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tomado una parte de la relacion de estos sucesos. Tan trabajosa y lentamente se iba fundando en España la monarquía goda. Verémosla crecer con Eurico, que sucedió á Teodorico su hermano, á quien quitó la vida en Tolosa á fines del año 466 (1).

(1) Este. Teodorico es el que nombran Teodorico II. los que llaman tambien Teodorico á Teodoredo su padre.

Acerca de las cualidades y costumbres de este rey godo nos ha dejado Sidonio Apolinar noticias curiosas é interesantes. «La esta«tura de Teodorico, dice, es me<«<diana, su cabeza redonda, su ca<«<bellera espesa y crespa se le«vanta desde la frente hasta la «coronilla: espesas cejas coronan «sus ojos, y cuando baja los pár"pados, sus largas cejas llegan casi «hasta la mitad de las mejillas. «Sus orejas, segun la costumbre «de su nacion, están cubiertas y «como azotadas por los bucles de «sus largos cabellos. Su nariz for«ma una graciosa curva. Crécele «poblada barba bajo las sienes; «pero todos los dias la afeita deba«jo de la nariz y en las partes in«feriores del rostro. Su cuello y «su barba son regularmente grue«sos, y su tez, de un blanco de le«che, se colora algunas veces de «un sonrosado juvenil....

«En cuanto a su método de vida, «Teodorico se levanta antes del «dia para asistir con poco séquito «á las oraciones de sus capellanes, «<con el respeto y la asiduidad «convenientes: pero se conoce fa«cilmente que es un tributo que "paga mas bien á la costumbre que «å la conviccion. El resto de la "mañana le dedica á los cuidados «del gobierno. El conde que lleva TOMO II.

«sus armas está de pie cerca de su «silla. Hácense presentes algunos «guardias vestidos de pieles, que «permanecen á cierta distancia «por no hacer ruido, y murmullan «sórdamente excluidos de las salas «interiores y encerrados entre «canceles. Entonces se dá entrada «á los embajadores estrangeros. «Teodorico responde en pocas pa«labras á sus largos discursos.

«A las ocho se levanta y va. á «visitar sus tesoros ó sus establos. «Cuando sale de caza, se creeria «poco digno de la dignidad real «llevar él mismo su arco; mas al «presentarse la caza, tiende la "mano por detrás, y un esclavo le «alarga el arco, cuya cuerda no «debe estar armada de antemano, «porque se tendría por una molicie «indigna del hombre: despues ar«mándola él mismo, os pide le in«diqueis el punto en que ha de «herir, y no bien se le indica, ya «está acertado.

«Su mesa ordinaria es la de un «simple particular: su mas sabroso «manjar es la conversacion, séria «y formal por lo comun: el arte, «no el precio, constituye el valor «de lo que se le sirve: la copa cir«cula pocas veces, y los convida«dos tienen derecho de quejarse «de ello. Solo el domingo, en sus «banquetes de ceremonia, se em«cuentra la elegancia de la Grecia, «la abundancia de la Galia, y la «actividad de la Italia.

«Despues de comer duerme muy 21

«poco ó nada. Entonces se le lleva «el tablero de los dados. En el jue«go invoca alegremente la fortuna «ó la espera con paciencia: si gana, «calla, y si pierde se sonrie. Poco «aficionado al desquite, gústale no «obstante aparentar que no teme «los azares. Suele deponer en el «juego la reserva de rey, y excita «á todo el mundo á la franqueza y «á la familiaridad le complace «ver las emociones del que pierde, «y necesita que se enfade el ven«cido para creer en su propio «triunfo: muchas veces esta misma «alegría, cuya causa es tan frívo«la, favorece á otros negocios mas «graves....... Yo mismo, cuando «tengo algo que pedirle, me pro«curo una feliz derrota, y pierdo «la partida para lograr mi pre

«tension.

«A las tres vuelve á cargar sobre «él el peso de los negocios; rea«parecen los pretendientes, y este impertinente cortejo se agita en «derredor suyo hasta que la noche «y la hora de la cena le hacen dis«persarse. Algunas veces durante «la comida se introducen farsantes «y bufones; pero sus mordaces «chistes deben respetar á los con«vidados. Nada de música ni de «coros: los únicos aires que agra«dan al rey son los que despiertan «el valor bélico. Finalmente, cuan«do se retira á descansar, por to«das partes hay centinelas arma«dos à las puertas del palacio.>>

Las guerras en que anduvo casi siempre envuelto este rey no debieron dejarle disfrutar mucho tiempo de este sistema de vida.

CAPITULO H.

