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con un cuerpo de tropas para apoyar la sublevacion del fogoso y ambicioso prelado. Derrotados los rebeldes por el ejército de Recaredo, esperaba el monarca visigodo que el obstinado Gontran se determinaría á aceptar la paz que otra vez le propuso: pero el odio inveterado de Gontran al soberano español pudo en su ánimo mas que su conveniencia propia, y volvió á rechazarle con cólera y enojo. Antes haciendo un llamamiento general á todos los hombres de armas de su reino, resolvió en su soberbia despojar á Recaredo de la Septimania: sesenta mil hombres al mando de Boson penetraron en la bella provincia del dominio gótico. Contra tan formidable fuerza envió Recaredo al duque Claudio, gobernador de la Lusitania. Condájose el esperimentado general español en esta campaña con tal destreza y valentía, que habiendo atraido al numeroso ejército franco á un estrecho y montuoso valle, donde tenia emboscado un escaso pero escogido cuerpo de godos, imposibilitadas las masas enemigas de revolverse y evolucionar en aquella estrechura, ejecutaron en ella los godos tan espantosa carnicería, que el triunfo de Claudio en aquella ocasion se cuenta por el mayor que habian alcanzado los godos desde la famosa batalla de los campos catalaunicos. «Jamás, dice San Isidoro, dieron los godos en España batalla mayor ni aun semejante (1).» Las crónicas cristianas

(4) Nulla unquam in Hispa- milis extitit. Isidor. Hisp. Hist. mis Gothorum vel major vel si- Goth.

suponen que los soldados de Claudio no pasaban de trescientos, y atribuyen á milagro tan señalada victoria. De todos modos fué portentoso el triunfo, y tan eficaz, que ni Gontran con todo su encono, ni los demas reyes francos, se atrevieron á inquietar á los godos en la posesion de la Septimania.

En cuanto á los griegos imperiales de la Bética, tuvo tambien Recaredo que combatirlos para reprimir sus incursiones. Pero queriendo respetar las posesiones que obtuviesen legítimamente en virtud del tratado entre Justiniano y Atanagildo, y habiendo éste perecido en el incendio de los archivos de Constantinopla, encargóse el papa Gregorio Magno de negociar con el emperador Mauricio otro tratado, por el que se inhibia á los bizantinos toda conquista en el interior de España, asegurándoles sus primitivas posesiones del litoral. Asi quedaron todavía apegados á la costa de España aquellos estrangeros tan indiscretamente traidos.

Invirtió Recaredo los años siguientes de su reinado en promover la unidad nacional y la felicidad interior de su pueblo. Habiendo ya reunido á todos sus súbditos, godos, suevos, galos y romano-hispanos, bajo una fé, y establecido la unidad del principio religioso, quiso tambien igualarlos en los derechos civiles, sometiéndolos á todos á una misma legislacion. Si no abolió el Breviario de Alarico, hizo por lo menos muchas leyes que mandó fuesen obligatorias indistin

tamente para los dos pueblos: echando de este modo los cimientos de la unidad política sobre la base de la unidad religiosa, que eran los dos principios de que habia de partir la civilizacion moderna. Mostrando en todo su tendencia hácia las tradiciones del imperio, la lengua latina fué reemplazando en los actos públicos, en el servicio divino, y hasta en la vida privada á la lengua gótica; los empleos de la córte tomaron títulos latinos, y comenzando á fundirse en una sola las dos razas hasta entonces separadas por la religion y las leyes, fueron perdiendo tambien su tinte nativo las costumbres góticas. Llevando al estremo la imitacion de los Césares de Oriente, tomó el título bizantino de Flavio, que adoptaron tambien sus sucesores, á estilo de los reyes ostrogodos y lombardos.

Fué Recaredo el primer rey godo que se hizo ungir con el óleo santo por la mano de los obispos en la iglesia metropolitana de Toledo. De su tiempo data la importancia de los célebres concilios de aquella ciudad, y la influencia y preponderancia del clero, no ya solo en los negocios eclesiásticos, sino tambien en los políticos y de estado.

Murió este gran príncipe, cuando se hallaba consagrado á la revision y reforma de las leyes eclesiásticas y civiles, en Toledo á los quince años de su glorioso reinado (febrero de 604). Príncipe verdaderamente grande, si la grandeza de un rey se ha de medir, como creemos, por los beneficios que dispensa á

sus pueblos, y por las instituciones útiles con que los dota para su felicidad futura. «Era, dice San Isidoro, de un natural amable, pacífico y bondadoso, y tal el imperio de su dulzura sobre los corazones, que sus mismos enemigos no podian resistir al atractivo que los arrastraba hácia él. Liberal hasta el estremo, restituyó á sus propietarios todos los bienes que les habia confiscado su padre. Sus riquezas eran de los pobres tanto como suyas; porque sabía que no habia recibido el poder sino para hacer buen uso de él, y para merecer un fin dichoso por medio de las buenas obras.» «No se hallaria acaso, dice un escritor de nuestros dias, en aquella época triste un reinado en que se vertiera menos sangre, en que se cometieran menos violencias, menos atentados á la fortuna públi– ca ó privada. Y sin embargo, contínuas conjuraciones amenazaron la vida de este príncipe tan digno de ser amado. La nobleza, cuyo influjo disminuyó por favo¬ recer el del clero, no le perdonó nunca, y la veremos pronto tomar venganza en su descendencia, »>

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CAPITULO IV.

ORGANIZACION RELIGIOSA, POLITICA Y CIVIL DEL REINO

GODO-HISPANO HASTA EL SIGLO VII.

1. Consideraciones sobre la trasformacion social que obró en España la conquista de los godos.-Doble mision que estos traian.-Cómo la llenaron.-Cómo y con qué elementos se fué realizando la fusion entre el pueblo vencedor y el pueblo vencido.-II. Organizacion religiosa.-Orden gerárquico del clero.-Metropolitanos, obispos, presbíteros, etc.-Primeros concilios.-Monjes y monjas.-Orígen y diferencias de la vida monástica.-Sobre el matrimonio de los clérigos. Celibatismo. Leyes para reprimir y castigar la incontinencia.—Rentas eclesiásticas. Su distribucion.-III. Organizacion política.—Monarquía electiva.-Atribuciones de la corona.-Magistrados de provincia.-Oficio palatino.-Gobierno municipal.-Diversas clases de siervos entre los godos.-IV. Organizacion militar.-Duques, condes, millenarios, etc.-Servicio militar.-Armas y trages de los soldados godos.-V. Algunas costumbres del pueblo visigodo.

I. ¡Qué revolucion tan grande ha sufrido España en el período que acabamos de bosquejar! Gobierno, religion, leyes, costumbres, todo ha variado. Lo maravilloso de esta trasformacion es que unos pueblos designados con el nombre aterrador de bárbaros; que una horda cuya planta salvage iba dejando tras

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