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dor, á quien atribuia con marcado apasionamiento todos los males y desgracias de la patria, que no perdonaba ocasion de zaherir las ideas y las personas de los centrales, y de hacer recaer sobre aquellos y sobre éstos las censuras mas desfavorables y los cargos mas terribles, ensañábase con ellos despues de caidos, denigrábalos en todas sus consultas, y en la de 19 de febrero, despues de indicar que habria convenido dete

gefe del ramo de la Real Hacienda en la fragata Cornelia, debia conocer mejor la falsedad de las especies que propalaba, y lo perjudicial que era el divulgarlas, por lo que debia advertírseles á sus gefes para que celen su conducta, y no le confien en adelante destinos de que pueda abusar su genio díscolo y subversivo del órden.

Pasado todo al Fiscal etc. (Copia el informe del Fiscal, y prosigue.)

El Consejo, exacto observador de las disposiciones legales, con formándose con el anterior dictámen, no puede menos de opinar que para que tenga efecto la voluntad de V. M. es necesario dar á la causa otro estado diferente, porque puede asegurarse no estar verificada la diligencia del reconocimiento con una exactitud tál, que pueda dar márgen á una providencia capaz de indemnizar el honor ultrajado de los interesados, y castigar la falta de precaución ó ligereza de los delatores; pues no resultando plenamente convencidos éstos de su malicia, de ninguna manera deben tenerse por reos, mayormente cuando no se han tomado declaraciones por preguntas de in

quirir, ni se han hecho los cargos correspondientes.

Lo mismo reconoció el Tribunal de policia, y por ello no consultó á V. M. la imposicion de la pena de la ley á los calumniadores, adoptando los medios esquisitos para evitar detenciones á los calumniados, sin perjuicio de que pudieran usar de su derecho, y con el objeto de que el público pudiera cerciorarse prontamente de la falsedad de la delacion.

El Consejo crée muy importante el que en este negocio se administre rigurosa justicia; y no teniendo para ello estado la causa, es de parecer que V. M., siendo servido, podrá mandar que se devuelva al referido Tribunal de policía y seguridad pública de la real Isla de Leon para que sustanciandola legalmente la determine en justicia.

V. M. resolverá sin embargo, como siempre, lo que estime más acertado. Cádiz 7 de abril de 1840.

Real resolucion.-Como parece.-Javier de Castaños, presidente.

Se publicó y acordó su cumplimiento en 14 de mayo, y se comunicó en el mismo día al Tribunal de policía para su ejecucion.

nerlos á todos, si hubiera habido lugar cómodo y se guro para ello, hasta que rindiesen cuentas de su administracion, añadia: «V. M. ha encontrado méritos » para la detencion y formacion de causas á don Loren»zo Calvo y al conde de Tilly; lo mismo debe hacerse » con cuantos vocales resulten por el mismo estilo » descubiertos; y asi á éstos como á aquellos debe sus»tanciárseles brevísimamente sus causas para satis>> faccion de la nacion, que clama con razon contra los » que sean verdaderamente delincuentes, etc.» La Regencia, en decreto del 21, se conformó con la consulta del Consejo en todas sus partes y la mandó ejecutar. Asi la Regencia, deferente con el Consejo y participando de sus ideas, si bien resuelta y decidida en cuanto á defender la independencia nacional, íbase ladeando hácia el órden antiguo, y retrayéndose de marchar por la via de las reformas que los tiempos reclamaban, y hácia las cuales habia dado ya pasos muy avanzados la Central. Las circunstancias en que el pais se hallaba le parecieron causa suficiente para suspender la reunion de las Córtes en la época prefijada, y á que ella misma en el acto de su instalacion se habia comprometido. Suspendió pues la convocacion para cuando el estado de la nacion mejorase y lo permitiese, en lo cual complació grandemente al Consejo, si bien ordenando que continuasen las elecciones de los diputados asi en España como en América, para que aquella Asamblea, decia, fuese al

tiempo de su reunion tan completa como debia (")

