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Sobradamente se desprendia del contesto del parte toda la intension de aquella gran calamidad. Mustios y apenados se retiraron todos los espectadores que habian acudido á presenciar el solemne y ruidoso combate ("). Sin embargo los sitiadores no se abatieron tanto como era de temer; por el contrario, prosiguieron con vigor las operaciones del sitio, se construian nuevas obras, y diariamente jugaba la artillería, asi de tierra como de las lanchas, y habia un fuego casi constantemente sostenido entre la plaza y el campo, haciendo y recibiendo alternativamente daños de consideracion, y no dándose apenas momento de reposo ni sitiadores ni sitiados. Asi continuaron hasta cerca de mediado octubre (1782), en que se supo que estaba próxima á llegar la escuadra inglesa de socorro, de mas de treinta navíos de línea con un considerable convoy de trasportes, al mando del almirante lord Howe. A fin de impedirle la entrada, y batirla si se podia, se situó á la boca del puerto la escuadra combinada,

individual de los muertos, heridos, prisioneros y estraviados, con espresion de los regimientos ó de los buques á que pertenecian.

(1) Añade William Coxe, y repite Ferrer del Rio, que los príncipes franceses, se retiraron tambien del campamento en cuanto ocurrió la terrible catástrofe, y vinieron á Madrid y al Escorial, donde se les hizo una acogida menos afectuosa que antes, y de donde tomaron la vuelta de su

patria. Esto no es esacto, pues por lo menos el conde de Artois no solamente no se movió entonces del Campo de Gibraltar, sino que un mes mas adelante anunciaban los partes oficiales haber partido de allí la madrugada del 15 de octubre para Cádiz, igualmente que el conde de Dammartin; y el 26 de setiembre se pasó una revista general á todo el ejército sitiador para que lo viera el conde de Artois.

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mucho mas numerosa que la inglesa en navíos, fragatas, balandras, escampavías y otras embarcaciones destinadas á apresar los trasportes de los enemigos mientras se daba el combate ("). Pero la noche del 10 sobrevino tan recio y espantoso temporal, que el navío San Miguel de 70 cañones fué arrojado sobre la costa enemiga, y encallándose en el parage llamado Arenas-gordas fué apresado por la guarnicion. Otras varias desgracias y averías causó la violencia del huracan, y aunque muchos buques se salvaron del conflicto á fuerza de actividad y de trabajo, y se rehabilitaron con la posible presteza, mucho padeció la espedicion, y no se pudo evitar que la escuadra inglesa pasára el Estrecho formando dos líneas y haciendo rumbo á las costas de Africa, ni que cuatro buques de carga lográran entrar en el puerto.

La fuerza del viento y de las corrientes empujó la armada británica engolfándola en el Mediterráneo. En su busca partió la española y francesa mandada don Luis de Córdoba la tarde del 13 de octubre (1782), al mes justo de la gran catástrofe de las flotantes, y tan pronto como el temporal y la necesaria reparacion de los buques se lo permitieron. Que

por

(4) Sin embargo distaba mucho de componerse de 74 navíos de línea y muchas fragatas, como dice el historiador inglés William Coxe, que por otra parte rebaja á solos 30 los de la escuadra inglesa. Evidentemente el escritor

inglés pecó de una inexactitud poco justificable, pues segun todos los partes oficiales y muchas relaciones y cartas, la escuadra combinada, si bien superior, constaba de 46 á 50 navíos de línea, que pocas veces se vieron juntos.

riendo darle caza anduvo bastantes dias, luchando otra vez con tiempos borrascosos, que llevaron muchos de nuestros buques menores á la costa de Málaga con no pocas averías y descalabros, en tanto que la escuadra enemiga, ó mas afortunada ó mas diestra, evitando el combate, tuvo la habilidad ó la fortuna de embocar otra vez el Estrecho y salir de nuevo al Occéano, dejando surtida la plaza de Gibraltar de provisiones de todas clases y reforzada con mil cuatrocientos hombres. Siempre en busca de ella la escuadra de las dos naciones, la avistó la mañana del 20, cuando ya el convoy enemigo estaba en salvamento, y continuando la caza con toda diligencia, en la tarde de aquel dia la alcanzó en actitud de esperar el combate, pero aprovechando su ventaja de vela para no ser atacada por todas nuestras fuerzas. En efecto, en la lucha que se empeñó, y en que pelearon vanguardia, retaguardia y centro, solo se encontraron treinta y tres navíos españoles y franceses, entre ellos el Santisima Trinidad que montaba el general de la espedicion don Luis de Córdoba, contra los treinta y cuatro navíos ingleses, favorecidos de una ventajosa posicion accidental. Asi fué que despues de algunas horas de combate sin resultado decisivo, la escuadra inglesa quedó fuera de fuego, retirándose con vela desigual, segun le convenia para mantener su órden, y el general español, teniendo por infructuoso el perseguirla mas tiempo, por la ninguna esperanza de alcanzarla,

