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andaba. Sobornadas tenian ya algunas tropas, y tal vez hubieran conseguido que estallára un motin militar, si el duque del Infantado, con un propósito de dudosa interpretacion, no hubiera revelado confidencialmente el proyecto al ministro inglés marqués de Wellesley, el cual, no satisfecho de la Central, pero menos amigo de los conspiradores y de los medios violentos, advirtió á su vez á la Junta de lo que habia, evitando así á la nacion un gran conflicto. Comprendiendo entonces aquella su peligrosa situacion, y penetrada de que la opinion general, inclusa la del embajador británico, reclamaba la concentracion del poder ejecutivo en menos personas, para que hubiese mas energía y mas unidad de accion, resolvió tratar la materia sériamente. Varios fueron los cistemas que se propusieron á la deliberacion, opinando unos por la pronta reunion de las Córtes, y que entretanto no se hiciese novedad, otros por el nombramiento de una comision ejecutiva elegida de entre los individuos. de su seno, y algunos por la formacion de una regencia de fuera de la Junta. Despues de vivas y acaloradas discusiones optóse al fin por el segundo dictámen, acordándose la creacion de la Comision ejecutiva para el despacho de lo relativo á gobierno, y la apertura de las Córtes para el 1.° de marzo de 1810.

No satisfizo esla solucion á los ambiciosos de mando y á los enemigos de la idea liberal que en ella se envolvía. Y asi cuando la comision que se nombró

para formar el reglamento de la ejecutiva presentó su trabajo, no obstante pertenecer á ella varones tan dignos como Jovellanos y el bailío Valdés, y acaso por lo mismo, combatieron su proyecto de reglamento, y encargaron á otra comision que le enmendase, apuntando otra vez con tal pretesto la cuestion de regencia. Instrumento dócil Palafox de los que en estos enredos andaban, leyó otro papel á la Junta en el propio espíritu que el anterior, pero que produjo aun mas disgusto que aquél, en términos que no solo se vió él obligado á tachar frases indiscretas y cláusulas ofensivas, sino que incomodados de su torpeza sus propios instigadores apelaron al marqués de la Romana, que recien llegado del ejército habia sido nombrado de la comision encargada de corregir el reglamento de la primera ". No aventajó en discrecion

(1) He aquí algunos trozos de este segundo papel de Palafox:

Señor: Los males que exigen un ejecutivo remedio se agravan con medicinas pa iativas: el lenitivo aumenta lo que ha de curar el caustico, y nunca se han evitado ni precavido los daños con sola la indicacion y anuncio de los medios que han de atajarlos. Nos amenazan males horrorosos; nos afligen cal midades terribles, estamos envueltos en un cúmulo de peligros que el menor de ellos puede producir la ruina del Estado. La congregacion de las Cortes para 1.o de marzo próximo será un remedio tardio, y la publicacion del decreto convocatorio no satisfará á la nacion acos

tumbrada por desgracia á desconfiar de tales anuncios. La patria peligra, la nacion lo ve y lo llora, sus esfuerzos son sobre sus recursos, y con mucho menos se salva el Estado. El giro de los negocios ha perdido el rumbo, todo se abisma en el mas profundo entorpecimiento, y esto conduce con precipitacion à la perdicion de este hermoso reino. El mal es del momento, y en el momento se ha de ocurrir a remediarle; en la dilacion todo se pierde y la patria pedirá la sangre de tantas víctimas á los que debieron conservarlas. Los incesantes anhelos, el celo infatigable de V. M., sus desvelos, sus luces, los sacrificios de su reposo y sus talentos, han sido infruc

la Romana á Palafox, puesto que habiendo concurrido á la correccion de aquel reglamento y firmado con la comision el nuevo plan, al presentarlo á la Central

tuosos y á su pesar han dejado al reino en el mismo estado de languidez é inercia. No hemos conseguido progreso alguno con nuestras armas, y mientras que el enemigo aprovecha nuestra indolencia para talar nuestras provincias, V. M. pierde la autoridad, es insultado en el poder y mira cou dolor en insurreccion á la nacion toda. Las provincias faltan al respeto, amenazan levantar la obediencia, fijan y esparcen decretos subversivos, los pueblos los leen y los aplaud n, llegan hasta el trono los insultos á la autoridad, y este cuerpo soberano, sin energía, sin resolucion y falto de poder, calla, lo tolera, lo sufre, y deja correr impune el desprecio de la soberanía y de la magestad.

