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Los templos mas famosos en aquel tiempo tenian tambien su tesoro formado por la munificencia de los reyes y la piedad de los particulares, donde se guardaban el oro y plata en moneda ó en alhajas, los vasos consagrados al culto, los ornamentos de seda y otros objetos de estimacion por lo precioso de la materia ó los primores del arte (1). La riqueza de las iglesias y monasterios existentes en España durante la monarquía de Toledo, se confirma con las noticias de los despojos que los sarracenos sacaron de nuestras mejores ciudades, á pesar del cuidado y diligencia de los cristianos para poner en salvo las reliquias de los santos y todas las cosas de mas valor y respeto, cuando, al dar ya su causa por perdida, se refugiaron en las montañas de Asturias.

No parece que el laboreo de las minas de oro y plata haya preocupado grandemente á los godos, bien sea que estuviesen agotadas ó destruidas las antiguas, bien fuesen poco hábiles y expertos en el modo de beneficiarlas y descubrir otras nuevas. El autor de las Etimologias celebra la riqueza de España en metales preciosos y recuerda las arenas de oro del Tajo; pero no deja traslucir si se extraían con abundancia ó escasez por aquel tiempo en España, siendo la ocasion de contar las maravillas de los pozos de Annibal, de las minas de Cartagena ú otras semejantes. Este silencio tiene mayor significacion, si se compara con las noticias que nos suministra de los metales inferiores, como el hierro de Calatayud y el plomo de Lusitania, Galicia y Cantabria (2). El Fuero Juzgo no contiene ley alguna tocante á las minas: dos argumentos negativos que mútuamente se robustecen y confirman.

Sin embargo, debe repararse el número de orifices y plateros y

(1) Hist. Franc. lib. VI, cap. X, lib. VII, cap. XXXV; Jul. ep. Tolet. Hist. Gall. Paulo Diácono habla de los amitos y clámides holoséricas ó de pura seda de la basílica de Santa Eulalia de Mérida. De vita PP. Emerit. cap. IX: Florez, España sagrada, tom. XIII, pag. 360.

(2) Etym. lib. XIV, cap. IV, lib. XVI, cap. XXI et XXII.

los verdaderos adelantamientos en el arte del enjoyelado. El Fuero Juzgo castiga como ladron «á quien toma oro por labrar, ó lo falsa é lo >>ennade otro metal cualquiere» é igual pena aplica « á los orehzes >>que labran el oro, ó la plata, ó otro metal, si alguna cosa dende >> furtaren » (1): prueba clara de la extension é importancia que entre los godos tenian las artes y oficios que emplean como primeras materias los metales y piedras preciosas. Las coronas votivas descubiertas hace poco en el pueblo de Guarrazar, y que por nuestra mala fortuna paran hoy en el museo de Cluny, denotan que los godos no carecian de gusto en la invencion, ni de habilidad en la ejecucion como enjoyeladores. Aventajaron sin duda á los romanos en este punto, y acaso tambien les excedieron en fabricar tejidos de oro, plata y seda; pero en cambio se mostraron muy inferiores á ellos en el arte de labrar moneda, pues todas las de este tiempo son rudas y groseras.

Si los godos sabian aprovechar las aguas corrientes para el riego de los campos, no menos conocian el modo de aplicarlas como fuerza motriz de varios ingenios que manifiestan el conocimiento de algunas reglas de la mecánica industrial. Tenian molinos de agua cuyas fábricas y acéquias estaban bajo la proteccion de las leyes (2).

Tal era poco mas o menos el estado de la industria durante la prosperidad de la monarquía visigoda. No se parecia la nacion mixta de godos y romanos á los bárbaros cubiertos de pieles que invadieron la España en el siglo V. En las mesas, en los vestidos, en los juegos y espectáculos, en la caza y en el seno recóndito de la familia, tuvieron pronta cabida los hábitos de lujo. Usaban copas de oro, vasijas de plata, anillos y joyas exquisitas. La música, el baile, el canto, los juglares, los espléndidos banquetes y la magnificencia de los jardines donde se recreaban, son signos de

(4) Fuer. Juzg. lib. VII, tit. V, II. 3 y 4.

