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demia; era Córdoba como la Atenas del siglo X., y la liberalidad, largueza y munificencia con que se premiaba las obras del ingenio era tal, que para creerla necesitamos verla por tantos y tan contestes testimonios confirmada. Pero compréndese bien á costa de cuántos sacrificios, de cuánta solicitud y de cuántos dispendios hubo de adquirirse aquella asombrosa coleccion de 400 ó 600 mil volúmenes manuscritos que constituian la biblioteca del palacio de Meruan.

Hay que advertir, no obstante, que ni este riquísimo depósito de las producciones de la inteligencia, ni la civilizacion que en aquel tiempo llegaron á alcanzar los árabes, fué obra de solo Alhakem II. nf de solo su reinado. Lá preparacion venia de atrás, y era una semilla que habia ido desarrollándose y creciendo. Desde que Abderrahman 1. fundó el califato español, propúsose la dinastía de los Beni-Omeyas aventajar asi en civilizacion como en material grandeza el imperio de sus implacables enemigos los Abassidas de Damasco y de Bagdad. El primer Abderrahman habia buscado ya las mayores celebridades literarias para encomendarles la educacion de sus hijos, los cuales asistian á los certámenes académicos, á las audiencias de los cadies y á las sesiones del divan. El fundador del imperio muslimico de Occidente erigió ya multitud de madrisas ó escuelas, premiaba los doctos, y hasta nosotros han llegado los elegantes versos que él mismo escribió con su pluma. Su hijo Hixem siguió las huellas de su padre y fomentó y propagó la enseñanza. Alhakem I., aunque sanguinario y cruel, era docto y le dieron el sobrenombre de el Sabio. Abderrahman II. oia y examinaba las producciones literarias de sus hijos Ibam y Othman. Del III. hemos visto cómo llevaba á su córte los sábios de todas las partes del mundo y los colocaba en los cargos y puestos mas eminentes del estado, cómo iba siempre rodeado de un séquito numeroso de astrónomos, médicos, filósofos y poetas distinguidos, y debiale Alhakem II. su esmerada educacion literaria. Este califa, ilustradísimo ya y aficionado á las letras, alcanzó un período dichoso de paz; y como el gérmen de la civilizacion existia, desarrollóse al amparo de su proteccion, al modo que las plantas crecen con lozanía cuando despues de mucho cultivo y de copiosas lluvias aparece un sol claro, radiante y vivificador.

Una observacion nos suministra la lectura de las historias arábigas. Ni un solo literato, ni un solo erudito deja de ser mencionado por sus historiadores. No se verá que omitan jamás los nombres de los doctos que florecieron en cada reinado, con sus respectivas biografias y la correspondiente reseña de sus obras. Citase con frecuencia el fallecimiento de un profesor distinguido como el acontecimiento mas notable de un año lunar. La narracion de un comhate empeñado entre dos ejércitos se interrumpe en lo mas interesante

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para dar cuenta de que alli se encontraba, ó de que llegó á la sazón, ó de que murió á tal tiempo en cualquier punto que fuese tal poeta ilustre ó tal astrónomo afamado. Conócese que estaba como encarnada en aquellas gentes la apreciacion del mérito literario, y asi correspondia á un pueblo en que los califas eran eruditos, en que los príncipes eran bibliotecarios, y en que los guerreros soltaban el alfange con que habian combatido para empuñar la pluma y transcribir con ella las escenas mismas en que acababan de ser actores en los campos de batalla.

Anticiparemos, sin embargo, aunque mas adelante tendremos ocasion de hacerlo observar, que era esta una ilustracion mas brillante que positiva, mas superficial que sólida y mas poética que filosófica, con cuya prevencion ya no nos maravillaremos tanto cuando la veamos desaparecer.

Tal era el estado de los dos pueblos, musulman y cristiano, cuando murió el ilustre Alhakem Almostansir Billah. Uno y otro van á sufrir grandes mudanzas y alteraciones en su situacion fisica v moral.

CAPITULO XVIII.

