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quién fué ese hombre ó ese genio prodigioso á quien invocan por profeta? Hay allá en el Asia una vasta península que circundan el mar Rojo y el Océano Índico, entre la Persia, la Etiopía, la Siria y el Egipto: pais en que se reunen, mas aun que en España, todos los climas; donde hay comarcas en que la lluvia del cielo está empapando los campos seis meses del año seguidos, y otras en que por años enteros suple á la falta de lluvia un ligerisimo rocio: heladas eminencias, y planicies abrasadas por un sol de fuego: vastisimos desiertos é inmensos arenales sin agua y sin vegetacion, donde se tiene por dichoso el viajero que al cabo de algunas jornadas encuentra una palma á cuya sombra se guarece de los ardientes rayos de aquel sol esterilizador; si antes no ha perecido ahogado en un remolino de arena, ó caido en manos de alguna tribu de beduinos, únicos que de aquellos inmensurables yermos han podido hacer una patria movible; y tambien risueñas campiñas, fertilisimos valles, frondosos y amenos bosques, verdes y abundosos prados, regados por mil arroyos de cristalinas aguas, donde estuvo, dicen, el Eden, el paraiso terrenal criado por Dios para cuna del primer hombre. Este pais tan diversamente variado es la Arabia, que Tolomeo y los antiguos geógrafos dividieron en Desierta, Petréa y Feliz.

Preciábanse los árabes de descender de la tribu de Jectan, cuarto nieto de Sem, hijo de Noé, y tambien de Ismael, hijo de Abraham y de Agar, y de aquí los nombres de Agarenos y de Ismaelitas. Los habitantes del Yemen ó Arabia Feliz, y de una parte del desierto, ó labraban sus campos, ó comerciaban con las Indias Orientales, la Persia, la Siria y la Abisinia. Pero los más hacian una vida nómada, vagando en grupos de familias con sus rebaños y plantando sus movibles tiendas all donde encontraban agua y pastos para sus ganados. Teniendo que ser á un tiempo pastores y guerreros, ejercitábanse y se adiestraban desde jóvenes en el manejo de las armas y del caballo para defender su riqueza pecuaria. Especie de campeones rústicos, los fuertes hacian profesion de defender á los débiles, y montados en caballos ligeros como el viento protegian las familias y sostenian su agreste libertad y ruda independencia contra toda clase de enemigos. Asi resistieron á los mas poderosos reyes de Babilonia y de Asiria, del Egipto y de la Persia. Vencidos una vez por Alejandro, pronto bajo sus sucesores recobraron su independencia antigua. Aunque los romanos extendieron sus dominios hasta las regiones septentrionales de la Arabia, nunca fué ésta una provincia de Roma. Defendida la Arabia Feliz por los abrasados arenales de la Desierta, cuando ejércitos estrangeros amenazaban su libertad como en tiempo de Augusto, aquellas tribus errantes aparejaban sus camellos, recogian sus tiendas, cegaban los pozos se internaban en el desierto, y los invasores, hallánd→

dose sin agua y sin viveres, tenian que retroceder si no habian de sucumbir ahogados entre nubes de menuda y ardiente arena y sofocados por la sed, sin poder dar alcance á aquellos ligeros y fugitivos hijos del desierto.

Asi se defendió por miles de años esta nacion belicosa, protegida por los desiertos y los mares, y como aislada del resto del mundo. Pero divididas entre sí sus mismas tribus, no se libertaron de sostener sangrientas guerras intestinas, de que fué principal teatro la Arabia Central, y cuyas hazañas suministraron materia à multitud de poesías y cantos nacionales, á que tanto se presta el genio de Oriente.

