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ferencia, y sin comprender bastante el efecto que tal cambio pudiera producir, sobre todo en las provincias de América, se prometia mejorar con solo variar de sistema, porque pareciéndole intolerable lo presente, no dudaba que otra cualquiera cosa habia de ser mejor. Dispuestos de esta manera los ánimos, fueron ocurriendo conspiraciones en diversos puntos del reino. Porlier en Galicia en 1815, pretendió restablecer la constitucion abolida el año anterior, pero preso por sus mismos soldados, perdió la vida en un cadalso: igual fué la suerte de Lacy en Cataluňa, de Richard en Madrid y de Vidal y Beltran de Lis en Valencia, sirviendo estos actos de severidad mas bien para exasperar los espíritus, que para amedrentarlos.

Habia ido creciendo entre tanto á las calladas la masonería, no obstante la vigilancia de la Inquisicion, que habia hecho conducir á sus cárceles á varios individuos acusados de pertenecer á aquella, en favor de los cuales el rey, quien se tenia por cierto haberse alistado en Francia en esta asociacion, hizo dictar algunas providencias de gracia en una sesion del tribunal á que él mismo asistió, y en la que funcionó como inquisidor. Esta institucion, poco conocida y muy oculta en España ántes de la invasion francesa, habia sido propagada durante la guerra por los oficiales de las tropas de aquella nacion, y á diferencia de lo que era en Inglaterra y otras partes, en donde se hallaba reducida á una confraternidad de mútuos auxilios, habia tomado un carácter enteramente poimpresos en Londres en 1834, en tres tomos en folio menor.

Para los sucesos de España que se refieren en este y los siguientes capítulos, véanse los Apuntes histórico-críficos del marques de Miraflores, y los documentos que él mismo ha publicado,

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El 3 de Febrero de 1815: gaceta de 25 de Julio, tomo 6 núm. 769 fol. 783.

1820 Enero.

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lítico, y podia con verdad llamársele una conspiracion permanente. En el ejército habia hecho rápidos progresos, y por su medio estaban en secreta comunicacion los conspiradores en todas las provincias, procediendo bajo un mismo plan, como que eran movidos por un impulso uniforme. El disgusto con que marchaban á América las tropas destinadas á la expedicion de Buenos Aires, les presentó la ocasion mas oportuna que pudieran apetecer para realizar sus miras. Desde mediados de 1819, se descubrió un plan tramado en aquel ejército para el restablecimiento de la constitucion: creyóse que el general conde del Abisbal que lo mandaba, estaba en el secreto y que habia hecho traicion á sus compañeros, en cuya consecuencia fueron presos varios de los principales jefes y comandantes de cuerpos, confirmando esta sospecha el haberse dado por premio al conde la gran cruz de Cárlos III, aunque se le separó del mando de aquellas tropas, en el que le sucedió el teniente general conde de Calderon, D. Félix María Calleja, virey que habia sido de Nueva España.

Las cosas habian continuado en aparente tranquilidad desde el 8 de Julio que se descubrió la conspiracion de que acabamos de hablar, y se habian tomado activas medidas para acelerar el embarque de aquel ejército, cuando el 1.o de Enero de 1820, el coronel D. Rafael del Riego, que mandaba el batallon de Asturias, acantonado en el pueblo de las Cabezas de S. Juan, no lejos de Sevilla, proclamó al frente de las banderas la constitucion de 1812, y estableciendo en el lugar alcaldes constitucionales, marchó con su batallon á Arcos, en donde estaba el

cuartel general.

Púsose al propio tiempo en movimiento el batallon de Sevilla, acuartelado en Villamartin, bajo el mando de su segundo comandante D. Antonio Muñiz, y ambos cuerpos debieron llegar en el mismo dia al cuartel general; pero extraviado en su marcha el batallon de Sevilla, solo llegó Riego con el de Asturias. No por esto se frustró el intento, pues el batallon del general que se hallaba en Arcos y tenia mas fuerza que el de Asturias, estando de acuerdo en el plan, no solo no opuso resistencia alguna, sino que se unió á Riego, y habiendo sido muerto el centinela que estaba á la puerta de la casa en que se alojaba el conde de Calderon, fué preso éste con toda la plana mayor del ejército, sin que tal acontecimiento causase mucho pesar á aquel jefe, de quien se sospechó, que yendo á su pesar á la expedicion, no procuró, aunque pudo, contener la revolucion que habia de impedir la marcha.

