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carácter bondadoso, la gracia, finura y distincion de su trato, la gallardía de su persona, su gran amor y esmero en el servicio del Rey, su liberalidad para con todos, su destreza en cabalgar á la jineta, en la caza y en los juegos, su valor y arrojo en los combates, fueron parte á que se apoderase por completo del ánimo del Rey, fuese objeto de singulares distinciones por parte de la Reina, se atrajese las simpatías de muchas damas y cortesanos, y llegase á ser el mediador de cuantos solicitaban las mercedes reales (1). Puédese con razon afirmar, dice un antiguo historiador, que como ninguno hasta su tiempo llegó á tal grado de favorecido, pocos tuvieron igual industria para conseguirlo.

(1) ...El Rey tenía... por su mayordomo, escribe el cronista Enriquez del Castillo, un caballero que se llamaba Beltran de la Cueva, antiguo hidalgo de los más generosos de Úbeda, persona muy acepta á él, tanto que ninguno de los privados pasados hasta allí tuvo tan grande privanza ni tanta parte en la voluntad del Rey como él solo; é no sin cabsa, que ciertamente habia en él tantas partes de bondad que le hacian merecedor de toda bondad y prosperidad é bienandanza que le vino. >>Era grande servidor é sin enojo para el Rey, y magnífico en sus cosas, cortés é gracioso con todos; hacía liberalmente por los que à él se encomendaban. Era grande gastador, festejador é grand honrador de los buenos; gran cabalgador de la jineta, gran montero é cazador, costoso en los atavíos de su persona, franco é dadi

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Los enemigos de Don Beltran se obstinan en hacerle pasar por blasfemo y colérico, cualidades que se avienen mal con las que le atribuye en el anterior pasaje el cronista Enriquez, que le conoció mejor que sus émulos. El autor de la Crónica del Condestable Miguel Lúcas, refiere que estando (en 1459) los Reyes en Escalona hubo un altercado entre las gentes de Don Beltran y las de dicho Condestable, logrando las de éste encerrar á las de aquél y al mismo Don Beltran, á quien el Rey mandó venir á su presencia, «el cual vino renegando y blasfemando de Dios, de que S. A. tuvo muy grande enojo. » Y el cronista Palencia se expresa así al tratar de este punto: «Beltrandus in illo principio potentiæ favorisque regii blasfemos omnes nitebatur in blasfemando superare, ita ut iam in domo regia curiaque mentio quotidie fieret inventarum ab eo blasfemarum, verba tamen ne decet nec licet repetere quæ dicebat, ea omnia Henrico videbantur dulciora favo et iocundiora facetiis. Cætera ioca Beltrandi erant insolentia...»

CAPÍTULO II.

su

Primeras mercedes que Don Beltran recibe de Enrique IV.—Es nombrado mayordomo del Rey y miembro de su Consejo.-Honores que dispensa el Monarca familia. Le otorga la jurisdiccion de Colmenar de Arenas.-Le hace donacion de otros lugares y rentas.-Paso defendido por Don Beltran en honor del Embajador del Duque de Bretaña.-Nacimiento de la princesa Doña Juana (la Beltraneja).-Rumores que se esparcen con este motivo.-Concede el Rey el señorío de Ledesma á Don Beltran y le da titulo de Conde de dicha villa.-Primer casamiento de éste.-Pompa con que se celebró.

Los mismos magnates y elevados cortesanos fueron causa con su altanería y aspereza de que el Rey, huyendo de su trato, buscase el de su afable paje, y encontrando en él sincero cariño y ardientes deseos de agradarle y distraerle, le colmase bien pronto y á manos llenas de honores y de rentas. Cuando el Monarca, abrumado de pena é ingratitudes buscaba alivio y consuelo á su afligido espíritu, gustaba de la compañía y dulce conversacion de Don Beltran (1). Así, tanto por esta razon como por contrarestar el poder de los Grandes, elevó á altos cargos en 1457 á algunos de sus criados. Nombró á Don Beltran mayordomo de su casa (2), y poco despues le dió el señorío de la villa de Jimena, recien conquistada á los moros, á cuyo sitio acaso asistió el jóven cortesano.

