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socorros no llegaban y Alhakem parecia tenerlos abandonados. Zaid veia crecer la alarma y los temores, y no hallaba ya medio de acallarlos. Asaltóle entonces el atrevido pensamiento de salir él mismo de la ciudad, ir á Córdoba, pedir auxilio al emir, y volver á la cabeza de las tropas auxiliares á libertar á Barcelona. Arrojado era el proyecto, pero ante ninguna dificultad retrocedia el intrépido y valeroso Zaid. Comunicóle á los demas gefes, nombró gobernador de la plaza durante su ausencia á su pariente Hamar, y se dispuso á ejecutar su designio á la noche siguiente. Encargó y recomendó mucho á sus compañeros que no desanimáran, que no se asustáran por nada, que tuvieran serenidad, pero que no provocáran al enemigo con salidas imprudentes, seguros de que no tardaria en venir en su socorro.

A estas instrucciones añadió otra muy notable, que prueba la revision al mismo tiempo que el ardor generoso del bravo musulman. «Si por casualidad, les dijo, cayese en poder de los cristianos, lo cual no es imposible, y quisieran sacar partido de mi cautiverio imponiéndome por condicion para el rescate de mi vida el exhortaros á entregar la ciudad, no me escucheis, no hagais caso de mis palabras, manteneos firmes, sufridlo todo, hasta la misma muerte, como la sufriré yo, antes que rendiros con ignominia. Esto es lo que os dejo encargado. ¿Cómo no habia de inflamarse, por decaido que estuviese, el espíritu de los muslimes con tales palabras?

Llegó la noche; una noche tenebrosa de invierno. Zaid habia observado un sitio del campo enemigo en que las tiendas y cabañas estaban menos espesas ó á mas distancia unas de otras. En aquella direccion salió Zaid á caballo por una puerta secreta: el animal parecia comprender el oculto designio de su dueño; en medio del silencio de la noche percibíanse apenas sus pisadas: asi llegaron sin ser sentidos casi á las últimas chozas que ceñian el campamento: unos pasos más, y el atrevido musulman se veia libre de peligros. Ya casi se lisonjeaba de estarlo cuando una desigualdad del camino hizo tropezar al caballo: el cuadrúpedo se levanta, relincha, espoléale el ginete, corren..... poco les falta para salvar el campo..... pero al relincho del corcel todos los centinelas se han puesto en movimiento, y Zaid encuentra embarazado el paso por un peloton de soldados. En su vista retrocede camino de Barcelona: pero la alarma habia cundido por todas partes; por todas encuentra soldados cristianos, que le acosan, le cercan, le hacen en fin prisionero, y le conducen á la tienda del rey. La alegría se derrama por el campamento cristiano; la noticia no tarda en llegar á los sitiados de Barcelona: compréndese el terrible efecto que causaria.

Sucedió todo lo que Zajd habia previsto. Los francos quisieron valerse de

su ilustre prisionero para que aconsejara á los suyos la entrega de la ciudad, Presentáronle, pues, ante los muros de Barcelona con un brazo ligado, el otro desnudo y suelto. Cuando Zaid llegó á sitio de poder hacerse oir de los suyos agolpados sobre las murallas, extendió hácia ellos el brazo que le quedaba libre, y comenzó á exhortarlos á voz en grito que abriesen las puertas de la ciudad; pero al mismo tiempo doblaba los dedos y hacía otras semejantes demostraciones, como para dar á entender que ejecutáran todo lo contrario de lo que con la voz les ordenaba. Reparó el duque Guillermo en aquel juego misterioso, sospechó de él, y no pudiendo reprimir su indignacion dejóse arrebatar hasta el punto de descargar su puño sobre el rostro del astuto musulman. Su seña, sin embargo, no habia sido perdida: los gefes de la ciudad la comprendieron y continuaron defendiéndose con vigor. Tambien los sitiadores redoblaron sus esfuerzos. Resolvióse el asalto general; no hubo máquina que no se empleára; eran tantas, dice la crónica, que faltaba sitio para colocarlas: abriéronse al fin algunas brechas, mas al penetrar por ellas los cristianos, millares de flechas, piedras y dardos llovian sobre ellos. Los cristianos hacian no menor destrozo en los musulmanes.

