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riquezas son las que le dominan; que su corazon solo está donde está su tesoro; que por mas que la codicia, la usura, la usurpacion de los bienes agenos, y otros delitos manchen la reza de su alma, que solo debe anhelar por unos bienes capaces de hacerla feliz eternamente, dirige todos sus cuidados á congregar el oro, que le proporcione el satisfacer cuanto el cuerpo desea y solicita. Preguntadle al soverbio si su alma es la señora? y responderá, que quien domina en él es el deseo de elevacion terrena, y por conseguir un empleo de honor mundano, que le distinga entre sus hermanos, le será indiferente el que su alma reciba un borron, el denigrarla con intrigas, con perfidias, con calumnias dirigidas contra un hombre de bien, cuyo destino ansia y apetece. Asi hizo Aman con Mardoqueo. Preguntadle al lascivo, quién reina en su corazon? y él á pesar suyo dirá que la voluntad de la carne, esto es, unos deleites tan sucios, como momentáneos que recibe su cuerpo, contrarios siempre á su espíritu, obligándole á que consienta en que los miembros que son de Jesucristo se entreguen á la inmundicia; y asi la alma, que por espiritual, es superior á todas las obras de la carne, se esclaviza, entregándose al apetito del cuerpo que debe ser su esclavo; esto es lo que hizo la muger de Putifar, queriendo que su esclavo José fuese señor de un cuerpo que debia á su esposo que era su dueño.

¡Qué injusticia egecutamos con esta conducta detestable! Ya lo dió á entender bien el Eclesiástico con una comparacion muy oportuna. (1) Yo, dice, ví á unos criados, que iban montados á caballo, y á unos príncipes que andaban por el suelo sirviéndoles de mozos de espuela. No puede haber cosa mas injusta y monstruosa. ¿A quien Α se debe todo honor, se le trata con vituperio? Asi hace el hombre, y aun hace mas, dice un autor muy respetable (2), que el caballo, el jumento, que es el cuerpo, lleva al alma, que es su princesa, á donde él quiere llevarlo. ¿Qué agravio te ha hecho, cristiano mio, te diré con S. Agustin, en qué te ha injuriado tu alma para que asi la desprecies? Has de procurar siempre el alimento, el vestido, y aun un despreciable calzado para el cuerpo, lo mas curioso, lo mas rico, lo mas deleitable, lo mas sano, y para tu pobrecita alma digna por sus gracias de todo su aprecio, y atenciones, ¿ no ha de haber virtudes con que adornarla, y medicinas para sanar sus espirituales dolencias? ¿Todo ha ં de ser bueno para el cuerpo, y solo quieres que sea mala la alma? Asi discurria S. Agustin.

Ten presente la excelencia de tu alma, hermano mio, y esto te obligará á no denigrar su hermosura. Es imágen de Dios: la divinidad gravó en ella su retrato como en un sello de cera; no la pongas al fuego de tus pasiones, porque quedará borrada y derretida su figura. (1) Cap. 10. (2) Maestro Avila.

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El considerar el Rey Demetrio, que habia en la ciudad de Rodas una pintura de la mano del célebre Protogenes, le obligó á retirar el sitio que habia puesto por no destruir aquella imágen, si entraba en la ciudad á sangre, y fuego. ¿Qué deberemos pues hacer nosotros para no destruir la imágen de Dios que tenemos en nuestra alma, sino evitar el pecado, su único destructor? Es heredera del cielo: fué criada para reinar en él eternamente. ¡Ha! ¡ con qué cuidado debemos no envilecerla haciéndola servir á los inmundos gustos del cuerpo ! Si viéramos á un hijo de un Monarca, que estaba traveseando entre un abominable, y sucio estorcolar, no le diriamos, Señor, deja esa ocupacion tan degradante á tu caracter. ¿Estás destinado para sentarte en el Solio, y te envileces ahora de este modo? Pues asi os digo yo hermanos mios: habeis de ser reyes, Dios os lo tiene prometido; pues si asi es, dice David, hijos de los hombres, ¿por qué amais la vanidad? esto es, ¿ para qué entregais vuestra alma á unos deleites transitorios, y propios solo de las bestias?

Qué mas? esta alma que informa el cuerpo fué redimida con la sangre de todo un Dios hecho hombre, sacándola de la tiranía del demonio, ¿y volvereis á entregar á este la sangre que fué el precio de vuestra alma, como hizo Judas á los impíos Fariseos? ¡O que horror! Por mas que deseó David beber agua de la cisterna de Belen, que estaba en el campo de sus

TOM. I.

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enemigos, cuando vió que se la traian unos soldados que con riesgo de la vida la buscaron, no la bebió, la ofreció á Dios en sacrificio, diciendo: ¿ Yo habia de deleitar mi cuerpo con una agua, que es la sangre de mis vasallos? ¿Y noૐ sotros, hermanos mios, harémos servir nuestra alma al goce de los apetitos desordenados del cuerpo, habiéndole costado á Jesus su rescate, no peligros de muerte, sino la muerte misma, y el derramamiento de su sangre? No lo creo; es pues una injusticia, que hacemos á la grandeza de nuestra alma el hacerla servir á los apetitos de un cuerpo criminal. Era este mi asunto.

Hermanos mios. No tenemos aqui ciudad permanente, dice S. Pablo, hemos de buscar otra futura. Moriremos, el cuerpo volverá á la tierra de donde tuvo principio, dice el Eclesiástico, pero la alma volverá á manos del que la crió. A esta acompañarán sus obras, dice el Apocalipsis, segun éstas será juzgada, y sentenciada, si obró bien dominando al cuerpo será dichosa, pero si mal por obedecer á la carne será infeliz. ¿ Pues qué le aprovecha al hombre, dice el Evangelio (1), que gane y disfrute cuanto hay en el mundo, si su alma padece detrimento? Dios por su infinita misericordia os dé conocimiento de la excelencia de yuestra alma, para que adornándola de virtudes en vida seais coronados en la bienaventuranza. Amen.

(1) Math. 16.

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PLATICA CUARTA.

DOMINGO CUARTO DE ADVIENTO.

Sobre la penitencia, y peligro en diferirla.

1 Evangelio de este dia es del cap. 3. de S. Lucas, y dice asi. En el año decimoquinto del imperio de Tiberio Cesar, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes Tetrarca de la Galilea, y su hermano Felipo Tetrarca de la Iturea, y de la Provincia de Traconitis, y Lisanias Tetrarca de Abilinia, bajo los sumos Pontífices Anás y Caifás, el Señor hizo oir su palabra á Juan, hijo de Zacarías en el desierto. Y fué por toda la region del Jordan predicando el bautismo de penitencia para la remision de los pecados, como está escrito en el libro de las profecías de Isaías: se oirá la voz del que clama en el desierto: preparad el camino al Señor. Porque cuando venga el Señor todo valle será lleno, todo monte, ó collado será allanado, y los caminos torcidos se harán derechos, y los escabrosos se harán llanos, y todo hombre verá al Salvador enviado de Dios. Este es el Evangelio que acaba de leerse. No puede darse para nosotros leccion mas oportuna.

San Juan, como precursor, que era de Jesucristo en su primera venida, estaba destinado para prevenir el camino á aquel cordero inma

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