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por ella. Un Dios que nos fuese absolutamente incomprensible, es un Dios que no existe para nosotros.

Dios es tan poco incomprensible, que lo que constituye su naturaleza son precisamente las ideas; las ideas, cuya naturaleza es el sér inteligibles. Háse investigado si las ideas representan ó no representan, si son conformes ó no son conformes á sus objetos. Pero la cuestion no es saber si las ideas representan, porque las ideas están sobre todas las cosas: la verdadera cuestion filosófica sería más bien saber si las cosas representan, porque las ideas no son el reflejo de las cosas, sino las cosas son el reflejo de las ideas. Dios, la substancia de las ideas, es esencialmente inteligente y esencialmente inteligible.

Esta teoría no es otra cosa que el fondo mismo del cristianismo. El Dios de los cristianos es triple y uno á la vez. El dogma de la Trinidad es la revelacion de la esencia divina, alumbrada en toda su profundidad y presentada toda entera bajo la mirada del pensamiento.

Y no parece que el cristianismo crea la esencia divina inaccesible á la inteligencia humana, pues que la hace enseñar á los más humildes espíritus; y lo que acerca de este punto hemos dicho, ha sido poco más que repetir lo que dijeron mucho ántes los más insignes doctores de la Iglesia, Santo Tomás de Aquino, San Anselmo de Cantorbery y el mismo Bossuet. Estos grandes hombres intentaron

una explicacion de los misterios, entre otros del de la Trinidad, misterio que tal como era á sus propios ojos, contenia ideas que era posible despojar de su forma.

Dios és él és con todo lo que constituye su verdadera existencia; con los tres momentos necesarios de la existencia intelectual. Pero debemos avanzar, y habremos de pasar de Dios al universo. ¿Cómo va ello á sér, y qué conduce de Dios al universo?-La creacion. -¿Y qué es la creacion?— ¿Qué es creár?—Segun la definicion vulgar, creár es hacer alguna cosa de nada, es sacar de la nada. Sin embargo, Leucippo, Epicuro, Lucrecio, Bayle, Spinosa y otros pensadores un poco ejercitados, demuestran fácilmente que de nada no se produce nada, que de nada, nada puede salir; de donde se sigue que la creacion es imposible. Pero tomando otra ruta, nosotros arribaremos á otro resultado. Mas antes examinemos esta definicion, que creár es sacar de la nada.

El fondo de la definicion está en la idea misma. de la nada. ¿Pero qué es esta idea? Una idea puramente negativa. La nada es la negacion de toda existencia; mas ¿quién hace aquí la negacion de toda existencia? ¿Quién? El pensamiento, es decir, nosotros, que pensamos que somos, en tanto que pensamos, y porque pensamos, y que lo sabemos; pues que sabemos que pensamos, negando la existencia, nos negamos precisamente nosotros, nues

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tro pensamiento y nuestra negacion misma. Si hiciéramos atencion en el principio mismo de nuestra hipótesis, este principio la destruiria, ó la hipótesis destruiria el principio. Lo que se ha dicho de la duda que Descartes demostró relativamente á la duda, se aplica, y con más fuerte razon, á la idea de la nada. Dudar es creer, porque dudar es pensar; el que duda, ¿crée que duda, ó duda el que duda? Si él duda que duda, él destruye por esto mismo su escepticismo; y si él cree que duda, él lo destruye tambien.

Así igualmente, pensar, es sér; y saber que se és, es afirmar la existencia: luego, hacer la hipótesis de la nada, es pensar; luego es sér y saber que se és; luego es hacer la hipótesis de la nada, á la condicion de la suposicion contraria; á saber: la de la existencia del pensamiento, y de la existencia del que piensa. Vanamente se intenta salir del pensamiento y de la idea de existencia. En el fondo de Ꭹ toda negacion hay una afirmacion; en el fondo de la hipótesis de la nada, está, como condicion absoluta, la suposicion de la existencia, de la existencia del que hace esta misma suposicion de la nada.

Hay, pues, que abandonar la definicion, que creár es sacar de la nada, porque la nada es una quimera y una contradiccion.

Ahora bien; abandonando la definicion, hay que abandonar sus consecuencias; y la consecuencia inmediata de la hipótesis de la nada, como condicion de la creacion, es otra hipótesis: porque una vez en

la senda de la hipótesis, se marcha de una en otra, sin poder salir ya de ellas. Pues que Dios no puede crear sino sacando de la nada; y que no se saca nada de nada, y sin embargo, este mundo existe, se sigue que él no ha sido creado: luego se sigue que él es independiente de Dios, y que se ha formado en virtud de su propia naturaleza y de las leyes que derivan de aquella naturaleza.

De ahí otra hipótesis; la de un dualismo, en el cual Dios está de un lado, el mundo del otro; es decir: un absurdo. Porque precisamente todas las condiciones de la existencia de Dios, son contradicciones absolutas de la existencia independiente del mundo. Si el mundo es independiente, él se basta á sí mismo; él es absoluto, eterno, infinito, omnipotente; y Dios, si él es independiente del mundo, debe ser absoluto, eterno, omnipotente. Hé aquí dos omnipotencias, en contradiccion la una con la otra. Pero no prosigamos en esta série de hipótesis de absurdos.

y

¿Qué será, pues, creár, no segun el método hipotético, sino segun el método que hemos seguido, segun ese método que toma siempre á la conciencia humana lo que más tarde, por una induccion superior, ella aplicará á la esencia divina?

Creár es una cosa muy poco dificil de concebir, porque es una cosa que hacemos cada instante. En efecto; nosotros creamos siempre que hacemos un acto libre. Yo quiero, yo tomo una resolucion, yo

tomo otra, despues otra, yo la modifico, yo la suspendo, yo la prosigo. ¿Qué es lo que yo hago? Nosotros producimos un efecto que no referimos á nadie, sino á nosotros, que referimos á nosotros como causa, y como causa única; de manera que, relativamente á la existencia de este efecto, no buscamos nada más allá de nosotros mismos. Esto es creár. Nosotros creamos un acto libre; nosotros lo creamos, decimos, porque no lo referimos á ningun principio superior á nosotros; nosotros nos lo imputamos á nosotros, y á nosotros exclusivamente. Él no era; él comienza á sér, por la virtud del principio de causalidad propia que nosotros po

seemos.

Así, causar es creár; ¿pero con qué? ¿Con nada? Nó, sin duda; todo al contrario; con el fondo mismo de nuestra existencia; es decir, con toda nuestra fuerza creadora, con toda nuestra libertad, con toda nuestra actividad voluntaria: con nuestra personalidad. El hombre no saca de la nada el acto que no ha hecho todavía y que vá á hacer; él lo saca del poder que tiene de hacerlo; él lo saca de sí mismo.

Hé aquí el tipo de una creacion. La creacion divina es de la misma naturaleza. Dios, si es una causa, puede creár; y si es una causa absoluta, no puede no creár; y creando el universo, no lo saca de la nada; lo saca de sí mismo, de ese poder de causalidad y de creacion, de que nosotros, débiles mortales, poseemos una porcion. Y toda la diferen

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