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generalmente se cree, y el ramo de carreteras entre nosotros bastaría para consumir en muchos años cantidades inmensas dificiles de calcular.

77. Esta conviccion ha excitado á algunas provincias, que han comprendido sus verdaderos intereses, á solicitar del gobierno que las carreteras generales que por las mismas cruzan se costeen en parte por el Estado y parte por las mismas provincias, sin perjuicio de indemnizaciones ulteriores. Por este medio han conseguido adelantar considerablemente estas obras, y adelantarán mucho mas, resuelto como está el gobierno, á dar una preferencia á las provincias que se encuentran en este caso, puesto que sería altamente injusto obtener de las mismas estos sacrificios sin que el Estado las atendiera con predileccion á aquellas que aspiran á que este únicamente costee las carreteras de que las provincias obtienen los principales beneficios. Los gobernadores deben hacer entender á sus administrados las ventajas que reportan en esta clase de avenimientos, pues obtienen con mayor presteza los beneficios de la construccion de carreteras sin hacer mas que un adelanto. Sin ejercer coaccion en su voluntad, porque esta debe ser libre, inclinar deben los gobernadores á las provincias á que ayuden al gobierno á dar impulso á la construccion de caminos, uniendo sus medios á los del Estado, escasos por desgracia.

78. Señaladamente en una parte de este servicio pueden las provincias favorecer grandemente el pensamiento del gobierno sin gran sacrificio de las mismas. Las expropiaciones de terrenos y edificios son siempre el grande escollo en que tropieza la administracion para dar un gran impulso á las obras, y aun el trazado á veces mas beneficioso por la cuantía de las indemnizaciones. Siempre que lucha el interés particular con el general, este sale perjudicado, porque ni sus medios son tan eficaces, ni tan activos como los de aquel. Las indemnizaciones suben á mas, á mucho mas de lo que debieran, sin que la administracion tenga medios para impedirlo. De aquí el que las obras no puedan extenderse y ampliarse cuanto debieran; que en los trazados se huya por los ingenieros de aquellos puntos en que las expropiaciones puedan ser costosas, y que no proporcione a veces una carretera todos los beneficios que debería derramar, ya cruzando por los pueblos, ya tocando los grandes centros de produccion. Si las provincias y los pueblos se prestasen á hacer las indemnizaciones, todo esto desaparecería sin gravámen considerable de las unas ni de los otros. Las valoraciones, mediando el interés provincial ó local, no subirían á lo que ascienden pagándose por el Estado. Y no envuelve tampoco injusticia alguna esta prestacion. Toda carretera que pasa por la inmediacion de un pueblo ó por una poblacion le da mayor valor á las fincas colindantes y al pueblo todo. La prestacion no sería mas que una compensacion, ventajosa siempre para la localidad. Aynden pues en esta obra al gobierno sus primeros agentes en las provincias, y harán un servicio á las mismas y al pais.

79. Las carreteras trasversales de gran comunicacion se costean de consuno por el Estado y las provincias, siendo de cargo de estas la indemnizacion de las expropiaciones. Facilmente se deja conocer, al examinar detenidamente la jurisprudencia administrativa en materia de caminos, que el gobierno, apreciando el interés general del pais, ha distribuido en esta proporcion los fondos del Estado aplicados á este ramo. El interés de las carreteras, aparte del general que el Estado tiene en el fomento de la riqueza del pais, es siempre local en mayor ó menor extension. Los que tocando á un camino se aprovechan de él para las comunicaciones y el tráfico son los que obtienen inmediatamente la utilidad. El ensanche de este circulo, la extension del número de los beneficiados es lo que determina la clase del camino y la naturaleza de los subsidios. En una palabra, cuando la utilidad es para fantos que indirectamente por esta extension misma puede llegar á todos, todos se ha querido que contribuyan á dispensar este bien. Cuando ese beneficio se reduce á menor número de agraciados, la prestacion se reduce, combinando la de la localidad y la del Estado. Siempre no obstante los mas beneficiados son los que disfrutan inmediatamente de las ventajas de la carretera construida.

80. Aunque parezca demasiadamente doctrinal esta indicacion, deben los gobernadores tenerla presente para hacerla entender á los pueblos que quisieran que las carreteras todas, y mas las trasversales de gran comunicacion, se costeasen por el Estado exclusivamente. Esta exigencia es injusta é infundada, debiendo las provincias conocer su interés y las grandes ventajas que obtienen en fomentar esta clase de comunicaciones. Generalmente hablando, son las carreteras trasversales casi de mayor interés para las provincias que las generales. La division topográfica de nuestro suelo hace que los productos que abundan en una provincia no se den en las inmediatas; nor manera que su mercado natural le tienen á veces muy próximo. Pero lo escabroso de los terrenos y la carestía de los trasportes les priva del beneficio del conumo. Estas carreteras son las que facilitan los mercados, y por lo mismo son para

las provincias altamente interesantes. Los gobernadores deben favorecer su apertura, velar sin descanso porque no se interrumpan en su curso, allanar los obstáculos que los pueblos opongan á su construccion, y alejar esa apatía, que es la gran fuerza de resistencia que oponen siempre los pueblos indolentes.

