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sura de Lampegia; la cabeza de Munuza la envió al Califa segun costumbre, esponiéndole las causas que le habian movido á esta rápida eje→ cucion.

Desembarazado de este rival, Abderrahman se pone en marcha con su grande ejército, el mayor que se habia visto jamás en España bajo los estandartes blancos de los Ommiadas. Dirigese por Pamplona y el Bidasoa á los Pirinéos, franquea esta inmensa barrera, penetra por los fértiles valles de Bigorra y el Bearnés en los estados de Eudon, duque de Aquitania. El inmenso ejército se derrama como un torrente devastador; Burdeos intenta resistirle, pero es tomada y saqueada, el conde que la defendia cae prisionero, y tomándole por Eudon, los árabes le cortan la cabeza para enviarla á Damasco. Prosigue el ejército sarraceno su marcha terrorosa, pasa el Garona y el Dor. doña, y encuentra al fin á Eudon con considerables fuerzas de cristianos: Abderrahman no duda un momento en arremeter á Eudon, y el ejército aquitanio queda destrozado. Los sarracenos victoriosos, cargados de botin, marchan sin otro obstáculo que el inmenso despojo, y se presentan delante de Poitiers: penetran en un arrabal y le incendian, pero el centro fortificado de la ciudad se prepara á resistirles. Abderrahman duda si atacar á Poitiers ó marchar contra Tours, cuando vienen á anunciarle que numerosas huestes mandadas por Carlos, hijo de Pepino, duque soberano de los Franco-Austrasios, marchan á su encuentro unidas con las reliquias del destrozado ejército de Eudon. Los francos y los árabes se encuentran en las vastas llanuras que se estienden entre Tours y Poitiers. Seis dias maniobran los dos ejércitos en presencia uno de otro; al séptimo ú octavo se empeña sériamente el combate; Abderrahman, confiado en su fortuna, acomete el primero impetuosamente con un cuerpo de caballería, la pelea se hace general, horrible la matanza por ambas partes, y pasa el dia sin declararse la victoria. Reempréndese al siguiente dia la batalla; Abderrahman arremete con rabioso brío, y rompe la espesa línea de los austrasios; los robustos soldados del Norte pelean cuerpo á cuerpo con los tostados árabes y africanos..... un tumulto se levanta en las tiendas de los sarracenos: eran las tropas del duque de Aquitania que habian hecho una irrupcion por aquel lado: los árabes, temiendo perder las riquezas de su botin, hacen un movimiento retrógrado para defender su campo; este movimiento introduce la confusion; en vano Abderrahman intenta restablecer el órden; haciendo heróicos esfuerzos cae del caballo atravesado de infinitas lanzas; estaba anocheciendo, y las tinieblas vienen á economizar alguna sangre mahometana. Los árabes se retiran silenciosamente del campo del combate: al dia siguiente los cristianos hallan las tiendas desiertas, los árabes habian ido en retirada hasta Narbona; el famoso Cárlos, llamado despues Martell, que

quiere decir martillo (1), pone cerco á Narbona, pero los ismaelitas la defienden con valor, y le obligan á levantar el sitio con gran pérdida (2).

La derrota de Poitiers, acaecida en 752 (3), puso término al engrandecimiento de los árabes en Occidente, y acaso les ímpidió hacerse los dominadores de toda Europa, que tal había sido el pensamiento de muchos de sus caudillos. Ella completó tambien el abatimiento de la casa real de Clodovéo, y fué el principio y cimiento del imperio Franco-Germano de Occidente, y la basc sobre que Cárlos Martéll fundó la soberanía de la Galia para los herederos de Pepino de Herestall.

(1) Por los terribles golpes que á manera de martillo descargó sobre los enemigos en esta batalla,» segun la Crónica de Saint-Denis.

nac. cap. 25.-Fredegario, Cron.-Anales de Aniano.-Fauriel, Hist. de la Gaule Meridion.