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y por considerarlo arriesgado no conociendo aún las
averías de su línea, determinó ceñir el viento, y apro-
vechar el primero oportuno para dirigirse con la ar-.
mada á Cádiz (1).

Por los partes siguientes se supo que la escuadra
habia sufrido en el combate la pérdida de trescientos
ochenta y cinco hombres entre muertos y heridos. Es-
cusado es decir que en el parte de lord Howe y en los pe-
riódicos de Londres se pintaron muy de otro modo las
circunstancias y resultado de este combate, y ya lo pro-
nosticaba bien don Luis de Córdoba cuando escribia.
«La Inglaterra se gloriará de haber esperado con 34 na-
»víos á 46; pero quien conozca el oficio sabe que la cali-
>>>dad de tanta ventaja de vela suple el mayor número,
>>en grado que nunca pudieron entrar en fuego 13 6 14
> navíos de la retaguardia, en que habia dos de tres puen-
»tes, y dos de 80, y tres generales comandantes del
>> cuerpo de la armada. Asi no podrá decir el almi-
»rante inglés que combatió con mas de 32 á 33 na-
>>víos, y dirémos nosotros que estos batieron á 34 na-
»víos con toda la desventaja de una situacion acciden-
>>tal, etc. (2).» Pero es lo cierto que ni se pudo impe-

(4) Parte de don Luis de Cór-
doba al marqués de Castejon, á 22
de octubre de 1782, en el navío
Santísima Trinidad, á la vela, en
latitud de 350 37, y longitud
de 2o 30' al O de Cádiz.-Extrac-
to del Diario de las ocurrencias
sustanciales de la navegacion de
la Armada combinada de mi man-

do desde su salida de Algeciras
en 13 de octubre de 1782; por el
mismo.

á

(2) En carta que escribia lord
Howe el 21 de octubre á bordo
del Victory en alta mar
Mr. Stephens concluia diciendo:
«En tales circunstancias no puedo
prudentemente pensar aun mu-

dir el socorro de Gibraltar, ni menos se realizaron las lisonjeras esperanzas que se habian hecho concebir de la destruccion de la armada inglesa, y que esto unido al desastre de las baterías flotantes trocó en desánimo nacional lo que antes se habia esperado con entusiasmo.

Y con todo eso, todavía no se desistió del sitio de Gibraltar. Por el contrario, construyéronse nuevos espaldones, se adelantaron trincheras, se trabajaba con ahinco en otras obras, y se sostenia el fuego. Objeto constante de los mas estraños proyectos aquella plaza, el mismo Crillon que no habia juzgado bien de los otros, adoptó ahora uno no menos estraño que cualquiera de ellos, á saber, el de practicar debajo de la enorme roca una mina de grande estension á mas de doscientos pies de profundidad, de cuyos estragos se prometia grandes portentos. En ella se trabajaba con ardor, sobre todo para vencer la gran dificultad de la ventilacion; y el ministro Floridablanca confiaba mucho en dos ó tres ideas que decía habia sobre ella á cuál más útiles. Mas no llegó el caso de esperimentar ó el fruto ó el desengaño de este nuevo plan, en razon á haber cesado las hostilidades por las causas que ahora expondremos.

cho tiempo en ir persiguiendo á la escuadra enemiga, que creo navega hácia Cádiz.» De manera que aqui aparecia él el perseguidor: siendo notable que el 22 aun no se habia movido hácia Cádiz la

escuadra española: y decia Córdoba aquel dia: «Cada vez se alejan mas los enemigos, y á las cinco y media se han perdido de

vista.>>

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