81. Pero la vigilancia de la autoridad debe fijarse respecto á estas carreteras en un punto de la mayor importancia. El interés individual siempre activo, siempre astuto y sagaz, suele burlar al interés público, haciendo que los sacrificios del Estado y de una provincia cedan solo en beneficio de unos pocos. No siempre la designacion de una trasversal es la que conviene á las provincias limítrofes; la reclaman las necesidades y los intereses de estas. Miras particulares y especulaciones de diferente órden son á veces las mas influyentes en esta operacion, de lo que resulta un perjuicio al Estado y á las mismas provincias que hacen el sacrificio de las prestaciones para su construccion. Este mal lo atajará en gran parte el gobierno que para prevenirlo ha formado el sistema general de comunicaciones, que sigue perfeccionando para no ser sorprendido nunca por el interés bastardo de los particulares. Pero la autoridad debe ayudar al gobierno en esta obra, y no como alguna vez ha sucedido, favorecer, sin conocerio quizá, esos intereses individuales, convirtiéndose en instrumento de la codicia de algunos.

82. Todo el beneficio que los pueblos podrian reportar de las carreteras generales y trasversales sería estéril si á los caminos provinciales no se les da el impulso conveniente. Cuando los pueblos todos de una provincia no están en comunicacion, mas o menos directa, con las carreteras generales y trasversales, únicamente reportarán las utilidades de estas las poblaciones inmediatas á aquellas. Entonces puede suceder que la provincia, abundando en productos agrícolas é industriales, no encuentre salida á los mismos, y sufra el hambre en medio de la abundancia. Las carreteras principales, en tanto son útiles y beneficiosas, en cuanto á ellas confluyen las de segundo y tercer órden, sin las que no es posible fomentar el tráfico ni los consumos. Los gobernadores, comprendiéndolo así, dehen dedicarse con todo esmero á la propagacion de estas vias, haciendo que las provincias de su mando se crucen en todas direcciones. Pero deben cuidar tambien que el interés de algunos no grave injustamente á las provincias haciendo que vias puramente locales se costeen por la provincia en perjuicio de los fondos provinciales.

83. Los caminos especiales que ponen en contacto dos ó mas centros productores, sean de una ó dos provincias, son y deben ser de la mayor importancia. En un suelo como el nuestro, desigual en la nivelacion, calidad y produccion, estos caminos son grandemente interesantes. La autoridad no debe descansar en que el interés local podrá impulsarlos, ya porque al gobierno y sus agentes toca ilustrar á los pueblos sobre sus verdaderos intereses, ya porque obligacion sagrada es de los mismos reunir las voluntades, formar el espíritu laborioso y activo de los pueblos y estimular á todo lo útil y provechoso para los mismos. Visiten los gobernadores las provincias, estudien sus producciones y necesidades, conozcan las relaciones de los pueblos y pongan en movimiento todos los resortes capaces de excitar á sus habitantes á obtener unos beneficios que, ó desconocen ó creen de difícil consecucion, allanando al mismo tiempo obstáculos y superando inconvenientes.

84. A este fin y para dar impulso á todos los ramos de la riqueza pública, los gobernadores deben sostener una correspondencia semi-oficial con los de las provin cias limítrofes sobre todos los puntos de interés comun entre las mismas para ilusfrarse recíprocamente, allanar obstáculos, remover inconvenientes, favorecer la union de miras, alejar rivalidades y excitar á las obras de interés común entre provincias diferentes. Esta correspondencia es utilísima; y sin los inconvenientes que a veces produce la puramente oficial, tiene las mismas o mayores ventajas. Esta debe circunscribirse respecto á intereses materiales al planteamiento de lo ya convenido ó acordado; pero la preparacion se hará mas fácilmente por la correspondencia semi-oficial, y hasta por la confidencial muchas veces.

85. Gran fuerza de resistencia han de encontrar los gobernadores en la construccion de los caminos vecinales, porque en proporcion que se circunscriben las prestaciones, así se atiende mas á la importancia del sacrificio que se exige que al beneficio que se reporta.

