La vida de Lazarillo de Tormes: y de sus fortunas y aduersidades. Restitución de la edición príncipe por R. Foulché-Delbosc ...

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Raymond Foulché-Delbosc
L'Avenç, 1900 - 72 páginas
 

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Página 33 - Virtud es ésa — dijo él — , y por eso te querré yo más. Porque el hartar es de los puercos y el comer regladamente es de los hombres de bien. «¡Bien te he entendido! — dije yo entre mí — . ¡Maldita tanta medicina y bondad como aquestos mis amos que yo hallo hallan en la hambre!
Página 4 - Salamanca, y llegando a la puente, está a la entrada de ella un animal de piedra, que casi tiene forma de toro, y el ciego mandóme que llegase cerca del animal, y allí puesto, me dijo: — Lázaro, llega el oído a este toro y oirás gran ruido dentro de él.
Página 49 - ... y llaman testigos y abren la puerta, y entran a embargar la hacienda de mi amo hasta ser pagados de su deuda. Anduvieron toda la casa y halláronla desembarazada, como he contado, y dícenme: — ¿Qué es de la hacienda de tu amo, sus arcas y paños de pared y alhajas de casa?
Página 63 - Que él me habló un día muy largo delante della y me dijo: -Lázaro de Tormes, quien ha de mirar a dichos de malas lenguas nunca medrará; digo esto porque no me maravillaría alguno, viendo entrar en mi casa a tu mujer y salir della. Ella entra muy a tu honra y suya. Y esto te lo prometo.
Página 64 - Ella entra muy a tu honra y suya; y esto te lo prometo. Por tanto, no mires a lo que pueden decir, sino a lo que te toca: digo, a tu provecho.
Página 58 - Buenos hombres, vosotros nunca habíades de rogar por un hombre en quien Dios tan señaladamente se ha señalado ; mas, pues él nos manda que no volvamos mal por mal y perdonemos las injurias, con confianza podremos suplicarle que cumpla lo que nos manda y su Majestad perdone a éste que le ofendió, poniendo en su santa fe obstáculo. Vamos todos a suplicalle.
Página 39 - Yo le dije: -Señor, hasta que dio las dos estuve aquí, y de que vi que Vuestra Merced no venía, fuime por esa ciudad a encomendarme a las buenas gentes, y hanme dado esto que veis.
Página 40 - ... por ser mejor la vianda y menos mi hambre. Quiso Dios cumplir mi deseo, y aun pienso que el suyo, porque, como comencé a comer...
Página 13 - Era la risa de todos tan grande, que toda la gente que por la calle pasaba entraba a ver la fiesta; mas con tanta gracia y donaire contaba el ciego mis hazañas, que, aunque yo estaba tan maltratado y llorando, me parecía que hacía sinjusticia en no se las reír.

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