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CAPITULO VIII.

ESTINCION DE LA COMPAÑIA DE JESUS

POR LA SANTA SEDE.

De 1767 1775.

Espulsion y estrañamiento de los jesuitas de Nápoles.-El Monitorio de Parma.-Alarma de las córtes borbónicas.-Son echados de Parma los jesuitas.-Piden los Borbones la revocacion del Monitorio.-Apodéranse de Aviñon y Benevento.-Union de los Borbones y de Portugal para pedir la total estincion de la Compañía de Jesús.-Muerte inesperada del papa Clemente XIII.-Trabajos é intrigas para la eleccion de papa.-Esfuerzos de los cardenales y embajadores de las córtes borbónicas.-Condiciones que Cárlos III. exigia del que hubiera de ser electo pontífice.-Dificultades en el Cónclave.-Cómo fué proclamado papa Fr. Lorenzo Ganganelli.Celebran su elevacion los Borbones.-Cómo se fué conduciendo Clemente XIV. en la famosa cuestion de los jesuitas.-El breve Cœlestium.-Memorias de los embajadores de las coronas contra el breve.-Informe de todos los prelados españoles.-Compromiso que adquiere el pontífice.-Notable carta de Cárlos III. al papa.— Irresolucion y vacilaciones de Clemente XIV.-Esperanzas de los jesuitas, y su fundamento.-Muerte del ministro Choiseul.-Reemplaza á Azpuru en Roma don José Moñino.-Sobresalto del papa y temor grande de los jesuitas.-Talento, vigor y energía de Možino. -Domina en Roma.-Apura y estrecha al pontífice.-Lucha diplomática entre el pontífice y el ministro de España.-Plan de Moñino. Resuélvese Clemente XIV. á estinguir los jesuitas en toda la cristiandad.-Memorable breve de abolicion.-Ejecútase en Ro

ma.-Cómo se cumplió en todas las naciones.-Resistencia que encontró en algunas.-Representacion del arzobispo de París contra el breve de estincion.-Siniestras predicciones que se difundieron sobre la enfermedad y muerte de Clemente XIV.-Invencio_ nes y fábulas de los amigos y de los enemigos de los jesuitas para desacreditarse mútuamenté.-Muerte natural del pontífice.-Sucédele Pio VI.

Tan convencido estaba Cárlos III. de la conveniencia de la espulsion y estrañamiento de los jesuitas, tan persuadido estaba de que la existencia del Instituto de San Ignacio era peligrosa á los Estados y á los tronos, que no contento con haberlos lanzado de sus dominios, y lejos de dejarse ablandar ni por los sentidos lamentos ni por las escitaciones y ruegos del pontífice, propúsose hacer que fueran tambien arrojados de aquellos estados á que alcanzaba mas su influencia. Ejercíala poderosa sobre el jóven rey de Nápoles, Fernando IV. su hijo: completamente de acuerdo estaba en estas materias con el marqués de Tanucci, primer ministro que habia sido suyo, y lo era á la sazon del monarca napolitano; no necesitó Cárlos sino escribirle manifestándole su voluntad, para que los jesuitas fueran estrañados de Nápoles por decreto de 3 de noviembre de 1767, en la misma forma que lo habian sido de España: lo propio que aqui el conde de Aranda, hizo alli el marqués de Campoflorido, y los espulsados á la media noche navegaban al amanecer con rumbo hácia Terracina.

Faltaba completar la obra en otro Estado regido

tambien por un Borbon, á saber, el ducado de Parma, cuyo soberano era otro jóven Fernando, sobrino de Cárlos III. Pero alli, cuando á indicacion del monarca español lo tenia todo prevenido el ministro Du Tillot, marqués de Felino, paralizóse algun tiempo el golpe con motivo de un breve (conocido y célebre en la historia con el título de Monitorio contra Parma), que el pontífice Clemente XIII. publicó (30 de enero, 1768) contra varios decretos dados por el gran duque sujetando al plácito régio las bulas y breves pontificios, limitando las adquisiciones de manos muertas, y mandando que los beneficios eclesiásticos se diesen á naturales y no á estrangeros. En el monitorio hablaba el papa como si los ducados de Parma y Plasencia continuáran siendo feudo de la Santa Sede, y apoyado en la bula In Cana Domini fulminaba escomunion contra los que hubieran intervenido en los decretos ó los obedeciesen en adelante "").

