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SEÑOR.

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ISCURRIENDO en si podria darse retribucion correspondiente de un vasallo agradecido á los beneficios de un Monarca el más liberal, y más cuando éstos lo han sacado de la bajeza del infortunio para la cumbre de la felicidad, reparé en que la más estimada Corona que tuvieron los Romanos, fué la obsidional, que por más noble y majestuosa, como dice Plinio, se daba á quien los habia librado de las penalidades de algun largo asedio. Confesaban con darla, deberle la vida á quien les dió la libertad, y fabricándola de grama del mismo pais y terreno del que la daba, poníansela en la cabeza, para regraciar con esa Corona la grandeza del beneficio. Corona quidem nulla fuit graminea nobilior in maiestate populi terrarum principis, praemiisque gloria. Y nunca se daba sino cuando la libertad recaia sobre quien se hallaba en los postreros filos de la esperanza: y si la mayor estimacion de esta Corona consistia, como dice el mismo Plinio, en que las otras daban los Emperadores á los soldados, y las de grama se las ofrecian los humildes libertados á los Emperadores: Caeteras imperatores dedere; hanc solam miles imperatori: quién no confesará ya, que habiéndome libertado la grandeza de V. M. del asedio tan largo de persecuciones, que me condujeron á su Corte, y poniendo yo á sus plantas reales esta Coronica ó Corona, que es lo mismo, tejida en Madrid de los primeros verdores de mi patria, y de la grama de sus paises, he debido al género especial de mi desgracia el hallar más desempeño á mi obligacion en las humildes yerbezuelas, de que le fabrica corona mi agradecimiento, que en el oro, laurel, mirto y flores de que adornaban las suyas los Magistrados?

Adelántalo más la obligacion que me inclinó siempre á imitar las acciones del Santo cuyo nombre me cupo en suerte; y reparando en que este glorioso Evangelista eligió á Teófilo para dedicarle la Historia de los hechos de los Apóstoles, hallé que si la Corona de grama ofrecida á los reales piés de V. M. era retribucion al beneficio de haberme sacado del asedio penoso de la persecucion; consagrando este libro á su Real nombre, lo seria tambien al de haberme levantado á la cumbre de la felicidad. Porque si Teófilo no fué nombre propio de algun príncipe grande, como quieren algunos, sino apelativo, como afirma Salviano, que en la letra hebrea quiere decir el que sube á otro á lo alto: Theophile, sursum ferens, y en la raiz griega el que ama á Dios, já quién pudiera yo consagrar con acierto libro en que se contienen muchos de los apostólicos hechos de la primitiva Iglesia de estas Indias, sin faltar á la imitacion de mi Santo en su Historia, sino á V. M., que despues de libertado, me levantó del más humilde polvo de la tierra á la cumbre de la Mitra? A quién más debidamente que al Teófilo, que en todas sus operaciones es el que ama á Dios? Y como imágen suya en levantar caidos, recibirá en esta Corona de grama el reconocimiento de quien es el vasallo más humilde, que se pone á sus piés, cuya católica persona guarde el Señor para amparo de su Iglesia.

Santa Marta, 12 de Agosto de 1676 años.

LUCAS, Obispo de Santa Marta.

APROBACION

DEL R. P. M. DIEGO de figueroa, bECTOR DEL COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE JESUS DE PANAMA.

ABIENDO leido atenta curiosamente esta primera parte de la Historia de la con

Hquista del Nuevo Reino de Granada en las Indias Occidentales, que compuso (estando

en la Villa de Madrid) el Ilustrísimo y Reverendísimo señor doctor D. Lúcas Fernández de Piedrahita, Obispo al presente de Panamá, hallo que se ajusta á la primera ley de Historia, que es la verdad, de que puedo testificar como testigo de vista, pues nací y fuí educado en la ciudad de Santafé, Metrópoli y cabeza del Nuevo Reino de Granada, donde ví y oí lo esencial y accidental de esta Historia: experimenté la primavera de su temperamento, bebí sus aguas saludables y gocé de sus frutos. Hallará, pues, el lector en este libro el recreo que causa la elegancia del estilo, y las noticias de la amenidad de los campos, fertilidad de la tierra, de fuentes y rios caudalosos, y de ricos minerales de oro y plata, esmeraldas y otras piedras preciosas.

Refiérense las hazañas de ínclitos héroes en la guerra contra innumerables gentiles, cosa digna de admiracion, pues siendo aquéllos tan pocos en el número, vencieron á éstos que excedian con grandes ventajas. Pintase muy al vivo el cristiano celo de nuestros Reyes católicos, á quienes se debe (despues de Dios) la propagacion de nuestra santa fe en aquella inculta gentilidad; el culto más debido de los sagrados templos, con tantos insignes religiosos y monasterios de monjas donde florece mucha santidad y sabiduría.