Resuelta y decidida indicamos haberse mostrado la Regencia en cuanto á defender la patria, y mantener, ó mas bien reccbrar su independencia. Asi fué en verdad, y harto habia menester de actividad y energía. Pues si bien contaba con la proteccion del pequeño ejército de Alburquerque, el cual con la hábil maniobra de adelantarse á los franceses y ocupar la Isla habia hecho un servicio inmenso á la nacion, y contaba tambien con la defensa natural de la isla Gaditana, separada del continente por el canal que forma el profundo rio de Santi Petri, y por los caños, lagunas y salinas que circundan su recinto y dificultan su paso, haciéndola el punto mas militar y mas importante de la península, hallábase mal artillada y servida, y casi en absoluto abandono, como que nadie habia imaginado que tan pronto pudiera el enemigo llegar y amenazar á esta estremidad de España. A fortificarla se consagraron con actividad y ahinco la Regencia y los generales, á la vista ya de los franceses; aumentando y mejorando las defensas de la Carraca, de Gallineras, del puente de Zuazo, del punto en fin de Santi Petri, que es como la llave maestra de la Isla; haciendo cortaduras en los caminos, volando los puentes del Guadalete y los castillos de Fort-Luis y Matagorda, é incendiando los almacenes del Troca

(4) Exposicion del Consejo de las Córtes. Regencia, art. 4.° Convocación de

dero y otros puntos de que el enemigo habia de apoderarse sin poderlo remediar; habilitando buques, fragatas y lanchas cañoneras: formando de las fuerzas sutiles dos escuadras, que se pusiesen al mando de marinos tan acreditados como don Cayetano Valdés y don Juan Topete; promoviendo la formacion de una milicia urbana en Cádiz que hiciera el servicio de la plaza; enviando buques correos á todos los puertos libres del Océano y del Mediterráneo para fomentar el espíritu público, comunicarse con el resto de la nacion y recoger oficiales y soldados dispersos en las costas;

acordando la formacion de una division volante en el norte de España al mando del bizarro general Renovales; encomendando á la junta de Cádiz la administracion de la hacienda para atender á los gastos, no solo de las fuerzas españolas, sino tambien de las auxiliares inglesas y portuguesas que iban acudiendo á la defensa de la Isla; y tomando otras disposiciones que seria prolijo enumerar.

Entretanto los franceses, dueños ya de Rota, del Puerto de Santa María, de Puerto Real, Chiclana y otros puntos fronterizos á la Isla, por medio de tres españoles de los que seguian sus banderas pidieron á la junta de Cádiz la rendicion de la plaza(1), enviando al efecto un oficio muy lleno de promesas y unas

(0) La Regencia, en su Diario del rey intruso, qus nosotros hede Operaciones, cita los nombres mos creido prudente omitir. de estos tres españoles secuaces

proclamas muy seductivas (7 de febrero). La junta devolvió estas últimas sin leerlas, y contestó al oficio con las siguientes lacónicas y dignas palabras: «La ciudad de Cádiz, fiel á los principios que ha jurado, no reconoce otro rey que el Sr. D. Fernando VII.» A los pocos dias, y con motivo de la llegada del rey José al Puerto de Santa María, escribió el mariscal Soult, duque de Dalmacia, al de Alburquerque una carta mezclada de halagos y de amenazas (16 de febrero), á la cual respondió el general español en el tono firme que cumplia á su patriotismo. Y todavía al dia siguiente aquellos mismos tres españoles á que antes nos hemos referido tentaron la lealtad de don Ignacio de Alava, comandante general de marina, con una carta llena de sofismas y de improperios contra los ingleses: la respuesta del ilustre marino no fué menos firme y nerviosa que la del general de las fuerzas de tierra. No hubo medio de quebrantar la fidelidad de los defensores de la Isla.

En cuanto á operaciones, se convino prudente y juiciosamente en estar á la defensiva, porque no permitia otra cosa la fuerza numérica de nuestras tropas, no obstante el aumento que casi diariamente recibia, y sobre todo nuestra caballería era muy escasa, y su estado harto deplorable para poder competir con la del enemigo; si bien se acordó promover los pequeños movimientos, así para inquietar á aquél, como para ir fogueando nuestros soldados. Se concertó con los in

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