A esto se agrega la mayor necesidad que las pequeñas poblaciones tienen de que la autoridad las auxilie con la ilustracion conveniente sobre sus mismos intereses, combatiendo preocupaciones, rivalidades y discordias, que son las mas veces el grande obstáculo para las mejoras.

$6. Grande atencion deben prestar los gobernadores á la conservacion de los caminos. Los inmensos capitales que en estos se invierten, cuando no llenan su condicion de seguridad y celeridad en los trasportes, son perdidos ó por lo menos

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estériles. El gobierno, penetrado de lo excesivamente costoso de este servicio, se ocupa de un plan general de conservacion económico y seguro; pero en él entra por mucho la vigilancia de los gobernadores, sobre los cuales principalmente recaerá. la responsabilidad del mal estado en que puedan encontrarse las carreteras que crucen las provincias de su mando.

CAPITULO II.

De los rios flotables y canales de navegacion y riego.

87. Despues de los caminos de hierro no hay otras vias de comunicacion tan importantes como los canales de navegacion: en algunos puntos aun son preferibles á los primeros. Los rios flotables en que buques de gran porte pueden subir desde el mar con comodidad y seguridad, conduciendo las mercaderías al interior del pais y exportando desde el mismo sus frutos y productos, llevan grandes ventajas á todos los medios de comunicacion. Ellos prolongan el mar á la tierra firme; y sin las penosas operaciones de carga y descarga continúan sus viajes desde los puntos mas remotos al interior del reino. Escasos son por desgracia los rios susceptibles de esta explotacion en España; pero los que pueden serlo están abandonados lamentablemente, y el gobierno tiene un gran deber que cumplir impulsando estas útiles obras.

88. Todo trozo de rio susceptible de navegacion que no se aproveche, que no se ponga en estado de explotacion, es una pérdida positiva para el pais, el desperdicio de una riqueza importante, del cual no tendrá disculpa la administracion si poseyendo medios no acude con presteza á utilizar tan inapreciable bien. Pero si este es general, y por lo tanto el Estado debe acudir á este servicio, no permi tiendo las circunstancias del tesoro acometer por ahora estas empresas, la autoridad debe hacer conocer á los pueblos inmediatamente beneficiados la utitidad que reportarían de estas obras, excitándoles á emprenderlas por asociaciones, á reintegrarse con los productos de las mismas. Y no den por excusa los gobernadores que en sus provincias no hay capitales bastantes para sufragar tales costos, porque si llegasen á difundir y excitar el espíritu de acometerlas, si desenvolviesen la actividad que reclaman estas obras importantes, los cápitales concurrirían viendo interesado al pais y dispuesto á ejecutarlas. Cuando los extranjeros ven que los naturales dudan, temen y no se les asocian para tales empresas, no las acometen ni pueden ayudarlas. Vean estos al comercio y á los capitalistas del pais interesarse en estas y seguramente les seguirán, porque no pueden encontrar en parte alguna un interés tan subido al dinero como el que España les ofrece. El gobierno, dispuesto a favorecer estas empresas, será tan decidido protector de las mismas, que no le quedará medio alguno que pueda conducir al fin apetecido que no ponga en movimiento. La severidad ó imprudente rigor de las condiciones es un mal que detiene á las empresas, y el gobierno no incurrirá en un error tan antieconómico como perjudicial.

89. Aunque de menor importancia que la navegacion de rios, la tienen y muy grande, los canales de navegacion. Cuanto se ha dicho respecto á aquellos es aplicable á estos, y el gobierno espera que la autoridad que le representa en las provincias fomentará por los mismos medios este ramo importante de comunicaciones interiores.

90. Al tratar del estado de nuestra agricultura exponiendo sus necesidades, se ha demostrado que la primera y principal de que se aqueja es de la falta de riegos, escasez tanto mas deplorable cuanto que en muchas provincias se ven correr perdidas las aguas sin aprovechamiento alguno. Los canales de riego son el mayor bien que la autoridad puede procurar à sus administrados y al Estado mismo, que aumentando su riqueza es por consiguiente mas fuerte y poderoso. Los medios propuestos para mejorar los rios y canales de navegacion deben emplearse para estas obras que, siendo menos costosas y en mas pequeña escala, no admíten disculpa los agentes del gobierno que no las promuevan y procuren asegurar su ejecucion.

CAPITULO III.

De los puertos y muelles.