(3) Conde la pone en 733: las crónica

(2) Isid. Pac, Cron. n. 59.—Conde, Domi- francas todas en 732.

CAPITULO III.

PELAYO. COVADONGA.- ALFONSO.

De 711 á 758.

Los cristianos én Asturias.~Pelayo.-Combate de Covadonga. Trionfo glorioso.~Fotmacion de un reino cristiano en Asturias y principio de la independencia española.→→ Reinado de Pelayo:-Su muerte.-Idem de su hijo Favila.-Elevacion de Alfonso I.→ Estado de la España musulmana al advenimiento de Alfonso.-Sus guerras en la Galia con Carlos Martell.-Rebeliones y triunfos de los berberiscos en Africa.-Escisiones entre las razas muslímicas de España.—Atrevidas escursiones y gloriosas conquistas de Alfonso el Católico.-Terror de los árabes.-Nueva irrupcion de africanos.-Designacion de comarcas para el asiento de cada tribu.-Renuévanse con furor las guerras civiles entre las razas musulmanas.-Fraccionamiento de provincias.-Anárquica situacion de la España sarracena.

¿Era toda la España sarracena? ¿Obedecia toda á la ley de Mahoma? ¿Erà en todas partes el Dios de los cristianos tributario del Dios del Islam? ¿Habian desaparecido todos los restos de la sociedad goda? ¿Habia muerto la España como nacion? No: aun vivia, aunque desvalida y pobre, en un estrecho rincon de este poco há tan vasto y poderoso reino, como un desgraciado á quien han asaltado su casa y robado su hacienda, dejando solo un triste y oscuro albergue, en que los salteadores con la algazara de recoger su presa no llegaron á reparar.

Desde la catástrofe del Guadalete y al paso que los invasores avanzaban por el interior de la Península, multitud de cristianos, sobrecogidos de pavor y temerosos de caer bajo el yugo de los conquistadores, buscaron su salvacion y trataron de ganar un asilo en las asperezas de los montes y al abrigo de los riscos de las regiones septentrionales, llevándose consigo toda su riqueza moviliaria, las alhajas de sus templos y los objetos mas preciosos de su culto. Obispos, sacerdotes, monges, labradores, artesanos y guerreros, hombres, TOMO II. 3

mugeres y niños, huian despavoridos á las fragosidades de las sierras en busca de un valladar que los pusiera al amparo del devastador torrente. Los unos ganaron la Septimania, los otros se cobijaron entre las breñas y sinuosidades de la gran cadena de los Pirineos, de la Cantabria, de Galicia y de Asturias. Esta última comarca, situada á una estremidad de la Península, se hizo como el foco y principal receptáculo de los fugitivos. Pais cortado en todas direcciones por innaccesibles y escarpadas rocas, hondos valles, espesos bosques y estrechas gargantes y desfiladeros, una de las postreras regiones del mundo en que lograron penetrar las águilas romanas, no muy dócil al dominio de los godos, contra el cual apenas cesó de protestar por espacio de tres siglos, parecióles à aquellas asustadas gentes el mas apropósito para guarecerse con menos probabilidad de ser hostilizados, y para atrincherarse y defenderse en el caso de ser acometidos. Diéronles benévola acogida los rústicos é independientes moradores de aquellas montañas: y alli vivian naturales y refugiados, si no contentos, resignados al menos con su estrechez y sus privaciones, prefiriéndolas al goce de sus haciendas á trueque de no verse sujetos á los enemigos de su patria y de su fé. La fé y la patria eran las que los habian congregado alli. En el corazon de aquellos riscos y entre un puñado de españoles y godos, restos de la monarquía hispano-goda, confundidos ya en el infortunio bajo la sola dominacion de españoles y cristianos, nació el pensamiento grande, glorioso, salvador, temerario entonces, de recobrar la nacionalidad perdida, de enarbolar el pendon de la fé, y á la santa voz de religion y de patria sacudir el yugo de las armas sarracenas.

