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bés Pablo Alvaro (1), å mediados del siglo IX. apenas se encontraba en aqueHla tierra quien supiese escribir bien una carta en latin, habiendo por el cotrario muchisimos que hacian elegantes y muy correctos y limados versos en árabe. Y esto hubiera acontecido de todos modos con el trascurso de los tiempos, aun cuando el emir Hixem no hubiera prohibido, como prohibió, que se enseñase el latin en las escuelas de los cristianos, y ordenado el uso del árabe para todas las transacciones sociales.

Entretanto en el Oriente de España, en la Cataluña ó condado de Barcelona, formábase tambien otra lengua, nacida, como la castellana, del latin corrompido y modificado con los idiomas y dialectos de los pueblos de raza germánica que se establecieron en el Mediodía de la Francia, con quienes en tan inmediatas y tan largas relaciones estuvieron aquellas regiones españolas. Este idioma, construido tambien sobre las ruinas del romano, fué el provenzal ó lemosin, del que dijo nuestro historiador Gaspar Escolano: «La ter«cera lengua maestra de las de España es la lemosina, y mas general que todas..... por ser la que se hab'aba en Provenza, y toda la Guiayna, y la Francia Gótica, y la que agora se habla en el principado de Cataluña, reino de «Valencia, Islas de Mallorca, Minorca, etc (2).» Y hablábase en efecto el lemosin en la larga zona comprendida desde las fronteras de Valencia y parte de Aragon, Cataluña, la Guiena, Languedoc, Provenza, y la Italia Septentrional hasta los Alpes: era la lengua de los célebres trovadores provenzales (3).

No insistimos ahora mas sobre este punto, porque la historia y los documentos nos irán mostrando cómo el idioma, siguiendo la misma marcha que la nacion, se fué formando como ella sobre los fragmentos incoherentes y dispersos arrancados á anteriores dominaciones, que unidos con el tiempo habian de constituir una nacion y una lengua propia, abundante y rica.

(1) En su Indiculus luminosus.

zal, porque los catalanes en su famosa Pro(2) Hist. de Valencia, part. I., lib, 1. clamacion católica recuerdan al rey de Esap. 14.

(3) «Tal vez, añade un moderno escritor francés que suele hablar con acierto de las cosas de España, tal vez en Cataluña y Aragon tomó origen el uso de la lengua proven

paña, como uno de sus principales méritos, que los primeros padres de la poesia vulgar fueron los catalanes....» Viardot, Hist. de los Arábes de España, part, II., cap. 2.

CAPITULO XIV.

ABDERRAHMAN III. EN CÓRDOBA:

DESDE GARCÍA HASTA ORDOÑO III. EN Leon.

De 912 á 950.

Toma Abderrahman el titulo de Califa y de Emir Almumenim.-Dedícase á pacificar la España musulmana.- Vence á Caleb ben Hafsûn.-Persigue y somete á los rebeldes de Sierra Elvira.-Breve reinado de García, primer rey de Leon.-Eleccion de Ordoño II.Recobra Abderrah nan á Zaragoza.-Muerte del famoso revolucionario Ben Hafsûn.Triunfo de Ordoño II. sobre los árabes en San Esteban de Gormaz.-Derrota de los reyes de Leon y Navarra en Valdejunquera: resultados de esta batalla.-Llega Ordoño II. hasta una jornada de Córdoba.-Prende y ejecuta á cuatro condes de Castilla.-Muerte de Ordoño II.-Efimero reinado de Fruela II.-Jueces de Castilla: Lain Calvo y Nuño Rasura.-Alfonso IV. de Leon.-Gloriosos triunfos de Abderrahman.-Apodérase de Toledo.-Ramiro II. de Leon.-Encierra en un calabozo á su hermano Alfonso y á sus tres primos, y hace sacarles los ojos.-Su primera campaña contra los sarracenos: toma y destruye á Madrid.-El conde Fernan Gonzalez.-Célebres batallas de Simancas y Zamora: triunfos de Ramiro II.-Tregua con Abderrahman.-Prision y libertad de Fernan Gonzalez.-Muerte de Ramiro II. y elevacion de Ordoño III.

Llegamos á uno de los reinados mas brillantes de la dominacion árabe en España; pero tambien comienza á complicarse la historia de esta nacion, abriéndose nuevos teatros á los sucesos.

