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PLATICA PRIMERA.

'DOMINGO PRIMERO DE ADVIENTO.

Sobre el juicio final, y modo con que debemos disponernos para él.

Et Evangelio de este dia es del cap. 21 de S. Lucas, y dice asi: En el fin del mundo habrá grandes señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra consternacion de las gentes por el temor que causará el ruido confuso del mar y de sus olas; de suerte que los hombres se secarán de terror, esperando los males que sobrevendrán á todo el universo. Porque las virtudes de los cielos se conmoverán, y entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá con gran poder y magestad. Cuando empezaren á suceder todas estas cosas, vosotros levantad vuestras cabezas porque se acerca vuestra redencion. Y les propuso esta semejanza; mirad la higuera y todos los árboles cuando empiezan á producir su fruto reconoceis que está cerca el estío. Asi tambien cuando viereis cumplirse estas cosas, sabed que está cerca el Reyno de Dios. En verdad os digo, que no pasará esta generacion del mundo' sin que todas estas cosas sean cumplidas. El Cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán, ni dejarán de cumplirse. Este es el Evangelio del dia.

Dos venidas de Jesucristo al mundo nos anuncian las Escrituras divinas, la primera cuando revestido de la fragilidad de nuestro barro se presentó á los hombres lleno de misericordia para rescatarlos de la tiranía del demonio, y darles una ley de amor á fin de que con su cumplimiento consiguiesen el fruto de su redencion copiosa, y fueran eternamente felices. De esta venida hace mencion la Iglesia nuestra madre en estas cuatro siguientes semanas, llamadas de adviento, ó advenimiento para disponer nuestros corazones al agradecimiento de un tan singular beneficio como es el de la encarnacion del Verbo eterno, con el exâcto cumplimiento de los mandatos que nos impuso cuando se hizo hombre por nuestra salud y remedio. La segunda venida será el último de los dias cuando adornado de su grandeza vendrá el mismo Jesus á residenciar al mundo, y dar el premio á los que fueron observadores de la ley que les propuso, y el castigo á los que abusando de la clemencia de su primera venida fueron transgresores de sust mandamientos. De esta habla hoy el Evangelio, que pone en manifiesto el art. 7 del Credo, que dice: Desde allí ha de venir á juzgar á los vivos y á los muertos. Y justamente coloca la Iglesia el Evangelio del juicio en este dia, para darnos á entender que si el mismo Jesucristo que nació manso, humilde, y compasivo ha de ser el dia del juicio nuestro Juez terrible que sentencie nuestra causa, con el ma

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yor cuidado debemos observar todo lo que nos prescribió entonces para asegurar el cielo que nos adquirió con su sangre, á fin de hallarle despues benigno, y remunerador de nuestras obras buenas. Ved la mas oportuna ocupacion en estos dias para esperar con fruto de las almas la venida del Señor. Siguiendo pues yo las intenciones de la Iglesia voy á manifestar todo esto en esta plática. ¿Qué cosa es juicio universal, y modo con que se formará, esto haré ver en mi primera parte, con lo que sobre esto enseña nuestra fé? ¿Cómo debemos prepaૐ rarnos para este juicio, á fin de que nuestra suerte sea feliz? lo haré ver en la segunda.

PRIMERA PARTE.

El juicio final es la congregacion de todos los hombres que ha habido, hay, y habrá en todos los siglos, que juntos el último dia en el valle de Josafat, y exâminadas las causas dará el Señor á cada uno, segun sus obras, ó premio ó castigo, dice S. Pablo. El Señor, dicen los hechos apostólicos, ha determinado un dia en que ha de juzgar con equidad todo el orbe de la tierra. (1) ¿Y para qué este juicio? No juzgó ya Dios al hombre en su muerte? Si, dice S. Pablo: despues de la muerte el juicio. ¿ de juzgar una misma cosa dos veces? No por cierto, dice el profeta Nahun. (2) ¿Se podrá re(1) Cap. 19. (2) Cap. 1. TOM. I.

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vocar la primera sentencia? Tampoco: el arbol en la parte que caiga sea á oriente ó á occidente, septentrion ó mediodia, dice la Escritura, allí permanecerá. ¿ Pues para qué este ૐ juicio ?

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Varias razones dan, de esto los santos Padres: Para volver Dios por la honra de Jesus, dice S. Agustin: Por los hombres fué Jesus deshonrado, perseguido y crucificado, y asi el que á la verdad, fué injustamente juzgado, sea el que juzgue con equidad y justicia á todo el mundo. Por eso será el juicio en el valle de Josafat, que está vecino del calvario, para que residencie -y condene á los pecadores, en el mismo sitio donde ellos cometieron el mayor de todos los delitos asesinando á su Dios: verificándose de algun modo lo que el profeta Elias dijo amenazando á Acab: en el mismo lugar donde los perros lamieron la sangre del justo Nabot, á quien injustamente quitaste la vida, en ese mismo sitio lamerán la tuya. Tambien se formará el juicio universal para descubrir al mundo ciertas providencias ocultas que desagradaron al hombre que ignoraba el acertado fin que en ellas llevaba el Señor, como en la pobreza y trabajos de los justos, exâltacion y prosperidad de los pecadores y otras semejantes; haciendo alli patente, que todo lo ordenó su sabiduría para gloria suya, y utilidad nuestra; y el juicio es el tiempo que decia el eclesiástico estaba señalado para aclararnos estas dudas. Vease su

cap. 39. Pero la principal causa del juicio final, dice mi Angel maestro, es para que cuerpo y alma sean juzgados justamente; pues al tiempo de morir solo se residenció al alma en el juicio particular. Por eso el Apocalipsis llama al juicio, ó á la sentencia que en él dará el Señor (1) alfalge ó espada de dos filos, porque castigará no solo al alma, sino tambien al euerpo.

¿Y cuándo será este dia? Nadie lo sabe: solo el Padre Eterno, dice el Evangelio, ni aun lo sabe el Hijo de Dios en cuanto hombre para revelarlo. Pero aunque lo ignoremos, no tenemos necesidad, dice S. Pablo, de saber el tiempo ni momento de este suceso. Sabemos lo que nos basta para estar siempre prevenidos, y es, que el dia del Señor vendrá como un ladron de noche, que regularmente espera el tiempo mas inesperado para asegurar su presa. Bien es verdad, que aunque nos sea negada la hora del juicio, habrá muchas señales que la vengan anunciando. Dejemos las remotas que son muchas, y digamos sobre las próximas que nos asigna hoy el Evangelio: habrá, dice éste, señales en el sol, en la luna y las estrellas. El sol se eclipsará, la luna se convertirá en sangre, y cae rán del cielo las estrellas. ¿Qué es esto? Que ha de ser, dice Isaías (2), avergüenzanse el sol y los demas astros de haber servido con sus luces á los enemigos de Dios. Manifestará la obs(1) Cap. 10 (2) Cap. 24.

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