilidad y firmeza al instrumento de los cambios,

y

las córtes participan de este error acreditado para con el vulgo. Las frecuentes mudanzas de la moneda ponen en curso multitud de especies diversas en su materia y forma, en su peso y ley, sin analogía ni correspondencia entre sí, de donde nace el desarreglo de los precios; pero todavía crece la confusion cuando sobrevienen las alteraciones que trastornan su valor. Era opinion recibida que el de la moneda dependia de la voluntad del príncipe, de modo que estaba en su mano adulterarla mezclando con el oro y plata metales viles sin ofensa de nadie; y con la mejor fé del mundo se labró moneda falsa. Entonces subieron con destemplanza los precios de todas las cosas, y para remediar la carestía se acudió á la tasa que agravó el mal, sucediendo el desmayo de la contratacion: hubo clamores y quejas, asonadas y rebeliones. Los Reyes Cató

licos reformaron la moneda y segundaron los proyectos de sus progenitores para establecer la igualacion de los pesos y medidas.

Los tributos son prestaciones feudales que poco á poco se convierten en servicios pecuniarios, y adolecen de grandes vicios en la imposicion, repartimiento y cobranza. El clero pone sus bienes en salvo invocando el privilegio de la inmunidad: la nobleza resiste someterse á las cargas que pesan sobre los pecheros, y muchos concejos disfrutan de la exencion total o parcial de pagar contribuciones. Padece opresion la mayoría del estado llano; y aunque los reyes desean aliviar á los pueblos estirpando los abusos mas graves, no alcanza su autoridad á proporcionar las derramas á las variaciones de los vecindarios, ni á impedir las usurpaciones de la nobleza, ni á moderar las gabelas y derechos municipales. Si las rentas de la corona andan por administracion, los cogedores, hombres de bajo estado, cometen excesos y violencias que aumentan el gravámen de los tributos; y si por arriendo, los moros y judíos se ceban en la sangre de los cristianos. Los Reyes Católicos restablecen el órden en la hacienda pública; mas no se hallan tan sobrados de recursos que puedan excusar los empréstitos y donativos y otros arbitrios extraordinarios.

La edad moderna de nuestra economía política se distingue de las anteriores, porque los hechos van acompañados de doctrinas que los promueven ó los explican. La poblacion de España, y en general todo lo que constituye el poder y la riqueza de las naciones, brilla como un metéoro en el siglo XVI, para dejarnos sepultados en mayores tinieblas.

La monarquía de Cárlos V y Felipe II asombra todas las gentes y naciones con la gloria y la fortuna de sus armas; pero aunque parece llena de vida, se consume de secreto en su propia llama. Avézanse los españoles á la guerra y la conquista y descuidan las artes de la paz, confiando en los tesoros de las Indias y pareciéndoles pobreza y cosa de menos momento la abundancia de sus frutos y la fama de sus telares. En vez de concentrarse y recogerse la nacion para cimentar sólidamente su grandeza, der

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