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CALIFORNIA

NOTICIAS

SOBRE

EL P. LACUNZA Y SU OBRA

En el Diccionario Biográfico Americano por Cortés, se lee el interesante artículo que paso a copiar:

«Manuel Lacunza, escritor y jesuíta chileno, nació en Santiago el 19 de Julio de 1731. Entró en la Compañía de Jesús en 1747, y profesó en 1766. Al siguiente año, expatriado, como todos los jesuítas, de los dominios españoles, fué con muchos de sus cohermanos americanos a fijar su residencia en Imola, Italia. Después de cinco años de permanencia en esta ciudad, Lacunza, alejado voluntariamente de toda sociedad, se alojó algún tiempo en un arrabal, y después en el recinto y cerca de la muralla de la ciudad: dos habitaciones del piso bajo de una pobre casa le dieron un retiro aún más solitario, en donde vivió por espacio de veinte años como verdadero anacoreta. Para no distraerse de su plan de vida se servía a sí mismo, y a nadie franqueaba la entrada de sus habitaciones. Tenía la costumbre muy singular de acostarse al despuntar el día, o poco antes, según las estaciones. Acaso, arrebatado por el gusto de la astronomía que había tenido desde su juventud, le era grato estar en

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vela mientras estaban visibles los astros en el cielo, o quizá apreciaba este tiempo de recogimiento y de silencio como el más favorable al estudio. Se levantaba a las diez, decía misa y después iba a comprar sus comestibles; los traía, se encerraba, y los preparaba por sí mismo. Por la tarde hacía siempre solo un paseo en el campo. Después de la cena iba como a escondidas a pasar un rato con un amigo; y vuelto a su casa, estudiaba, meditaba, y escribía hasta la aurora. Tal fué su régimen invariable hasta el 17 de Junio de 1801, época de su muerte. Su cadáver fué hallado la mañana de este día en un foso de poca agua cerca de la ribera del río que baña los muros de la ciudad: se presume que cayó allí la víspera, al hacer su paseo ordinario. El padre Lacunza fué muy apasionado de las matemáticas, especialmente de la geometría y astronomía; pero sus estudios predilectos fueron los teológicos, habiéndole merecido una particular atención la exégesis bíblica, que ocupó la mayor parte de su vida, y en la que se elevó a una altura a que no ha llegado ningún escritor moderno, ni en Europa ni en América. El mejor comprobante de nuestro aserto es la obra inmortal que escribió con el título de: La venida del Mesías en gloria y majestad. Observaciones de Juan Josafat Ben-ezra, hebreo cristiano: dirigidas al sacerdote Cristófilo; obra que su autor dejó inédita, pero que ha tenido muchas ediciones, algunas de ellas muy incorrectas, y algunas verdaderamente exactas. A las primeras pertenecen la que se hizo en Cádiz en 1813, sólo en dos volúmenes, muy incompleta, y

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