y por considerarlo arriesgado no conociendo aún las Por los partes siguientes se supo que la escuadra (4) Parte de don Luis de Cór- do desde su sálida de Algeciras á (2) En carta que escribia lord dir el socorro de Gibraltar, ni menos se realizaron las lisonjeras esperanzas que se habian hecho concebir de la destruccion de la armada inglesa, y que esto unido al desastre de las baterías flotantes trocó en desánimo nacional lo que antes se habia esperado con entusiasmo. Y con todo eso, todavía no se desistió del sitio de Gibraltar. Por el contrario, construyéronse nuevos espaldones, se adelantaran trincheras, se trabajaba con ahinco en otras obras, y se sostenia el fuego. Objeto constante de los mas estraños proyectos aquella plaza, el mismo Crillon que no habia juzgado bien de los otros, adoptó ahora uno no menos estraño que cualquiera de ellos, á saber, el de practicar debajo de la enorme roca una mina de grande estension á mas de doscientos pies de profundidad, de cuyos estragos se prometia grandes portentos. En ella se trabajaba con ardor, sobre todo para vencer la gran dificultad de la ventilacion; y el ministro Floridablanca confiaba mucho en dos ó tres ideas que decía habia sobre ella á cuál mas útiles. Mas no llegó el caso de esperimentar ó el fruto ó el desengaño de este nuevo plan, en razon á haber cesado las hostilidades por las causas que ahora expondremos. cho tiempo en ir persiguiendo á la escuadra enemiga, que creo navega hácia Cádiz.» De manera que aqui aparecia él el perseguidor: siendo notable que el 22 aun no se habia movido hácia Cádiz la escuadra española: y decia Córdoba aquel dia: «Cada vez se alejan mas los enemigos, y á las cinco y media se han perdido de vista.>> Interés era del gobierno español y cálculo político mantener el sitio de Gibraltar y no desistir de él, siquiera los reveses sufridos hicieran ya improbable y casi imposible la conquista; despues de aquellas adversidades se sostenia menos como empresa militar que como medio político para sacar el partido mas ventajoso posible de los tratos de paz que hacia tiempo mediaban ya entre unas y otras potencias. En efecto, Inglaterra se habia convencido de que en América, á pesar de sus estraordinarios esfuerzos, no le era posible seguir luchando sola contra los colonos insurrectos y contra las fuerzas auxiliares de los dos Borbones y de Holanda. La sorpresa de Trenton, y sobre todo el triunfo de los franceses y americanos sobre lord Cornwallis habian introducido el desaliento en el ejército inglés y hecho una sensacion profunda en la Gran Bretaña. Los de los españoles en la Florida y en el golfo de Honduras, y la facilidad con que se apoderaron de las islas de Bahama, junto con otros contratiempos que esperimentaron los ingleses durante el ministerio de lord North, produjeron en el pueblo británico un deseo ardiente de paz. Aquel gabinete tuvo que ceder su puesto á la oposicion coligada que habia clamado contra la guerra. Los nuevos ministros Rockingham y Fox eran bien conocidos por sus opiniones en este sentido, y lord Shelburne tuvo que modificar la suya conforme al sentimiento nacional. Gobierno y parlamento mostraban en sus disposicio nes esta misma tendencia, y la medida de mandar regresar á Inglaterra al almirante Rodney y al general del ejército de América sir Enrique Clinton fué harto claramente significativa. Y por último, no confiando bastante en la mediacion de Rusia y Austria para la paz con Holanda y con Francia, fué enviado directa y secretamente á París sir Tomas Grenville con autorizacion para entrar en relaciones con todas las potencias enemigas, y con encargo de proponer, como base preliminar para la paz, la independencia de los trece Estados-Unidos de América, volviendo las cosas á la situacion en que se hallaban al firmarse la paz de París. Exigencias y dificultades de parte de las potencias, y cambios en su virtud ocurridos en el ministerio británico, pero no extinguiéndose por eso el deseo de paz, produjeron el envío á París de otro agente, Alejandro Fitzherberz, después lord Santa Elena, en tanto que toda Europa tenia fija su atencion en el sitio de Gibraltar. Entendíase al propio tiempo la Gran Bretaña directamente con los Estados-Unidos de América por medio de emisarios enviados ex-profeso. Los escritores ingleses censuran con bastante acritud el comportamiento de la córte de Francia, especialmente del ministro Vergennes, en estas negociaciones, no ya tanto por sus exijencias, cuanto por su doblez y sus misteriosas intrigas asi con Holanda y España como con los anglo-americanos, para inflamar y sosΤΟΜΟ ΣΧ. 32 tener sus rivalidades con la Gran Bretaña; y pruebas de esta que califican de pérfida conducta dicen haber adquirido en comunicaciones interceptadas á Marbois, agente francés en Filadelfia "). No nos incumbe ser jueces de la exactitud ó inexactitud de estos fundamentos, ni de la justicia ó injusticia de estas acriminaciones, sino exponer la parte que tuvo y el papel que en estos tratos de paz cumplió desempeñar á España. Pedia el gobierno español como condicion indis- pensable para la paz, primeramente y sobre todo la cesion de Gibraltar, y además la conservacion de Menorca, de las Floridas y de las islas de Bahama, con la evacuacion de todos los establecimientos ingleses en el golfo de Méjico y una parte en la pesca de Terranova; y ofrecia en cambio la plaza de Orán con el puerto de Mazalquivir, y favorecer el comercio inglés en España, para lo cual se haria un convenio particular (2). Esta pretension, aunque apoyada por el agente americano Franklin, tuvo que ser modificada á causa del contratiempo de las baterías flotantes, proponiendo compensaciones mas adecuadas á la impor (4) William Coxe, España bajo los Borbones, cap. 75. (2) «Orán y su puerto, decia con su acostumbrada vehemencia el embajador de París conde de Aranda, son mas que una compensacion, y deberian por consiguiente aceptarse con gratitud. Si quiere Inglaterra la paz, este es el medio de conseguirla, puesto que el rey mi amo, por motivos tanto personales como políticos, está muy decidido á no dar fin á la presente guerra hasta tanto que haya recobrado á Gibraltar, ya sea con las armas, ya por medio de una negociacion.>> |