Alarmó este documento á todos los príncipes y á todas las córtes borbónicas, lo mismo que al rey de Portugal. Tomóse como obra de los jesuitas, y como -un reto á todas aquellas coronas. El ministro de Francia Choiseul lo miró como un atentado al Pacto de Familia. Interpretóse tambien como una intimidacion que

(1) La córte de Roma, dice á este propósito el conde de Fernan Nuñez, exasperada entonces contra los príncipes de la casa de Borbon por la espulsion de los jesuitas, hálló una ocasion de

descargar sus iras contra la córte de Parma, á quien, como la mas débil, tocó la suerte ordinaria de las que lo son, la de pagar por los otros. Compendio histórico, cap. 2.°

queria hacérseles, principalmente á Cárlos III. de España, cuya piedad y religiosidad por todos reconocida se intentaba amedrentar con la amenaza de escomunion, esperando que con ella se le reduciria á revocar lo ejecutado en su reino, y á impedir que su sobrino el de Parma cayera en el mismo escollo en que se iba precipitando. Mas sucedió tan al revés, que en el inmediato febrero (1768) salió espulsada de Parma la Compañía de Jesús, y dos meses después (abril, 1768), de órden del rey de Nápoles, impulsado por los de Francia y España, eran desterrados de la isla de Malta los hijos de Loyola por decreto del gran maestre de aquella órden de caballería. Los Borbones hacian recoger á mano armada el monitorio en sus respectivos Estados, y sus embajadores en Roma, el marqués de Aubeterre, el auditor Azpuru, el cardenal Orsini, á los cuales se agregó luego el de Venecia, solicitaban cada uno de por sí del pontífice la revocacion del breve. Como el Santo Padre se mantuviese firme en la negativa, la Francia, puesta ya en vias de hostilidad, se apoderó de Aviñon, y Nápoles tomó posesion de Benevento y de Ponte-Corvo, de donde espulsaron los jesuitas confiscando sus bienes. Los embajadores rehusaron tratar con el cardenal Torrigiani, y consiguieron que les fuera designado Negroni; y Cárlos III. reproducia, como apuntamos en otro lugar, la pragmática del Exequatur dada en 1762.

En impugnacion del célebre monitorio de Clemen

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te XIII. escribieron en España lo s fiscales del Consejo de Castilla, Campomanes y Moñino, otro documento que con justicia goza tambien de gran celebridad en la historia de las cuestiones que se han suscitado en el mundo sobre los derechos de las potestades espiritual y temporal, y las relaciones entre el sacerdocio y el imperio. Juicio imparcial, nombraron aquel memorable escrito, sobre las letras en forma de Breve que ha publicado la curia romana, en que se intenta derogar ciertos edictos del Srmo. señor infante duque de Parma, y disputarle la soberania temporal con este pretesto. En éste, que un escritor de nuestros dias llama con razon «monumento perenne del verdadero espíritu de aquel reinado,» despues de consideraciones llenas de erudicion en defensa de las atribuciones y derechos de la potestad civil en asuntos que no fuesen espirituales; despues de probar el ningun derecho que tenia la Santa Sede á la soberanía de Parma; despues de analizar los decretos del gran duque anatematizados en el monitorio, y de demostrar que versaban sobre asuntos puramente temporales y no sujetos á la jurisdiccion pontificia, hacian ver los magistrados españoles que las censuras con que el breve pontificio terminaba eran nulas, como fundadas en la Bula In Cœna Domini, nunca admitida en España ni en otros estados católicos en lo que perjudicaba á la autoridad independiente de los soberanos en lo temporal, y á la jurisdiccion de los tribunales y magistrados reales, y turbaba la tranquilidad

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