En el mismo año el papa Calixto III envió á Castilla la primera

(1) ... Assiduam Beltrandi conversationem magnifaciebat... » Palencia, Decadas.

(2) ...Omnibus tamen satellitibus iam præferebat Beltrandum, erga quem perditi afficiebatur, cui quoque concessit officium domestici principatus, ut non solum maiordomus ex veteri institutione diceretur, imo verius maiordominus esset, cho. roque ex sententia regis substitueretur.» Palencia, ibid.

bula de Cruzada: costaba cada una 200 mrs. por cuatro años, no debiéndose gastar lo que de ella se recaudase sino en la guerra contra los moros, so pena de excomunion. No habia pasado mucho tiempo desde su predicacion, cuando el Rey concedió una buena parte (1) de sus productos á Don Beltran y á otros privados, de que protestaron algunos Grandes y prelados (2).

A principios del año 1461 le nombró el Rey de su Consejo, cargo de la mayor importancia é influencia en aquellos tiempos; á instancia del favorito dió á su padre Don Diego el título de Vizconde de Huelma, y á Don Gutierre, su hermano, le nombró Obispo de Palencia, añadiendo á esta elevada distincion para más honor el título de Conde de Pernia, que desde entónces gozan los prelados de aquella iglesia.

En Setiembre de 1461 otorgó tambien á Don Beltran la jurisdiccion y rentas de la villa de Colmenar de Arenas (3), secuestrada á la Condesa Doña Juana Pimentel, viuda del Condestable Don Alvaro de Luna, cuya villa le concedió más tarde en propiedad, cambiando por singular merced su nombre por el de Mombeltran.

Poco despues, en Madrid á 1.o de Octubre del mismo año, por la desobediencia de Don Juan de Luna y de la Condesa Doña Juana Pimentel, cuyos bienes fueron secuestrados, hizo donacion de los lugares de Cabra, Carcaloso, los alijares de Valdetietar y la heredad llamada la Figueruela, que eran de dicha Condesa, á Don Beltran.

Todavía por carta del mismo año, á 2 de Diciembre, le concedió, procedente de dicha secuestracion, «de los 70.625 mrs. que el dicho (Juan de) Luna disfrutaba anuales para toda su vida, situados en los tercios de la ciudad de Soria y su tierra, tenga Don Beltran los 40.625» con facultad de poderlos traspasar á quien quisiere sin necesidad de nuevo privilegio; de cuya facultad usó bien pronto, pues en 14 del mismo mes y año, traspasó de esta suma á Alvar Gomez de Cibdad-Real, secretario del Rey, de su Consejo, y alcalde mayor de la ciudad de Toledo, 34.625 mrs. y 6.000 á Juan de Vargas, vecino de Toledo, en recompensa de los muchos favores y servicios que de ellos habia recibido.

(1) Ochenta mil florines, segun la crónica MS. castellana.

(2) Vida del Card. Gonzalez de Mendoza, por Francisco de Medina. Memorial hist., t. vi.

(3) Véase en el Apéndice el documento núm. 1.

Y por último, en 16 de Diciembre del mismo año, le hizo Don Enrique donacion perpétua de los alijares de Valdetietar, la Figueruela y la villa de Colmenar de Arenas.

Con estas mercedes fué manifestándose más y más el valimiento de Don Beltran y aumentando el número de los que, pensando por intercesion suya alcanzar otras gracias, le lisonjeaban (1). Entre estos merece especial mencion Andrés de Cabrera, que andando el tiempo fué primer Marqués de Moya y uno de los servidores más favorecidos de Isabel I, debiendo al calor de la amistad de Don Beltran no pequeña parte de su sucesivo encumbramiento.

