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decir, ha de temer el jugar con los muchachos. Estas son, hermanos mios, hermanos mios, las máximas y doctrina que debeis enseñar á vuestros hijos. ¡Qué complacencia para un padre, si (á semejanza de un jardinero que está en medio de las flores que ha cultivado) puede decir á sus hijos lo que Isaac á Jacob! El olor que sale de tí, hijo mio, es semejante al de un campo á quien echó el Señor su bendicion. ¿Y si el padre no sabe, ó sus ocupaciones le impiden de enseñar á sus hijos, qué ha de hacer? ¡Ha! No se le quita la obligacion por eso. Maestros hay, escuelas, párrocos: envíelos á estos, dice un concilio, y asi aprenderán, y ellos enseñarán á otros en sus casas. A esto están obligados gravemente los padres.

Egemplo: Esta es la principal y mas eficaz instruccion. Los niños como inhábiles para reflexionar, regularmente egecutan aquello que advierten con sus ojos. Vayan el padre y la madre delante en el camino de la virtud, huyendo siempre de los vicios, y le seguirán los hijos y la familia. Cuando David quiso salir con los de su casa huyendo de una persecucion, salió el primero, y le siguieron todos. Vana es toda instruccion de palabra, vanas las voces de los predicadores, vanos todos los decretos de la superioridad, si los padres que deben dar egemplo no reparan en egecutar en presencia de sus hijos, acciones contrarias á una buena educacion. Mira, le decia S.

Pablo a su discípulo Timoteo, para que fructifique la divina palabra que siembras entre tus súbditos, ponte por egemplar y modelo de todas las buenas obras.

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Asi el padre y la madre deben enseñar con su conducta, lo que de palabra han dicho á sus hijos que deben observar. Todos sus miembros deben edificar á su familia. Sus ojos nunca han de mirar la vanidad ó la impureza: sus oidos no han de permitir conversaciones contrarias á la ley del Señor: sus lábios no han de pronunciar la mentira, ni la impureza, ni la obscenidad, ni la murmuracion: sus manos..... ¡ha! las obras son el principal documento cristiano. Todas las acciones de los padres de familias deben ser puras; edificativas, santas, y aun aquellas que les son permitidas por su estado, deben ocultarlas de la vista y oido de sus hijos, para que nunca aprendan lo que siempre debieran ignorar. Es mucha la fuerza del egemplo para la imitacion. Cuenta la historia, que una mona, cuyo instinto es imitar cuanto ven hacer, vió en una ocasion que una madre desnudó á un niño al lado de la lumbre, le lavó en agua caliente, le volvió á vestir, y le puso en la cuna: la mona viéndose sola, tomó la criatura, la desenvolvió, y para lavarla la metió dentro de un caldero de agua hirbiendo: el niño murió, como era regular, con tal lavatorio. Ved una accion, que en la madre fué justa y benéficas

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pero la misma egecutada por la mona dió muerte á aquel infante. Los niños son monas para imitar, y una accion que en sus padres podrá ser virtuosa por su estado, vista, y egecutada por sus hijos, les ocasionará la muerte de sus almas. Ya pueden entenderme los casados. Mucha es vuestra obligacion padres de familias; ¿ pero cumplís con ella? Vamos á verlo en la

SEGUNDA PARTE.

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Sustentacion, educacion y egemplo. Estos hemos dicho que son los tres especiales oficios que deben los padres á los hijos; pero esta obligacion indispensable vemos por desgracia quebrantada en la mayor parte de los hombres. Hablemos con alguna distincion.

Sustentacion: Aunque este deber por lo regular lo cumplen los padres impelidos de la misma naturaleza, no deja de haber en esta parte delincuentes. Aquellas madres, que contentas con haber producido sus hijos, los entregan sin necesidad á una ama que les dé el pecho, estas son gravemente criminales, exponiendo al fruto de sus vientres, á que mamen con la leche inumerables accidentes corporales, é infaliblemente las propensiones al vicio de aquella que los alimenta. ¡Qué responsabilidad! Aquellos padres, que ó por desidia, por desidia, ó por malicia no inclinan á sus hijos desde niños á aprender un oficio, o arte, capaz de darles de co

mer en adelante con el sudor de su rostro, dejándolos todo el dia vagar por esas calles, aprendiendo ó enseñando costumbres deprabadas, á estos, sobre el delito que ante la presencia de Dios cometen, les debe la patria una multitud de holgazanes, ladrones, perturbadores de la paz, y cuando menos, unos molestos pordioseros; y los presidios y cadahalsos, inumerables reos, frutos de la ociosidad. Llenos están nuestros pueblos de semejantes padres.

Educacion: ¿ Cuántos padres se dedican con esmero á enseñar á sus hijos los rudimentos de la religion, entregándolos á un maestro cuidadoso, si ellos no tienen ciencia ó posibilidad para enseñarlos? ¿Cumple con esta obligacion aquel padre, que lejos de instruir en la doctrina cristiana á sus hijos, ni aun á santiguar les enseña? ¿ Aquel, que no solo no les ៖ exhorta á la paz y perdon de las injurias, sino por el contrario provoca la ira de sus hijos, contra lo que manda S. Pablo, y cuando alguno les ha injuriado, les dicen frecuentemente: toma una piedra, rómpeles la cabeza &c.? ¿ Aquel, que desde niños los va ensayando en los tratos y comercios ilícitos, para que á poca costa se enriquezcan? ¿ Aquel que envia á sus hijos á robar los bienes de su prógimo? ¡Ha, Dios mio! ¡De qué castigo se hacen dignos estos padres! Doscientos quince años estuvieron los Israelitas cautivos en Egipto, por haber enviado Jacob allá á sus hijos á comprar

trigo. Si este viage lícito acarreó tantos males, ૐ cuántos merecen, los que no á comprar, sino á hurtar envian á sus hijos á los campos y á las casas? ¿Cumplirá con el precepto de la doctrina cristiana aquella madre, que sobre no enseñar á sus hijas las obligaciones de la religion

de su sexô, va desde luego imbuyéndolas en las máximas de un mundo criminal, haciendo que aprendan á cantar, bailar, y corresponder cariñosamente á las expresiones de sus amantes? Aquella madre, ¡qué lástima! que ૐ aun cuando la niña no tiene discernimiento, ya la viste, ó por mejor decir la desnuda segun las reglas de la moda, para que nos dé á entender, qué frutos dará de deshonestidad en adelante, cuando tan impuras flores va manifestando en sus primeros dias? Aquella, ¡ qué horror! aquella madre, que es corredora de su hija, exponiéndola á la venta de su honestidad, y de su cuerpo, ganando la hija con obscenidades, para que su madre goce todos sus caprichos? & Cumplen estos padres con la educacion que deben á sus hijos? ¡Con lágrimas de la religion y del estado debiamos responder á esta pregunta!

Uno de los deberes de la educacion es la vigilancia de los padres sobre las costumbres de los hijos: asi sabemos que Jacob enviaba á José su hijo predilecto á donde guardaban el ganado sus hermanos, encargándole viese qué hacian, y con quién se acompañaban. ¿Hay

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TOM. I.

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