Imágenes de páginas
PDF
EPUB

nocimiento de ellos, ni puede darse que lleguen á formar exâcto juicio de su gravedad, ni á im poner á los penitentes la pena proporcionada á ellos. Asi el concilio; y aunque nada dice sobre las circunstancias que agravan, se colige la obligacion de confesarlas por el mismo motivo que alega para obligar á la confesion de las que mudan de especie. Porque mayor penitencia de be dar el confesor á quien robó un millon, que al que robó cuatro pesetas, y no podria hacerlo, si solo dijera: Padre, me acuso que he hur→ tado materia grave, sin especificar cuánto era. Esta es la doctrina sobre mas segura, mas probable.

Tambien hay obligacion de confesar la ocasion próxîma en que se halla. El que ama el peligro, dice el Espíritu Santo, perecerá en él. El ponerse en el riesgo ya es delito, porque voluntariamente ama aquello que le induce al pecado. Por eso cuando Dios desterró á Adan del paraiso, por haber comido del árbol prohibido, puso un Angel con la espada en mano, no solo para custodiar el árbol, sino todo el camino que conducia á él. Debe el hombre abstenerse, no solo de lo que está prohibido por la ley, sino de todo lo que puede probablemen te hacerle transgresor, y asi debe confesarlo, sino lo hace. Tambien se debe confesar la costumbre de pecar, y esto por las mismas razones que la ocasion próxima; pues no lleva dolor, ni propósito de la enmienda. El dolor

es una detestacion al pecado cometido con propósito de no volver á cometerlo. ¿Qué detestacion, ó aborrecimiento tiene al pecado, ni que propósito de abandonarlo, cuando continuamente lo está cometiendo? Si es, pues, confesion sin dolor, debe saberlo el confesor para no invalidar el sacramento. Se deben confesar los pecados agenos: no es decir que el marido confiese los de la muger, el padre los del hijo &c. no, sino aquellos pecados que por nuestra culpa han cometido otros, como si mandó matar á uno, como hizo David con Urías: Si aconsejó un robo, como Geza bél con Acab: Si escandalizó con su trage, con sus palabras, acciones. Todo esto debe decirse; pues es reo juntamente con los otros, si ellos por su causa han delinquido. Ved muy concisamente explicado lo que debe confesarse, para que la confesion sea entera. Veamos ahora la principal causa, por la que regularmente no se guarda la integridad en este sacramento. Es la vergüenza, y lo manifestaré en la

SEGUNDA PARTE.

Cosa humillante y vergonzosa es la confesion de los pecados: no hay duda. Solo el considerar los inumerables bienes que vienen al alma por la confesion, como son el reintegrársele la gracia con todos los méritos anteriores que por el pecado los habia perdido, se

[ocr errors]

*

gun decia un profeta, la hermosura, y decoro que con la confesion recibe la alma, segun dice David. Y la tranquilidad, gozo, y alegría.con que se encuentra el alma puesta en gracia, serenándola aquel Señor, que impera al mar, y al viento, y volviéndola al sosiego, del susto y sobresaltos que acompañan siempre á una conciencia perturbada con la culpa, segun dice el Espíritu Santo: Esto solo es lo que puede facilitar el confesarlos enteramente: asi se explica el concilio de Trento en el cap. 5 de la sesion 14. El demonio envidioso de nues◄ tro bien, para que el cristiano no llegue á disfrutar los benéficos frutos de la confesion entera, pone su estudio en hacerlos enmudecer en el confesonario. Es lobo carnicero, decia el Crisóstomo, y asi, como el lobo, lo pri mero que egecuta. cuando hace presa de una oveja, es asirle de la garganta, para que con sus balidos no llame al pastor, y la la saque aquel riesgo; asi el demonio, apenas ha cautivado al hombre por la culpa, le zo de la vergüenza, para que con su confesion no lo saque el confesor de su dominio. Tan antigua es esta astucia de Satanás como la culpa del hombre. Apenas engañó á Adan, y le bizo inobediente á la ley, luego le inspiró la ver güenza de confesar su delito. Dios le llama en el paraiso: ¿Dónde estás Adan? como exci

.

pone

el la

de

avergonzado de la desnudéz en que le habia

tándole al reconocimiento del pecado; pero él :

puesto su delito, se presentó, si; pero cubierto con unas hojas de higuera. Ved aqui un símbolo del pecador vergonzoso: le llama el confesor, por la pregunta que le hace, para que confiese todos sus pecados, pero el demonio le ha estorbado el manifestarse claramente, poniéndole ciertos pretextos ó escusas, para que la vergüenza no le deje hacer su confesion entera. Pretextos infundados, espantajos del demonio, al fin, hojas de higuera. ¿Cuáles son estos, en que te hace el demonio fundar to, da tu vergüenza?

¡Ha! son muchos, y muy feos mis pecados, los hice secretamente; & cómo los he de mostrar ahora á un hombre, que quizá los propalará, ó al menos perderé con él mi estimacion? Ved aqui en pocas palabras todo el cimiento sobre que edificamos el rubor ó vergüenza de confesar enteramente nuestras culpas. Veremos, pues, brevemente, como todos son edificios fundados sobre arena. ¿ Son muchos tus pecados? ¿Y cuánta es la misericordia de Dios para perdonarlos? Los de David, decía él mismo, que se multiplicaron sobre los cabellos de su cabeza; con todo, se dolió de ellos, los confesó al Señor, y éste le dió la remision de todos. Señor, le preguntó á Cristo S. Pedro, hasta cuántas veces perdoૐ naré al pecador? ¿ hasta siete? No te digo hasta siete solo, le respondió el Salvador, sino hasta setenta veces siete: número que dá á enTOM. I. Nn

tender, segun los Santos Padres, que aunque sean inumerables los pecados, debe el sacerdote perdonarlos. ¿Y si no los confiesa por ser muૐ chos, serán el año que viene menos?

Mas dices: sobre muchos, son feos y horribles mis pecados. Lo supongo; pues ninguno hay que no lo sea; pero no importa. Sean idolatrías como las de Manasés, él las confesó, y se le perdonaron. Sean negaciones de Dios: S. Pedro las tuvo, y habiendo recibido el perdon, fué despues príncipe de los Apóstoles. Sean adulterios como los de la Samaritana: Jesucristo ve su arrepentimiento y la absuelve. Sean públicos escándalos como los de Magdalena; con todo, el Salvador á vista de su dolor la convierte en Santa. Sean feos, confesándolos se volverán hermosos. La misma Santa María Magdalena se apareció á otra, venerada ahora en los altares, con un manto todo guarnecido de diamantes, y la dijo: estos son mis pecados, que con el arrepentimiento verdadero se han hermoseado de este modo.

[ocr errors]

Prosigue el pecador con sus escusas diciendo: Pequé ocultamente, ¿cómo ahora he de confesar mis pecados á un hombre? Creo que fueron ocultos tus delitos, porque el que obra mal, dice el Evangelio, huye de la luz: Son misterios de iniquidad, y toda precaucion parece poca para apartarlos de las vistas de las gentes; las sombras de la noche os sirvieron para hacerlos, ó lo mas escondido de una ca

« AnteriorContinuar »