DESDE EURICO HASTA LEOVIGILDO.

De 466 á 572.

Reinado de Eurico.-Sus conquistas en la Galia.-Id. en España.Termina definitivamente la dominacion romana en la Península.Llega el imperio gótico al apogeo de su grandeza.-Sus límites de uno y otro lado de los Pirineos.-Concluye el imperio romano con Augústulo.-Reino, ostrogodo en Italia.-Recopilacion de leyes hecha por Eurico. Su muerte.-Alarico II.-Código de Alarico ó de Ania

no.-Muere peleando con Clodoveo, rey de los francos.-Reinado de

Amalarico.-Guerras con los francos.-Sus causas.-La princesa
Clotilde.-Reinado de udis.Invasion de los francos en España.—
Célebre sitio de Zaragoza.-Tregua de veinte y cuatro horas.—Rei-
nado de Teudiselo.-Id. de Agila.-Id. de Atanagildo.-Los griegos
bizantinos en España.-Casamiento de las dos hijas de Atanagildo,
Brunequilda y Galsuinda, con dos reyes francos.-Suerte desgracia-
da de estas princesas.-Toledo, capital del reino godo-hispano.—
567
Muerte de Atanagilão.-Interregno.-Eleccion de Liuva.-Id. de
Leovigildo.

Grandes pasos van á dar los pueblos en el último tercio del siglo V. hácia el desenlace de la universal revolucion. Los cimientos del nuevo edificio quedarán echados, y los materiales se irán distribuyendo para cada uno de los departamentos que se han de construir en esta grande obra de regeneracion social.

Tan luego como Eurico (Ewrich, rico en leyes) fué ensalzado al trono de los godos (si trono podia llamarse todavía), sirviéndole de pedestal el cadáver de su hermano, concibió el pensamiento de hacer un reino gótico independiente en todo el territorio que Roma habia poseido en la Galia y en España. El estado de disolucion y de agonía en que se hallaba el imperio le brindaba ocasion favorable á sus fines, y tuvo ademas la precaucion de negociar alianzas con Genserico, rey de los vándalos, con Remismundo que lo era de los suevos, y con Arvando, prefecto de las Galias y otros gobernadores romanos. Escasa por lo tanto fué la resistencia que halló Eurico en la Galia. Envió no obstante contra él Glicerio, que habia sucedido á Olibrio en lo que todavía se llamaba imperio de Occidente, un ejército de ostrogodos mercenarios; pero estos, que eran arrianos, en lugar de combatir se unieron á los visigodos, que lo eran tambien. Siagrio, general romano, que le atacó con un cuerpo de auxiliares francos al mando de su rey Hilderico, sucesor de Meroveo, fué vencido y derrotado. Ecdicio era el único que con heróico valor se sostenia en la Auvernia; mas habiendo recibido órden de Julio Nepote, uno de esos fantasmas coronados que pasaban como fuegos fátuos sobre el agonizante imperio de los Césares, para que cediera la provincia al godo, ya nada pudo impedir á Eurico hacerse dueño de toda la Galia. Tomó pues á Arlés, Marsella, Clermont, des

de donde pasó á Burdeos á recibir las felicitaciones de los príncipes vecinos. Hé aqui como nos pinta Sidonio Apolinar á los príncipes ó embajadores que á aquella corte concurrian: «Vemos alli, dice, al sajon de ojos «<azules.... al viejo sicambro, que rapado despues de «la derrota deja crecer de nuevo su cabellera hácia el «occiput; al hérulo de mejillas verduscas como los «<golfos del Océano que habita; al borgoñon, alto de <«<siete pies, que dobla la rodilla para pedir la paz, etc.»

No fué menos feliz Eurico en sus conquistas de España, adonde destacó dos cuerpos de ejército, uno de ellos mandado por él mismo en persona, segun San Isidoro. En menos de tres años se hicieron los visigodos dueños y señores de toda España, si se esceptua la pequeña parte que de antiguo habian dominado los suevos, y que les dejó Eurico como por merced en concepto de aliados; pero reducidos á las montañas dejaron los suevos por mas de un siglo de figurar en la historia, como si hubieran desaparecido enteramente. Las adquisiciones de Eurico tenian ya el carácter de propias; ya no conquistaba para los romanos como sus antecesores, sino para sí mismo, y con él acabó de todo punto la dominacion romana en la Península, siendo en rigor Eurico el primer rey godo independiente de España. Llegó con él el imperio visigodo al punto culminante de su estension y engrandecimiento. Abarcaba de este lado de los Pirineos la España entera, excepto las montañas de Gali

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