Demas de lo dicho enseña muchos documentos políticos y morales muy útiles para el acierto en las empresas de la paz y de la guerra, en cuyo contexto faltan á cada paso para ilustrarlos muchas centellas de las historias más plausibles de Europa, donde parece cuidadoso estudio el de valerse de las más notorias, quien tiene comprendidas cuantas la antigüedad depositó en sus archivos. Da á conocer y venerar los secretos inescrutables de la Divina Providencia en los premios y castigos, para temer y amar á Dios, y en los medios de que se vale para la conversion de los infieles. Descubre las contradicciones del demonio para impedir la reduccion de aquellos miserables paganos; y aunque las otras conquistas de la América han causado no pequeños trabajos á sus conquistadores, ésta del Nuevo Reino de Granada excede à las demas en dificultades casi insuperables, de caminos fragosos, de rios arrebatados y de animales feroces y sabandijas venenosas. Todo lo cual venció el católico celo de nuestros Reyes por medio de sus leales y esforzados vasallos, que pospusieron sus vidas y haciendas por la exaltacion de nuestra Santa Fe, y favorecidos de la mano poderosa de Dios, consiguieron triunfos y lauros de inmortales coronas.

Por todo lo hasta aquí dicho juzgo será para honra y gloria de ámbas Majestades y provecho de muchos, el que salga á luz esta História, en cuyos doce libros de que se compone, considero las doce piedras que tenia engastadas en lámina de oro el Sumo Sacerdote, teniendo cada una de las piedras su virtud singular, y coronábalas en lo superior de la frente otra lámina, que contenia la doctrina y la verdad. Y si el edificio tanto es más firme cuanto lo fuere el fundamento, el de esta Historia ¿quién duda ser piedra sólida y de muchas virtudes? Así lo siento, en Panamá, y Setiembre 19 de 1685 años.

DIEGO DE FIGUEROA.

DEL R. P. PRESENTADO FR. FELIPE DE ZAMORA, DEL ORDEN DE N. P. S. AGUSTIN, PROCURADOR GENERAL DE LA PROVINCIA DE QUITO EN LAS CORTES DE MADRID Y ROMA.

E órden de V. S. he visto un libro intitulado Historia general de las conquistas del Nuevo Reino de Granada, escrito por el Ilustrisimo señor Doctor D. Lúcas Fernández de Piedrahita, del Consejo de su Majestad, Calificador de la Suprema Inquisicion, Obispo de Panamá, y puedo afirmar como testigo de vista de lo más que contiene dicha Historia, y á lo docto y elocuente del Autor acompaña lo verídico tan ajustadamente, que cumple con todas las leyes de Historiador. No tiene cosa que se oponga nuestra Santa Fé Católica, y así podrá V. S. dar la licencia que pide. En el Real Conyento de S. Felipe de Madrid en 27 de Abril de 1688.

Dorden Neve Reino de escrito por el

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á

No

OS el Licenciado D. Alonso Portillo y Cardos, Dignidad de Chantre en la insigne Colegial de Talavera, Inquisidor Ordinario y Vicario de esta Villa de Madrid y su partido: Por la presente damos licencia para que se pueda imprimir é imprima un libro intitulado Historia general de las conquistas del Nuevo Reino de Granada en Indias, escrito por el Ilustrisimo señor Doctor D. Lúcas Fernández de Piedrahita, del Consejo de su Majestad, Calificador de la Suprema Inquisicion y Obispo de Panamá, atento que de nuestra órden, y comision ha sido visto y reconocido, y no contiene cosas contra nuestra Santa Fé Católica y buenas costumbres, Fecha en la Villa de Madrid, á 28 dias del mes de Abril de 1688 años.

LIC. D. ALONSO PORTILLO Y CARDOS.

Por su mandado, DOMINGO DE GOITIA.

APROBACION

DEL ILUSTRÍSIMO SEÑOR D. FR. LUIS DE LEMOS Y USATIGUI, DEL ORDEN DE SAN AGUSTIN, DEL CONSEJO DE SU MAJESTAD, SU PREDICADOR, Y OBISPO DE LA CONCEPCION DE CHILE.