91. Duele seguramente contemplar el estado de nuestros puertos, sobre el que no cabe seguramente exageracion alguna. Pareció en lo antiguo que este impor

tante servicio era puramente de localidad, y se abandonó á ella, aunque en diferentes formas, sin abrazar un plan que pudiera colocar nuestros puertos en una situacion conveniente y cual reclama su importancia. A cargo en unos puntos de las juntas de comercio, á las municipalidades en otros, y á la hacienda pública en algunos, ni era posible la regularidad en los impuestos, ni la exactitud en el servicio. Hizose una innovacion en 1841 destruyendo lo que existia, poco conveniente en verdad, pero no se sustiyó un sistema. Los vicios del antiguo subsistieron, y este servicio acabó de sufrir todas las contrariedades de que venia mas o menos amenazado. Las consecuencias de este mal se han hecho sentir demasiado para que el gobierno se mostrara indiferente. Presentó un proyecto de ley á las cortes, las que, deseando como el gobierno el mejor acierto, procuran ilustrarse en materia tan grave, y reunen los datos que un dia producirán el efecto apetecido.

92. Pero el gobierno, en su deber de procurar el desarrollo de los intereses materiales del pais, no puede abandonar este servicio en el ínterin la ley no determina los medios de su fomento, y encargar debe á los gobernadores de las provincias marítimas, que atiendan con particular esmero este importante ramo de la riqueza pública, que á la par es medio de gobierno é influye sobre manera en la consideracion que debe tener nuestra nacion entre las otras de Europa. En los apuros del tesoro no es posible con la asignacion hecha á este ramo acudir á las obras que necesitan todos nuestros puertos. Pero así como el gobierno que se limite á estos recursos para atender á las necesidades públicas no llenaría sus deberes de administrador, tampoco los gobernadores cumplirán con él si se ciñen únicamente á ejecutar las obras que puedan efectuarse con las consignaciones que se hagan. La autoridad tiene grandes medios siempre, y mas en un pais que principia á entrar en el movimiento del desarrollo material. Si en el comercio se hace desenvolver el espíritu de actividad y patriotismo, él se prestará gustoso en cada localidad á hacer las obras necesarias siempre que se le de una garantía de reintegro, y ninguna mas segura que los derechos del mismo puerto. Exciten pues los gobernadores al comercio, y seguramente responderá á los deseos del gobierno. Mengua es que en Cádiz se estén haciendo los desembarques y embarques por gabarras á falta de muelle; que en Valencia, en Málaga y otros puntos sirva de paseo público el lugar en que no ha muchos años fondeaban navíos buques de alto bordo. Menester es que desaparezca esto, y que los gebernadores de las provincias marítimas trabajen con celo ardiente por hacer que las obras de los puertos se ejecuten con la brevedad que reclama el interés público y el de las mismas provincias.

93. El servicio de los puertos sería muy incompleto si el gobierno se limitara á procurar únicamente las obras de seguridad y las que faciliten los embarques y desembarques de efectos. El alumbrado de las costas es una necesidad tan apremiante como la de la limpia de puertos, y el gobierno se ocupa sin levantar mano de cubrir este servicio. La ley de 11 de abril del año próximo anterior ha facilitado los recursos necesarios para obtener un alumbrado que satisfaga las necesidades de la marina. Nombrada una comision al efecto, ha presentado esta y aprobado el gobierno un sistema completo de alumbrado para todas las costas de España, y se están construyendo varias torres en que han de colocarse los aparatos que se esperan del extranjero, porque en este punto es menester que nos coloquemos á la altura de las naciones mas avanzadas. Un servicio importante pueden hacer los gobernadores al Estado y á las provincias de su mando. Conocidos ya los rendimientos del impuesto para el servicio de faros, teniendo este un destino especial, y por lo tanto no pudiéndose distraer para otra atencion pública, las empresas tienen una garantía segura, una hipoteca que no puede faltarles en las contratas que celebren para la construccion de faros. Excitando al comercio de las plazas marítimas respectivas, posible será y aun probable que el de cada una proponga la contrata del alumbrado de su distrito en bases equitativas y á reintegrarse con los rendimientos del impuesto.

94. Los gobernadores civiles deben tener entendido que la opinion del pais está ya formada; que á la apatía ha sucedido la actividad; á la indiferencia el espíritu de movimiento; que todos los pueblos grandes y pequeños, fabriles ó agrícolas, claman por obras públicas, penetrados justamente de que sin ellas no es posible que prospere nuestra riqueza, que nuestros frutos encuentren mercados ni nuestra industria produzca. Todos claman por obras; y si es cierto que á este clamor no responde siempre la disposicion á contribuir á ellas, y que quisieran que el Estado las costeara sin cuidarse de los recursos, este sentimiento, sobre ser natural, no es absolutamente resistente, dependiendo las mas veces del giro que la autoridad da á la opinion, ó del escaso influjo que en esta ha sabido grangearse. Créese alguna vez por la autoridad que, favoreciendo esas miras locales de resistencia, gana popu

haridad y adquiere prestigio, con lo que, lejos de ser aquella el resorte de la aceion del gobierno, se convierte en su contra apoyando esas miras contrarias á los intereses de los pueblos. Se engañarán seguramente los que así piensen. La medida que el gobierno ha de tener para apreciar el mérito y los servicios de la autoridad ha de ser el bien que produzcan á sus administrados las obras que ejecuten, el movimiento vivificador que inspiren en sus provincias.

