Imágenes de páginas
PDF
EPUB

los nobles por los perjuicios que les habían causado; 5.o, anular la última elección de jurados para el consejo, por haberse hecho sin concurrencia de la nobleza. Pero los Trece no dieron crédito á estos documentos, que suponían escritos bajo los almendros de Denia, donde se hallaba el virrey, y el secretario González fué insultado, estallando un motín que le obligó á salir precipitadamente de Valencia.

Ya no quedaba más recurso que la guerra. El virrey se dispuso á comenzar la campaña contra los agermanados, y éstos á sostenerla con ánimo y resolución dignos de la más noble de las causas.

CAPÍTULO IV.

Revolución en Mallorca.-Juan Crespi.- Pronunciamiento.-Asalto del castillo de Bellver por los agermanados.―Juan Crespí elevado á la dictadura.-Cartas de los mallorquines á los valencianos. - Sucesos en el reino de Valencia.-Escena de sangre.-Hueste de agermanados al mando de Estellés.-Junta de nobles en Gandía.-Derrota de Estellés. Nueva hueste de agermanados al mando de Juan Caro.-Pone sitio al castillo de Corbera.-Tentativa sobre Mogente. -Sitio y toma del castillo de Játiva. —El duque de Calabria.-Batalla de Almenara.-Batalla de Gandía.-Derrota de las tropas reales.- Peris y los agermanados entran en Gandía.

(HASTA AGOSTO DE 1521.)

Conviene dar cuenta ahora de lo que sucedía en Mallorca, ya que allí también se dió el grito de ¡guerra á los nobles! apresurándose la Balear mayor á formar parte de la federación democrática, cuyo centro estaba en Valencia 1.

1 De la revolución de Mallorca da detalles D. Antonio Furió en su Levantamiento de los comuneros mallorquines.

Una reunión de artesanos y plebeyos, celebrada á principios de Diciembre de 1520 en la sala del gremio de pelaires, dió comienzo en Mallorca á la revolución, perorando en esta asamblea el mayordomo de dicho gremio llamado Juan Crespí. En su tribunicio discurso exaltó éste la imaginación de cuantos le escuchaban, pregun tando que hasta cuándo habían de vivir tan ofendidos y sufrir tantos oprobios de los caballeros, recibiendo despojos en sus bienes, malos tratos en sus personas, y desprecios de la soberbia, y opresiones sólo por ser pobres; y porque depuesta la cobardía, y corridos de tantos vejámenes, no los habían de hacer mayores por su número, su valor y su justicia. Enardeció este discurso á los congregados, y la idea de secundar á Valencia quedó decidida; sólo que se trató, al principio, de llevar la conjuración con disimulo y hacer ocultamente los preparativos.

No fué, sin embargo, tanto el secreto que no llegase á oídos del virrey de la isla, D. Miguel de Gurrea; y si en un principio acogió éste con desdén los rumores, al fin, y cuando ya era tarde, dice un cronista mallorquín, trató de poner remedio llamando á los mayordomos de los gremios, á quienes sermoneó de manera que alteró los ánimos en lugar de calmarlos. La irritación subió de punto cuando se supo que por orden de Gurrea habían sido reducidos á prisión cuatro menestrales, entre ellos Juan Odón Colom y Pedro Begur, que gozaban de gran popularidad.

Ya en esto no fué posible contener por más tiempo á los revolucionarios. El 31 de Enero de 1521 estalló el pronunciamiento, y desde el amanecer las calles de Mallorca ó Palma se vieron invadidas de plebeyos y gente armada, que daban grandes voces de «¡mueran traido

1 Habla de este discurso y lo traslada, el cronista Vicente Mut.

res y caballeros, y viva el rey y la patria!» Montó Gurrea á caballo, pero por todas partes hallaba organizadas con sus armas, jefes y banderas las compañías de los gremios; por todas oía los mismos gritos, y en todas era objeto de amenazas é insultos. Sin fuerza para oponerse, el virrey hubo de retirarse al castillo, y desde aquel momento se consideró como triunfante la revolución. El pueblo se dirigió en tumulto á las cárceles, y fueron puestos en libertad, no sólo los cuatro menestrales, sino todos los presos que había en ellas. Por lo que toca al virrey, previa protesta que mandó extender haciendo constar la violencia en él ejercida, se embarcó para Ibiza, abandonando la ciudad á los agermanados ó comuneros, como también se les llama.