ALMANZOR EN CORDOBA:

DE RAMIRO III. A ALFONSO V. EN LEON.

De 76 a 1002.

Situacion de los tres reinos cristianos al advenimiento del califa Hixem II.-Menoria de Ramiro III. de Leon.-Pónesele bajo la tutela de dos religiosas.-Imprudencias y desórdenes del monarca en su mayor edad.-Irrita á los nobles y proclaman á Bermudo II. el Gotoso.-ALMANZOR primer ministro y regente del califato.-Imbecilidad del tierno califa.-Obra Almanzor como soberano del imperio.-Su nacimiento: sus altas prendas: su conducta.-Jura eterna guerra á los cristianos.-Sus dobles campañas anuales.-Sus triunfos.-Fuga de Bermudo II. á Asturias.-Toma Almanzor á Leon y la destruye.Sus victorias en Africa.-Conquista á Barcelona.-Recóbrala el conde Borrell II.-Des cripcion de las fiestas nupciales del bijo de Almanzor.-Los Siete Infantes de Lara.Vence Almanzor y bace prisionero al conde García Fernandez de Castilla: su muerte.— Destruye el gran templo de Santiago de Galicia.-Triunfos de los musulmanes españoles en Africa.-Muerte de Bermudo II. de Leon.-Alfonso V.-Calamitosa situacion de la España cristiana.-Alianza de los soberanos de Leon, Castilla y Navarra para resistir á Almanzor.-Refuerzos que éste recibe de Africa.-Famosa batalla de Calatañazor.-Glorioso triunfo de los cristianos.-Almanzor es derrotado despues de veinte y cinco años de victorias, y de cincuenta batallas felices.-Muere en Medinaceli. Epitafios de su sepulcro.

Podemos anunciar que llegamos á uno de los periodos mas importantes de la dominacion sarracena en España. El nombre del personage que va á la cabeza de este capítulo lo dice tambien bastante al que no sea del todo peregrino en nuestra historia de la edad media. En el hecho mismo de ponerle al frente, no siendo Almanzor califa, damos ya en entender suficientemente

que no va á ser el califa, sino su primer ministro, el alma y el sosten del imperio musulman y el gran competidor de los cristianos en la época que nos toca describir.

Por una rara y singular coincidencia, de los cinco estados independientes que se han formado en nuestra Península, á saber, el imperio árabe, los reinos de Leon y de Navarra, y los condados de Barcelona y de Castilla, en los tres primeros y mayores reinan simultáneamente tres niños, Ramiro III. en Leon, Sancho Garcés el Mayor en Navarra, Hixem II. que ha sucedido á su padre Alhakem II. en Córdoba: acontecimiento nuevo para los tres reinos, de donde hasta ahora hemos visto excluidos los príncipes de menor edad. ¿Cuál de los tres tiernos soberanos prevalecerá sobre los otros? Naturalmente habrá de preponderar aquel que tenga la fortuna de ver depositadas las riendas del estado que él no pueda manejar en manos mas robustas y vigorosas, el que vea encomendada la direccion del reino á persona de mas talento y capacidad, la de la guerra á genio mas activo y emprendedor.

Habiase confiado la tutela y educacion del tierno monarca leonés y la regencia del reino á dos mugeres, á dos religiosas, que lo era ya su tia Elvira cuando subió Ramiro III. al trono, y entró tambien despues en el claustro su madre Teresa, la viuda de Sancho I. Por fortuna á la natural flaqueza del sexo suplia la piedad y discrecion de estas dos mugeres, en términos que no solo marchaba en prosperidad el estado bajo su gobierno, sino que en una asamblea de obispos y magnates celebrada en Leon (974) se dieron gracias á Dios por los particulares beneficios que el reino disfrutaba bajo la acertada y prudente direccion de las dos piadosas princesas, y principalmente de Elvira, que era la que ejercia mas manejo en los negocios públicos, hasta el punto de decir aquellos próceres, que si por el sexo era muger, por sus distinguidos hechos merecia el nombre del varon (1). En principios de virtud y en máximas de sana moral educaban las dos religiosas princesas á su real pupilo: ejercitábanse en piadosas obras y fundaciones; remediaban y corregian abusos, contándose entre sus medidas la supresion que de acuerdo con los obispos hicieron de la silla episcopal creada en Simancas por Ordoño II. contra los sagrados cánones que prohibian la existencia simultánea de dos cátedras episcopales en una misma diócesis. Prosperado hubiera el reino de Leon bajo el gobierno de tan virtuosas y discretas señoras, si por una parte el príncipe no hubiera, á medida que crecia en años, crecido tam