En los tiempos de su ignorancia, como ellos los llamaban después, aquellas tribus acampadas en las llanuras adoraban los astros que les servian de guia en el desierto. Cada tribu daba culto á una constelacion, y cada estrella y cada planeta era objeto de una veneracion particular. Mas desde los primeros tiempos del cristianismo la religion cristiana habia tambien hecho prosélitos en la Arabia. Cuando los hereges fueron desterrados del imperio de Oriente, refugiáronse muchos en aquella península, especialmente monophisitas y nestorianos. Acogiéronse alli igualmente despues de la destruccion de Jerusalen muchos judíos, y el último rey de la raza homeirita se habia convertido al judaismo, lo cual le costó perder la corona y la vida en una batalla. Con esto y con distinguirse los árabes, en árabes primitivos, árabes de la pura raza de Jectan, y árabes mixtos ó descendientes de la posteridad de Ismael, hallábase el pais dividido en una confusa multitud de sectas y de cultos, cuando nació Mahoma en la Meca, ciudad de un canton de la Arabia Feliz, hacia el año 670 de Jesucristo..

Pertenecia la Meca á la tribu de los Coraixitas, que se suponian descendientes en línea recta de Ismael, hijo de Abraham. Gobernábanse por una especie de magistrados nombrados por ellos mismos, que eran al propio tiempo los sacerdotes y guardianes del templo de la Caabah, que decian construido por el mismo Abraham. A los dos años de su nacimiento quedó Mahoma huérfano de su padre Abdallah, el hombre mas virtuoso de su tribu. A poco tiempo le siguió al sepulcro su esposa Amina, que dejó á Mahoma por toda herencia cinco camellos y una esclava etiopia. El huérfano fué confiado á una nodriza, hasta que le recogió su tio Abutaleb, que hizo con él veces de padre, y le dedicó al comercio, llevándole consigo á todos los mercados. Púsole despues en clase de mancebo en casa de Cádija, viuda de un opulento mercader, que prendada del ingenio, de la gracia, de la elocuencia y del noble continente del jóven, le ofreció su fortuna y su mano. Tenia entonces Mahoma 25 años, y la que se hizo su esposa 40, y á pesar de la diferencia de edad no quiso Mahoma, dicen los árabes, en todo el tiempo que

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vivió con ella usar de la ley que le permitia tener otras mugeres. Dueño ya de una inmensa fortuna, prosiguió algunos años dedicado á la vida mercantil, corriendo las ferias de Bostra, de Damasco, y de otros pueblos aun mas lejanos, al frente de sus criados y sus camellos.

No era esta, sin embargo, la ocupacion á que Mahoma se sentia llamado. Otros y mas elevados eran sus pensamientos. Por espacio de quince años, al regreso de cada viage, y despues de reposar en los brazos de Cádija, retirábase á una gruta del monte Ara á entregarse á sus silenciosas meditaciones. Alli fué donde se le apareció (al decir suyo) una noche el ángel Gabriel con un libro en la mano: «Mahoma, le dijo, tú eres el apóstol de Dios, y yo soy Gabriel.» Su libro estaba hecho: Mahoma comenzał a su mision: de alli salió proclamándose el Profeta, el Enviado de Dios. «No hay mas Dios que Dios, decia, y Mahoma es su Profeta.» Hé aqui su gran principio. Daba á su nueva religion el nombre de islamismo, consagracion á Dios. Proponíase acabar con la anarquía religiosa que reinaba en la Arabia, y principalmente con la idolatría, que habia llegado al mayor grado de desconcierto. En solo el templo do la Caabah se adoraba á mas de trescientos idolos, representados muchos de ellos en ridículas figuras de tigres, de perros, de culebras, de lagartos y de otros animales inmundos, á los cuales se sacrificaban hombres y niños, y bajo este concepto la religion de Mahoma que predicaba la unidad de Dios era un verdadero progreso.

