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de 1464 al Conde de Ledesma para que en su nombre pudiese obligar á los vecinos de Ubeda á tener armas y caballos, y disponer de estas gentes armadas cuando el servicio del Rey lo requiriese (1).

Y para darle más autoridad en el desempeño de la comision que le conferia, por otra cédula fechada tambien en Jaen á 13 de Marzo del mismo año de 1464, le nombró su capitan mayor de toda la gente de á pié y de á caballo de la ciudad de Ubeda (2).

Vuelto Don Enrique á Madrid, dió nuevo testimonio de su favor al Conde de Ledesma, otorgándole poder por cédula de 26 de Marzo de 1464 para posesionarse de unas casas principales de Toledo, que eran propias del Rey Don Juan II de Aragon y de Doña Juana su mujer, sitas en la colacion de San Antolin, y que formaban parte de las pertenencias que por virtud del arbitraje del Rey de Francia debian aquéllos entregar á Don Enrique (3).

Iban cada vez en aumento las demasías y maquinaciones del Arzobispo de Toledo, Don Alonso Carrillo, y del Marqués de Villena, y con deliberado ánimo de malquistar al Rey con sus vasallos eran las cosas de la gobernacion pública mal administradas y peor proveidas, los negocios que ocurrian eran dilatados y nunca concluidos, dando así ocasion á que aumentasen las quejas y el descontento. En esto recibió Don Enrique una invitacion del Rey de Portugal para que se avistase con él en la Puente del Arzobispo; y sin consultar su determinacion con el Marqués ni con el Arzobispo, ántes mandándoles que se quedasen en Madrid, se llevó consigo á la Reina, á la Princesa y á los Infantes. Ratificaron los dos Reyes su alianza, y concluyeron, entre otras cosas, el casamiento del de Portugal con la infanta Doña Isabel, hermana del de Castilla.

Entre tanto el Marqués de Villena y el Arzobispo de Toledo sospecharon que la apresurada partida del Rey fuese en daño suyo, como temerosos de los malos tratos en que andaban, y determinaron refugiarse en Alcalá de Henares. Vuelto el Rey á Madrid, los mandó llamar; pero ellos, recelándose algun engaño, no quisieron venir sino mediante ciertos rehenes que se prestó el Monarca á entregar. ¡Debilidad grande y rebajamiento de dignidad que aumentó la osadía y

(1) Véase doc. núm. 4. (2) Véase doc. num. 5. (3) Véase doc. núm. 7.

el valor de sus contrarios! Entónces fué cuando el de Villena, entrando con gentes ocultamente armadas en el Alcázar de Madrid, trató de prender al Rey y á su fiel consejero Don Beltran, que nunca, ni áun en los mayores peligros, le abandonaba, y apoderarse de los Infantes; y no habiéndolo conseguido por haberse retraido el Rey y Don Beltran á un pequeño retrete, fingió pesarle de aquel insulto, y pidió al Rey, fuera de la Cámara, que castigase á los que lo habian hecho. El Rey, sin embargo, lo dejó impune.

Con tan infame desacato cobró Don Enrique mayor odio al partido del Marqués de Villena, y más amor y aficion al Conde de Ledesma, y así, por más enaltecerle y premiar su lealtad y porque mejor le pudiese servir y contrarestar al Marqués, determinó nombrarle Maestre de Santiago, cargo que conferia tanta autoridad, poder y riquezas al que lo desempeñaba, que era de todos solicitado y envidiado. Estaba á la sazon vacante desde la muerte de su último poseedor el Condestable Don Alvaro de Luna y teníale en administracion el Rey. Encargó, pues, á su secretario Alvar Gomez despachase secretamente todo lo necesario para este fin, y se envió á Roma á Suero de Solís con catorce mil florines para la data y expedicion de las bulas; mas como el Secretario era de la parcialidad de Villena, pronto lo supo éste y comenzó á aderezar las cosas de manera que cuando Suero estuviese de vuelta con las bulas, se levantasen confederados contra el Rey los más de los Grandes.

Para conseguir mejor el Marqués de Villena su pérfido intento, logró convencer al Rey que se trasladase á Segovia, como lo hizo, no conociendo que allí tenía el Marqués más próximos á muchos de sus deudos y amigos, y para asegurar tambien más su persona obtuvo de él que el Obispo de Palencia, hermano del Conde de Ledesma, quedase en poder del Maestre de Calatrava, su hermano. Estando ya en Segovia la Corte llegó el mensajero con las bulas para la provision del Maestrazgo de Santiago á favor del Conde de Ledesma. «E así, dice Enriquez del Castillo, envió á llamar al Marqués de Villena, é venido notificóle cómo el Papa, habia proveido del Maestrazgo de Santiago al Conde de Ledesma, rogándole quisiese dar su consentimiento en ello. El Marqués respondió que si á suplicacion de S. A. se le habia dado el Papa, á él no convenia sino obedecer, pero que fuera mejor habello consultado con los Grandes de su reino é no esperar los grandes escándalos que por ventura se po

drian seguir por no habello sabido ántes; mayormente pues que tenía á su hermano el Infante, á quien de derecho le pertenescia y lo debia de haber. El Rey, no curando de aquello, porque sintió ser dicho con malicia, otro dia siguiente acordó de gelo confirmar é darle las insignias que como á Maestre le pertenecian, expidiendo al Conde de Ledesma título de Maestre de Santiago con fecha 23 de Mayo de 1464 (1). Entonces el Marqués de Villena, vista la novedad, y como el Conde de Ledesma, seyendo Maestre, era mayor señor que no él, procuró y trabajó cuanto pudo la deshonra é perdicion del Rey, en tal manera que luégo procuró que los Grandes de su confederacion allegasen sus gentes é se pusiesen en armas y estuviesen apercibidos. E así pensó cómo pudiese prender al Rey con la Reina y la Princesa, é tomar á los Infantes é tenerlos así de su mano, é matar al nuevo Maestre.» Tampoco esta vez le salió bien al de Villena su inicuo proyecto porque fué descubierto tres horas ántes de ser puesto en ejecucion.

