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España, como provincia del Imperio, debia participar de estos errores vulgares, porque la frecuente comunicacion con los romanos facilitaba y hacia necesario el contagio. Sin embargo no siendo en la Península uno solo el elemento de la poblacion, y considerando además que la agricultura y la industria recíprocamente se auxilian y completan, parece natural que prevaleciesen en nuestras ciudades, mucho mas que en Roma, los hábitos favorables á las artes y oficios. Los fenicios, los griegos y los cartagineses formaron la educacion industrial de los españoles, y la descendencia de unos y otros heredó el conocimiento de las primeras. materias, las prácticas de los pueblos adelantados en la fabricacion y la honrada costumbre del trabajo.

Queda dicho en su lugar como se entendia en España el arte de beneficar las minas y separar los metales; y viniendo ahora al exámen de aquellos géneros de industria que consisten en su aprovechamiento, notaremos en primer lugar las famosas fundiciones de las islas Baleares que Estrabon alaba y atribuye á la enseñanza de los fenicios (1).

En segundo lugar deben contarse las muchas oficinas donde sin intervencion del estado, y solo en beneficio de las ciudades, se batia moneda, y se acuñaban medallas para transmitir á la posteridad el nombre de un príncipe ó algun suceso memorable. Masdeu afirma que eran 96 las casas de moneda que habia en España, número increible á primera vista, pero muy probable considerando la libertad de fabricación, la abundancia de metales, la multitud de monedas y medallas de los tiempos del Imperio descubiertas hasta el dia, y la facilidad con que á cada paso se descubren (2).

El arte de labrar moneda constituía una série de operaciones, á saber, abrir el troquel, afinar el metal, cortarlo y redondearlo, sujetarlo en el yunque y golpear con el martillo hasta imprimir lo

(1) Funditores tamen sunt optimi. Strab. lib. III, pag. 255.

(2) Hist. crit. tom. VIII, lib. III.

grabado. De este modo se fabricaron las monedas ibéricas, algunas de las cuales no ceden en belleza á las mejores griegas y ro

manas.

Tambien se fabricaban en España yelmos, petos ó corazas, espadas, dagas ó puñales, escudos, lanzas, dardos y toda suerte de armas ofensivas y defensivas, cortas y largas, arrojadizas y no arrojadizas que el arte militar requeria en aquellos siglos; y cuando los romanos llegaron á conocerlas y experimentarlas, hallaron que las espadas, por lo menos, eran preferibles á las suyas propias, y continuaron usándolas constantemente: prueba clara de que este ramo de industria no decayó un punto en las Españas (1). Pero no sobresalian los españoles solo por su ingenio y aplicacion á las artes y oficios que empleaban como primeras materias el oro, plata, cobre, hierro y demás productos de la minería, sino que tambien excedian á otros pueblos y naciones en habilidad para preparar los frutos de la tierra. Los vinos y aceites tenian fama en todo el mundo antiguo; y aunque una parte de su bondad debia atribuirse á la fertilidad del territorio, otra parte no menor era efecto de las buenas prácticas de los cosecheros.

Solian guardar el trigo en silos ó graneros subterráneos, y así conservaban las mieses largo tiempo. Fabricaban pan, siendo preferible á todos para este uso el trigo baleárico por su mucho peso y buena calidad. Mientras que en las Galias se usaban cedazos de cerda de caballo y en Egipto de papel y de junco, los españoles los hacian de lino, muy claros para sacar el salvado, y otros espesos para escoger la flor. Disuelto el trigo en agua, recogian la

(4) Videbis altam Liciniane Bilbilim,

Equis et armis nobilem... Mart. lib. I, epigr. L.

Sævo Bilbilim optimam metallo

Quæ vincit Chalybásque, Noricósque,

Et ferro Plateam suo sonantem,

Quam fluctu tenui, sed inquieto

Armorum Salo temperator ambit. Ibid. lib. IV, epígr. LV.

espuma cuajada, y esta era su levadura. Tambien hacian ptisana ó sea una bebida fermentada á modo de cerveza con el trigo, y sobre todo con una especie de cebada de la Bética (1).

La excelencia de las lanas convidaba á la fabricacion de los paños. Segun el testimonio de Varron era costumbre en la España Citerior esquilar las ovejas cada seis meses, empleando doble trabajo con la vana esperanza de obtener mayor producto, y aun sospecha si los españoles teñian las lanas en vivo (2). Los lusitanos las tejian como fieltros redondos (3). Antes de la completa dominacion de España, iban á Roma muchos vestidos de lana, industria propia de los naturales y los extrangeros avecindados entre ellos (4).

No descuidaron los españoles la fabricacion de las telas de lino. Ampurias era el asiento principal de esta manufactura. En Cartagena se labraban lienzos de muchas calidades: en Tarragona se inventaron los velos de lino: Játiva tenia fama por sus pañuelos, y Zoele, ciudad de Asturias, exportaba para Italia su lencería (5).

