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rigor con los cristianos. Ahora la persecucion se hizo general; el decreto prevenia el esterminio; Galerio no se contentaba con menos; se empezó destruyendo las iglesias y entregando á las llamas los libros santos y las actas de los mártires que habia habido, y siguieron los suplicios sin distincion de órden, clase ni edad: las cárceles rebosaban de víctimas; los caminos se veian cubiertos de montones de hombres mutilados; los garfios, el potro, la cruz y las bestias feroces despedazaban á niños y madres, ó los arrojaban confundidos á las piras, ó los precipitaban al fondo del mar á centenares, porque no habia verdugos para tantas víctimas (300).

Muchos mártires hubo tambien en España, no por culpa del Cesar, porque Constancio no los perseguia, y acaso en su interior los amaba, sino del gobernador Daciano, escogido de entre la aristocracia romana, la mas enemiga de las novedades (que asi llamaban la nueva religion), para dar cuenta de los cristianos desde los Pirineos hasta el Océano. Murieron obispos, centuriones, magistrados; y de este tiempo fueron los innumerables mártires de Zaragoza. Hubo tambien en España, fuerza es confesarlo, falta de constancia en muchos; bastantes abjuraron ó por debilidad ó por poco arraigados en la fé, y faltábale todavía mucho á la España para ser toda cristiana. La persecucion duró en Occidente dos años largos, los últimos del reinado de Diocleciano: en Oriente la con

tinuó Galerio por otros ocho años mas. Galerio no se saciaba de sangre cristiana.

á

El impío é infame Galerio habia logrado persuadir á Maximiano, padre de su muger, que abdicase la púrpura. Logró despues lo mismo de Diocleciano, mas ciertamente con amenazas que con la persuasion; y Diocleciano, tan generoso en partir con otros el imperio, obligado á bajar de él por el mismo á quien habia elevado, se retiró á Salona su patria. Asi que

daron por emperadores Falerio en Oriente, y Cons

tancio en Occidente. Con la elevacion de Constancio al imperio cesó en España la persecucion de los cristianos (305), antes se entregó públicamente á su confianza; abriéronse las cárceles á todos, y entre ellos recobró la libertad Osio, obispo de Córdoba, que despues se hizo tan justamente célebre. Constancio fué un excelente príncipe, dulce, justo y tolerante, y tan pobre, que cuando daba un festin tenia que pedir la plata prestada. Suidas le llama Constancio el Pobre. Su hijo Constantino, el que despues habia de dar tanto engrandecimiento y lustre á la iglesia, tenia entonces diez y ocho años, y habiéndose alistado antes en las banderas de Diocleciano, continuaba sirviendo en Oriente bajo los estandartes de Galerio. Reclamábale su padre, agoviado de enfermedades; pero el inícuo Galerio le retenia en su poder, hasta que una noche se salvó de sus lazos con la fuga. Para librarse Constantino de la persecucion, iba en cada parada de

postas cortando las piernas á los caballos de que se servia (1), y de este modo llegó á incorporarse con su padre, el cual murió luego en Yorck; las legiones, haciendo el último ensayo de su poder, aclamaron á Constantino emperador, en nombre de las virtudes de su padre (306).

Muchas guerras tuvo que sostener todavía Constantino antes de sentarse tranquilo en el trono de Occidente, ya contra Maximiano, que arrepentido de su abdicacion, quiso vestirse otra vez la púrpura, ya contra Galerio, ya contra Maxencio y Licinio. Por este tiempo se celebró en España el concilio de Illiberis. La iglesia y el mundo van á recibir una trasformacion bajo el imperio de Constantino.

(4) Zosim. lib. II.

CAPITULO IV.

EL CRISTIANISMO.

Pintura de las costumbres del imperio romano.-Corrupcion y disolucion moral.-En los emperadores: en el pueblo: en los hombres de letras.-Causas que la producian.-Politeismo.-Constitucion orgánica del imperio. Tiranía: esclavitud: condicion miserable y abyecta del pueblo.-Vicios de la legislacion.-Derechos tiránicos de los padres.-Prostitucion del matrimonio: facilidad de los divorcios: leyes sobre el celibatismo: esclavitud de las mugeres: falta de vínculos de familia: esposicion de los hijos.-Escandaloso lujo y vida licenciosa de los ricos: egoismo universal: estrago y desenfreno de costumbres.-Filosofía epicúrea: filosofía estóica.-Necesidad de una revolucion social en el mundo.-La trae el cristianismo.-Filosofía cristiana.-El cristianismo considerado como principio moralizador y como principio civilizador.-Su doctrina: su nacimiento y progresos. -Costumbres de los primeros cristianos.-Persecuciones: martirios: edad heróica del cristianismo.-Cómo fué ganando al pueblo.-Cómo á las clases elevadas de la sociedad.-Filósofos cristianos: apologistas.-El cristianismo en España.-Mártires españoles.-Zaragoza.— Osio. Situacion religiosa del mundo al comenzar el cuarto siglo.

Estaba elaborándose lentamente en el imperio romano una revolucion social, la mayor que han presenciado los siglos, y la mayor tambien que se verá hasta la consumacion de los tiempos. Todos los sucesos que hasta ahora llevamos referidos carecen de importancia al lado del grande acontecimiento que se estaba preparando. La sociedad antigua iba á disol

verse, el mundo iba á sufrir una trasformacion física y moral, y la gran familia humana iba á ser regenerada en su religion, en su gobierno, en su legislacion, en su moral y en sus costumbres. Los elementos existian ya, pero iban obrando paulatinamente como todo lo que está destinado á producir cambios y revoluciones que han de durar largas edades. Menester es que conozcamos las causas que fueron preparando esta gran metamorfosis social, para que podamos apreciar despues debidamente sus efectos.

Por el imperfecto cuadro que hasta ahora hemos delineado se ha podido ver á que grado de corrupcion, de inmoralidad, de desenfreno habian llegado las costumbres en el imperio romano, y el imperio romano era entonces el mundo. Aunque la disolucion y los vicios tenian ya gangrenada la sociedad romana en los últimos tiempos de la república, veíanse todavía algunos ejemplos, si no de virtudes morales, por lo menos de virtudes cívicas, de las virtudes propias de un resto de energía nacional, de un resto de amor á la libertad. Bruto y Casio fueron llamados los últimos romanos. La voz de Ciceron dejó de oirse, y no hubo quien la reemplazára, porque la elocuencia enmudece con la tiranía. Mientras la república estuvo ocupada en conquistar, la necesidad del heroismo produjo todavía algunas virtudes : cuando los hombres dejaron de pensar en guerras, pensaron en deleites y en cortesanas. Cuando Augusto dió la paz al mundo

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