Últimamente, agotados todos los medios de defensa, hostigados por todas partes, oprimidos por el número, su gefe en poder de los sitiadores, cedieron los árabes y se rindieron, mas no sin obtener honrosas condiciones del vencedor, entre ellas la de salir de la ciudad ellos y sus familias con armas y bagages, y la de poder retirarse libremente á la parte de territorio musulman que les agradase escoger. Bajo este pacto abrieron las puertas y franquearon la entrada al ejército franco-aquitanio. Solo entró aquel dia una parte de él á tomar posesion de la ciudad. Hízolo el rey al siguiente con gran aparato, precedido de sacerdotes y clérigos cantando salmos y entonando himnos, y con este cortejo pasó á la iglesia de Santa Cruz á dar gracias á Dios por tan importante victoria (1).

Poco tiempo permaneció en Barcelona el rey Luis. Dejando en ella en caHidad de conde å Bera, noble godo, y uno de los capitanes que mas se habian distinguido en el asedio, con fuerte guarnicion de francos y españoles, regresó á Aquitania. Desde alli despachó al conde Bego á anunciar al emperador Cárlo-Magno, su padre, los triunfos de sus armas, enviándole en testimonio de ello al ilustre y desgraciado prisionero Zaid con multitud de des

(4) A las noticias de Eginhard, del Astrónomo autor de la vida de Ludovico Pio, del arzobispo Marca, de Conde, de la Historia de Languedoc, etc. sobre estos sucesos, hemos añadido los interesantes y dramáticos por

menores que solo se encuentran en la obra titulada Gesta Ludovici Pii, de Ermoldius Nigellius, ó Ermold-el-Negro, como le nom, bra Mr. Guizot,

pojos de guerra. Bego encontró en Lyon un ejército que Carlo-Magno enviaba en auxilio de su hijo Luis, al mando de Cárlos su hermano mayor, el cual, no siendo ya necesario, volvió incorporado con Bego cerca de su padre. Extraordinario júbilo causó al emperador la nueva de la conquista de Barcelona, y acaso, añade un historiador francés, le halagó un momento la idea de poder hacer de toda España una provincia del imperio de Occidente con que acababa de ser investido (1). Cuéntase que Zaid fué mal recibido y no mejor tratado por el nuevo emperador, y que el mismo dia de su presentacion le condenó á destierro.

Tal fué el famoso sitio y toma de Barcelona por Ludovico Pio, hijo de Carlo-Magno y rey de Aquitania; uno de los mas importantes acaecimientos de aquella época, por las consecuencias que estaba llamado á producir; verdadero fundamento de la Marca Gótica, y principio y base del condado de Barcelona, que tanta influencia y tanto peso habia de tener en la solemne lucha entre el mahometismo y el cristianismo, entre la esclavitud y la libertad de España, que hacía cerca de un siglo se habia inaugurado.

(4) Carlo-Magno recibió la corona del Leon III. en Roma ej aŭp 800. imperio de Occidente de mano del papa

CAPITULO VIII.

ALFONSO 11. EN ASTURIAS: ALHAKEM I. EN CÓRDOBA.

De 902 á 84

Recobra Alhakem una parte del territorio perdido en la España Oriental.-Noche horrible y trágica en Toledo. Espantoso espectáculo. Crueldad abominable del wali Amrů. -Sublevacion en Mérida apagada. La bella Alkinza.-Conspiracion en Córdoba contra el emir. Otra catástrofe sangrienta.-Cárlo-Magno y su hijo Luis de Aquitania intentan en vano por tres veces distintas tomar á Tortosa.—Frústrase otra espedicion de los francos contra Huesca.-Invasion de Ludovico Pio, rey de Aquitania, hasta Pamplona. Sus esquisitas precauciones al regresar por Roncesvalles.-Triunfos del rey Alfonso el Casto en Galicia sobre los arabes.-Famosos rescriptos de Cárlo-Magno y Luis el Pio en favor de los españoles de la Marca Hispana.-Abdicacion del emperador Carlo-Magno en su hijo Luis.-Alhakem proclama sucesor del imperio á su hijo Abderrahman. Muerte de Cárlo-Magno, y division de sus estados.-Horrorosas escenas en Córdoba. Suplicio de trescientos nobles musulmanes. Famosa destruccion del arrabal. Emigracion de veinte mil cordobeses.-Misantropía de Albakem: sus demencias: su muerte. Alfonso el Casto: funda y dota la catedral de Oviedo.—La cruz de los Ange◄ les.-Invencion del sepulcro del apóstol Santiago.-So erige en catedral el templo de Compostela. Restablece Alfonso el órden gótico en su reino. Ultimos hechos de Alfonso el Casto: sa muerte.