PR comision del Real Reino et le moda, ou autor el tuturan istoria

OR comision del Real Consejo de Castilla he visto un libro intitulado Historia general

Fernández de Piedrahita, Calificador del Santo Oficio por la Suprema Inquisicion, del Consejo de su Majestad, y Obispo de Panamá. Luego que leí el nombre del Autor me prometí llenar el deseo que me habia quedado habiéndole oído en su Catedral, pasando por aquella Ciudad á esta Corte. Mandóme su Ilustrísima le predicase el Miércoles de Ceniza, obedecí con temor, y hubiera sido mayor, si fuera antecedente el oirle al obedecerle. Admiróme su elocuencia, edificóme su doctrina, y hallando el lleno de un grande y docto Orador, reconocí cuán desgraciados son los que asisten léjos de su Rey y señor. Empecé á leer, y viendo diferente estilo del que yo habia oido, acabé de confirmar lo cabal y ajustado del sujeto, pues dejando las elocuencias de la Oratoria, se acomodó al lenguaje de Historiador, enlazando diestramente lo claro y corriente de los sucesos con soberana erudicion; y para mí no ha sido tan evidente la muestra de su lucido ingenio en saber subir á lo superior de la retórica, como en haber aprendido á bajar para el intento de la Historia. Puédese decir de este libro, y de su Autor se conoce muy bien produce el Nuevo Reino de Santafé finísimo oro y piedras preciosas en abundancia: y si las ocupaciones me dieran lugar, y la precision del tiempo en que se me pide la censura, la convirtiera (aunque con temor de quedar corto) en Panegírico. No tiene cosa que pueda oponerse á la licencia que pide. Este es mi sentir, salvo, &c. Madrid, y Mayo 6 de 1688 años.

FR. LUIS, OBISPO DE LA CONCEPCION.

OR cuanto por parte de vos el doctor D. Lúcas Fernández de Piedrahita, del nuestro Iglesia Metropolitana de Santafé de Bogotá en las Indias, en el Nuevo Reino de Granada, y electo Obispo de Santa Marta, aviades escrito un libro intitulado Historia general de las conquistas del referido Nuevo Reino de Granada, y para poderle imprimir Nos pedisteis y suplicásteis os concediésemos licencia y privilegio por diez años para el efecto mencionado, ó como la nuestra merced fuese. Y visto por los del nuestro Consejo, y como por nuestro mandado se hicieron las diligencias de la Pragmática por Nos últimamente fecha, que sobre la impresion de los libros se dispone, fué acordado dar esta nuestra carta y privilegio para vos en la dicha razon, y Nos lo tuvimos por bien por la cual os damos licencia y facultad, para que por tiempo de diez años primeros siguientes, que corren y se cuentan desde el dia de la fecha de esta nuestra Cédula en adelante, vos, ó la persona que vuestro poder tuviere, y no otra alguna, podais imprimir el dicho libro ó su original, que en el nuestro Consejo se vió, que va rubricado y firmado al fin de Manuel de Mojica, nuestro Secretario de Cámara de los que en él residen, con que antes que se venda lo traigais ante ellos, juntamente con el dicho original, para que se vea si la dicha impresion está conforme á él, y traigan fe en pública forma, y como por nuestro Corrector se vió y corrigió la dicha impresion por dicho original. Y mandamos al impresor que así imprimiere dicho libro, no imprima el principio, ni primer pliego, ni entregue más de un solo libro el con su original al autor ó persona á cuyo cargo y costa se imprimiere, para efecto de dicha correccion y tasa, hasta que antes y primero el dicho libro esté corregido y tasado por los del nuestro Consejo y estando hecho, y no de otra manera, pueda imprimir el dicho primer pliego y principio, y seguidamente esta nuestra Cédula y la aprobacion que del dicho libro se hizo por nuestro mandado, y la tasa y erratas, pena de caer é incurrir en las penas contenidas en las leyes y Pragmáticas de estos nuestros Reinos, que sobre ello disponen. Y mandamos que durante el tiempo de los dichos diez años, persona ninguna, sin la dicha vuestra licencia, pueda imprimir el dicho libro, so pena que el que de otra manera lo imprimiere y vendiere, haya perdido y pierda todos y cualesquier libros, moldes y aparejos que del dicho libro tuviere, y más incurra en pena de cincuenta mil maravedises, tercia parte para la nuestra Cámara y la otra para el Juez que la sentenciare, y la otra tercia parte para la persona que lo denunciare. Y mando á los del nuestro Consejo, Presidente y Oidores de las nuestras Audiencias, Alcaldes, Alguaciles de nuestra Casa y Corte, y Cancillerías y á todos los Corregidores, Asistente, Gobernadores, Alcaldes Mayores y Ordinarios y otros Jueces y Justicias cualesquier de todas las ciudades, villas y lugares de estos nuestros Reinos y Señoríos, y á cada uno de ellos en sus lugares y jurisdicciones, que guarden y cumplan y hagan guardar y cumplir esta nuestra Cédula, y contra su tenor forma no vayan, ni pasen, ni consientan ir ni pasar en manera alguna. Dada en Buen Retiro, á 10 dias del mes de Mayo de 1688 años.

y

YO EL REY.

Por mandado del Rey nuestro señor.

ANTONIO DE LUPIDE Y APONTE.

TASA.

