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una cooperativa de consumo. Bastan algunas cifras del año 1893 para hacerse cargo de la exactitud de lo dicho: á 1.471, con 1.143,962 miembros, ascendían las cooperativas de distribución ó consumo, que hacían más de 800 millones de francos de ventas anuales.-La English vholesale Society tenía 1.002 miembros, y vendía por valor de 213 millones anuales; la Scottish wholesale Society tenía 274 miembros, y vendía por 71 millones. En 1894 las cooperativas de producción eran 186, con un capital de 41.175,000 francos; y según los datos del Congreso Cooperativo de Londres de 1895, este movimiento sigue aumentando considerablemente.

Aún son, á nuestro juicio, de más interés por su historia y por ser más características de estos tiempos las famosas Trades Unions, ó grandes sociedades de obreros para la regulación de las condiciones del trabajo y la defensa de los intereses profesionales, cuya misión principal ha sido la lucha contra los patronos, persiguiendo la mejora de salarios por medio de las huelgas, aunque también se han consagrado á la asistencia de los obreros, para los que han constituído cajas de socorros en casos de paradas forzosas, enfermedades y retiros.

En 1893 había unas novecientas Unions, que tenían en Caja cerca de cincuenta millones de francos, y la cifra de millón y medio de miembros que se les atribuía era, seguramente, menor que la real; hoy quizás cuenten con dos millones y medio de obreros, de los nueve existentes en Inglaterra.

Los fondos de estas Sociedades están colocados generalmente en las Cajas de ahorros del Gobierno, en valores del Estado, de Compañías mercantiles, empréstitos, casas y tierras, y se destinan á subvenciones en las paradas de trabajo, socorros, auxilios, subsidios á otras Uniones, y sobre todo al fomento de las huelgas, para la lucha contra el capital. Mas hay que tener en cuenta que si antiguamente se tachaba á las Unions de promover y fomentar las huelgas, hoy han tomado el carácter de mediadoras, hasta el punto de haber reconocido muchos patronos que facilitan y suavizan sus relaciones con los obreros, y que aseguran, por un arbitraje benévolo y por una relación directa con los interesados, el arreglo de las dificultades que tan á menudo surgen en el mundo industrial.

La nota distintiva del movimiento corporativo inglés, como ya hemos indicado, ha sido su carácter absolutamente libre é independiente de toda intervención del Estado. Las friendly societies y las cooperativas, no sólo no han solicitado subvención ni ayuda del Gobierno ó de las autoridades locales, sino que han temido y evitado su intervención. Las Unions, por su parte, en los primeros tiempos de su organización, tenían por lema el self-help y la libertad, naciendo su fuerza de la iniciativa de los grupos obreros. Pero la última corriente, tan acentuada en Europa, de la intervención del Estado, se ha infiltrado también en esta sociedad inglesa tan libre, y hoy existe un programa obrero requiriendo la reglamentación

del trabajo industrial y la intervención del poder público.

El nuevo unionismo pide: «More legislation, more inspection, more taxation», y su extrema izquierda, colectivista, reclama el monopolio explotador del Estado y del Municipio para ciertos servicios, como los transportes, y la nacionalización de los instrumentos de producción.

Entre estas ideas y las del antiguo Trade unionismo, está hoy planteada la lucha en Inglaterra, y de ello hemos hecho mención especial, porque puede decirse que sintetiza el estado general de la cuestión en todo el mundo civilizado. Los obreros afiliados al neo-unionismo son más en número que los antiguos, hoy agrupados para la lucha en la Free labour association; pero pertenecen á oficios de menos importancia intelectual y artística que sus contrarios, y debe tenerse en cuenta que, siendo neutra en sus cuatro quintas partes la masa obrera, es de esperar que la tradición inglesa y el espíritu profundamente liberal de aquella Sociedad se sobrepongan á estos influjos del socialismo continental.

No puede dejar de mencionarse, en el asunto que nos ocupa, á los Estados Unidos del Norte de América, donde la riqueza y la industria han alcanzado un desarrollo tan grande, que por fuerza ha de reflejarse en el movimiento corporativo. Así existen Sociedades de préstamo y construcción (Loan and building associations), de asistencia pública, de Socorros mutuos, Uniones semejantes á las inglesas, con el doble carácter de

previsión y resistencia, Sociedades de patronato social é industrial, cooperativas; todas ellas revistiendo numerosas formas y atendiendo á multitud de fines especiales, y, en general, á la elevación y protección del obrero (1).

El espíritu corporativo de los tiempos modernos es de una amplitud tal que necesita multitud de formas varias y complejas para encarnar y manifestarse.

A nuestro juicio, del trabajo histórico que precede se puede deducir que el gremio tal y como ha sido en la Edad Media, con sus ventajas y sus defectos de entonces, no es fórmula, no ya que pueda resolver problema ninguno en la actualidad, pero ni aun siquiera adaptarse á ésta. Así lo han entendido autores tan respetables como el Sr. Pérez Pujol, que tiene la reconstitución del gremio como un factor para el progreso y solución de muchos problemas; pero como asociación libre, sin trabas, monopolios ni exclusivismos, lo cual no es realmente el gremio histórico, sino otro tipo de asociación bastante distinto de aquél. El histórico, tal y como lo defienden algunas escuelas, es un anacronismo que no puede resucitar sino por medios artificiales; porque son tan distintas las condiciones de la sociedad actual de las de la Edad Media, que no pueden dar los mismos productos, ni éstos tener la misma eficacia.

(1) Acerca de este punto véase Levasseur, L'Ouvrier americain. - Paris, 1898; dos vols.

En el orden moral se atribuye al gremio antiguo la misión de relacionar íntimamente al patrono y al obrero. A nuestro entender, esta misión existía; pero no era producida exclusivamente por el gremio, sino por la organización de aquella sociedad, en la que el maestro y el aprendiz pertenecian á una misma clase social y estaban más unidos entre sí que cada cual con ninguna otra: entre el maestro y el oficial no había distancia. alguna socialmente; pero sí la había enorme del maestro al aristocrata. Hoy el gran vacío está entre el obrero y el burgués, que es en la actualidad el maestro; no entre éste y las clases elevadas, á las que le dan acceso su educación ó su fortuna. Y aunque sea cierto el deber de aspirar á. borrar estas desigualdades y llenar estos vacíos, no lo es menos que no podría fraguarse artificiosamente esa unión por medio de asociaciones que carecerían del requisito para ello más indispensable: la comunidad de espíritu en los asociados.

La caridad y el auxilio mutuo que tanto se han decantado, y con tanta justicia, como misiones realizadas por el gremio, no creemos que por sí solas pudieran justificar hoy su resurrección, cuando vemos que, obedeciendo al progreso general, se realizan por la sociedad en un grado, en una extensión y con una penetración que no tienen ejemplo en la historia. Las sociedades de socorros y asistencia, tan bien organizadas en la sociedad moderna, no suplen, sino que aventajan al gremio en la realización de estos fines.

En cuanto al desenvolvimiento del espíritu de

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