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SECCION NOVENA.

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Preámbulo. - Necesidades fundamentales del Espíritu humano. - Idea de lo Útil.-Ciencias matemáticas y físicas, industria y economía política.-Idea de lo Justo. - Sociedad civil.- El Estado.- Idea de lo Bello.- El arte.-La Idea de Dios.- Religion.—Culto. - La Reflexion.- La Filosofia.-Su orígen. -Su necesidad. — Su objeto. - Su preeminencia. — Ideas fundamentales que presiden el desenvolvimiento de la razon humana.-Dos ideas.- Las categorías, ó principios de la naturaleza humana. - Sus términos. - Su relacion. Su coexistencia. - Unidad. - Variedad. - Diferencia. - Recapitulacion. - Dos términos y su relacion, son los tres elementos integrantes de la razon. Las ideas. -Nominalismo. Realismo. Conceptualismo.-Verdades matemáticas y morales. - La Razon no es individual. Las ideas son concepciones de la razon humana, y, en rigor, se refieren á su principio eterno, la razon absoluta. — La inteligencia humana. Su condicion. Unidad, variedad y diferencia. La inteligencia absoluta. Resúmen.- La esencia divina. -No es incomprensible. - Su naturaleza.-El carácter de las ideas es ser inteligibles. --Tránsito de Dios al Universo. Creár no es sacar de la nada. -La creacion no sólo es posible, sino necesaria. Qué es crear. La causalidad. —La creacion no agota al Creador.— Manifestacion de Dios en el mundo. -Su armonía. Su belleza. - Fuerzas naturales.-Leyes universales.- La Humanidad. El hombre.- La conciencia. La psicología. — El acto de conciencia.—Tres términos, lo finito, el infinito y su relacion.- Todos los hombres poseen este hecho. Lo mismo ocurre al género humano. -Su identidad es la identidad de los tres elementos en la concieneia de aquél.- Las diferencias vienen del predominio de uno de ellos sobre los otros. Estas diferencias constituyen las diferentes épocas de la historia.

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· La Creacion.

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Arribemos, por fin, al postrer órden de ideas, á cuya luz hemos de examinar si los fueros alcanzan hoy alguna razon de sér, ó si, en efecto, no tienen ningun motivo racional de existencia, como los ele

mentos que los apoyan: lo cual quiere decir que son de todo punto insostenibles.

Este órden de ideas es bastante trascendental; él se funda en la esencia de las cosas, en la naturaleza constitutiva del hombre y en el desenvolvimiento necesario de las sociedades.

Las grandes cuestiones políticas encierran una complexidad tal, que para penetrar perfectamente en ellas se necesita hacer una especie de análisis químico, ir descomponiendo sus elementos más importantes, estudiarlos uno á uno en su más pura simplicidad, y penetrar con decision en su fondo más íntimo.

Por eso, nosotros, para hacer algunas consideraciones sobre la sociedad española y las provincias privilegiadas, echaremos una ojeada sobre el espíritu humano y la conciencia universal, y examinaremos algunas de las leyes que presiden la filosofía de la historia. Asentando en esta Seccion y en la siguiente las premisas que esos primeros principios nos vayan suministrando, pasaremos en la Undécima á hacer las aplicaciones, y deducir las consecuencias que lógicamente se deduzcan de los fundamentos de la razon y de la conciencia, de la historia y de la filosofía.

Veamos, pues, si esta nueva fase, bajo la cual presentamos el punto que se debate, nos ofrece los mismos ó diversos resultados que las otras fases ya estudiadas.

Debemos esperar que no difieran; pues aunque

son distintos puntos de vista, bajo los cuales lo consideramos, siempre empleamos el mismo instrumento, el sólo legítimo, el sólo apropiado para descubrir la verdad; la razon: ese destello sublime que vive en nosotros, para guiarnos en todas las esferas; esa esplendente antorcha, con la cual penetramos, confiados, en las profundas tinieblas de las regiones metafísicas, alumbramos la raíz y la esencia de nuestro propio sér, y llegamos hasta la misma fuente de toda vida.