Reinaba García en Leon; gobernaban sus dos hermanos Ordoño y Fruela la Galicia y Asturias, como condes ó señores, ó si se quiere con el titulo honorario de reyes; á Borrell I. habia sucedido Sunyer en el condado de Barcelona (1); y en Navarra seguia reinando Sancho García ó Garcés, cuando

(4) Y no Miron, como suponen casi todas hasta que en la obra antes citada del archiQuestras historias, inclusas las de Cataluña, vero Bofarull se fijó la verdadera cronologia

subió al trono de los Beny-Omeyas el nieto de Abdallah, el hijo de Mohammed el Asesinado, el jóven y aventajado principe que estaba siendo el encanto y las delicias de la córte de Córdoba, el mas hermoso de los muslimes, el de color sonrosado y ojos azules, el amable, el gentil, el erudito y prudente Abderrahman, de quien anunciamos habia de ser la gloria y el orgullo de los Ommiadas, de quien dijo Ahmed Almakari, «que Dios le habia dado la mano blanca de Moisés, aquella mano poderosa que hace brotar agua de las peñas, que hiende las olas del mar, la mano que domina, cuando Dios lo quiere, los elementos y la naturaleza entera, y con la que llevó el estandarte del islamismo mas lejos que ninguno de sus predecesores.» Todos los pueblos y todos los partidos recibieron con júbilo la proclamacion de aquel jóven de veinte y dos años, á quien conocian ya por su discrecion y sus virtudes. Los partidarios de Abdallah veian en él al predilecto de su abuelo; los muzlitas no recelaban de un principe cuyo padre habia sido sacrificado por su propia causa; y hasta los cristianos andaluces, despues de las persecuciones sufridas, miraban con aficion al primer soberano musulman por cuyas venas corria sangre cristiana, porque da madre que le parió (dice la crónica árabe) se llamaba María, hija de padres cristianos (1).»

y

Fué el primer emir de Córdoba que tomó el título de Califa á imitacion de los de Bagdad, abusivamente dado por nuestros historiadores á los que le habian precedido. Y deseando honrarle los pueblos le dieron tambien otros como el de Imam, de Al-Nassir Ledin Allah (amparador de la ley de Dios), de Emir Almumenin (principe de los fieles), de que los cristianos hicieron por corrupcion Miramamolin. Fué el primero tambien que hizo grabar su nombre y sus títulos en las monedas, que hasta entonces no se habian diferenciado de las de los califas de Oriente sino en la indicacion del año y lugar en que se acuñaban. En las de Abderrahman se leia de un lado esta frase sacramental: No hay mas Dios que Dios, único y sin compañero: cincundada de una orla que contenia estas palabras: En el nombre de Dios, este dirhem (ó

de los condes. Es estraño que babiéndose publicado esta obra en 1836, y habiendo dado á luz tres años despues el diligente Cárlos Romey el tomo UI. de su Historia de España, haya incurrido en el mismo error cronológico, haciendo á Miron sucesor de Wifredo el Velloso, cuando mediaron entre los dos Borrell., Sunyer 6 Suniario, y Borrell II. Acaso no conoceria aun los Condes de Bar

celona vindicados.

(1) Conde, cap. 68.-Segun un Mss. del Escorial á que se refiere Morales, Abderrahman III. era nieto de Abdallah y de lõiga, hija de García Iñiguez el de Navarra, la cual fue cautivada en la batalla de Aybar en que murió su padre. Mohammed, hijo de esta cristiana, se casó tambien con otra, llamada Maria, de quien naciò Abderrahman.

dinar) ha sido acuñado en Andalucia en tal año. De otro lado: Imam Alnasir Ledin Allah Abd-el-Rahman Emir Almumenin; y por último, la leyenda siguiente: Mahoma es el apóstol de Dios: Dios le envió para dirigir el mundo, para anunciar la verdadera religion, y hacerla prevalecer sobre todas las demas, á despecho de los adoradores de muchos dioses. La naturaleza de los caractéres arábigos y el carecer sus monedas de busto permitian tan largas inscripciones. A partir de este reinado muchas de ellas llevaban tambien el nombre del hagib ó primer ministro, lo cual no dejó en lo sucesivo de infiuir en las prerogativas de estos primeros funcionarios.

