do que las olas cubrian la barca, y él sin embargo estaba durmiendo. Entonces los discípulos llenos de temor se llegaron á él y le dispertaron diciéndole : Señor; salvanos que perecemos. Y Jesus les dijo; ¿por qué temeis estando yo aqui, hombres de poca fe? Y levantándose al mismo tiempo mandó á los vientos y al mar que se apla casen, y sobrevino una gran bonanza. Y admirándose de esto los que estaban presentes, decian: ¿quién es este á cuyo imperio saben obedecer los vientos y el mar? Este es el Evangelio. gar, Los Apóstoles se ven en peligro de naufra hacen oracion á su divino Maestro, este les oye, y los saca de su peligro: con todo no deja de reprenderlos por su poca confianza. Ved aqui en pocas palabras la necesidad de la oracion y el modo de egecutarse. ¿Y cómo ૐ debemos orar? ¡ Ha! vedme introducido en mi asunto. Jesucristo nos responde. Asi habeis de orar diciendo: Padre nuestro que estás en los cielos &c. La oracion del Padre nuestro es la mas perfecta, y por la que el Salvador reune cuanto podemos pedir y desear: oracion, que segun el 4 Concilio general, debemos todos, bajo pena de pecado mortal, saberla de memoria. ¿Y siendo esta oracion tan perfecta conseguimos lo que pedimos en ella? El mismo Jesus, que dijo: cuanto pidais en nombre mio al Padre os será concedido, ese mismo dijo, pedís, y no recibís, porque pedís mal. Ved mi objeto. Aunque pienso tratar particularmente de cada una de las peticiones del Padre nuestro, me ha pa recido oportuno manifestar hoy, qué cosa oracion, y la excelencia del Padre nuestro sobre todas las demas, lo haré en la primera parte. ¿Por qué no recibimos muchas veces lo que en la oracion pedimos á Dios? Segunda parte. PRIMERA PARTE. La oracion, acto de virtud de la Religion, es una elevacion del alma á Dios, en la que manifestamos al Señor nuestras urgencias, y le pedimos el socorro. Esta puede ser pública, ó privada: la privada es la que cada particular hace en su retiro; pues Dios en cualquiera parte nos oye: oyó á Daniel en el lago de los leones, á los tres niños en el horno de Babilonia, y á Judit en su oratorio. La pública es la que hacen de comunidad los fieles en el templo, donde sabemos que Dios tiene su principal solio en el mundo, ó en otro lugar destinado para ello. Esta oracion es la mas acepta al Señor, y de la que ha hecho inumerables promesas en donde hubiere dos ó tres congregados en mi nombre, dice, alli estoy yo en medio de ellos. La oracion puede ser tambien mental ó vocal. La mental no sale al exterior: el hombre en lo oculto de su corazon se eleva á Dios, contempla su esencia, atributos y misterios, conmueve con esta meditacion su voluntad, y sacando frutos de virtud, llena Dios de bienes sus deseos. La vocal se pronuncia con los labios lo que está encerrado en el interior. Hay necesidad de orar, como lo muestran repetidos preceptos. Jesucristo, y sus Apóstoles en varias partes nos dicen: Velad y orad. Orad sin intermision. Conviene siempre orar, y otras. El cúmulo de miserias que contragimos por el primer pecado, naturalmente nos induce á pedir · remedio de ellas á aquel en cuyas manos están nuestras suertes, y que es el único dador de todos los bienes. La utilidad de esta virtud la acreditan inumerables egemplares, en que el Señor, oyendo la oracion de sus siervos, les concedió cuanto pedian. Moysés por ella saca de Egipto á su pueblo esclavo. Ester liberta á los Hebreos de Susan de la muerte que les amenazaba, y Elías hace con su oracion que el cielo llueva sobre un pueblo, que no habia visto llover tres años y medio. Pero como he dicho entre todas las oraciones la mas perfecta es la del Padre nuestro. Varias razones confirman esta verdad. Lo 1 por la autoridad del que la instituyó que es el mismo Hijo de Dios, la sabiduría del Padre, el Doctor de justicia, y Angel del buen consejo, Dios mismo, que sabe mejor que nosotros nuestras necesidades, y el modo con que ensalzando su gloria debemos pedirle el socorro. A los Apóstoles se la dijo Jesucristo: no la hicieron los Angeles, ni alguno de los Profetas y Patriarcas. Cuando un Rey, que es el único que puede con TOM. I. T ceder una gracia, dicta al pretendiente el memorial con que ha de suplicarla, prueba es de que tiene voluntad de darle buen despacho. Reconociendo esto la Iglesia, dice en el cánon de la Misa amonestados de saludables preceptos, é instruidos de la divina institucion en la forma de orar nos atrevemos á decir Padre nuestro &c. Lo 2 excede esta oracion á las demas en la multitud de necesidades que expone. Todo lo que á Dios debemos santamente pedir, decia S. Agustin (1), lo abraza, y cuantas palabras quieran añadirse no harán mas que expresar lo que ella dice. Por eso Tertuliano la llama el breviario de todo el Evangelio. Lo 3 excede en cuanto en tan pocas palabras se compendian cosas tan sublimes: cuya brevedad conduce mucho para ayudar á la memoria de los hombres de todas edades, y sexos. Por esta causa, decia el Padre S. Cipriano (2). ¡Qué grandes y cuántos son los sacramentos de la oracion! Cuan brevemente recopilados, pero que copiosos de espiritual virtud. Nada se omitió en ella para que en nuestra súplica se comprenda toda la doctrina celestial. Lo 4 excede en el órden con que hace las súplicas poniendo en pocas palabras ordenadamente cuanto debemos pedir. Porque en primer lugar debemos pedir la gloria de Dios, y despues todos aquellos bienes que debemos desear, primero los bienes eternos para conseguir el fin de nuestra creacion, despues los temporales, y (1) Epist. 123 ad Prob. (2) Serm. de oratione. entre estos primeramente pedimos los del espíri tu como medios para alcanzar la salud eterna, despues los corporales necesarios para nuestra subsistencia, y últimamente la preservacion de todos los males. De suerte, que esta oracion bien meditada, es como la escala de Jacob, que une la tierra con el cielo, subiendo por ella como por gradas nuestras súplicas, y bajando las bendiciones del Señor sobre nosotros. Lo 5: es la confianza que nos infunde de alcanzar lo que pedimos; porque hablamos á Dios con las mismas palabras de su Hijo, siguiendo la fórmula de orar que nos enseñó, y cumpliendo con lo que nos dejó mandado, diciendo: asi habeis de orar. Ha! ¡ qué agradable es para el Padre la voz de su Unigénito! cómo la oye por su respeto, y reverencia!¡ Con qué complacencia escuchará una plática pronunciada con los lábios de su propio Hijo! ¡Cómo animará al Espíritu Santo para que llegue al cielo con un singular privilegio un memorial expuesto por aquel cuyo cuerpo y lábios formó de la sangre de una Vírgen! Así es: y si Cristo prometió el cumplimiento de lo que pidamos al Padre én su nombre, ¿cuánto mas cuando no solo en su nombre, sino con sus mismas voces hacemos al Seños nuestras peticiones? Por todas estas excelencias fue puesta en uso esta oracion dominical desde el tiempo de los Apóstoles: entonces indispensablemente se rezaba tres veces al dia por todos los cristianos, segun dice San Clemen |