Escaso fué no obstante el número de prosélitos que en los primeros años. logró hacer Mahoma. Fueron estos su muger Cádija, Alí, à quien dió en matrimonio Fátima su hija, Abubekr, con cuya hija se casó él cuando murió Cádija, Omar, Zaid y algunos otros. Cuando ya contó con adeptos entusiastas que le ayudaran en la obra de su mision, comenzó á hacer lectura pública de su libro, Koran, ó Al-Koran, que significa la lectura. Mas aunque tenia ya su libro acabado, ni le leia ni le revelaba todo de una vez, sino por páginas sueltas y gradualmente segun las escribia y entregaba el ángel Gabriel, recitando en las plazas públicas con aire y voz de hombre inspirado los versos mas maravillosos de su Coran, los mas á propósito para herir las ardientes imaginaciones orientales, aquellos en que prometia á los buenos y justos la posesion de un paraiso de delicias, de una mansion de deleites, embalsamada de suavísimos aromas y perfumes, donde descansarian en los purísimos se nos de hermosísimas huries que los embriagarian de placer. Pero al paso que con tan seductora doctrina halagaba la sensualidad de aquellas gentes y ganaba secuaces, escitaba mas los celos de los Coraixitas, sacerdotes del templo de la Meca, que no podian consentir una predicacion que daba al traste con su influjo y sus riquezas. Conjuráronse contra tan peligroso innovador y pu◄

siéronse de acuerdo para asesinarle una noche. Fué avisado de ello Mahoma, y burló á los conspiradores fugándose con su discípulo y amigo Abubekr, con el cual llegó felizmente á Yatreb, llamada desde entonces Medinath-at-Nabi, ciudad del profeta, y despues por excelencia Medina (la ciudad). Esta huida memorable fué la que sirvió de cómputo para la cronología de los árabes. Llámanla hegira, que significa huida (1).

Tenia entonces Mahoma cincuenta y cuatro años, y era el décimo cuarto de su apostolado. Contaba en Medina con partidarios numerosos, y la antigua rivalidad entre Medina y la Meca favoreció los designios del gran reformador. Uniéronsele alli muchas familias principales, y los emires ó gefes de las mas poderosas tribus. La espada de Dios vino luego en ayuda del Profeta, como decian sus sectarios, y en pocos años logró señalados triunfos contra sus perseguidores los Coraixitas, contra los incrédulos, los idólatras y los judíos. Fuerte y poderoso, púsose á la cabeza de sus fieles, que le siguieron entusiasmados, y acometió la Meca; rindió á los Coraixitas, se apoderó de la ciudad, abatió los idolos del templo, le purificó y consagró al verdadero culto que él decia. Mahoma fué proclamado sobre la colina de Al-Safah primer gefe y soberano pontifice de los islamitas. Rendida la Meca, todas las tribus de la Arabia se agruparon en derredor de sus estandartes, todas las kabilas se fueron inclinando ante el Coran, y la Persia y la Siria se veian amenazadas del proselitismo. Volvió Mahoma á Medina, y entonces fué cuando dispuso la famosa peregrinacion à la Meca. Ochenta mil peregrinos le siguieron en aquella célebre espedicion: él ejecutó escrupulosamente todas las ceremonias del Coran: dió siete vueltas alrededor del tea.plo de Caabah, besó el ángulo de la misteriosa piedra negra, inmoló sesenta y tres víctimas, tantas como eran los años de su edad, y se rasuró la cabeza: Khaled recogió sus cabellos, á los cuales atribuyó sus victorias posteriores. Hecho todo esto, regre

(1) La begira comienza en el primer dia de moharren, primer mes del año árabe, que corresponde al 16 de julio de 622 de J. C. Aunque la fuga de Mahoma se verificó el 8 de rabie primera de este año, y su llegada á Medina fué el 16 del mismo mes, los árabes comenzaron á contar su era desde el primer dia del año en que tuvo lugar la huida, no del dia mismo en que se realizó. Para buscar la relacion entre los años árabes y los cristianos, hay que comparar los dos calendarios, comenzando á contar el primero de los árabes por el 16 de julio de 622 de Cristo, teniendo presente que el año arábigo no es solar como el cristiano, sino lunar de 354

dias, 8 horas y minutos, y que la diferencia de diez ú once dias en un año, viene a ser considerable à la vuelta de un siglo, puesto que 97 años solares equivalen casi á 100 lunares. Estas diferencias, no bien conocidas de nuestros antiguos cronistas, dieron ocasion á muchas equivocaciones cronológicas, que han ido desapareciendo desde que se fijaron con la posible exactitud las correspondencias. Hoy tenemos ya tablas bastante minuciosas y exactas.

