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vez de facilitar, la intimidad hispano-inglesa (1). Pero ocurren ya entonces los albores de la politica general europea, y en ella, los sucesos de la esfera pública en que las relaciones entre ambos pueblos se reflejan, son:

a) Las alianzas de Enrique VIII en pro y en contra, alternativamente, de Carlos 1.- En las luchas entre la España y Francia, de aquella época, comprendió Enrique VIII que las fuerzas estaban casi equilibradas, y pronunciando la frase «el triunfo será de aquel á quien yo ayude», dispúsose, cual mujer coquetuela, á que se disputasen su amistad. Carlos vió la brecha para atacarle en la ambición de su Ministro el Cardenal Wolsey, y ofreciéndole la tiara le atrajo á su causa. Inglaterra llevaba casi un siglo sin intervenir en guerra de gran escala, y por ello el ejército se encontraba algo desorganizado y el Monarca sin las dotes de un gran general, circunstancia que fué causa de una relación muy digna de mencionarse, pues fué un caudillo español, el Duque de Alburquerque, el inspirado mentor á quien los ingleses acudieron (2). Más tarde entró el Monarca inglés en la Liga Clementina, que el Papa formó contra Carlos V, pero justo es consignar que fué debido á Wolsey, burlado en su ambición con el sucesivo nombramiento para Pontifice de Adriano de Utrecht y Julio de Médicis, á pesar de las promesas que el Emperador le hiciera.

b) Casamiento de Felipe II con María I de Inglaterra. — Este hecho pone á aquél en condiciones de intervenir en la política interior de la Gran Bretaña; de esta época es el auxilio que una división inglesa, mandada por el Conde de Pembroke, prestara al Duque Filiberto de Saboya en la memorable jornada de San Quintín (27 de Agosto de 1557). En esta época

(1) Véase sobre este punto el estudio de Dalmau (Ramón) (Sr. Marqués de Olivart) Catalina de Aragón y Carolina de Brunswick, así como la magistral biografía de la primera, de Alberto Du Boys.

(2) Pensóse antes en D. Juan Esteban Manrique de Lara, tercer Duque de Nájera. (Véase la obra de Martín Hume Españoles é ingleses en el siglo XVI [Estudios históricos]). Obra que debiera leer todo español como agradecimiento á quien ha sabido sacar de la fosa del olvido á un ilustre compatriota nuestro, Antonio Guaras.

también es cuando inicióse una gran inquina del pueblo inglés hacia España por las crueles persecuciones de que María hizo objeto á sus súbditos protestantes, y en las cuales la nación entera veia la instigación del Monarca español.

c) Las políticas de Felipe II é Isabel I de Inglaterra.—Ocupado el trono por ésta, lo mismo el Rey de España que Enrique II, á la sazón Rey de Francia, dedicáronse á halagarla con objeto de atraerla hacia su causa. Ella, que al pronto pareció inclinarse por el francés, debido á una imprudencia de éste apartóse de su partido y se decidió por el de España, marchando ambos de común acuerdo en el pacto de CateauCambresis y llegando Felipe á hacer la petición de su mano. Ella no le desairó por completo, pero si contestóle con evasivas, dándole á entender que, aun cuando su ánimo personal por él se inclinara, no aceptaría su pueblo tal unión (1).

En aquellos régimenes absolutistas de poder esencialmente personal, las desavenencias entre Reyes eran luchas entre pueblos, porque Patria y Rey eran conceptos indeslindables; por ello el desvío amoroso de Isabel para con Felipe era el polen fecundante de antagonismos y rivalidades que á ambos países habia de arrojar el vendaval de la discordia. Y, en efecto, ese desafecto del uno y ese amor propio del otro fueron causa del sinnúmero de luchas desarrolladas durante ambos reinados, que terminaron con la destrucción de nuestra Invencible, con la expedición frustrada de Cumberland á las Azores, con la destrucción por el Conde de Essex de otra escuadra nuestra anclada en Cádiz, con la pérdida de otra flota enviada á Irlanda y deshecha por una tempestad, y con numerosas depredaciones que en nuestros bajeles causaron los para nosotros tristemente célebres piratas Hawkins, Drake y Cavendish.

El chispazo que produjo esa era de luchas fué el envío de Leicester á Flandes, pero el verdadero motivo es el apuntado, porque las diferencias de religión y las persecuciones y

(1) El Conde de Feria, Embajador de Felipe II en Inglaterra, le escribía: Dixo que pensaba estar sin casarse porque tenia mucho escrupulo en lo de la dispensa del Papa..

suplicio de María Stuart no pueden asignarse como tales. ¿Cómo iba á ser obstáculo la diferencia de religión para ser no más que amigo de la misma que, á pesar de tales diferencias, se había pretendido como esposa? Y en cuanto á María Stuart, oigamos lo que dice Hume en su obra antes citada: «Si la primera ley de la naturaleza es la conservación de si mismo, justificación sobrada tenía Isabel para enviar al patibulo á una persona que tres veces por lo menos entró en conspiración para asesinarla» (1).

d) Las guerras que Felipe III siguió sosteniendo con Isabel (2). Una tempestad, eterna aliada de los ingleses, destruyó una flota española de 50 navios, mandada por D. Martín Padilla, y el ejército de D. Juan de Aguilar fué derrotado en Baltimore por la defección de los irlandeses sublevados, siendo preciso renunciar á la conquista de Irlanda.