Entre tanto esto sucedia en el cuartel general, D. Antonio Quiroga, que habia sido ascendido á coronel por haber llevado á Madrid el aviso de la prision y castigo de Porlier, con que fué sofocada la revolucion excitada por éste en Galicia, estando á la sazon preso en Alcalá de los Gazules, cerca de Sevilla, á consecuencia del descubrimiento de la conjuracion en Julio anterior, se evadió de la prision y con los dos batallones de España y la Corona, se dirijió á Cádiz y logró ocupar por sorpresa el puente de Zuazo y la isla de Leon; pero aun

8 Arcos es un ducado que se dió á la casa de Ponce de Leon, en cambio del de Cádiz. El célebre D. Rodrigo Ponce de Leon, que tanto contribuyó á la con

quista de Granada en el reinado de los
reyes católicos, era marques de Cádiz
y fué el primero que tuvo el título de
duque.

1820 Enero.

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que contaba con muchos adictos en la ciudad, no pudo hacerse dueño de ella, habiéndoselo impedido el teniente de rey de aquella plaza con las acertadas medidas que dictó. En la isla se reunieron á Quiroga siete batallones de los destinados á la expedicion, con lo que se restableció la constitucion en Jerez y en el Puerto de Santa María, y tomado el arsenal de la Carraca; declarada en favor del movimiento la artillería y batallon de Canarias que estaban en Osuna; los sublevados, á cuya cabeza se habian puesto ademas de Quiroga, O-Daly, Arco-Agüero, San Miguel y otros jefes, contaban ya con una fuerza considerable.

Dispusieron entónces que una columna móvil de 1.600 hombres á las órdenes de Riego, fuese á recorrer el pais, con el fin de extender la revolucion y proporcionar subsistencias para el ejército reunido en la isla: pero el éxito estuvo lejos de corresponder á sus esperanzas, pues Riego fué derrotado por las tropas que todavía se conservaban fieles al rey, y no habiéndose declarado pueblo alguno en su favor, se encontró en Sierra Morena sin recursos y reducida su fuerza á 285 soldados. Imposible le hubiera sido volver á la isla ni sostenerse en esta los sublevados, si los sucesos de las demas provincias y de la capital del reino, no hubiesen venido muy oportunamente á sacarlos de la situacion en que se encontraban. La masonería habia trabajado con el mayor empeño para no dejar que se malograse el movimiento de aquel ejército, y por efecto de las órdenes que hizo circular, se declaró la Coruña en 21 de Febrero, estableciendo una

9 En el tomo 5 de Diarios de cortes, sesion de 10 de Septiembre de 1820 fol. 163, se puede ver en el dictámen de

la comision de premios, la relacion de todos los movimientos y operaciones de las tropas que hicieron la revolucion,

junta gubernativa, de que fué nombrado presidente D. Pedro Agar, individuo que habia sido de la última regencia. Siguieron este ejemplo en los primeros dias de Marzo, Zaragoza, Barcelona y Pamplona, habiendo sido depuesto en esta última ciudad el virey, conde de Ezpeleta, sucediéndole Mina, que volvió de Francia y proclamó el 9 del mismo mes en Santistevan la constitucion de 1812. El rey entre tanto, desconfiando de todos y sin decidirse á tomar un partido determinado, estableció una junta cuva presidencia confirió á su hermano el infante D. Cárlos; publicó un decreto en 3 de Marzo con ofrecimientos de mejoras que á nadie satisfizo; dió comision á un consejero de Castilla para que fuese á Cádiz á contener los progresos de la revolucion, y dispuso juntar un ejército en la Mancha, que habia de mandar el general D. Francisco Ballesteros. Los sucesos sin embargo se precipitaban y no daban lugar á estas medidas dilatorias. El conde del Abisbal, que en Julio del año anterior habia estorbado la revolucion, se declaró por ella en Ocaña á 9 leguas de Madrid, al frente del regimiento imperial Alejandro, nombre que se le habia dado en honor del emperador de Rusia, lo que obligó al rey á publicar el 6 de Marzo otro decreto, convocando las cortes segun los usos antiguos de la monarquía; pero las dificultades que esto presentaba y lo indefinido del término de la convocacion, hicieron que esta medida, que hubiera acaso convenido algunos meses ántes, fuese entonces mal recibida y quedase sin efecto.

Los constitucionales seguros ya del triunfo, no podian contentarse con nada menos que con el logro completo de sus intentos; si estos se extendian á mas, como despues se

1820

Marzo,

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