Dominaba Alfonso el Casto en el segundo año del siglo IX. ademas de las Asturias, el pais de Galicia hasta el Miño, algunos pueblos de lo que despues fué Leon y Castilla, la Cantabria y provincias vascas, debilitándose su accion en estas últimas hasta perderse en la Vasconia, que á veces se sometia á los sarracenos ó se aliaba con ellos ó con los francos, ó se mantenian libres algunas de sus comarcas el tiempo que podian. Las ciudades de la Lusitania, poseidas por los árabes, pero expuestas á las irrupciones de los cristianos de Asturias, solian mudar frecuente aunque momentáneamente de dueño, segun los varios sucesos de la guerra. Los musulmanes acababan de ver

desmembrarse una buena parte de su imperio por una y otra vertiente del Pirineo Oriental, y la conquista de Barcelona aseguraba al hijo de CárloMagno el territorio español que con el nombre de Marca Hispana se estendia desde las fronteras de la Septimania hasta Tortosa y el Ebro, y constituia una parte integrante de la Marca Gótica.

No se comprende la causa de haber estado el emir Alhakem tan remiso en socorrer á los apurados defensores de Barcelona. Acaso no le pesaba ver comprometido á aquel Zaid que antes habia cometido la imprudente ligereza de ofrecer la entrega de la plaza á Cárlo-Magno. Es lo cierto que todo estaba terminado ya cuando el emir se movió con su ejército á Zaragoza. No fué, sin embargo, estéril esta expedicion. Procedió primeramente á ocupar á Pamplona que no perdonaba ocasion de desprenderse del dominio musulman, y descendiendo por las riberas del Ebro pasó á Huesca, cuyo wali Hassan era de aquellos que se ofrecian á musulmanes y á cristianos, y no guardaba fé ni á cristianos ni á musulmanes. Y habiendo restablecido alli su autoridad y acaso decapitado al wali (de quien por lo menos no volvió á saberse), dedicóse á esterminar al famoso guerrillero mahometano Balhul, que desde Tarragona, la antigua ciudad de los Escipiones y de los Césares, ahora guarida de un bandido musulman, con sus bandas de cristianos, gente ruda y montaraz de los Pirineos, sorprendia las guarniciones muslimicas de las comarcas del Ebro, vejaba las poblaciones y devastaba los campos. Pudo el emir apoderarse fácilmente de Tarragona, que se hallaba desmantelada de muros, pero habiéndose corrido Balhul hácia Tortosa, alli le persiguió el emir, que despues de darle muchos combates parciales logró al fin vencerle en formal batalla, no sin esfuerzo grande, que no menos de catorce horas se sostuvo peleando con impavidez el rebelde caudillo musulman. Cayó por último vivo en manos del emir, que instantáneamente y en el acto le hizo decapitar (803). Con esto y con proveer á la seguridad de la frontera, sin intentar por entonces recobrar á Barcelona, regresó Alhakem por Tortosa, Valencia, Denia y el pais de Tadmir á Córdoba, desde donde envió una embajada (804), con un séquito de quinientos caballeros andaluces, al jóven Edris ben Edris que acababa de ser proclamado emir independiente del Magreb, ofreciéndole su amistad y alianza; que importaba mucho á los Ommiadas de Córdoba fomentar todo lo que fuese desmembrar el imperio de los Abassidas de Oriente (1).

(1) Este Edris ben Edris, segundo emir de Fez, que vino á ser capital do unimpeindependiente de Africa, fué el que despues rio.

en 807 (191 de la hegira) edificó la ciudad

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