Colección de poesías castellanas tr. en verso toscano: Primera parte, Volumen3

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Página 114 - Voz de dolor y canto de gemido y espíritu de miedo, envuelto en ira, hagan principio acerbo a la memoria de aquel día fatal, aborrecido, que Lusitania mísera suspira, desnuda de valor, falta de gloria ; y la llorosa historia asombre con horror funesto y triste...
Página 20 - ... contrario de su vida Levantó la cabeza el poderoso que tanto odio te tiene; en nuestro estrago juntó el consejo, y contra nos pensaron los que en él se hallaron. "Venid...
Página 32 - Señor, sea tu grandeza; que después de los daños padecidos, después de nuestras culpas y castigo, rompiste al enemigo de la antigua soberbia la dureza. Adórente, Señor, tus escogidos, confiese cuanto cerca el ancho cielo tu nombre, ¡oh nuestro Dios, nuestro consuelo!, ¡y la cerviz rebelde, condenada, perezca en bravas llamas abrasada!
Página 192 - Qué descansada vida la del que huye el mundanal ruido, y sigue la escondida senda, por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido...
Página 196 - Vivir quiero conmigo gozar quiero del bien que debo al cielo, a solas, sin testigo, libre de amor, de celo, de odio, de esperanzas, de recelo.
Página 198 - El aire el huerto orea, y ofrece mil olores al sentido, los árboles menea con un manso ruido, que del oro y del cetro pone olvido.
Página xx - Mira el sabroso olor de la campaña Que dan las flores nuevas y suaves, Cubriendo el suelo de color extraña. Escucha el dulce canto que las aves En la verde arboleda están haciendo, Con voces ora agudas, ora graves. Mira las limpias aguas que riendo Corren por los arroyos, y estorbadas Por las pintadas guijas van huyendo. Las sombras que al sol quitan las entradas Con sus verdes y entretejidos ramos, Y las frutas que están dellos colgadas.
Página 122 - Tales ya fueron éstos, cual hermoso cedro del alto Líbano, vestido de ramos, hojas, con excelsa alteza; las aguas lo criaron poderoso, sobre empinados árboles crecido, y se multiplicaron en grandeza sus ramos con belleza; y extendiendo su sombra, se anidaron las aves que sustenta el grande cielo; y en sus hojas las fieras engendraron, y hizo...
Página 30 - Los que vieron tus brazos quebrantados y de tus pinos ir el mar desnudo, que sus ondas turbaron y llanura, viendo tu muerte oscura, dirán, de tus estragos espantados : ¿Quién contra la espantosa tanto pudo?
Página 24 - Y sus brazos fortísimos pusiste, Como el arco acerado, y con la espada Vibraste en su favor la diestra armada. Turbáronse los grandes; los robustos Rindiéronse temblando, y desmayaron, Y tú, entregaste, Dios, como la rueda, Como la arista queda Al ímpetu del viento á estos injustos; Que mil huyendo de uno se pasmaron: Cual fuego abrasa selvas, cuya llama En las espesas cumbres se derrama, Tal en tu ira y tempestad seguiste, Y su faz de ignominia convertiste.

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