(2) Fuer. Juzg. lib. VIII, tit. IV, 1. 30; Etymol. lib. XVII, cap. III,

cierta delicadeza y buen gusto que siempre acompaña al progreso de las artes (1).

Contaban los godos para promover el adelantamiento de la industria con las reliquias de la civilizacion romana, con la facilidad de plegarse á los usos y costumbres de otros pueblos mas cultos y con su amor á las riquezas y la vanidad de ostentarlas. Gozaban de su fortuna como gente voluptuosa, principalmente en Andalucía, tomando los placeres y regalos de la vida un tinte oriental que parece precursor de la dominacion sarracena. En fin, postrada Roma, escogieron los bárbaros por modelo la corte bizantina.

(1) Sid. Apollin. lib. I, epist. II, lib. IV, epist. VIII; Procop. De bello pers. et vand. lib. IV; Sempere Hist. del lujo, part. I, cap. IV.

CAPITULO XVI.

Del comercio.

El diluvio de calamidades que afligieron á la España en los primeros tiempos de la conquista y dominacion de los bárbaros, de tal modo hubieron de enflaquecer la agricultura y la industria de sus habitantes, que apenas podian bastarse á sí mismos, cuanto mas alimentar el comercio y la navegacion antigua. Recobrados del espanto y afirmada la paz con el completo triunfo de los godos, las riquezas empezaron á recobrar su nivel y pugnaron por abrir cáuce á los sobrantes, como los diques que se oponen á la corriente de las aguas se rompen y allanan para darles natural salida.

Aquellas regiones afortunadas donde la fertilidad del territorio, la comodidad de los rios, la seguridad y buena disposicion de los puertos ó el genio activo y emprendedor de las gentes convidan á la produccion de la riqueza, pueden por circunstancias extraordinarias padecer intervalos de miseria; mas serenada la tormenta, se levantan en breve plazo á la cumbre de la prosperidad, porque todo conspira á labrar su fortuna, el trabajo del hombre y las leyes constantes de la naturaleza.

La España goda no habia degenerado en nada esencial de la España romana; y si como provincia del Imperio era abundante en toda clase de géneros y frutos análogos á su clima y condiciones económicas, debia alcanzar igual ó mejor suerte convertida en

nacion independiente. Enhorabuena retardáran su progreso la ignorancia de los príncipes, los excesos y abusos de la autoridad, los errores del fisco, la esclavitud y otros vicios de la sociedad ó del gobierno; pero siempre quedaban á salvo las raices de la produccion que retoñaban con fuerza conforme se iban perfeccionando las instituciones.

San Isidoro alaba la serenidad del cielo de España, la excelencia de sus frutos, la abundancia de sus metales y piedras preciosas, la grandeza de sus rios y nota su situacion entre las Galias y el Africa y entre dos mares (1). El Mediterráneo continuaba siendo el camino frecuentado por el comercio de las naciones; y la Península que le limita al occidente, dominando además ambas orillas del Estrecho, no podia mantenerse extraña al movimiento mercantil que pasaba rozando sus costas y puertos.

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Por desgracia son pocas y breves las noticias que han llegado hasta nosotros del comercio de España en los siglos V y VI. Sin embargo procuraremos ilustrar este período oscuro de nuestra historia económica con algunas autoridades.

Consta por Sidonio Apolinario que las naves españolas subian el Tíber, y llevaban á Roma la piedra del rayo ó ceráunio que era entonces un artículo importante de comercio (2). M. Aurelio Casiodoro que floreció á principios del siglo VI, menciona tambien las naves españolas cargadas de trigo que acuden presurosas á Roma convidadas de la carestía de los cereales (3). Isidoro Hispalense cita vários tejidos extrangeros que llama exóticos, y pone por ejemplo de todos ellos los que en España se introducian por los griegos (4). Gregorio Turonense cuenta una epidemia que padeció la ciudad de Marsella, y la atribuye á cierta nave proceden

(4) Etym. lib. XIV, cap. IV

(2) Carmina, carm. V.

(3) Variarum, lib. V, cap. XXXV.

(4) Etym. lib. XIX, cap, XXII.

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