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todos de todas facultades: conocia asimismo quanto aventuraba su reputacion en el caso. Pero estimulado de vivo zelo por el bien comun, acometió á la empresa con osadia noble, trabajó con egemplar constancia por tiempo de diez y ocho años, y en el de 1504 anunciaba la grande obra escrita en setecientos pliegos ya en disposicion de salir á luz. Por desgracia murió entonces su liberal Mecenas, aquel por quien vivia libre de cuidados económicos ocupado en lo que queria. Ó inmortal Zúñiga! el desinteres con que renunciaste la suprema dignidad de una órden militar te levantó á la superior esfera de arzobispo de Sevilla, y cardenal de la santa romana iglesia. Y otro género de desinteres aun mas raro enriqueció tu ánimo, ilustrándole con las luces de la sabiduría. Aquel Virgilio, con quien Lebrija te familiarizó, hizo resonar por todo el orbe y por todos los siglos el nombre de Augusto, por quien le era dado vivir á su placer, y cantar la dulce Amarilis. Tú renovaste el siglo de Augusto renovando su egemplo, y aun superándole con una humanidad sin egemplo. Lebrija era tu doméstico, tú le tratabas como igual y amigo. Colmábasle de bienes y favores sin exigirle nada, mas de que contentase á su Minerva, y cultivase sus amadas Musas. Bien sabías el modo de sacar partido de un literato honrado y laborioso. Voló contigo al cielo, alma nobilísima, ese espíritu de generosa condescendencia, ni quedó en la tierra quien franquease á tu maestro los medios y la libertad conducentes á la perfeccion y publicacion de las grandiosas obras que emprendió bajo tus auspicios. Entre ellas los comentarios de la lengua latina, de que vamos hablando; los quales ofreció imprimir un hijo del autor, y no obstante los deseos de la república literaria, declarados por Paulo Jovio, dejólos sin piedad sepultados en el olvido. Igual fortuna corrieron otros diccionarios magistrales de que diré adelante.

Solo goza el público los pueriles, como una pequeña mues-. tra que empezó á dársele en 1492. Tales son el diccionario latino con interpretacion castellana, y el contrapuesto del castellano interpretado en latin, reducidos ambos á lo mas preciso para el uso de las escuelas. A cuya necesidad, mal socorrida por el universal compendio del Palentino, acudió de pronto el Nebrisense, Tom. III.

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forzado de urgentísimas instancias á precipitar el parto de estos gemelos, segun sus palabras. Pasados unos veinte años los presentó segunda vez al público mas crecidos y hermosos, y aun pensaba enriquecerlos de nuevas galas. Cuyo pensamiento egecutó en parte su hijo Sancho en 1536, ya valiendose de los trabajos del padre, ya tambien de su propio ingenio y diligencia. La mas laudable fue, corregir innumerables errores con que habian afeado la obra mil ineptas manos por donde pasó en gran número de impresiones hechas dentro y fuera de la nacion. Sucedió al diccionario como á la gramática, recibir daños gravísimos por el mismo caso de ser ambas obras admitidas con aplauso en todo el orbe erudito, y adoptadas generalmente en las escuelas. De ahí tantas ediciones de una y otra, tantos comentadores, glosadores, adicionadores, que procuraron de algun modo ilustrarlas é ilustrar su nombre subscribiendole á continuacion del esclarecido de Lebrija. Por lo tocante al diccionario latino, los aumentos con que salió en Anveres por industria de Luis Nuñez y Juan Belero merecieron elogios del cultísimo Calvet de Estrella: ni los merecen menos las nuevas adiciones y enmiendas que luego hicieron algunos doctos catalanes, acomodando la obra al uso del país, como ya varios estrangeros habian egecutado traduciendo nuestro romance cada uno en su lengua. Pero estos y otros posteriores humanistas que aumentaron el diccionario, merecieran mayores alabanzas, si hubieran trabajado no tanto en engrosar el volumen, quanto en rectificar diversos artículos, y en suplir lo que faltaba conforme á la mente del autor. Quien preparaba un pleno etimológico para los provectos, mas para la juventud un compendio exacto y preciso, sin que faltase cosa de singular importancia. Qual era sin duda notar por alfabeto las dicciones bárbaras, como escollos que debe huír el estudioso de la pura latinidad. Queria el Nebrisense añadir á su diccionario pueril esa nomenclatura, murió sin hacerlo, y nadie jamas ha cumplido dignamente su voluntad.

Semejante vicio observo en los aumentadores de la gramática. Hicieron largos comentarios sobre diversas partes de ella, y pusiéronlos en manos de la juventud, pervirtiendo el método. Lebrija escribia comentarios y tratados llenos de erudicion y doc

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trina para los maestros: en las Introducciones, que debian estudiar los principiantes, daba solamente lo necesario, lo demas hacia observar en el egercicio contínuo sobre buenos autores. Si algo faltó á la simplicidad que él seguia y recomendaba, poniendo los preceptos pueriles en latin y en verso escabroso; enmendó ambos defectos en la edicion de las Introducciones bilingües, y previno ser esta la mejor forma de enseñar. Pero la fuerza de la costumbre prevaleció entonces y mucho despues contra tan importante documento.