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<< Desde el instante que el hombre tiene conciencia de si mismo (23), se halla en un mundo extraño, enemigo, cuyas leyes y fenómenos parecen en contradiccion con su propia existencia. Para defenderse, él posee la inteligencia y la libertad. Él no se sostiene, él no vive, él no respira dos minutos seguidos, sino á condicion de preveer, es decir, á condicion de haber conocido esas leyes y esos fenómenos que destruirian su frágil existencia, si no aprendiese poco a poco á observarlos, á medir su alcance, y á calcular su retorno. Con su inteligencia, sucesivamente desenvuelta y bien dirigida, hace conocimiento con este mundo: con su libertad, lo modifica, lo cambia, lo rehace á su gusto: él detiene los desiertos, muda los alveos de los rios, y allana las montañas; en una palabra: él realiza en la sucesion de los siglos esa série de prodigios que hoy nos impresiona poco, por el sentimiento y la larga costumbre de nuestro poder y de sus efectos.

El primero que á la más corta distancia de su persona midió el espacio que le rodeaba, contó los objetos que se presentaban á su vista, y observó sus propiedades y su accion, ese creó las ciencias matemáticas y físicas. El que en menor grado modificó lo que le era un obstáculo, ese creó la industria: multipliquemos los siglos, fecundemos ese débil gérmen por los trabajos acumulados de las generaciones, y tendremos lo que hoy existe. Las ciencias matemáticas y físicas son una conquista de la inteligencia humana sobre los secretos de la naturaleza. El mundo tal como el hombre lo halló, le era extraño; el mundo tal como le han hecho las ciencias matemáticas y físicas, y despues la industria, es un mundo semejante al hombre, rehecho por él á su imágen. El hombre ha metamorfoseado las cosas, y al darles su forma, ha impreso en ellas el sello de su personalidad. La industria es el triunfo del hombre sobre la naturaleza; la economía política explica el secreto, ó el detalle, de este triunfo sobre la naturaleza, que tendía á invadirle y destruirle.

Pero si las matemáticas y la física, la industria y la economía política, tienen un solo y único objeto, lo útil, lo útil no es la sola necesidad de nuestra naturaleza, la sola idea, á la cual se puedan referir todas las ideas que existen en la inteligencia; sino que entre todas las acciones que engendran las relaciones tan diversas de los hombres entre sí, hay otras que además del carácter de útiles ó de

perjudiciales, nos presentan otro carácter: el de ser justas ó injustas.

La idea de lo justo es una de las glorias de la naturaleza humana. El hombre la apercibe desde luego; mas no la apercibe sino como un relámpago en la noche profunda de las pasiones primitivas; él la vé sin cesar violada, y en todo momento borrada por el desórden necesario de las pasiones de los intereses contrarios. Lo que se ha querido llamar sociedad natural, no es más que un estado de guerra, en el que reina el derecho del más fuerte, y en que la idea de justicia no interviene sino para ser hollada por la pasion.

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Mas, al fin, esta idea hiere el espíritu del hom. bre, y ella responde tan bien á lo que hay de más íntimo en él, que poco a poco se le hace una necesidad imperiosa el realizarla; y así como ántes habia formado una naturaleza nueva sobre la idea de lo útil, del mismo modo, en lugar de la sociedad primitiva, donde todo estaba confundido, él créa una sociedad nueva sobre la base de una sola idea: la de justicia. La justicia constituida, es el Estado. La mision del Estado es hacer respetar la justicia por la fuerza, haciendo que la injusticia, no sólo sea reprimida, sino castigada. De ahí una sociedad nueva, la sociedad civil y política, la cual no es otra cosa que la justicia en accion, por medio del órden legal que representa el Estado. Este prescinde de la infinita variedad de los elementos humanos; él no considera al hombre sino por su

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