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que la primera. Emilio y Carisio que fueron á sujetarlos entraron devastando sus campos, incendiando sus rústicas viviendas, y cortando las manos á los prisioneros, segun las bárbaras leyes de la guerra de la civilizada Roma. Aunque pareció quedar sujetos por entonces, fuéle preciso todavía á Cayo Furio, sucesor de Emilio, guerrear otra vez con aquella gente, la sola en el mundo que traia entretenidas las legiones romanas, y á las cuales por tanto no cabia en lo posible resistir. Furio los venció tambien, y redujo á esclavitud todos los prisioneros. Si imposible era á los cántabros y astures vencer, tambien la esclavitud les era insoportable. Asi pasado algun tiempo concertáronse entre sí aquellos mismos esclavos, mataron á sus señores y dueños, ganaron los montes y riscos, y no les fué difícil conmover todo el pais y alzarlo en

masa.

Infundia ya pavor á los romanos tan indómita gente. Arredrábalos la idea de tener que exterminar aquella raza feroz si habian de vencerla, y asombrábalos tanta obstinacion y porfia, tanto desprecio de la vida. Pero no podia tampoco el señor del mundo dejar vivo y sin apagar aquel fuego, aquel foco perenne de rebelion, mas temible en España que en otra parte alguna. Asi hubo de enviar á sujetarlos á su mismo yerno M. Agripa, que envanecido por sus victorias contra los germanos, gente tambien belicosa y fiera, creyó reducir con la misma facilidad á los cántabros

y astures (1). Pronto recibió el desengaño: tan impetuoso fué el primer arranque de aquellos españoles, tanto impuso á las nuevas legiones romanas el formidable aspecto de aquellos montañeses, que entrando el desaliente y la consternacion en sus filas, hubo de sufrir la humillacion de retirarse el vencedor de la Germania. Tuvo que tomarse tiempo para restablecer la disciplina de su ejército, para reanimar con castigos y con arengas el abatido valor de sus soldados. Notable fué la severidad que usó con la legion llamada Augusta, una de las que con mas cobardía se habian conducido en el combate. Agripa la declaró indigna de llevar aquel nombre y la disolvió toda entera. Este ruidoso y ejemplar castigo surtió su efecto, picando el pundonor de las demas legiones.

Cuando ya tuvo sus tropas mejor dispuestas, emprendió de nuevo la campaña, y habiendo tenido la suerte de sorprender á los cántabros en una llanura, empeñólos en una accion general en que quedó vencedor. No dejó con vida un solo hombre de los que cayeron en sus manos: destruyó todas sus viviendas de la montaña; hizo, á los ancianos, mugeres y niños. bajar á morar á los llanos, no sin que presenciára horribles escenas de madres que mataban á sus hijos, de hijos que daban la muerte á sus padres de órden

(4) Mariana hace venir ya á Agripa desde la primera guerra cantábrica, lo cual está en contra

diccion con todas las historias anti- · guas, que le suponen en aquel tiempo ocupado en otra parte.

de ellos mismos, no queriendo conservar la vida con la esclavitud. Agripa hizo ocupar militarmente todo el pais (1).

Gran sensacion y estraordinario contento causó en Roma la terminacion de la guerra cantábrica (19). Con ella quedó sujeta toda España, con ella acabó de perder su libertad despues de dos siglos de heróica é incesante lucha. «España, repetimos con Tito Livio, el primer pais del continente que invadieron las armas romanas, fué el postrero que se sometió.» Desde Escipion hasta Agripa habian mediado doscientos años. Este es el mayor elogio que puede hacerse del genio indomable de los hijos de esta region del mundo. España quedó reducida á provincia del imperio.

Siguióse una paz, que se llamó proverbialmente paz Octaviana: aquella paz de que dijo Tácito: ubi solitudinem faciunt, pacem apellant.

(4) Dion Cass. lib. LIV.-Paterc. lib. II.--Flor. lib. II.

CAPITULO VIII.

SITUACION DE ESPAÑA

DESDE LA EXPULSION DE LOS CARTAGINESES HASTA SU COMPLETA SUMISION AL IMPERIO ROMANO.

Examínanse las causas de la guerra.—De su duracion.-De su resultado. Por parte de los romanos.—Por parte de los españoles.—Gobierno de España durante las guerras de la república.-Pretores.-Cuestores.-Lo que excitaba su avidez.-Influencia de las riquezas en Roma.-Venalidad. Desmoralizacion.-Escandaloso lujo de los patricios.-Miseria de la plebe.-Causas que prepararon el gobierno imperial.-Estado intelectual de España en este tiempo.Respectiva civilizacion de los habitantes de las diferentes comarcas españolas.-Poetas cordobeses.-Influjo de Sertorio en la civilizacion de España.-Idem de Augusto.-Reflexiones.

La paz que despues de tan largos siglos de luchas alcanzamos; la sumision total de España á Roma, y el tránsito del gobierno republicano al imperial, todo ofrece al historiador ocasion oportuna para dar á sus lectores y darse á sí mismo un momento de descanso, que bien lo hemos unos y otros menester para reposar de las aflictivas y enojosas relaciones de guerras y batallas, de tantas escenas de dolor, de desolacion y de sangre, sin que nos haya sido posible aliviar de ellas á nuestros lectores, por mas que hayamos procurado alijerarlas; que tal es la naturaleza de estos

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periodos históricos en que la suerte de los pueblos depende solo de la suerte de las armas. Parécenos haber llegado á la cumbre de una altura, desde donde mas tranquilos podemos contemplar la marcha de los mismos sucesos y examinar su influencia en la condicion física y moral del pais.

¿Quién provocó esta lucha secular? ¿Cómo tan dilatado espacio de tiempo se sostuvo? ¿Por qué se malograron los heróicos esfuerzos de los españoles? ¿Por qué fué tan lenta la conquista por parte de los

romanos?

El pensamiento perpétuo de Roma era conquistar. Lo disimuló en España mientras tuvo en ella otros enemigos que combatir. Convínole entonces mostrarse generosa con los españoles, fingirse su aliada y amiga. Vencidos y expulsados los cartagineses, varió de todo punto la política de Romà. A la conducta en lo general noble y generosa de los Escipiones, bien fuese dictada por los sentimientos de su corazon, bien producto de un sistema político prudentemente calculado, reemplazaron las vejaciones, las crueldades y las estafas de los pretores, avarientos casi todos, traidores y aleves muchos, tiránicos y opresores los mas. Si alguno se mostraba desinteresado como Caton, ó humanitario y 'conciliador como Graco, divisábase apenas entre la turba de los Galbas y los Lúculos, de los Didios y los Crasos, que unian á la rapacidad el desenfreno, y á la crueldad la alevosía. Roma, que

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