Trataron de intervenir en estas diferencias y disensiones entre el Rey y el Marqués de Villena dos de los mayores amigos de éste, los Condes de Plasencia y de Alba, los cuales á título de entrevista entre San Pedro de las Dueñas y Villacastin, hicieron salir al Rey fuera de Segovia, con ánimo de prenderle, como lo hubieran ejecutado á no ser oportunamente avisado, así como tambien de que el almirante Don Fadrique Enriquez habia alzado pendones en Valladolid por el infante Don Alonso. Sabido esto, el Rey se retiró camino de Segovia, y el nuevo Maestre de Santiago se quedó en el campo con su gente y la de las guardas, ordenando sus escuadrones para dar la batalla al Maestre de Calatrava y otros magnates rebeldes que con fuerzas considerables venian contra el Rey. Desde lo alto de la sierra envió el Rey á decir al Maestre de Santiago, por medio del cronista Enriquez del Castillo, que moviese su gente y fuese hácia Segovia, y que no pelease por nada del mundo ni consintiese revolver escaramuza alguna. Mucho esfuerzo debió costar al Maestre de Santiago el obedecer esta vez á su Rey, dado su arrojo y valor y el ánsia que tenía por pelear contra tan obstinados rebeldes, pero acatando la órden que acababa de recibir dió la vuelta á Segovia, placiendo extremadamente al Rey de que no hubiese peleado.

(1) Véase doc. núm. 6.

La complicacion de los sucesos ocurridos en este año de 1464 no me ha permitido consignar, como quiero hacerlo ántes de concluir este capítulo, que poco despues de haber sido el Conde de Ledesma. elevado á la alta dignidad de Maestre de Santiago, el Rey, á solicitud de éste, por cédula de 15 de Junio de dicho año, dada en Madrid, hizo merced de la tenencia de la villa de Huelma al comendador Don Diego de la Cueva, del Consejo del Rey, por toda su vida, disponiendo que despues de ella pasase por vía de mayorazgo á su hijo Don Beltran. Por otra cédula de 23 de Junio del mismo año mandó á sus contadores que no pidiesen cuenta á Don Diego de la Cueva ni á su hijo Don Beltran ni á sus sucesores de los maravedises, pagas, sueldos y emolumentos anejos á la tenencia de la referida villa. Y finalmente, por otra cédula de 12 de Julio le concedió el señorío de la mencionada villa (1).

(1) Doc, núms. 8 y 9.

CAPÍTULO IV.

Levántase la nobleza rebelde en armas contra el Rey.-Negocia con ella Don Enrique.-Hace donacion de las ciudades de Gibraltar y Cartagena y de las villas de Anguix y Molina al Conde de Ledesma.-El Duque de Medinasidonia sitia y ataca á Gibraltar.-Heroica defensa que hace de esta plaza su alcaide Estéban de Villacreces. La rinde por consuncion.-Se apodera el Duque de Medinasidonia de la villa de Jimena.-Queda Don Beltran en rehenes hasta la entrega del infante Don Alfonso.-Merced que le hace el Rey de dos cuentos cuatrocientos cincuenta mil mrs. de juro.-Le encomienda Enrique IV el castillo de la Peña de Alcázar.-Renuncia Don Beltran el Maestrazgo de Santiago á ruegos del Rey.— Le nombra éste en compensacion Duque de Alburquerque.-Sale desterrado de la Corte en virtud de las capitulaciones establecidas.-Merced de seis cuentos de maravedises que hace el Rey á Don Beltran.-Donacion de las villas de Roa y Cuéllar.-Cartas de seguridad que le da el Rey á su salida de la Corte.

Con haber sido tan azarosa é intranquila la vida de Don Beltran de la Cueva desde que entró al servicio de Enrique IV, ningun año como el de 1464 fué para él tan turbulento y borrascoso.

Encerróse la nobleza rebelde en Búrgos, cuya fortaleza estaba por el Conde de Plasencia, y desde allí, con fecha 28 de Setiembre de este calamitoso año, dirigió al Rey una carta en extremo altiva é insolente, en la que despues de enumerar las quejas que de su mal gobierno tenía, se expresaba así (1): «Pero las (cosas) que por el presente requieren muy acelerado remedio, por el cual deseándolo ver nuestros corazones é de vuestros naturales lloran gotas de sangre, es la opresion de vuestra Real persona en poder del Conde de Ledesma, pues parece que vuestra Señoría non es señor de faser de sí lo que la razon natural vos enseña; el cual no temiendo á Dios, nin

(1) Colec. diplom. de Enrique IV, núm. 97.

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