Por dicha ya este mal se halla remediado en gran parte. Otro mayor advirtió Lebrija, tan arraigado que no hallaba modo de curarle, tan dañoso que destruïa la raíz de toda buena erudicion y cultura. Utilísimo es, decia, el conocimiento profundo de la lengua griega; pero el de sus elementos tan indispensable, que debe reputarse iliterato y rudo quien los ignore. Sentencia cuya verdad demuestran evidentemente la historia literaria, los egemplos y escritos de los sabios, desde que se vieron hombres distinguidos con ese dictado hasta nuestros tiempos. ¡Y hay todavía en la luz de los presentes tiempos quien resista tan precioso estudio, quien imite la obstinacion de aquellos aletargados contra quienes declamaba el maestro! No pudo acabar con todos los monstruos, decia su digno imitador el Brocense; ni pudo este valiente campeon exterminar de todo punto los restos de la barbárie.

Manserunt, hodieque manent vestigia ruris. Así notaba Horacio en los romanos del mejor siglo los resabios de su antigua rusticidad, y da la causa :

Serus enim graecis admovit acumina chartis,

porque tardaron en admitir la literatura y el gusto de los griegos. Saludable aviso, que me obliga á reproducir el mal de nuestros dias, acaso no menor que el de los tiempos de Lebrija. Alentado de su espíritu me atrevo á prenunciar, que la presente falta de gusto y solidez en las letras seguirá sin remedio, mientras no se favorezca por todos modos el estudio de la lengua y erudicion griega. Cuyas nociones elementares publicó Lebrija por via de apéndice á su gramática latina, como indispensables para saber esta lengua. Separadamente escribió una gramática griega, que

vió su doctísimo discípulo Andres Resende. Suprimióla quizá por efecto de aquella modestia ingénua y egemplar con que concedia la palma en este género al portugues Arias Barbosa, llamándole la fuente única de donde habia dimanado quanto se sabía de griego en la nacion. De hecho fue Barbosa el primer obrero en esta parte del suntuoso palacio que nuestro arquitecto disponia para todas las Musas.

Dió en él su buen lugar á las Musas castellanas junto á las latinas y griegas junta que avigoró la voz de las nuestras, la subió de punto, y la entonó con seguridad y firmeza. Su canto, antes agreste, caprichoso, mal concertado y peor sostenido, adquirió concierto, nueva gracia y sublimidad. Luego el espíritu de observacion redujo á reglas la nueva música, y le dió una constitucion permanente. Tanto hizo el Nebrisense en nuestra lengua, que hasta su edad andubo suelta y fuera de regla, y despues ha perseverado siempre en un tenor sin alteracion substancial. Así lo pronosticó, y así puntualmente ha sucedido en el lenguage y el imperio español, en este por industria de los reyes católicos, en aquel por la de Lebrija. Y por efecto de la fecundidad de sus principios vino una segunda dicha superior á sus esperanzas. Quando él escribia su gramática de la lengua castellana, creïa este idioma en la cumbre de su perfeccion, tanto que mas pudiera temerse el descendimiento de ella que esperar la subida. Con todo su saber y sagacidad no advirtió el esplendor y brillo que era capaz de recibir, y recibió efectivamente en los reynados próximos, con el cultivo de las buenas artes letras y que él restauraba. Por cuyo beneficio le debemos aun mas que por la gramática y ortografía que dió á luz sobre nuestra lengua, y que pudiéramos deberle por el copioso diccionario de la misma que no ha visto el público, y treinta años antes de morir tenia escrito en tres volúmenes de á folio.

Perdióse esta obra, y con ella gran parte de la riqueza del castellano. Ni sus compañeras se dieron á la prensa segunda vez hasta nuestros dias. Infausta suerte que han tenido tantas otras de los mejores literatos de España, menos conocidos de lo que pedia su mérito. Quánto bien no harian varios poderosos, si del

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caudal que suelen expender malamente, destinasen alguna parte á publicar y hacer comunes los buenos modelos literarios! Sobre una gloria inmortal para sí y para la patria, labraríanse una heredad muy fructífera, como tuviesen inteligencia y espera. Pero así como se nota en lo general del comercio, jamas entre nosotros se ha egercido este comercio noble, ni por quienes pudieran mejor hacerlo, ni con el debido conocimiento y espíritu. Por donde nuestras imprentas, pródigas en dar, conforme á la expresion de un satírico,

Todo libro incivil y chapucero,

se han mostrado avarísimas con las obras de superior doctrina. Entre las del Nebrisense, si exceptuamos el arte latino con sus ilustraciones, quedaron inéditas o con una sola edicion las mas preciosas, ya por magistrales, ya por el singular mérito de la invencion. Y hanse reproducido muchas veces otras menos merecedoras de nombrarse hijas de tan ilustre padre. Tales son algunas que Lebrija adoptó é ilustró con sus correcciones, exposiciones ó notas, así por acomodarse al tiempo, como en obsequio de personas á quienes no podia negarse los himnos de la iglesia con cierta exposicion tolerable y corriente con el nombre de aurea; las epístolas, profecías, oraciones y otras partes del oficio divino segun en él se leïan; las vidas de los santos sacadas generalmente de las lecciones del breviario; y la coleccion intitulada libros menores. En el prólogo de esta coleccion detesta de los mas de sus libros, en términos que parece no haberse prestado al oficio de editor, sino para tomar ocasion de corregir el vicio de las escuelas. Muéstrase avergonzado de que los estrangeros supiesen la incultura de nuestros preceptores que tal pábulo daban á la juven tud, y atónito de la indolencia de los superiores que se lo consentian. Acerca de los libros eclesiásticos que habia dado antes, declara la utilidad de sus correcciones é ilustraciones para uso de los ministros del altar; mas no disimula los defectos del estilo y lenguage que los hacian impropios para el estudio del latin. Lo qual se practicaba comunmente entonces, y aun hoy persiste en varias partes la costumbre mala, introducida á título de unir la piedad y la erudicion. Como si esta importantísima union no pu

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