(1) Et quoniam scriptum est (dijeron aquellos ilustres varones) quia non est discretio apud Dominum diversorum sexuum

virorum ac fœminarum, sed qui recte credit et recte agit sine dubio vir nuncupatur, clc. Risco, Esp. Sag, tom. 34, pag. 283.

bien en aviesas inclinaciones, desviádose de los saludables consejos de su madre y tia, y dado rienda á sus pasiones juveniles y á los instintos de su natural soberbio y altivo; y si por otra parte el reino leonés hubiera podido conservar la paz que habian respetado Abderrahman III. y Alhakem II., y no se hubiera levantado en el imperio musulman un genio inquietador y belicoso que habia de poner en turbacion y conflicto todos los estados cristianos.

Como si diera por perdido el tiempo que las directoras de su educacion habian tenido enfrenadas sus malas tendencias y quisiera darse prisa á indemnizarse, asi obró Ramiro III. tan pronto como salió de su menor edad. Con pretesto de que no debia tolerar que el reino continuára gobernado por mugeres y de querer manejar los negocios por si mismo, emancipóse de sus dos prudentes ayas, contrajo matrimonio con una señora llamada Urraca Sancha, de no conocida familia y no señalada por lo prudente; y lo que fué peor, juntando Ramiro á los caprichos y desarreglos de su corta edad los ímpetus de un natural presuntuoso, despreciador de los grandes, no cumplidor de las palabras, y desatento y acre en las respuestas, ni instruido ni veraz ni discreto (1), de tal manera disgustó y desabrió á los condes y próceres de Galicia, Leon y Castilla, ya de por sí poderosos y enva→ lentonados, que los mas se le hicieron enemigos, y los de Galicia abiertamente se le rebelaron proclamando á Bermudo, hijo de Ordoño III. y aun procediendo á consagrarle como rey en la iglesia de Santiago (980). Noticioso Ramiro de esta novedad salió con sus tropas en busca de su competi dor: encontráronse ambas huestes en Portela de Arenas, donde se dió una batalla, en que murieron muchos de ambas partes, mas sin que se decidiera en favor de ninguna la victoria. Retiróse Bermudo á Compostela, y Ramiro, que de suyo no era muy belicoso ni esforzado, volvióse tambien à Leon. La muerte que á los dos años sorprendió á Ramiro dejó á su rival desembarazado el camino del trono. Fué sepultado en San Miguel de Destriana, donde yacia su abuelo Ramiro II. (2).

(1) Tal es el retrato que de este principe nos ha dejado el obispo Sampiro en el nú mero 29 de su Crónica.

(2) Suponen algunos haber vivido toda via Ramiro dos años, fundados en tres diplomas de este rey hallados en el monasterio de Sahagun que llevan la fecha 984. Dada la autenticidad de estos documentos, resultaria haberse retirado á aquel monas terio despues del reconocimiento de Bermu

do como rey de Leon. Mas en cuanto á la duracion de su reinado, parece no dejar lugar á duda los testimonios contestes de Sampiro, del Silense, de Lucas de Tuy y de Rodrigo de Toledo. Debemos, no obstante, advertir que asi en este reinado como en el que le sigue se nota tal discordancia de fechas entre los autores, que no hay medio fácil ni acaso posible de conciliarlos. El ba ber terminado Sampiro su luminosa crónica.

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