La buida de Mahoma de la Meca su patria, es una buena confirmacion del proverbio del Evangelio: Nemo es propheta in patria sua: Nadie es profeta en su pa'ric.

só á Medina, y ya se disponia á llevar la guerra santa á la Siria y la Persia, cuando le arrebató la muerte hallándose en la casa de su amada Aíesha (1).

¿Quién habia de sospechar entonces que la naciente religion de Mahoma habia de propagarse por la mitad del globlo, y que habia de venir no tardando á aclimatarse en la España cristiana por espacio de ocho siglos? Veamos cómo se verificó tan grande é impensado suceso.

Muerto Mahoma sin sucesion, fué nombrado gefe de los creyentes su discipulo Abubekr, el cual levantó el pendon de la guerra en Medina, dispuesto á propagar con las armas la fé del Profeta por todas las naciones. Los moradores de las ciudades y los pastores de las praderas del Yemen y del Hejiaz, todos acudieron entusiasmados, y vióse en poco tiempo la ciudad de Medina inundada de una muchedumbre inmensa de voluntarios, desarmados, descalzos y medio desnudos, de flacos y renegridos rostros, pero llenos de fé y de entusiasmo, pidiendo lanzas y cimitarras con que seguir al Califa (2) y ayu

(1) Los árabes en su fanatismo religioso han llenado de relaciones maravillosas y hasta de anécdotas absurdas toda la vida de Mahoma. Segun ellos, á su nacimiento se derramó por el horizonte un resplandor inusitado: el lago de Sawa se secó de repente, y el fuego sagrado de los persas, conservado mil años hacia, se apagó por si mismo. Cuando Abraham é Israel edificaron el templo de la Meca, un ángel les llevó un jacinto blanco, que con el tiempo se petrificó: un dia le tocó con su mano una muger adúltera, y la piedra mudó de color y se bizo negra. Tocóle á Maboma enterrar en el templo esta piedra misteriosa, signo de la nueva religion que iba á fundar. Las apariciones del ángel Gabriel fueron frecuentes: él fué quien le enseñó á leer y escribir, el que le infundió la ciencia y le nombró apóstol de Dios, el que le inspiró el Coran. Un dia, durmiendo Mahoma en el monte Merva, el ángel Gabriel le despertó con un soplo. A su lado estaba el cuadrúpedo gris Elborak, cuyo galope era mas vivo que el relámpago. El ángel echó á volar, y Mahoma le siguió en la famosa yegua. Llegaron á Jerusalen, donde Mahoma halló á Abraham, á Moises y á Jesús; los saludó, los llamó sus hermanos, y oró con ellos. Desde alli se remontaron ambos viageros á los cielos: setenta mil ngeles estaban entonando alabanzas á Dios, el cual or denó á Mahoma las oraciones que habia de hacer cada dia; de cincuenta que le prescri

bió diarias, fué rebajando á ruegos de Mahoma hasta cinco, que son las que manda el Coran. Despues de haber recibido las órdenes de Dios, volvió Mahoma á montar en su veloz yegua Elborak, y regresó á la tierra. Por este órden se contaban de él mil ridiculas visiones y maravillas.

A pesar del entusiasmo que el impostor supo inspirar á sus adeptos, bubo ocasiones en que sus escándalos estuvieron á punto de hacerle perder toda su autoridad. La ley de su mismo Coran no permitia á los musulmanes tener mas de cuatro mugeres. Mahoma, luego que murió su primera esposa Cádija, pasando por encima de su propia ley, tuvo doce à un tiempo, y se jactaba de ello. Hizo mas; llevó á su lecho á Zainab, estando casada con Zaid, lo cual produjo entre los árabes gravisimo escándalo. «Dios (decia) ha dado á los hombres dos cosas buenas, los perfumes y las mugeres.» A pesar de todo, tuvo astucia y maña para acallar todas las murmuraciones, y logró que la misma Zainab fuese reconocida y saludada por muger legitima del Profeta. La mayor prueba del ascendiente y prestigio que Mahoma alcanzó sobre los árabes, fué haber conseguido hacerlos renunciar al uso del vino.

Cuando examinemos el Coran, juzgaremos del mérito de Mahoma como legislador, y como reformador religioso.

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