Los mahometanos por su parte habíanse cuidado poco de la conquista de un pais que sobre ser de dificil acceso debió parecerles miserable y pobre en cotejo de las fértiles y risueñas campiñas de Mediodía y Oriente de que acababan de posesionarse, mu ho mas no sospechando lo que se ocultaba dentro de aquellas montuosas guaridas. Parece, no obstante, que bajo el gobierno del cuarto wali Ayub llegaron algunos destacamentos enemigos á la parte llana de Asturias, y que hallándola desierta, por haberse retirado sus moradores á lo mas fragoso de sus bosques y breñas, se apoderaron fácilmente de las aldeas y puertos de la costa. Dejaron por gobernador en Gegio ó Gigio (hoy Gijon) á un gefe que nuestras crónicas nombran Munuza, y que fué sin duda el Othman ben Abu Neza de que hemos hablado en el anterior capítulo.

Faltábales á los cristianos alli guarecidos un caudillo de tan grandes prendas como se necesitaba para que los guiara en tan grande y atrevida empresa como la que habian meditado. La providencia les deparó un noble godo nombrado Pelayo, hijo de Favila, antiguo duque de Cantabria, y de la sangre

real de Rodrigo. Habia sido Pelayo conde de los espatarios, ó sea de la guardia del último monarca; habia peleado heróicamente en la batalla de Guadalete, y la fama de sus proezas, y la gallardía de su persona, y la nobleza de su alcurnia, todo contribuyó á que los asturianos se agrupáran en derredor suyo y le aclamáran unánimemente por gefe y capitan de aquella improvisada milicia religiosa, de aquella grey de fervorosos cristianos, mas provistos de entusiasmo y de fé que de armas y materiales medios para la defensa. Pelayo aceptó, á fuer de hombre religioso y de varon esforzado y amante de su patria, el dificil y honroso cargo que se le confiaba, y dióse principio á la obra derramándose aquellas gentes por las comarcas vecinas de Cangas de Onís, llamada entonces Cánicas.

Llegó la noticia del levantamiento de los astures á oidos del wali El Horr, á tiempo que éste se disponia á penetrar con sus huestes en la Galia Gótica, y no dando grande importancia al movimiento de Asturias, encargó á su lugarteniente Alkamah la empresa de sujetar los asturianos. Partió, pues, Alkamah con un cuerpo de ejército respetable, si bien es de sospechar que hayan exagerado su cifra los primeros cronistas españoles. A la aproximacion de la hueste sarracena, no creyendo Pelayo conveniente esperarle en Cangas, se retiró con todo el pueblo hacia el monte Auseba. Las mugeres, viejos y niños buscaron lo mas fragoso de las breñas para cobijarse, mientras los hombres de armas se situaban en las alturas y colinas desde donde mejor pudieran ofender á los enemigos que se atrevieran á penetrar por aquellos desfiladeros.

A la extremidad de un estrecho y sombrío valle al Oriente de Cangas, que torciendo un poco hácia Occidente forma una cuenca limitada por tres cerros, se levanta una enorme roca de ciento veinte y ocho pies de elevacion, en cuyo centro hay una abertura natural, que constituye una caverna ó gruta, entonces como ahora llamada por los naturales la cueva de Covadonga Alli se retiró Pelayo con cuantos soldados podian caber en aquel agreste recinto, colocando el resto de sus gentes en las alturas y bosques que cierran y estrechan el valle regado por el rio Deva, y alli esperó con serenidad al enemigo, contando mas con la proteccion del cielo que con sus fuerzas. Noticioso Alkamah de la retirada de Pelayo, orgulloso y confiado hizo avanzar su ejército encajonado por aquella cañada, no pudiendo presentar sino un frente igual al que oponian los refugiados en la cueva, quedando sus inmensos flancos expuestos á los ataques de los que en las colinas laterales se hallaban emboscados. Entonces comenzó aquel ataque famoso, cuya celebridad durará tanto como dure la memoria de los hombres. Las flechas que los árabes arrojaban solian rebotar en la roca y herir de rechazo á los infile

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