La muerte de Isabel I (24 de Marzo de 1603) varió la política anglo-hispana, haciéndose un tratado de «buena, sincera, perpetua é inviolable paz». Y buena prueba del deseo de ella y de que el encono entre ambos países no había llegado al fondo de los corazones, es el entusiasmo que en los ánimos populares de ambos pueblos causó la conclusión de dicho tratado.

e) Los tratos entablados entre las Cortes española y británica para llevar á cabo el enlace del primogénito de Jacobo I, Principe de Gales, con D.a Maria, hermana de Felipe III. — Siete meses estuvo en Madrid dicho Principe y fué obsequiado con abundantes festejos; pero las diferencias de religión opusieron obstáculos invencibles, y á pesar de los dictámenes favorables del Pontifice, juntas de teólogos, canonistas, jurisconsultos, consejeros, generales y prelados de las órdenes, fueron dándose largas á las negociaciones hasta causar el abu

(1) Creemos que en España se ha formado una injustificada leyenda alrededor de María Stuart, rodeándola de una aureola inmerecida; evácuense las citas que Hume hace en el capítulo consagrado al estudio de tal figura, y se verá cuán acertada es la opinión suya que hemos transcrito en el texto.

(2) De legado funesto las califica Lafuente en su renombrada Historia.

rrimiento de la Corte de Londres. Esta conducta hipócrita del Conde-Duque de Olivares, causante de una profunda herida en el amor propio del Principe, trajo como consecuencia, cuando más tarde ocupó el trono, un aumento de piratas ingleses que acechaban nuestros barcos, auxilio pecuniario prestado á los holandeses, auxilio prestado á Richelieu contra España y un desembarco en Cádiz de tropas inglesas, que el haber sido frustrado por la heroica conducta de la guarnición impidió á dicha plaza el que fuera un segundo Gibraltar.

Decidido éste á fa

f) La guerra sostenida con Cromwell. vor de Francia por una imprevista cuestión de etiqueta surgida en Londres y por el asesinato del embajador inglés á los dos días de su llegada á Madrid, en el que no cabía, sin embargo, ninguna parte de culpa á los españoles.

g) La mediación de Carlos II de Inglaterra entre Portugal y España.-Tuvo por resultado la firma del tratado de Madrid de 23 de Febrero de 1668, en que se reconoció la independencia de aquél.

h) La alianza hecha en España por Carlos II contra Luis XIV, después de titánicos esfuerzos realizados por el Parlamento británico, pues el Monarca inglés, ambicioso de riquezas, estaba subvencionado por el de Francia para la conservación de su neutralidad.

*

El antecedente párrafo, menos extenso de lo que debiera ser por caer fuera del objeto del concurso, prueba que si los Monarcas que ocuparon los tronos inglés é hispano pusiéronse en pugna repetidas veces, el espíritu de los pueblos no estuvo grandemente distanciado. El siglo XVIII, en que empieza á formarse una opinión pública, á cuyos dictados no tienen más remedio que someterse los Reyes, nos seguirá dando la razón. El XIX, en que existe tal opinión, con consciencia de sus actitudes, acabará nuestro aserto.

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I. Guerra de sucesión. — 1. Advenimiento al trono de España de la casa de Borbón.-2. Política de Luis XIV. - 3. Causa de la guerra: el equilibrio europeo. - 4. Motivos de que Inglaterra tomara parte en la contienda.-5. Marlborough. — 6. Felipe V. — 7. Curso de las operaciones militares.

II. Paz de Utrecht. — 1. Primeros intentos de Luis XIV. - 2. Actitud de Felipe V.-3. Caída de Marlborough.-4. Negociaciones para 5. Tratados de Utrecht.

la paz.

III. Juicio crítico de los anteriores sucesos y su influencia en las relaciones posteriores entre Inglaterra y España.

1. Tengo el mayor placer, mi buen amigo, y la satisfacción más verdadera en despedirme para siempre de la ilustre casa de Austria; así cuentan que dijo el Duque de Abrantes al Embajador de Austria cuando salía de presenciar la apertura del testamento de Carlos II.

Efectivamente: el Monarca español, último de la dinastia austriaca, entre los seis pretendientes al trono había designa- · do como sucesor al Duque de Anjou, nieto del Monarca francés Luis XIV. El partido francés había vencido al austriaco; el cambio de dinastía era un hecho.

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