ros, que facilitasen el tránsito por diferentes caminos á la de Popayan, y pudiesen -refrenar el orgullo que mostraban sus naciones confinantes; y en su conformidad habian resuelto que el Capitan Domingo Lozano, con la gente y caballos que bastasen para la empresa, partiese luego á fundar dos villas en los sitios que más favorables pareciesen para el intento. Era la empresa de reputacion, no por las muestras que los terrenos habian dado entonces de minerales de plata y oro, sino por haberse de ejecutar con el riesgo de pelear con los Paezes y Yalcones, que estaban ligados con los Pijaos; pero no bastando cualquier peligro que amenazase á quien se habia criado entre ellos, como Domingo Lozano partió de Santafé con más de ciento y treinta hombres por fines de Diciembre, y esguazados el Patí, Fusagasugá y Cabrera, arribó al valle de Abirama, de la provincia de los Paezes, en términos de Popayan, y á sesenta leguas de S. Juan de los Llanos, y reconocido el pais y muchos indios que lo ocupaban, y no trataron de resistirle, fundó una villa, que llamó de S. Vicente de Páez, en trece de Enero de este año de sesenta y tres, en que dejando nombrados Alcaldes y Regidores y vecindad bastante á defenderla y á sugetar los indios para que se los encomendasen, revolvió aceleradamente al valle de Neiva, y á nueve leguas de la villa que hoy se conserva con este nombre, y á veinte de la ciudad de Tocaima, fundó otra que llamó de los Angeles, ejecutando las mismas diligencias que en la primera; aunque la una y otra, siendo las más inmediatas á recibir los primeros impetus de los indios Pijaos en el alzamiento general que hicieron el año de sesenta y dos, quedaron totalmente asoladas con lastimoso estrago de sus moradores, que al golpe de la macana y lanza confesaron la imprudencia de abandonar lo cierto por lo dudoso. Así variaban los acaecimientos, gobernando con felicidad y aciertos el Licenciado Juan López de Cepeda, cuando por fines de este año de sesenta y tres tomó puerto en Cartagena el doctor Andres Diez Venero de Leiva, que iba proveido en la plaza de Presidente, Gobernador y Capitan general del Nuevo Reino de Granada, con la administracion del Real Patronato y regalías de Virey, siendo el primero que tomó posesion de aquella dignidad en catorce años despues de fundada la Real Audiencia: y como llevaba á su cargo el ajuste de algunas quejas, que fomentadas del Oidor Villafañe habian dado en el Consejo los vecinos de aquella ciudad contra el Licenciado Artiaga, por agravios que decian haberles hecho en la visita, detúvose en oirlos todo el tiempo que bastó á retardar su entrada en Santafé, hasta el mes de febrero del año siguiente de sesenta y cuatro, donde lo dejaremos, tomando desde el dia de su entrada el principio de la segunda parte de esta historia, con el consuelo de haber salido de las resultas de un gobierno acéfalo tan continuado, de que resultó la variedad de inconvenientes que se han referido. Y porque son dignas de mucho reparo algunas singularidades de las que contiene esta primera parte, y no será ocioso representarlas á los que miran con desestimacion las opėraciones de los primeros españoles que pasaron á Indias, la concluiré advirtiéndoles primeramente que las conquistas que en ellas hicieron contra indios desnudos, como ponderan, no fueron á tan poca costa que en los treinta y ocho años primeros de que he tratado, no muriesen en solo el Nuevo Reino, en jornadas, batallas y encuentros con los indios, dos mil ochocientos y cuarenta españoles de los muchos que entraron á conquistarlo; porque al valor de muchas naciones que lo habitaban, fué de poco embarazo el mayor alcance de las armas de fuego: y en la segunda parte se verá haber excedido el número de los españoles muertos, al paso que crecia la disciplina militar de los indios desnudos. Y si el Inca Garcilaso en sus comentarios nota con ingenuidad el rigor con que se mataron unos á otros los primeros conquistadores del Perú, y cuán difícilmente se contaran pocos más de cuatro que acabasen de su muerte natural, como en castigo de la codicia ó tiranía con que obraron en sus conquistas, pudiendo acrecentar el número con Fernando Pizarro, Diego Centeno, Diego de Alvarado y D. Pedro Niño; por lo contrario se hallará que en las del Nuevo Reino no pasan de ocho los que de sus primeros y segundos descubridores murieron violentamente á manos de otros de su misma nacion, como se podrá ver en el fin que tuvieron el Gobernador Rodrigo Bastidas, su Teniente general Juan de Villafuerte, Pedro de Pórras, Anton García, el Capitan Gonzalo García Sorro, Pedro de Saucedo, Juan Gordo y Bartolomé Pérez: pues aunque tambien fueron de ellos el Licenciado Gallegos, el Gobernador Pedro de Ursua, el Capitan Juan de Cabrera, Pedro de Lerma, el Mariscal Jorge Robledo, el Comendador Sousa, Pedro de Puelles, Baltasar de Ledesma y Alvaro de Hoyon; estos más perecieron á las influencias malignas de la Estrella del Sur, que á los templados aspectos de la del Norte. La tercera y última singularidad sea, por más que la atribuya la razon á la mucha altivez de sus conquistadores, que habiendo en el Nuevo Reino tantas mujeres, nobles, hijas y hermanas de Reyes, Caciques y Uzaques, que sin menoscabo de su lustre pudieran recibir por esposas los más nobles que pasaron á su conquista, como se practicó en las demas partes de la América, no se hallará que alguno de todos ellos casase con india, por más calificada que fuese; y no, á mi entender, porque notasen desigualdad en la sangre, sino porque mirándolas gentiles y en la sujecion de prisioneras, se desdeñó el pundonor castellano de recibir en consorcio á quien no asintiese á él con libertad de señora y educacion de católica, de que resultó ocurrir á Castilla los casados por sus mujeres y los que no lo eran á elegir de su misma nacion á las hijas ó parientas de aquéllos, ó á las que por otro accidente decoroso habian pasado á Indias, de quienes se fundaron las muchas casas de caballeros que ilustran el Nuevo Reino de Granada, cuya historia ménos oculta á las noticias, proseguiremos despues hasta el año de mil seiscientos y treinta. 17 21 26 CAP. I. Saguanmachica conquista los Fu- CAP. VIII. Dánse vista los ejércitos del Zipa 26 28 32 37 39 CAP. IX. Dáse la batalla, y casi vencida por LIBRO III. CAP. I. Fúndase la ciudad de Santa Marta Pág. Teniente General en un motin. Sucédele muere... 49 CAP. III. Gobierna el doctor Infante á Santa CAP. IV. El Adelantado Heredia prosigue la LIBRO IV. CAP. I. Sebastian de Benalcázar descubre á 89 93 LIBRO V. 99 Pág. CAP. V. Marcha Quesada á Sogamoso, saquéa- CAP. VII. Acometen los Panches las fronte- LIBRO VI. CAP. I. Prende Quesada á Zaquezazipa por- 105 109 113 117 123 127 130 134 tradas de Benalcázar y Fedreman en el 144 150 CAP. I. Entra Martin Galeano en Cocomé y 172 CAP. III. Agraviado Thisquizoque de la tira- 181 187 194 CAP. VII. Esguazado el Cauca, prosigue Jor- LIBRO VIII. CAP. I. Con la noticia de que se previene 206 |