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PARTE SEGUNDA

RELACIONES SOCIALES

Las ideas y los sentimientos cambian, y la sociedad que repite todas las ideas y todos los sentimientos del hombre, cambia de leyes, de fórmulas, de instituciones.

CASTELAR.

CAPITULO PRIMERO

RELACIONES COMERCIALES ANGLO-HISPANAS

I. Preliminares. — Razón de la denominación adoptada para esta se

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II. Antecedentes históricos.

1. Dificultad para hacer la historia de las relaciones comerciales de España. - 2. Relaciones comerciales hasta el siglo xv. 3. Sistema mercantil. - 4. Sistema de la ba lanza de comercio: Tratados de 1665 y 1667.

III. Relaciones comerciales del siglo XVIII. 1. Guerra de sucesión.

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2. Tratado de 1713. - 3. Tratado de 1715. - 4. Otros tratados. 5. Pragmática de 1770 sobre el comercio de muselina.

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IV. Relaciones comerciales del siglo XIX. 1. Paz de Amiens y tratado de 1814. - 2. Tratado de 1886. - 3. Relaciones posteriores. V. Política financiera que debe seguir España.

I

Decíamos en otro lugar (1): «Los Estados pueden relacionarse en los dos grandes y únicos momentos de su vida: en la paz y en la guerra. El modo de relacionarse en ambas es totalmente distinto; durante la paz firmanse tratados, establécense las legaciones diplomáticas como órganos oficiales transmisores del pensamiento de su Estado, etc.; durante la guerra sólo el choque de los ejércitos, el cruento combatir, el negarse esenciales derechos al someterse tan sólo á unas cuantas leyes, emanadas casi siempre de la propia voluntad

(1) Pág. 20.

y aun así frecuentemente incumplidas. Ahora bien, no cuanto en la paz se verifica es hijo de ella, sino que en el lapso de tiempo que dura conciértanse alianzas, cédense terrenos, decláranse independientes algunas provincias, y todo esto ó es preparación ó es consecuencia de una guerra.

»Por ello nos ha parecido mejor que distinguir esos dos grandes períodos, diferenciar aquello que se refiere al interés directo del Estado de aquello otro que afecta al interés de la sociedad, por tratarse de algo que satisface necesidades fisicas é intelectuales de sus individuos. He ahi la razón por la que distinguimos lo público, es decir, lo en que predomina el uti universitas, de lo social, en que predomina el uti singuli. Son las mismas clasificaciones que para otra indole de asuntos (la clasificación de los tratados) adoptara Martens, modificando la clásica de Heffter.»

Repetimos ahora lo dicho antes porque es la mejor explicación que hemos logrado formular al tratar de hacer una adecuada exteriorización del pensamiento en que nuestro plan se basa, y, por tanto, lograr dar á entender la finalidad perseguida en esta segunda parte é implicitamente queda manifestado el contenido de ella.

II

1. Scherer, el tan conocido historiador del comercio, exprésase al hablar del de España en los siguientes términos: «Difícil empresa es escribir la historia del comercio de los españoles; la ejecución será siempre inferior á nuestros deseos, pues si por sus descubrimientos y colonias este pueblo tuvo una gran representación en la historia del comercio universal y engrandeció inmensamente sus dominios, él mismo se retiró con muy poco provecho y su participación en aquél ha sido mucho más pasiva que activa (1).»

(1) Scherer.

Historia del comercio de todas las naciones desde los tiempos más remotos hasta nuestros días. – (Madrid, 1874). — Tomo II, pág. 151.

Y, en efecto, Scherer tiene razón. Movedizo é inconstante el pueblo español, poseído de un nirvana que aterra, con poco sentido práctico de la vida, sin hábitos mercantiles, se ha limitado á recibir los productos que necesitaba y remesar algunos suyos, sin plan, sin concierto, obedeciendo intereses individuales, pero sin hacer que en ello radicara alguno social y colectivo.

No es, por tanto, ocasión de extenderse en largas reflexiones sobre relaciones mercantiles creadas unas veces al acaso, otras por imperiosas exigencias del resultado de alguna guerra. A esta razón esencialísima únase el poco espacio disponible dentro de los límites del concurso, y se tendrá explicada la someridad de nuestra reseña en la actual parte de las relaciones anglo-hispanas.

2. Hasta que á fines del siglo XV constitúyense las grandes nacionalidades y el poder Real sobrepone su autoridad á todas las clases sociales, reintegrándose en el ejercicio pleno de la soberanía, que el régimen feudal, desmembrador de ella, habíale hecho compartir con la nobleza, las comunicaciones internacionales eran escasísimas y el poco comercio que se efectuaba, por pacifico y amistoso que fuera, era algo que presidía el azar, sujeto á los rigores turbulentos de cualquier magnate ó á la enemiga ambición de cualquier aventurero, que con frecuencia obligaban á los comerciantes á que trocaran la balanza por su espada, cambiando su pacifica industria por los hábitos guerreros.

3. Parecía natural que constituidas las nacionalidades, los países formadores de ellas activasen sus intercambios mercantiles, pero, sin embargo, lo cierto es que aun cuando el comercio progresó no fué en la medida deseable. Ello fué debido al primer ensayo económico, defendido ardientemente por todos los economistas de la época, pero que basado en crasisimos errores no tuvo más remedio que producir efectos muy perniciosos. Nos referimos al sistema mercantil.

Fundábase dicho sistema en los tres principios siguientes: a) el dinero es la única riqueza; b) el país rico en oro y plata impone la ley, y c) los Gobiernos deben tender á procurar la posesión de la mayor suma posible de dinero. Tales principios

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