Dedicóse antes de todo Abderrahman á pacificar la España muslímica, y dirigiendo sus miras hacia los hijos del rebelde Hafsûn que seguian apoderados de Toledo, de algunas ciudades del Mediodía, y de gran parte del Este de España, hizo un llamamiento general á todos los buenos muslimes, los cuales acudieron en tanto número á la voz del nuevo califa, que para que las fami lias no quedaran sin apoyo y los campos sin cultivo, fué menester limitar las huestes, quedando reducidas á cuarenta mil hombres, distribuidos en ciento veinte y ocho banderas. Al frente de este ejército se encaminó Abderrahman hácia Toledo. Sometiéronsele pronto las fortalezas de la comarca, y no atreviéndose Caleb ben Hafsûn á sostener la campaña, salió en busca de refuerzos á la España Oriental, dejando encomendada la defensa de Toledo á su hijo Giafar. Siguióle alli el califa: su tio el valeroso Almudhaffar, bien conocido ya de los rebeldes, guiaba la vanguardia y se encargó de dirigir el combate. Pronto se encontraron con los enemigos en una espaciosa llanura á propósito para los horrores de una batalla campal, entre Toledo y las montañas de Cuenca. Prévias algunas ligeras escaramuzas entre las avanzadas de uno y otro ejército, empeñáronse en la lid ambas huestes en medio de espantosos alaridos y al ruido de las trompetas y añafiles (1). Algun tiempo estuvo incierta la victoria. Al fin la numerosa caballería de Abderrahman desordenó las filas contrarias, y siete mil cadáveres enemigos quedaron cubriendo el campo del combate; el triunfo costó al califa tres mil hombres: Ben Hafsûn se retiró á Cuenca con fuerzas respetables todavía. Era la primera batalla en que se encontraba el jóven Abderrahman, y se estremeció de ver tanta sangre muslímica derramada; los heridos de uno y otro partido le merecieron igual solicitud, y mandó que se curara á todos con esmero (913).

La continuacion de aquella guerra quedó al cuidado del entendido y leal Almudhaffar, y el califa se volvió á Córdoba acompañado de los principales jc

(1) A naft: una de las muchas palabras árabes que quedaron en nuestro idioma.

ques de las tribus andaluzas y de los gefes de su guardia particular. Poco tiem-po permaneció en la córte del imperio. Habia entrado en su ánimo antes que todo sosegar las turbulencias intestinas y calmar los enconos de los partidos, y con este objeto se dirigió á las sierras de Jaen y Elvira, donde se abrigaban rebeldes que no cesaban de inquietar el reino. Cuál seria la politica, la prudencia, la dulzura, y la confianza que inspiraba el jóven califa, demuéstranlo los resultados. Los mas poderosos y altivos guerrilleros de aquellos montes no solo le rindieron las armas, sino que pidieron emplearlas en su servicio y ayudarle á acabar la guerra civil. Tales fueron el ya célebre Azomor, señor de Alhama, y el famoso Obeidalah, señor de Cazlona y gefe de los sediciosos de Huéscar y de Segura. El generoso Abderrahman no solo los recibió con benevolencia, sino que nombró al primero alcaide de Alhama, y al segundo wali de Jaen. Valióle esta conducta la sumision de mas de doscientos alcaides de poblaciones fuertes, que tremolaron en sus almenas el pendon real con gran contento del pais. Despues de lo cual regresó Abderrahman á Córdoba, y fué recibido del pueblo con inexplicable regocijo (915).

¿Qué era entretanto de los reyes de Leon? Las crónicas musulmanas no hablan de guerras con los monarcas cristianos en los primeros años de Abderrahman, ni los mencionan siquiera. Pero suplen este vacío las crónicas cristianas. Por ellas sabemos que el primer rey de Leon, Garcia, hizo el primer año de su reinado (910) una espedicion contra los moros de Hafsûn, en que habiendo talado y quemado á Talavera, volvió con gran botin y cautivos, entre ellos el caudillo Ayola, que por descuido de los conductores logró fugarse (1). Que dotó, segun costumbre, varias iglesias y monasterios, entre ellos el de San Isidoro de Dueñas, y que murió en Zamora despues de un reinado de poco mas de tres años (desde diciembre de 910 á enero de 914). A su muerte, reunidos los grandes de palacio y los obispos del reino para el nombramiento de sucesor, con arreglo á la antigua costumbre de los godos, fué electo rey de Leon su hermano Ordoño, que gobernaba la Galicia, y que ya en mas de una ocasion habia aterrado á los musulmanes con sus arrojadas escursiones hasta el Guadiana. Asi volvieron á reunirse bajo un cetro Leon y Galicia, momentáneamente separadas (2),

Ocupábase Abderrahman, despues de los triunfos de Jaen y Elvira, en embellecer y agrandar los palacios, mezquitas, fuentes, y otros edificios de Córdoba y de otras ciudades de Andalucía, cuando recibió cartas de su tio Almudhaffar noticiándole sus ventajas contra los rebeldes de Ben Hafsûn, á

(1) Sampir. Chron. n. 17.

Sandoval, Cinco Obispos-Morales, lib. 15.

(2) Samp. ibid-Silens. Chron. p. 295.---Florcz, t. 44.

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