Juan Crespí, el pelaire, se puso al frente del movimiento, siendo elegido capitán superior de las compañías de gremios, y al instante se trató de organizar la revolución como en Valencia, haciendo que entraran en la liga las demás villas y poblaciones, con lo cual efectivamente se aumentó el poder de los agermanados. Pedro de Pax, que como bayle general ejercía el mando en ausencia del virrey, se vió obligado á refugiarse con otros caballeros en el castillo de Bellver, del cual era alcaide. Pero allí le siguieron los agermanados. Cercaron el castillo, que miraban como centro de conspiración de sus enemigos; tomáronle por asalto, á pesar de la resistencia que se les opuso, y degollaron á Pedro de Pax, á un hermano suyo y á otros muchos de los que habían defendido con ellos aquel fuerte.

A esta escena de sangre, dice un cronista, siguieron otras no menos lamentables, en que perdieron la vida no pocos parciales de uno y de otro bando, especialmente del de la nobleza, que vió sucumbir á muchos de sus grandes sostenedores.

Dueños ya del gobierno los agermanados, reuniéron

se en asamblea general en las casas de la ciudad, y determinaron mudar á Juan Crespí el nombre de capitán, porque no pareciese que se arrogaban jurisdicción, y le dieron el de Instador del beneficio común. Son curiosas, y al mismo tiempo documentos importantes, las cartas que entonces se escribieron por los de Mallorca á los de Valencia, y que creo útil y conveniente trasladar aquí. La primera es de Juan Crespí á Guillén Sorolla: «Magnífico señor: en esta ciudad está muy unido el pueblo contra los perjuicios y robos que se hacen en este reino, deseando muchos aliviarnos de los pechos, derechos é imposiciones que podemos; y por no saber del todo el orden y forma con que esa ciudad se porta en este negocio, no ponemos remedio en ello. Y así, carísimo amigo y hermano, os suplicamos nos hagáis merced de aconsejarnos y avisarnos, porque deseamos seguir vuestro parecer y consejo, como de persona tan discreta; y para este efecto va mi primo Antonio Benet, sastre, con quien podrá tratar lo conveniente. Mallorca 15 de Febrero.-Juan Crespí.»

La segunda es del mismo Crespí á la junta de los Trece de Valencia, y su tenor el siguiente:

«Magníficos señores, aunque no los conozco, deseo servirles por su fama, merecimientos y valor, y ofreciéndome con la vida y con la hacienda. Háme parecido dar aviso á vuestras sabias magnificencias como esta nuestra ciudad está sin justicia, y en su última ruina, porque los caballeros sólo atienden á quitarnos las vidas y haciendas; y así queremos poner el remedio que se debe, mediante la gracia divina, que nunca desampara á los que viven con sana intención; y para esto enviamos á Miguel Nebot, notario y síndico electo por el pueblo; y en su compañía á Jaime Palomo, bonetero, también electo, á su magestad, los cuales informarán á vuesas magnificencias, á quienes suplico los enca

minen para su magestad, que según de vuesas sabias magnificencias esperamos, nos ponemos en vuestras manos por la mucha experiencia y virtud con que proceden.»

A esta carta, fechada también el 15 de Febrero, siguió otra del 21, la que dice así:

«Nosotros, el pueblo de la insigne ciudad de Mallorca, siempre á la corona real humildes vasallos: á los amados fieles, nuestros hermanos, los magníficos de la muy nombrada justicia de los Trece, de la insigne y noble ciudad de Valencia, salud y honor. Magníficos hermanos nuestros, ya tenéis aviso de las grandes vejaciociones que el virrey de este reino, juntamente con los caballeros de esta ciudad, hacen al miserable pueblo de ella; el cual para pedir justicia recurre á su magestad, por causa de los robos que los dichos caballeros hacen cada día en este reino, y también ha parecido al pueblo afligido con tantos trabajos, mediante la gracia divina, pues la justicia está del todo perdida y desterrada, tomar las armas y elegir un hombre honrado, dándole el nombre de Instador del beneficio común y extirpador de las injusticias que en este reino se hacen, juntamente con 26 electos por consejeros suyos; los cuales, como fidelísimos vasallos de la corona real, para confirmación de la justicia de este reino, han elegido dos embajadores para su magestad, con autos que avemos hecho para informarle de la verdad. Estos embajadores llevan cartas para vuesas mercedes, pues son nuestros hermanos, y así os rogamos, que á los dichos embajadores y hermanos nuestros encaminéis de tal suerte, que no sea más inquietado y destruído este pueblo por estos perversos y malos hombres, enemigos declarados de su virtud; y porque ha más de doce días que los dichos embajadores partieron de aquí con una barca armada, recelamos que habiendo llegado á Va

« AnteriorContinuar »