Mconsejo residenji certifico, que habiéndose visto por los señores de él un libro intitulado

ANUEL de Mojica, Secretario de Cámara del Rey nuestro señor, de los que en su

Historia general de la conquista del Nuevo Reino de Granada, compuesto por Don Lúcas Fernández de Piedrahita, Obispo de Panamá, tasaron á ocho maravedises cada pliego, sin principios, ni tablas, y á dicho respecto mandaron se venda cada volúmen, y no á más segun que lo susodicho consta de dicha tasa, que por ahora queda en mi oficio, á que me remito; y para que conste doy la presente en Madrid, á nueve de Agosto de mil seiscientos y ochenta У ocho años.

MANUEL DE MOJICA.

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DEL ORDEN DE PREDICADORES, CRONISTA GENERAL DE SU PROVINCIA DE SAN JUAN BAUTISTA,
REGENTE PRIMARIO que fuÉ DE LOS ESTUDIOS GENERALES DE LA MINERVA DE ROMA, Y AHORA
RECTOR DEL COLEGIO DE SANTO TOMAS DE LIMA,

APLAUDE LA HISTORIA GENERAL DE LAS CONQUISTAS DEL NUEVO REINO
DE GRANADA,

Escrita por el Ilustrísimo y Reverendisimo señor doctor D. Lúcas Fernández de
Piedrahita, del Consejo de su Majestad, Obispo de Panamá.

Ilustrísimo y Reverendísimo señor.

UDIERON felizmente mis instancias conseguir del favor de V. I. el ver su libro de

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con admiracion, la proseguí con tanto deleite, que la acabé con dolor de que habia de privarme de su continua leccion, por la necesidad de restituirla á V. I. aunque con la esperanza de volverle á gozar con más libertad, cuando consiga la dicha de padecer en las prensas, lo que ha de lograr de aplausos en cuantos la tuvieren de alcanzarle.

Los diestros cantores, con las diferencias de la voz y afectacion de la música, ya adelgazándola, ya engrosándola, ya pronunciando con ímpetu, ya de espacio, y ya con priesa, expresan y representan los afectos y conceptos de lo que cantan: y V. I., sobre escribir tan dulcemente que parece que canta cuanto escribe, no solo hace relacion de las guerras, tragedias y fortunas sucedidas en tiempo de los Reyes Indios del Nuevo Reino, y de sus valerosos conquistadores, gloria de España, fecundidad, abundancia, riqueza y benignidad de sus valles, de sus montes, de sus costas, de sus rios, de sus mares, de su cielo; sino que al referir cada cosa de por sí, con la misma energía de sus Voces representa lo historiado tan vivamente que lo hace ver en su libro, como si se mirase en su original, pareciendo que se ven, no que se leen los sucesos y toda la materia de que trata.

Escribe V. I. de las yerbas y flores del pais, y son verdores floridos y fragantes sus períodos: de la grandeza de sus lagos y rios, y son raudales de elocuencia sus cláusulas, y mares de elegancia sus oraciones: de la abundancia rica de sus minas, y son de oro finísimo sus voces, de plata tirada sus discursos y de sutil filigrana sus sentencias: de las perlas de sus mares, y lo dice tan de perlas, que son sartas de riquísimos granos sus frases: de sus montes criaderos de esmeraldas, rubies, jacintos, ametistos, gallinazas, topacios y cristales, y son luces brilladoras los lucientes destellos de su pluma: de sus guerras, gobiernos y costumbres, y con lo que moraliza hace cruda guerra á los vicios, y tan claras y patentes las más acertadas máximas del gobernar, que parece que el mismo libro tiene en su mano el baston, dando á ver en lo que enseña lo que practica, de modo que para saber quién es V. I. no es menester otra cosa que leer su libro y confesará el que le viere, que ve dibujado al vivo y aun vivo á V. I. porque verá su elocuencia, su doctitud, su urbanidad, su elegancia, su facundia, su modestia, su actividad, su constancia, su prudencia, su celo, su liberalidad, su devocion, su templanza, su caridad y tanto de cada prenda de las que hacen heróico y constituyen un príncipe grande, que no tenga más que ver.

En fin, señor Ilustrísimo, V. I. se anime, y no se ate tanto á lo modesto, que dilate más tiempo el dar á luz esta obra, poniéndola en estampa cuanto ántes, para que la gocen todos; pues no será solo V. I. quien la pierda, si se malogra, sino la utilidad de todo el orbe, privándose infelizmente de fábrica tan hermosa, que siendo una enmienda pública de todas Jas Historias antiguas, servirá de diseño á las futuras.

Esto suplica á V. I. mi rendimiento, protestando que el poner á la vista de V. I. este mi pobre escrito, no me lo dictó la audacia de aprobar obra tan prima, sino el afecto obligado de su mismo primor, que me ha movido á aplaudir, en cuanto alcanza la cortedad de la mia, los ecos concertades de su pluma: concluyendo con dar el parabien de esta Historia al Nuevo Reino, con este

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