Imágenes de páginas
PDF
EPUB

que estaba dispuesta á oirle, con anuencia de nuestros aliados, siempre que llevara poderes bastantes para tratar de la restitucion á España de su amado rey Fernando, y que inmediatamente evacuaran las tropas francesas todo el territorio español. Y como Sotelo insistiese, aunque en términos moderados, la Junta le hizo entender que aquella era la última contestacion, en tanto que José no aceptase lisa y llanamente la condicion indicada. Compréndese fácilmente que aquella negociacion, encerrada en estos límites, no podia pasar adelante (abril, 1809).

Igual o parecida tentativa hizo el general Sebastiani que mandaba en la Mancha, si bien éste se dirigió particularmente al ilustre individuo de la Junta don Gaspar Melchor de Jovellanos. «La reputacion de » que gozais en Europa, le decia, vuestras ideas li»berales, vuestro amor por la patria, el deseo que » manifestais de verla feliz, deben haceros abandonar »un partido que solo combate por la Inquisicion, por >>mantener las preocupaciones, por el interés de algu»nos grandes de España, y por los de la Inglaterra. >> Prolongar esta lucha es querer aumentar las desgra»cias de la España. Un hombre cual vos, conocido por >>su carácter y sus talentos, debe conocer que la Es»paña puede esperar el resultado mas feliz de la su» mision á un rey justo é ilustrado.... etc.» Y le pintaba con los colores mas halagüeños los bienes de una libertad constitucional bajo un gobierno monárquico.

:

La respuesta de Jovellanos (24 de abril) fué tan firme, tan digna, tan elocuente como era de esperar de su reconocida ilustracion y de su acendrado patriotismo. -Señor general (empezaba): yo no sigo un partido,

sigo la santa y justa causa que sigue mi patria, que Dunánimemente adoptamos los que recibimos de su » mano el augusto encargo de defenderla y regirla, y »que todos habemos jurado seguir y sostener á costa » de nuestras vidas. No lidiamos, como pretendeis, por la Inquisicion, ni por soñadas preocupaciones, »ni por el interés de los grandes de España. Lidiamos » por los preciosos derechos de nuestro rey, nuestra » religion, nuestra constitucion y nuestra independen>>cia....... Acaso no pasará mucho tiempo sin que la » Francia y la Europa entera reconozcan que la misma »nacion que sabe sostener con tanto valor y cons>>tancia la causa de su rey y su libertad, contra una » agresion tanto mas injusta, cuanto menos debia esperarla de los que se decian sus primeros amigos, » tiene bastante celo, firmeza y sabiduría para corregir » los abusos que la condujeron insensiblemente á la >>horrorosa suerte que le preparaban....» El resto y la conclusion correspondian á la muestra que damos de este notable documento, y los sentimientos. que él se vertian fueron fecunda semilla que dió saludables frutos en la nacion.

D

Dejamos indicado que así Sebastiani como Víctor se habian detenido despues de sus triunfos esperando

noticias de Portugal, para moverse y arreglar sus operaciones en combinacion con las del ejército de Soult, á quien el emperador habia encomendado la reconquista de aquel reino. Pero Soult en su marcha y empresa habia tropezado con multitud de impensados obstáculos. Despues de malogradas algunas tentativas para cruzar el Miño, ya por falta de barcas, ya por la vigilancia de los portugueses, resolvió hacer la invasion por la provincia de Orense. Mas los paisanos de aquella provincia, alentados por algunos destacamentos del marqués de la Romana, y no obstante la reciente derrota de la Coruña, habíanse levantado en defensa de la patria, y acaudillados, ya por jóvenes de las principales familias del país, ya por eclesiásticos fogosos, ya por los mismos encargados de la administracion de justicia ("), ocupando las montañas, valles, riscos y desfiladeros que cruzan aquel reino, opusieron porfiado y temible estorbo á la marcha del mariscal francés. Desde Mourentan hasta Rivadavia y Orense fué un combate continuado; porque en cada garganta, en cada cumbre, en cada caserío, en cada paso difícil tenia que pelear con bandadas de insurrectos: el caracol resonaba por todas aquellas montañas, que iban quedando regadas con sangre; muchos paisanos murieron, pero murieron tambien muchos

(4) Tales como los hijos de la ilustre casa de Quiroga, el abad de Couto, el juez de Cancelada, y

otros caudillos que sucesivamente fuero saliendo,

franceses; perdiéronseles muchos caballos; y de la artillería solo pudo llevar Soult 22 piezas, teniendo que dejar en Tuy las 36 restantes y de mayor calibre.

Con tales estorbos, cuando Napoleon suponía ya al duque de Dalinacia en Lisboa, aun no habia podido salir de Galicia. Al fin penetró en Portugal dirigiéndose á Chaves, cuya mal guarnecida plaza tomó sin resistencia (13 de marzo), encontrando en ella cincuenta viejos y mal servidos cañones. Allí comenzó á darse el título de Gobernador general de Portugal. En la marcha á Braga conoció que tenia todo el pueblo portugués por enemigo como en Galicia. El general Freire que le esperaba cerca de la ciudad con diez y seis mil hombres, como hiciese ademan de retirarse, fué arrestado por los paisanos y bárbaramente asesinado. El baron Dèben que le sucedió tuvo que dar siquiera un simulacro de batalla, pero arrollado por los franceses, en cuyo poder quedó la artillería, la ciudad de Braga pasó tambien al de las tropas de Soult (20 de marzo). El deseo de venganza hizo á los portugueses implacables y feroces: los franceses que caían en sus manos eran de seguro sacrificados, mutilados comunmente con refinada crueldad. Las provincias de Tras-os-Montes y Entre-Duero y Miño se alzaron en armas: delante de Oporto, la segunda ciudad del reino por su poblacion, su riqueza y su importancia mercantil, se formó un campamento atrincherado, donde

se reunieron numerosas fuerzas de línea, de milicias. y de paisanos; mandábalas el obispo de aquella ciudad: esperábase el desembarco de un nuevo ejército. inglés.

El 27, despues de algunos encuentros y dificultades en su marcha, se presentó Soult delante de Oporto, y se empeñó el fuego en toda la línea. En vano envió el mariscal francés un parlamentario al obispo: en vano envió otro á los generales portugueses y á los magistrados del pueblo: el 29 lanzó simultáneamente su ejército en tres columnas sobre toda la línea, que mal defendida fué pronto deshecha: el general Delaborde penetró á viva fuerza en la ciudad, acuchillando cuanto se le presentó delante: sobre un puente de barcas cargó tanto número de fugitivos, que hundiéndose con el peso se ahogaron los más, siendo los restantes bárbaramente ametrallados: varios regimientos, perseguidos por el general Merle, prefirieron la muerte arrojándose al Duero á rendir las armas: unos doscientos soldados del obispo se encerraron en la catedral, donde se defendieron hasta no quedar uno solo con vida. El general Foy, que habia caido prisionero, fué libertado. Todo fué horror en aquella desgraciada poblacion: los dias antes de la batalla el paisanage habia arrastrado por las calles y mutilado horriblemente el cadáver del general Oliveira, dando con tales excesos ocasion á los franceses para entregar la ciudad á todos los horrores de la guerra y de una plaza tomada por

« AnteriorContinuar »