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No tenemos demarcado el poder que ejercemos, hemos despreciado los santos codigos, sacamos de su base la autoridad; y el edificio del Estado se estalla, se arruina y envuelve en sus escombros los derechos del soberano y del vasallo que estamos encargados de conservar. España por un interés individual, criminal y delincuente, cuenta tantas corporaciones soberanas, cuantas son las provincias que componen el reino, y aun cuantas ciudades y villas populares han tenido bastante orgullo para creerse autorizadas á ejercer un poder que no les pertenece..

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La patria no pued salvarse por el orden que hemos seguido hasta ahora. Estas corporaciones si son buenas para proponer, son

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Eríjase, pues, un Cons jo de Reg ncia luego sin dilacion ni demora. La nacion lo pide, el pueblo lo desea, la ley loa anda, el rey desde su infeliz cautiverio clama por la observancia de la ley. No se espere à las Cortes, porque se agravans males que nos afligen, y nos oprimirán entre tanto todo genero d infortunios y calamidades que impe diran aquel recurso. El mal es de ahora, ahora debe sanarse y remediar los errores pasados.

Desapruebo y desaprobaré s'empre el plan que se ha propues o y el reglamento para la seccion ejecutiva; y mi voto es y sera siempre que tales ideas solo pueden abr garse en las cabezas de nuestros implacables enemigos: que debe adoptarse el plan que propone el señor marques de la Romana para la erecCIOD y nombramiento de una Regencia de la Corona, y esto ahora mismo y sin dilacion por ser conforme a lo que tengo ya dicho tantas veces á V. M., á la ley, á los deseos del pueblo y á los intereses del Estado. Sevilla 20 de octubre d 1809.-M. Francisco Rebolledo de Palafox y Melci.

sorprendió y asombró á todos (14 de octubre) con otro escrito tanto ó más descompuesto que los de Palafox, en que no solo renovaba la cuestion de regencia, sino que calificaba de notoriamente pernicioso el gobierno de la Central, espresando la necesidad de desterrar hasta su memoria. Y sin embargo, con reparable inconsecuencia, le reconocía la facultad de nombrar una regencia y una diputacion permanente de Córtes hasta la reunion de éstas, cuyo plazo no determinaba; y envolvia este incoherente sistema y esta sarta de mal digeridas combinaciones entre nada modestos elogios de sí mismo.

A pesar de todo, ó porque los partidarios de las reformas, que eran los mas desairados y ofendidos, quisieran mañosamente comprometer y desacreditar en la piedra de toque del gobierno al mismo que tan duramente habia tratado á la Junta, ó porque en ésta prevaleciera el partido de los apegados al antiguo régimen, salió el de la Romana nombrado de la Comision ejecutiva, que se instaló en 1.° de noviembre. Los otros cinco vocales fueron don Rodrigo Riquelme, don Francisco Caro, don Sebastian de Jócano, don José de la Torre y el marqués de Villel. Como se vé, no entraron en ella ni Jovellanos ni ninguno de los que habian trabajado en el anterior reglamiento. Con esto no se trataron ya en junta plena sino las materias legislativas y los negocios generales, así como los nombramientos para algunos de los pri

meros destinos del Estado, quedando á cargo de la ejecutiva todo lo demás de carácter gubernativo. Mucho templó el mal efecto que pudiera producir el personal de la nueva Comision el decreto publicado en 4 de noviembre, declarando que las Córtes del reino serian convocadas el 1.° de enero de 1810, para que empezaran sus sesiones el 1.° de marzo próximo; decreto que arrancaron las continuas y eficaces gestiones de los partidarios de la representacion nacional, entre los cuales se habia señalado por su energía y empeño el intendente Calvo de Rozas.

Los contratiempos de la guerra que por entonces sobrevinieron, y que hubieran puesto á prueba al gobierno mas enérgico y mas ilustrado, vinieron á hacer patente que la Comision ejecutiva no se señalaba ni por la energía ni por la ilustracion, como que en su personal no se contaba ninguno de los individuos de la Central que más se hubieran distinguido por una ó por otra de aquellas dotes. La derrota de Ocaña la desconcertó, y sus medidas llevaban el sello del aturdimiento. El marqués de la Romana, á quien se nombró, y era en verdad el mas indica o por su profesion y carrera, para reorganizar el destrozado ejército. del centro, prefirió é hizo que fuesen otros vocales, quedándose él en Sevilla, donde se dedicó á destruir los manejos de los ambiciosos contra el nuevo poder, que aun seguian. Señaláronse ahora en éstos el siempre codicioso de mando don Francisco de Palafox, y

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