Por este tiempo vino al Rey una embajada del Duque de Bretaña para establecer entre ambos confederacion y alianza. Quiso aquel festejar al Embajador y á los caballeros que le acompañaban, tenidos por muy diestros en las armas, y al efecto dispuso unas magníficas fiestas en la casa de campo del Pardo. Festejóles tres dias en aquel sitio con justas, torneos, monterías y espléndidos banquetes, y al cuarto dia, cuando ya los Reyes y la Corte regresaban á Madrid, dispuso Don Beltran se hiciese un Paso en medio del camino, cerca de la villa. Su disposicion fué la siguiente (2): «Estaba puesta una tela barreada en derredor de madera con sus puertas, por donde habian de entrar los que venian del Pardo, en cuya guarda estaban ciertos salvajes que no consentian entrar á los caballeros é gentiles hombres que llevasen damas de la rienda sin que prometiesen de hacer con él seis carreras, é si no quisiesen justar que dexaren el guante derecho. Estaba junto, cabe la tela, un arco de madera bien entallado, donde habia muchas letras de oro muy bien obradas, é habia tal postura que cada caballero que quebrase tres lanzas, iba al arco é tomaba una letra en que comenzase el nombre de su amiga. Habia asimesmo fechos tres cadahalsos altos, uno para que comiesen é mirasen el Rey y la Reina con sus damas y el Embaxador; otro para los grandes señores, é otro para los jueces de la justicia. La comida que se dió á todos fué muy suntuosa, en grandísima abundancia é con mucha órden, sin desconcierto alguno. Duró esta fiesta desde la mañana hasta la noche, que se retruxo el Rey con la Reina á sus palacios. Y

(1) «...lbi procerum omnium conabutur suplere dignitatem favor consensus Beltrando, qui dominabatur regi Henrico, qui corpori ac menti Reginæ videbatur imperare... Palencia, Decadas.

(2) Enriquez del Castillo.

como aquel Paso fué cosa señalada, queriendo el Rey honrar su Mayordomo é favorecer su fiesta, mandó allí hacer un Monasterio de la Órden de San Gerónimo, que se llama agora Sant Gerónimo del Paso» (1).

Don Beltran defendió valerosamente contra todos y cada uno la superior belleza de la señora de sus pensamientos, y aunque no descubrió el nombre de su dama, los maliciosos cortesanos supusieron fuese la Reina.

Vino á dar más consistencia á estos malignos rumores un suceso tanto más inesperado, cuanto que era tenido por imposible. Era general opinion que el rey Don Enrique adolecia de impotencia, fundándose para ello principalmente en los escandalosos sucesos ocurridos con su primera mujer la princesa Doña Blanca y en la sentencia que autorizó su divorcio en 1453 (2). Contribuia además á confirmar esta idea el llevar el Rey seis años de matrimonio con su segunda mujer la reina Doña Juana y no haber experimentado durante este tiempo señal alguna de sucesion. ¡Cuál sería la sorpresa de todos al saber que la Reina se hallaba embarazada! Oigamos con la debida precaucion y reserva el relato que un adversario del Rey y de su favorito hace sobre este particular:

«La Corónica (3) hizo mencion de cómo Don Enrique siendo impotente quiso mostrar poder aver generacion, para lo qual muchas veces atrató que la reina Doña Juana, su muger, oviese ayuntamiento ageno; y como al fin lo acabase, de tal manera se començó que más oviese menester freno que espuelas... y así fué la Reyna preñada, y como quiera que por muchos se dudase de quién, la pública fama fué ser Beltran de la Cueva, que ya era Conde de Ledesma, al qual el Rey preferia á todos los que cerca dél estaban y más residian con la Reyna; y como el Rey se partiese para Logroño, la Reyna quedó en Aranda y con ella el Conde Don Beltran; y como de allí viniesen á Madrid, la Reyna parió una hija llamada Doña Juana; y ya allí más y más se afirmó ser hija del Conde de Ledesma.»

La misma Crónica manuscrita refiere posteriormente (4) que cuando

(1) Trasladose en 1503 á Madrid por ser muy malsano el primer sitio, con la misma denominacion, conservándose aún hoy una parte, si bien bastante ruinosa, entre el Retiro y el Museo de Pinturas.

(2) Véase Coleccion diplomática de Enrique IV, núm. 35. (3) Es la atribuida á Alonso de Palencia. Año 1462, cap. 1. (4) Año 1468, cap. I.

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