Del esparto ya sabemos que hacian sogas, vestido y calzado en la provincia Cartaginense, y en la Tarraconense é islas Baleares se aplicaba el junco á usos análogos (6).

En Sagunto se fabricaban vasos de tierra muy estimados y en Massia ó Massilua y Calento, ciudades de la España Ulterior, la

(4) Plin. lib. XVIII, cap. VII, XI, XXX.

(2) De re rust. lib. II, cap. XI.

Unctor Corduba lætior Venafro,
Histrà nec minus absoluta testà,

Albi quæ superas oves Galesi,

Nullo murice, nec cruore mendax,

Sed tinctis gregibus colore vivo. Mart. lib. XII, epigr. LXIII.

(3) Plin. lib. VIII, cap. XLVIII.

(4) Strab. lib. III, pag. 213.

(5) Strab. lib. III, pag. 244; Sudarium Setabum, Catull. XXIII; Masdeu, Hist. crit. tom. VIII, pag. 142.

(6) V. cap. II y cap. VI.

drillos ligeros como la piedra pomez, y sin embargo excelentes para la construccion (1).

En Cataluña adobaban las carnes de cerdo, y los perniles ceretanos eran reputados por manjar exquisito, y nada inferiores á los de Cantábria (2).

La abundancia de peces y mariscos en los puertos y ensenadas de la Península, principalmente en las costas de la Turditania, y la buena calidad de la sal, daban grande impulso á la industria de salazones. Mellaria, Exy y Malaca, antiguas ciudades de la Bética, y Carthago-nova, cabeza de la provincia Cartaginense, alcanzaron gran fama por el arte de curar el pescado y preparar el garo ó adobo hecho con las carnes de la sarda, muy estimado de los romanos para la mesa, y al cual atribuían además virtudes medicinales (3).

No hallamos vestigio en los historiadores y geógrafos antiguos de que por este tiempo sobresaliesen los españoles en el arte tintóreo. Consta que los soldados españoles que militaban en las banderas de Annibal, vestían túnicas rojas, y acaso aprendieron de los fenicios ó cartagineses á fijar dicho color en los tejidos; y aunque de tales principios debian esperarse notables adelantamientos, los crecidos tributos con que los emperadores castigaron la grana ó kermes, bastaban á contener el progreso de aquella industria. La cochinilla ó púrpura verdadera, si se encontraba en las costas de España (y Estrabon lo refiere como un rumor vulgar) no era en cantidad suficiente (4).

Acaso fué tambien conocido y practicado el arte de fabricar el vidrio; por lo menos dice Isidoro Hispalense que moliendo cierta

(4) Plin. lib. XXXV, cap. XII, XIV.

(2) Strab. lib. III, pag. 245.

(3) Strab. lib. III, pag. 239; Plin. lib. XXXVIII, cap. VIII; Cornide, Ensayo de una historia de los peces, pag. 62.

(4) Et purpuræ inveniri dicuntur. Strab. lib. III, pag. 215; Quer, Flora esp. tom. V, pag. 266.

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arena blanca y mezclándola con tres partes de nitro, y luego fundiéndola dos veces, se hacia antiguamente en España un vidrio puro y cándido (1). El autor no determina la época; pero como añade que además se fabricaba en Italia y en las Galias, no aventuramos mucho en suponer que alude á este período de nuestra historia.

Dos cosas muestran principalmente la vida de la industria entre los españoles: la una la prosperidad de las artes liberales cuya existencia denota cierto grado de perfeccion en los oficios mecánicos, y la otra los colegios ó gremios de artesanos que suponen una comunidad de intereses representados por el número y la riqueza de los miembros de éstas córporaciones.

Las estátuas de mármol ó bronce levantadas en honor de los dioses y de los emperadores; los bajos relieves; los templos con sus graciosas columnas y delicados mosáicos; los puentes atrevidos y acueductos maravillosos; los teatros, anfiteatros, circos y naumáquias, siquiera fuesen en parte obra de arquitectos ó escultores romanos, en parte eran muestra del ingenio español alentado con el ejemplo de una civilizacion superior avecindada en la Península y compuesta de tan diversos elementos, que ya no podia distinguirse lo indígena de lo aclimatado.

Los colegios de grabadores, escultores, dibujantes, plateros, herreros, carpinteros, alfareros, barberos, sastres, zapateros y centonarios que entendian en cortar y coser tiendas de campaña, cubiertas de camas y vestidos de labradores, abundaban en nuestras ciudades, y principalmente en Tarragona, Murviedro, Mérida y Osma. Parece tambien que habia colegios de fabros ó artesanos en general; y así aquellos como estos, tenian un prefecto que los gobernase (2). Sin duda los españoles imitaron á los romanos,

(1) Etymolog. lib. XVI, cap. XVI. (2) Masdeu, tomo VIII, pag. 116.

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