CAPITULO IV.

De la administracion y direccion de las obras públicas.

95. La administracion y direccion de las obras públicas, que corresponde exclusivamente á este ministerio, se desempeña en las provincias por diferentes agentes segun es la naturaleza de aquellas y la índole de su servicio. La parte facultativa depende de la direccion general del ramo auxiliada de una junta facultativa que, bajo las inmediatas órdenes del ministerio, le ilustran con sus conocimientos especiales para que las obras llenen todas las condiciones de su objeto. Para el servicio en las provincias están por ahora agrupadas estas en distritos, en cada uno de los que hay un ingeniero jefe superior de todos los destinados en él, y tambien hay en cada provincia otro subordinado al gobernador respectivo. La instruccion de 10 de octubre de 1845 es la que actualmente determina las relaciones de la autoridad con los ingenieros civiles. Sin embargo, el distinto carácter que ha recibido la magistratura civil en la reforma que se acaba de plantear exige modificaciones en aquella instruccion, que el gobierno se apresurará á publicar para evitar conflictos. En el interin esto sucede, los gobernadores deben tener presente que son los representantes del gobierno en las provincias de su mando, que como delegados del ministerio de Comercio, Instruccion y Obras públicas deben ejercer toda la antoridad é inspeccion que el buen servicio reclame. Corresponde pues á los mismos velar porque los ingenieros sean laboriosos, asistentes á las obras que les estén encomendadas, puntuales y activos en los trabajos de que se ocupen, exactos en el cumplimiento de sus deberes y agenos á las pasiones y miras interesadas de los particulares, así como deben vigilar porque se conserve la moralidad de un cuerpo al cual el Estado confia sus intereses mas importantes. Prevenir y corregir deben todos los males que puedan ocasionarse; y si alguna medida no estuviese en la esfera de su accion, ponerlo deben en conocimiento del gobierno, seguros de que el remedio será tan pronto como eficaz.

96. Uno de los servicios sobre que deben ejercer mas exquisita vigilancia es en la administracion de los portazgos. El gobierno no desconoce que esta es una carga como lo son todos los impuestos; pero tambien tiene presente que esa carga no rinde ni con mucho lo absolutamente indispensable para la conservacion de los caminos, por la que con razon claman los transeuntes y tragineros. Ademas, los portazgos son un servicio que mantiene la policía de los caminos, dirigiendo el acarreo en la forma mas conveniente. Las dificultades con que la administracion ha luchado para moralizar la recaudacion de este impuesto, las que se tocan en la intervencion de estos productos, y los malos resultados que ha dado en algunos portazgos y pontazgos la recaudacion por comisionados especiales, ha exigido esta intervencion, quizá inconveniente hasta cierto punto, de los ingenieros, y el sistema de arriendos introducido, aunque supletoriamente.

97. El arriendo de toda renta o servicio es un mal reconocido; pero el de una renta que se recauda en despoblado á tragineros aislados que no pueden sostener reclamaciones, que por lo mismo toda vejacion ilegítima puede pasar desapercibida á la autoridad, es doblemente perjudicial y puede influir en la decadencia del comercio interior. La vigilancia de los gobernadores respecto á la recaudacion; su celo por este servicio será el que ponga al gobierno en situacion espedita para hacer que cesen los arriendos, y que la administracion se haga cargo de este impuesto sin menoscabo de las rentas públicas. Medios eficaces tienen los gobernadores para ello, y el gobierno espera que su celo será tan esquisito como se necesita en este ramo.

98. Diferentes medios se han empleado hasta hoy en la construccion de obras, señaladamente en las de caminos; y previendo el gobierno los obstáculos que habrán de ofrecer los unos y los inconvenientes que los otros ofrecen, no ha adoptado alguno como sistema exclusivo. El justo afan de los pueblos por obtener con la brevedad posible las carreteras de que carecen, y la marcha necesariamente tardía que llevan las obras ejecutadas por la administracion, lentitud que sería mayor si se resolviese á ejecutarlas todas por este método, inclinaron al gobierno á las contra

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